domingo, 6 de marzo de 2022

Libros únicos

Sé que a muchas personas no les gustan los libros de segunda mano, y eso algo que, por supuesto, no me cuesta comprender.

Sin embargo, ya lo he dicho aquí muchas veces, a mí me parece que los libros usados tienen un carácter especial, porque llevan en sí la esencia de una vida anterior, en la que los amaron, los disfrutaron, o tal vez los desdeñaron. Son libros con experiencia, libros que han vivido y que llegan a nosotros buscando otras manos, otros ojos que sigan dándoles utilidad, sacando provecho de ellos; o tal vez esperando el aprecio que aún no han recibido.

También hemos hablado ya aquí de libros que se ponen a la venta en segunda mano llevando en su interior, como si fuese un corazón, una carta, una nota, un mensaje que los hace únicos, aunque haya por el mundo miles de ejemplares del  mismo título.

Hace un par de semanas un amigo me mostró un libro que había comprado por internet, de segunda mano, a un vendedor particular. El libro está impecable, muy bien cuidado, y tiene las iniciales de su dueño anterior escritas a lápiz, en la esquina superior derecha de la guarda. Una firma discreta, un "ex libris" manual y humilde, que no quiere molestar.

Dentro del libro, y esto es lo que me interesa contar aquí, había una carta. Una carta llena de amor que la vendedora, hija del dueño del libro, había incluido al enviar el ejemplar.

En la carta, la vendedora  se presenta y da las gracias al comprador por su pedido, y a continuación cuenta brevemente que dicho libro es uno de los veinticinco mil volúmenes que conforman la biblioteca de su padre, fallecido el año pasado y que fue reuniendo desde pequeño.

Ahora ella, como heredera de tan magnífica colección, ha de dejar que los libros salgan al mundo, para que lleguen a otras personas, a otros lectores que tendrán así la oportunidad de disfrutarlos, de beneficiarse  del tesoro intangible que cada uno conserva entre sus páginas.

La autora de esta conmovedora carta habla de los "amados libros" de su padre, que ahora "tienen la oportunidad de escribir una nueva historia", y añade que está segura de que eso es lo que a él le habría gustado.

Sin duda, como también hemos dicho ya en otras ocasiones, los libros de segunda mano tienen dos historias que contar: la que recogen sus páginas y que todos podemos leer, y la historia particular de cada volumen, que no queda recogida en las páginas pero que de alguna manera impregna el libro, y que la mayoría de las veces sólo podemos imaginar o soñar.

No obstante, algunas veces, gracias a la especial sensibilidad de una persona, tenemos la extraordinaria posibilidad de conocer esa segunda historia de un libro, esa historia paralela y exclusiva, que puede llegar a emocionarnos igual que una de nuestras novelas favoritas.


dreamstime.com


23 comentarios:

Devoradora de libros dijo...

A un libro de segunda mano le das una segunda vida, una tercera, una cuarta...
Me ha gustado mucho la historia que has compartido. Me recuerda a todo lo que me imagino cuando tomo prestado un libro en la biblioteca y miro la cantidad de fechas que aparecen en la ficha de préstamos.

Besos.

Frases Bonitas dijo...

Yo tengo libros que ya leí y aun los guardo y vuelvo de cuando en cuando volverlos a leer y siempre le encuentro una nueva enseñanza. Me gustan los libros de psicología. Saludos

Macondo dijo...

Esa bonita historia que nos cuentas invita a mirar con otros ojos esos libros de segunda mano que tantas veces no se quieren ni regalados.

TORO SALVAJE dijo...

Es una historia preciosa.
Digna de otros tiempos.

Yo ya me fui de ahí.
Regalé todos mis libros a la biblioteca del barrio.
En casa acumulaban polvo, olvido y desesperanza.

Ahora leo ebooks.
No tienen historia romántica pero también son hijos de Dios.

Je.

Besos.

Rick dijo...

Una historia como esa, con esa carga de hermosa melancolía, o nostalgia, o lo que sea, reblandece al más pintado.

