martes, 23 de diciembre de 2014

Que hablen ellos (otra vez)


Para la primera entrada de 2014 les pedí a unos amigos que compartieran con nosotros algunas de sus ideas, de sus reflexiones, que nos inspirasen para empezar el año con pensamientos constructivos y provechosos.
Y ahora que 2014 acaba, me ha parecido que sería buena idea recurrir otra vez a mentes preclaras y nobles para que nos ofrezcan nuevos ejemplos de sabiduría y sensatez.


En estos días en los que un año se va y otro llega; en los que nos ilusionamos con nuevos proyectos, nuevas etapas, y en los que se habla de amor, paz y felicidad entre regalos, banquetes y jolgorio de purpurina, los autores a los que he pedido un poco de ilustración nos han dejado palabras que hablan de agradecimiento por las cosas pequeñas; de apreciación por los momentos y los placeres cotidianos; de comprensión humana,  de renovación y de confianza en el porvenir y en nosotros mismos.
Son Robert Walser, conocido y amado por su sencillez y su ternura; Xavier de Maistre, que me encandila con su franca ingenuidad; Stefan Zweig, que vuelve a conquistarme con su elegancia literaria y personal; Robert Louis Stevenson, porque nadie mejor que él para hablarnos de resistencia y coraje ante la adversidad; Marguerite Yourcenar, que tan bien conoce al ser humano, y  Charles Dickens, que lo sabe todo.
 
Estas palabras no fueron escritas como consejos ni pretendían aleccionar, pero, tal vez por esa razón, a mí me parece que son más útiles y sinceras, y más comprensibles,  que muchos consejos y lecciones:

No me daba apenas cuenta de lo placentero que resultaba todo aquello para mí. Mi madre se acercó y se sentó junto a nosotros. Sentí la necesidad de decir algo amoroso o amable, pero ninguna palabra asomó a mis labios. Ella se dio cuenta de lo que me pasaba, me tomó entre sus brazos y me besó. […] era feliz de poder comunicarme así con mi madre.
(Robert Walser. Los cuadernos de Fritz Kocher, 1904)



Un buen fuego, unos libros, unas plumas, ¡cuántos recursos contra el aburrimiento! Y aún más, qué placer olvidarse de los libros y las plumas para ponerse a atizar el fuego, entregándose a alguna dulce meditación o componiendo algunas rimas para alegrar a los amigos. Las horas discurren ante nosotros y caen silenciosas en la eternidad sin que sintáis su triste pasar.
(Xavier de Maistre. Viaje alrededor de mi habitación, 1794)

 
[…] no veo por qué he de adoptar el papel de juez; prefiero actuar de defensor. Personalmente, me causa mayor satisfacción comprender a los hombres que condenarlos.
(Stefan Zweig. Veinticuatro horas en la vida de una mujer, 1929)

 

Mi paciencia da sus frutos. Sufro menos y la vida se vuelve casi dulce. […] los periodos de felicidad, los progresos parciales, los esfuerzos de reanudación y de continuidad me parecen otros tantos prodigios […]; las palabras libertad, humanidad y justicia recobrarán aquí y allá el sentido que hemos tratado de darles. No todos nuestros libros perecerán; nuestras estatuas mutiladas serán rehechas, y otras cúpulas y frontones nacerán de nuestros frontones y nuestras cúpulas […]
(Marguerite Yourcenar. Memorias de Adriano, 1951)


 

El hombre se recupera de su desgracia, comienza a construir los nuevos cimientos de su vida sobre las ruinas de los antiguos, y cuando se le rompe la espada se las arregla con la daga como un valiente.