Los de mi quinta, por la época de escaseces que se vivían en nuestra juventud (y no solamente económicas), éramos muy devotos de las tiendas de segunda mano y de las ferias, tanto en libros como en discos. Lo más que llegué a encontrarme fue, en un disco, la fotografía de una chica, sin más datos. Fantaseando un poco se puede suponer que sería alguna novia olvidada del antiguo poseedor del disco (porque si el disco fuese de la chica no es lógico que tuviese una foto suya ahí dentro).

Tras la sorpresa me entró también la melancolía: metí la fotografía en el otro disco de la caja donde se exponían y allí quedó, a la espera del siguiente descubridor. Fue lo único que se me ocurrió.

Con los libros la cosa nunca pasó de alguna pequeña dedicatoria ya sin sentido, algunos dibujos, alguna primera edición y poco más.

El mundo de la segunda mano, de todos modos, sigue vigoroso. Probalemente más que nunca y con los objetos más insospechados.

Beauséant dijo...

Así es, un libro de segunda mano cuenta dos historias, la del propio libro y las de las manos que pasaron por sus páginas...

A mi esos libros me producen cierta tristeza, alguien los atesoró con cariño y, ya ves, al final todo desaparece... aunque al menos en el caso de los libros encuentran otras manos, otras historias...

Rodión dijo...

Una historia conmovedora, sin duda. Los que tenemos vena romántica apreciamos esa 'segunda vida' de los libros, así que esa biblioteca del padre repartida por el mundo a modo de herencia pública tiene doble valor.

Luego para mí hay casos y casos. Yo también soy aficionado a las 'librerías de viejo' y alguna vez, muy excepcionalmente, uno se encuentra una dedicatoria legible, pero ya sabes que lo normal es que la herencia del dueño anterior se cifre en detalles menos significativos, como ya ha dicho Rick: marcas de uso, alguna firma personal dejada (te robo la frase, que me ha gustado) 'para no molestar', etc. La cruz de la moneda son las huellas que, sin dejar de ser personales, perjudican al libro: manchas de café, lomos deteriorados o en el peor de los casos, hongos.

Me viene al recuerdo un pasaje de 'El palacio de la luna' de Paul Auster en el que el protagonista, afanado en vender uno a uno los libros heredados de su ¿tío? critica que el valor de un libro pueda estar en el continente, cuando solo debería estar en el contenido, diciendo que, a su juicio, un volumen destrozado de Pascal debería valer más que un ejemplar nuevo de Descartes. Todo esto suena bien hasta que uno se topa con un libro realmente corrompido.

Volviendo a ese valor añadido de algunos libros de segunda mano, como decía, para mí (esto es personal) depende mucho de lo que pueda conocer o no del dueño anterior. Podría ser un auténtico desconocido pero que aporte una dedicatoria o huella con sentido pleno, como la que comentas en tu texto, o bien una huella muda pero intrigante, como la fotografía de la chica que Rick se encontró en un vinilo; podría, sin embargo, ser una dedicatoria o seña inentendible fuera de su contexto. Entiendo que a pesar de todo esto tiene su propio valor.

En mi biblioteca puedo tener alguna humilde joyita, y no me refiero al coleccionismo sino simplemente a alguna edición limitada, bonita o buena, como casi todo el mundo. Y sin embargo, hay libros que guardo de mi infancia que para mí tienen valor incalculable. Por no hablar de esas dos o tres novelas de Julio Verne que heredé de mi padre. Mi padre nunca ha sido un gran lector de literatura, pero fue con esos libros suyos de Verne con los que empecé a leer, junto a la colección juvenil de ''Alfred Hitchcock y los tres investigadores''. No me desharía de ellos ni por todo el oro del mundo. Bueno... si fuese todo el oro del mundo igual sí. Se puede hacer muchas cosas con ''todo el oro del mundo'' :P

Un saludo.

Anónimo dijo...

¡25000 libros... Imposible que el finado leyera todos y pobre de la hija, a la que compadezco por el marrón que le tocado al tener que gestionar esa herencia que no le interesa o de la que no se puede encargar...
Siento mi materialismo pero es que después de la muerte de mi padre me he desesperanzado porque veo que toda ilusión de reunir, de atesorar y de pretender legar algo que posiblemente no tenga interés para los que vienen detrás o esforzarse pensando en ellos, carece de sentido e incluso puede ser contraproducente para mantener un buen recuerdo si el heredero es demasiado insensible e ingrato.
carlos

Ángeles dijo...

Hola, Devoradora de libros.
Me alegra mucho que te haya gustado esta historia. Y es verdad, no lo había pensado, pero las fichas de préstamo de los libros de biblioteca son también un indicativo de si un libro ha tenido una vida intensa o no.

Besos.

Así es, Frases bonitas, los libros que de verdad tienen algo que decirnos no terminan nunca, porque cada vez que volvemos a ellos nos enseñan algo nuevo.

Saludos!

Macondo, me ha gustado eso de ver los libros de segunda mano con otros ojos, y me alegra que lo hayas pensado al conocer esta historia.

Gracias.


Es verdad, Toro, parece una historia de otro tiempo. No lo había pensado, pero así me lo parece ahora.

Me parece estupendo que donaras tus libros a la biblioteca. Es algo que yo también he pensado hacer algún día con los míos: donarlos a bibliotecas, o al instituto en el que estudié. Pero de momento no me veo capaz de deshacerme de ellos. Los necesito cerca porque me hacen mucha compañía y me alegran la vista. Eso sí, hay que estar pendientes de que no acumulen "polvo, olvido y desesperanza", que es algo que suena a poema triste.

Los ebooks también son hijos de Dios, claro que sí, jaja. Los hijos prácticos. Pero al fin y al cabo cuentan las mismas historias.

Besos.


Rick, me ha gustado eso de la "carga de hermosa melancolía", y que la historia te haya resultado emotiva también.

La anécdota que cuentas, de la foto de la chica en el disco, y que tú la dejaras en otro disco, me encanta, y creo que alguien debería escribir un relato con ese punto de partida.

Me ha dado tristeza, por otro lado, lo que dices sobre las dedicatorias "ya sin sentido". A veces he pensado que los libros dedicados son los más tristes del mercado de segunda mano, porque deberían permanecer siempre con quien los recibió. Pero claro, quizá quien los recibió ya no permanece. Nosotros somos, de hecho, mucho más perecederos que los libros.

Es cierto, el mundo de la segunda mano ha cobrado en los últimos tiempos una vigencia inesperada, ayudado, además, por la tecnología, aunque pueda parecer contradictorio, que ha hecho posible la aparición de tantas plataformas de compraventa, y de toda clase de objetos, en efecto.

Gracias por tu comentario, como siempre.


Ángeles dijo...

Parece, Beauséant, que todos estamos de acuerdo en esa tristeza o melancolía que producen a veces los libros de segunda mano. Creo que esto significa que somos unos sentimentales, que damos a los libros un valor especial, y por eso nos resulta dura la idea de que, tarde o temprano, los libros y sus dueños tengan que separarse. Y quizá por eso algunos de nosotros acogemos con cariño esos libros huérfanos.

Saludos!


Rodión, me ha gustado mucho esa idea de la "herencia pública". Es una forma muy poética de referirse a las bibliotecas que han de desmantelarse por causas siempre tristes.

Sin duda los libros deteriorados, manchados, rotos, pierden su atractivo. Es cierto que lo más importante es el contenido, pero el estado del volumen es importante también. Como dices, eso está muy bien en teoría, y creo que sólo vale realmente para manuscritos o volúmenes antiquísimos y únicos.

Y respecto al valor que puedan tener esas huellas de los propietarios anteriores que encontramos en los libros, creo que es algo muy subjetivo, que depende mucho del grado de romanticismo que tenga cada uno, de lo sentimental que sea. Es decir, aunque pueda haber un valor intrínseco u objetivo, dependerá de nosotros, del posible comprador, apreciar o no ese valor; darle importancia o no. Y esto puede traducirse en dejar lo que encontramos, como hizo Rick, para que lo encuentre otra persona que quizá sepa mejor qué hacer con ello.