(Robert Louis Stevenson. Ensayos sobre literatura. 1887)
 
  
En la ciudad y en el pueblo hay puertas y ventanas cerradas contra el frío, hay troncos llameantes apilados, hay caras alegres, hay una sana melodía de voces.
Que la vileza y el daño queden fuera de los templos de los dioses del hogar, pero acojamos los recuerdos con dulce ánimo; pertenecen al tiempo y a su reconfortante y sereno consuelo.
(Charles Dickens. What Christmas Is as We Grow Older, 1851)


 * * *
 
Para todos ustedes, amigos de Juguetes del viento, mis mejores deseos para el nuevo año y mi agradecimiento por éste.


jueves, 11 de diciembre de 2014

Cuidado con las novelas


Imagínense ustedes que un crítico literario o similar dijera que Paul Auster es un desalmado y que sus novelas son inmundas. O que Umberto Eco y Javier Marías escriben que da pena y sus obras no valen ni el trabajo de mirarlas.  O que publicar y comprar las obras de Ana María Matute es un derroche irresponsable.
Y que dijera, además, que las novelas, así, en conjunto, como hecho literario, son las culpables de la corrupción política y del calentamiento global.
Tal vez pensaríamos que ese señor ha bebido lo que no debía, o bien que tiene muchas ganas de guasa. Y tal vez también pensaríamos que lo que dice, por ser una tontería, tiene su lado divertido.
 
Pero si trasladamos esta ficción hasta 1910, comprobaremos que un crítico semejante existió y que decía, dentro de su contexto social e ideológico, los mismos disparates aunque, eso sí, con mucha más elegancia y gracejo.
En efecto, hace ya más de un siglo, un sacerdote jesuita, de nombre Pablo Ladrón de Guevara, escribió un libro muy curioso, divertidísimo (aunque no fuera esa su intención) y promotor (aunque tampoco fuera esa su intención) de muchísimos autores clásicos. El libro se titula Novelistas malos y buenos, y yo lo tengo.
En este libro encontramos un repaso muy completo de autores y  novelas que el buen sacerdote somete a juicio y  califica de buenos o malos según su pío y digno criterio.
Pero resulta que la mayoría de las novelas le parecen malas, y más malos aún sus autores, que se dirían entes malignos dedicados a  pervertir a las pobres almas cándidas que tienen la fatal ocurrencia de leer una novela.
En la introducción de la obra dice:
 
Así, basta abrir una novela de Louys, Eça de Queiroz, de Valle Inclán, de D’Annunzio y de tantos otros, para que, sin más, sepamos que tenemos delante, además de la impiedad, la inmoralidad, la deshonestidad más asquerosa y desvergonzada.
 
No, no se ahorra calificativos adversos el padre Pablo.  Pero escribe con tanta gracia, con  tal precisión semántica  y con tan certera conjugación de la idea y la expresión, que si lo leemos con ojos modernos y hacemos caso omiso de la intención moralizante y el espíritu doctrinario,  lo cierto es que da gusto leerlo, además de risa.
Vean lo que dice, y cómo lo dice, de algunos autores y sus obras:
A Galdós lo tacha de “sectario obcecado y de malas entrañas”, y su literatura le parece “innoble, falsa e insidiosa”. Fortunata y Jacinta es “muy deshonesta é indecente en pecados de especie especialmente grave”.
Baroja no sale mejor parado, pues dice  de él que “no le cuadra el nombre de Pío, sino el de impío, clerófobo, deshonesto”. Y de Camino de perfección dice sencillamente que es “muy mala”.
Clarín es un “crítico presuntuoso, de mala ley, que se precia de tener por su gran maestro al novelista francés cuyo nombre las gentes decentes no pronuncian sino con mucha repugnancia.” Y de  La Regenta dice: “En el fondo rebosa de porquerías, vulgaridades y cinismo”, y es “cargante en demasía.”
 Tampoco le cae bien Pardo Bazán, la cual “ha venido á caer en el realismo deshonesto, y, en alguna novela, hasta en el determinismo”. Y de Los Pazos de Ulloa dice: “Muy mala. Hay pecado deshonesto de gravedad específica singularmente opuesta á la naturaleza, con descripciones y fraseología que no toleran ni los ojos ni los oídos de las personas bien educadas.”
Da la sensación de que a los franceses les tiene especial manía, pues de Balzac dice que es “Novelista muy deshonesto, y en alto grado pernicioso por sus máximas y principios y por los sentimientos que despierta.”
Y Victor Hugo “con frecuencia habla que parece un loco, ó más bien poseído del demonio. Muy inmoral y fatalista".
Y su obra El último día de un condenado a muerte le parece una “especie de novela atroz, horrible”.
A Zola le tiene mucha tirria y no lo oculta cuando dice que “… nació en París, donde murió de muerte desastrada, después de haber escrito libros tan escandalosos por su impiedad y asquerosa lujuria, que acabó por causar náuseas á sus propios amigos. Con tal infame comercio se hizo muy rico.” Y para reforzar su criterio se apoya en las palabras de otro crítico,  que calificó su estilo de “brutal y grosero” y a sus personajes de “grotescos y monstruos repulsivos”.
 