No te deshagas nunca de esos libros de tu infancia, de esas primeras lecturas. Eso tiene un valor infinito. Además, puedes estar seguro de que nadie va a ofrecerte por ellos "todo el oro del mundo", porque para nadie pueden valer tanto como para ti, así que puedes estar tranquilo respecto a ese dilema ;)

Gracias por tu comentario.


Carlos, tu comentario me ha deprimido, que lo sepas :D

Pero, en serio, respeto y entiendo ese "materialismo" tuyo, y esa desesperanza que sientes ante la falta de sentido de ese afán por atesorar bienes para otras personas, cuando puede que a esas personas se les cause más una molestia que otra cosa.

Pero creo que si siempre pensásemos en el problema o la pena que nuestro legado puede suponer para los descendientes, no llegaríamos a disfrutar nunca de nuestras aficiones, de aquello que nos apasiona. Supongo que lo ideal es que uno mismo, en algún momento, empiece a desprenderse voluntariamente de sus bienes, como ha hecho Toro Salvaje, para no dejarle "el marrón" a nadie. Pero eso no siempre es posible, claro, y a veces puede resultar una decisión muy dolorosa.

Gracias por tu comentario.

Joaquin dijo...

Yo estoy leyendo ahora El Tirano de Valerio Massimo Manfredi. Lo compré de segunda mano en un kiosco, y al principio hay una dedicatoria que dice "De un tirano a una nerviosa, con todo cariño tu chuty". Yo soy nervioso, me siento una princesa.

Ángeles dijo...

Joaquín, no sé qué me ha resultado más gracioso, si la dedicatoria del libro o tu crisis de identidad :D

Gracias por las risas.

Eme dijo...

Me gustan tanto los libros usados. Las historias que guardan. Sorprenderme con lo que pueda encontrar.
Esto que cuentas es hermoso. Qué maravilla encontrar una carta así.
Gracias por compartirlo.

Te mando un abrazo.

Pd: siempre es una alegría leerte.

Una Vida Mundana dijo...

Recuerdo una vez que estaba enamorada. La persona de la que estaba enamorada me regaló un libro. Al leerlo, iba subrayando palabras, frases, incluso párrafos con los que me identificaba (siempre lo hago, siempre a lápiz). Luego se lo pasé a él para que leyera el libro que me había regalado. Y él recibió mensajes en mi subrayado. Aquello se volvió un intercambio amoroso platónico, en el que los mensajes iban y venían en líneas trazadas a lápiz en libros prestados.
De eso hace ya muchos años.
Pero cuando releo esos libros, las palabras resaltadas me traen de vuelta una época, con todos sus sentimientos encapsulados.
Efectivamente, los libros guardan vidas dentro.

Ángeles dijo...

Es cierto, Eme, es una maravilla encontrar algo así en un libro. Dice mucho de las personas. Y, claro, no podía dejar de contarlo aquí :)

Un abrazo.

PD: muchas gracias, lo mismo te digo.


Una vida mundana, lo que cuentas me parece precioso, digno de una gran novela romántica. Qué emotivo y qué emocionante debió de ser aquel intercambio de mensajes. No puedo imaginar qué sensaciones te traerán aquellos mensajes ahora, pero es maravilloso que conserves esos libros. Esa vida.

Gracias por tu historia.
Un abrazo.

José A. García dijo...

25 mil libros son muchos libros, demasiados. ¿Quién llega a leer todo eso?

Saludos,
J.

Ángeles dijo...

No creo, José A. García, que nadie llegue a leer tantos libros. Pero ya sabes que para los bibliómanos los libros no significan sólo lectura.

Saludos.

JuanRa Diablo dijo...

Me parece muy emotivo el detalle de la mujer de incluir esa "carta de presentación". Se nota que no podría desprenderse de los libros de su padre sin más, y estoy seguro de que cada nuevo dueño, conociendo la historia, lo sabrá apreciar.

A mí me atraen mucho los libros de segunda mano, y no me importa en absoluto que tengan marcas o escritos de su dueño anterior. Al contrario, eso les da más valor para mí.

Al poco tiempo de llegar mi padre a Barranquilla empezó a comprar libros de segunda mano hasta tener una biblioteca enorme de la que se siente muy orgulloso. Yo llegué a ver aquella impresionante colección y curioseando sus lomos me pregunté muchas veces lo que aquí dices: ¿De dónde vendrían? ¿Quiénes los habrían leído? ¿Cuántas historias personales habría detrás de cada uno?

Ángeles dijo...

Eso pensé yo, JuanRa, que a la vendedora le costaba desprenderse de los libros de su padre y por eso los acompaña de esa carta. Me parece que es una forma de mantener un vínculo con ellos.

Y yo también creo que las marcas de los libros les dan un valor especial. Es la diferencia entre considerar un libro como mero objeto de lectura o como algo más.

¿Y no tendrás por casualidad una foto de esa biblioteca de tu padre?

Saludos!

MJ dijo...

¡Qué historia tan bonita! Es conmovedor. Me imagino el amor que ese señor le tenía a sus libros y la tristeza de la hija al desprenderse de ellos. Ella dice en la carta que es lo que su padre hubiera querido y puede interpretarse como que cumple su última voluntad. Pero, a mi entender y sin ver la carta original, ella no puede hacerse cargo de una biblioteca tan grande y tiene que desprenderse de ellos, y creo que hay dolor ahí, por eso se "molesta" en hacer saber al nuevo dueño la importancia de ese libro, que este mensaje le llegue al corazón y lo cuide bien. Casi como se da un cachorrito en adopción, que quieres asegurarte que va a un buen hogar donde le darán cariño.
Gracias por compartir esta historia con nosotros. Es conmovedora y parece de otra época, una época romántica y más "literaria" que la actual.
Besos.

Ángeles dijo...

MJ, estaba segura de que te gustaría esta historia :)

Yo también creo que la autora de la carta quiere hacer saber la importancia que esos libros tenían para su padre, el amor que ponía en ellos y lo que significan para ella. Por eso, como le decía a JuanRa en el anterior comentario, creo que esa carta es una forma de que esos libros sigan vinculados de alguna manera a su dueño. Me ha gustado lo que dices de los cachorritos :)

Desde luego, hay mucho romanticismo en esta historia, mucho sentimiento y amor por las personas y por aquello que mantiene su recuerdo.

Gracias a ti por tu comentario.
Besos.

Doctor Krapp dijo...

He estado siempre muy cerca de libros que han pasado por muchas manos. Por estar he estado, en pocas ocasiones a decir verdad, con un libro de horas de un monarca de hace más de mil años y que está considerado una joya bibliográfica absoluta, afortunadamente preservada por la recreación en varios facsímiles.
A veces te sientes como mancillando antiguos secretos cuando abres estos ejemplares de nuevo. Una vez como bibliotecario tuve que catalogar el fondo de una colección particular donde había hermosos tochos pero también libros de bolsillo ya amarillentos de la colección Austral. Al intentar ponerles la preceptiva alarma se te descomponían en las manos y sentías como si estuvieras destruyendo un patrimonio que debía ser conservado en el tiempo. Una sensación extraña, como la de un violador de tumbas en el antiguo Egipto.

Saludos

Ángeles dijo...

Hola, Doctor Krapp, me alegra mucho verte por aquí.

Qué maravilla que hayas podido tener en tus manos esa joya bibliográfica que mencionas. Debe ser emocionante.

Y qué angustioso que se te deshaga un libro en las manos, aunque sea un ejemplar "corriente".
Yo tengo algunos libros antiguos también, bueno, de alrededor de cien años o algo más, y alguno, en efecto, casi no me atrevo a tocarlo por su delicado estado de conservación. Los demás, en cambio, están impecables, se pueden manejar con tranquilidad, aunque con delicadeza también, claro.

Saludos, y gracias por tu comentario.