Pero los rusos tampoco le caen bien, por lo menos Tolstoi, al que califica de contradictorio, deshonesto, incrédulo, racionalista, anarquista, nihilista, inmoral y provocativo. Y nos dice que otro crítico coloca al ruso “entre los semilocos”, y un tercero opina que es “uno de esos seres cascados”.
Y él mismo añade: “Tolstoi querría que salieran del cielo los ángeles y del infierno los demonios y demás condenados.”
 
Menos mal que a Stevenson, Dickens, Poe y a algunos más los encuentra “inofensivos” y sus obras “se pueden leer”. Pero con cuidado, claro, porque, de Dickens nos advierte: “Algunas de sus novelas de amores no convienen a todos”. Y de Poe avisa: “En sus cuentos es raro, chocante, mórbido, malsano, fríamente fantástico, pero no deshonesto”.
 
No es de extrañar, en realidad, que la mayoría de los autores le parezcan seres perversos e indecentes, porque, según su visión del asunto, la novela como género literario no trae más que problemas a la humanidad. Y es de agradecer, dentro de todo, que se preocupe especialmente por las mujeres, que al parecer son las personas más vulnerables y más expuestas a los peligros de la lectura:
 
La novela es el arte de enseñar amoríos. Es el arte de familiarizar al lector con todos los atrevimientos y deslices. ¡Desgraciada la mujer que se aficiona á novelas! Yo me he puesto a leer por necesidad algunas que sé que las han leído muchas señoras cristianas… y confieso que no entiendo cómo una señora pudorosa puede leerlas sin perder la virginidad del alma en su lectura. Imposible, imposible, imposible!!!

 
Al final del libro, el padre Pablo nos aclara definitivamente por qué las novelas son tan perniciosas y su influencia tan temible:
 
El hastío, el disgusto de todo lo que dé pena y sea vulgar, es decir, de la mayor parte de las cosas de esta vida (que dan pena y son vulgares casi todas), es el carácter más distintivo de los que leen novelas y en su lectura contraen la enfermedad crónica que yo llamaría "nostalgia del país de las novelas". Enfermedad fatua, estéril, que agota las fuerzas del espíritu en inútiles anhelos y febriles ansias, enflaquece las fuerzas de la razón, anubla el albo y diáfano resplandor del criterio, distiende los nervios del espíritu y aun los nervios verdaderos del cuerpo, produciendo en los lectores una neurastenia que los incapacita para todo ejercicio ordenado y moderado, según las reglas de la vida ordinaria.
 
Así que hay que tener cuidado con las novelas si no quiere uno acabar convertido en un completo inútil.
Lo bueno es que los que ya no tenemos remedio, los que ya estamos contagiados de la ‘nostalgia del país de las novelas’, podemos seguir leyendo tranquilamente. Peor no nos vamos a poner.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Este blog tiene premio


Dice el diccionario que un premio es una “recompensa, galardón o remuneración que se da por algún mérito o servicio.”
Si eso es así, yo puedo decir que este modesto blog recibe premios a cada momento; en concreto, cada vez que alguien lo visita y más aún si deja constancia de esa visita con un comentario.
Pero además, para mayor regocijo y satisfacción, recibe de vez en cuando otros premios que tienen nombre propio y hasta trofeo, aunque sea virtual.
Hace unos días, nuestra amiga Zazou, del blog Bibliomanía y otros desvaríos ha tenido la generosidad de nominar a Juguetes del Viento para el premio Best Blog, y como es costumbre en estos casos, contestaré a las preguntas que a modo de entrevista me plantea ella. Después nominaré a mi vez a otros blogs que yo considero merecedores del premio, y plantearé también a sus creadores una serie de preguntas que, si tienen a bien seguir el juego, habrán de contestar en sus respectivos blogs.
 
Estas son las preguntas de Zazou y mis respuestas:
 
1.- ¿Qué libro te hubiera gustado escribir?
Unos cuantos… por ejemplo, El paseo de Robert Walser.
2.- ¿Qué libros guardas con especial cariño de tu infancia y adolescencia?
Por desgracia de mi infancia conservo pocos. Me acuerdo con mucho cariño de Mujercitas, pero quizá el más antiguo que conservo es una adaptación para niños de La cabaña del Tío Tom. También algunos de Los Cinco y sobre todo los primeros que leí de Stephen King, con los que lo pasé bomba pasando mucho miedo.
3.- ¿Qué personaje de ficción te gustaría que fuera tu mejor amigo/a?
Diré uno de cada sexo: Arturo Bandini (de las novelas de John Fante)  y Miss Matty Jenkins (de Cranford de Elizabeth Gaskell)
4.- ¿Sigues otros blogs que no tengan nada que ver con la lectura? ¿Cuáles?
Sí, algunos de los que están ahí, a la derecha.
5.- ¿Qué personaje de ficción te gustaría ser?
Hester Prynne (de La letra escarlata, de Hawthorne)
6.- ¿Cuál es el mejor libro que has leído en tu vida?
No, no. Me dice mi abogado  que no tengo obligación de contestar a esta pregunta.
7.- ¿Participas en algún club de lectura de tu pueblo o ciudad?
Sí, el que se celebra en la librería Fnac de Málaga.
8.- ¿Qué novela escogerías para pasar una noche de miedo?
Tal vez Salem’s Lot, de Stephen King.
9.- ¿Te dejas guiar por las listas de los libros más vendidos a la hora de elegir tus lecturas?
Esta es la única pregunta que puedo contestar con rotundidad: no.
10.- ¿Con qué escritor, vivo o muerto, te gustaría poder mantener una conversación que durase horas y horas?
Voy a decir varios, para que puedan turnarse y descansar: Dickens,  Eugene Field, Stephen King, Mary Shelley, Umberto Eco, R.L.Stevenson, George Sand…
 
 ***
 
A continuación, los blogs que yo elijo como Best Blog son:
 
A la edad del diablo, de JuanRa Diablo
Entre mil letras, de Marisa
Musas en papel, de Carmen Enciso
 
Y estas son mis preguntas para ellos:
 
1. ¿Qué te impulsó a crear un blog?
2. ¿Qué libro estás leyendo ahora?
3. Si pudieras subir al “anacronópete” de Enrique Gaspar para viajar en el tiempo, ¿a qué época y lugar te gustaría ir?
4. ¿De qué novela o cuento te gustaría ser un personaje?
5. ¿Y en cuál no querrías estar por nada del mundo?
6. ¿Qué prefieres, una novela de amor o un amor de novela?
7. De los libros que has leído ¿cuál le recomendarías a un adulto que quiere iniciarse en el hábito de la lectura?
8. ¿Y cuál le recomendarías a alguien que lee mucho?
9. ¿Cuánto es el máximo tiempo que has estado sin leer ningún libro?
10. ¿Cuál es tu palabra favorita?
 
***
 
Gracias de nuevo a Zazou por pensar en mi blog y a todos ustedes por mantenerlo activo y contento.