En diez años da tiempo a muchas cosas, por ejemplo a
que un blog origine sus propias tradiciones.
Y una de las tradiciones de este blog es que cuando empieza un nuevo año invitamos a unos cuantos amigos para que compartan con
nosotros un poco de su sabiduría; para que
nos dejen ideas y palabras edificantes sobre asuntos que son a la vez
sencillos y muy complejos, comunes y primordiales.
Este año han venido a la cita luminarias como Nuccio
Ordine, John Cheever, Ray Bradbury, Ana María Matute y Stefan Zweig, y nos han
traído palabras que tratan sobre la necesidad de formarse un criterio personal, sobre
la trascendencia de las cosas pequeñas y sobre el disfrute de la vida.
Así, Nuccio Ordine nos habla de la importancia de
tener una opinión propia, en vez de acatar sin más lo previamente aceptado
por la mayoría, aunque lo primero sea mucho menos cómodo:
… en un mundo
en el que a la gente le gusta escuchar sólo las presuntas “verdades” aceptadas
pasivamente […] es mucho más fácil recurrir a las opiniones generalizadas;
hacerse una propia requiere esfuerzo, estudio, reflexión. Los prejuicios, en
suma, son a menudo hijos de la ignorancia.
-Nuccio Ordine, 2016-
Con su poético estilo, Ray Bradbury nos advierte de un
peligro que nos acecha desde bien pronto: el peligro de quedarnos sin la ilusión, la naturalidad y la capacidad de maravillarnos y
disfrutar que tenemos de niños,
precisamente por aceptar las opiniones ajenas y amoldarnos a ellas:
Hacia los catorce o quince años mucha gente ya ha sido
apartada de sus amores, de sus gustos antiguos e intuitivos, uno a uno, hasta
que al llegar a la madurez no les queda nada de alegría, de garra, de entusiasmo,
de sabor. Las críticas ajenas, y las propias, los han hecho sentir incómodos.
Cuando a las cinco de una oscura y fría mañana de verano llega el circo y suena
el organillo, en vez de levantarse y salir corriendo se remueven en sueños, y
la vida pasa de largo.
-Ray Bradbury, 1994-
Por su parte, las palabras de John Cheever nos invitan a
celebrar el hecho de estar vivos, de vivir en un mundo asombroso, de formar
parte de un universo colosal, lo que nos hace insignificantes y grandes al
mismo tiempo; y de tener la capacidad de amar, que no es otra cosa que apreciar
y valorar la vida:
El cielo estaba despejado aquella mañana y puede que
todavía hubiera estrellas, aunque no las vio […] Lo que lo conmovió fue la
sensación de esos mundos en torno al nuestro; por muy imperfecto que sea
nuestro conocimiento de su naturaleza, tenemos la sensación de que poseen un
ápice de nuestro pasado y de nuestras vidas futuras. Era esa poderosa sensación
de que estamos vivos en el planeta. Era esa poderosa sensación de qué singular,
en la inmensidad de la creación, es la riqueza de nuestra oportunidad. La
sensación de que esa hora era un privilegio exquisito, el gran regalo de vivir
aquí y de renovarnos por el amor. ¡Esto parecía el paraíso!
-John Cheever-
Ana María Matute nos dice algo que actualmente se
repite mucho, pero que se olvida con frecuencia; y es que los momentos
pequeños, aparentemente intrascendentes, son los que a la larga más
importan. Quizá sea porque las grandes
emociones, las grandes impresiones, son eso, demasiado grandes para nosotros, nos
abruman y nos sobrepasan:
¿Sabéis, muchachos? No creáis que al morir recordaréis
hazañas, ni sucesos importantes que os hayan ocurrido. No creáis que
recordaréis grandes aventuras, ni siquiera momentos felices que aún podáis
vivir. Sólo cosas como ésta: una tarde así, unas copas de vino, esas rosas
cubiertas de agua.
-Ana María Matute, 1959-
Para terminar, Stefan Zweig nos habla también de la felicidad, de la
sencilla y cotidiana que podemos disfrutar solos, y de la extraordinaria, la que nos desborda,
la que, al igual que las penas, conviene compartir:
Pero ¿qué voy a hacer con mi alegría? Es demasiado
grande para mí solo. Estoy acostumbrado a dosis más pequeñas: suelo compartir
mis noches con un libro, con un amigo, con una buena carta o con un poco de
música. En eso consiste para mí la felicidad. Cuando sobrepasa estas dosis no
sé qué hacer con ella. Me gustaría compartirla con alguien.
-Stefan Zweig, 1941-
*
Ojalá durante este nuevo año todos podamos vivir así, con verdad, con ilusión, con felicidad, ya sea
grande o pequeña; apreciando la bondad y la belleza del mundo, ya sea en buena
compañía o en buena soledad; y teniendo siempre cerca palabras que nos
inspiren, nos guíen y nos alienten.
Las citas corresponden a las siguientes ediciones:
-Nuccio Ordine. Classici per la vita ( La nave di Teseo, 2016)
-Ray Bradbury. Zen en el arte de escribir (Minotauro, 2002). Traducción de Marcelo Cohen.-John Cheever. ¡Oh, esto parece el paraíso! (Debolsillo, 2018). Traducción de Maribel de Juan.
-Ana María Matute. Primera memoria (Austral, 2018).
-Stefan Zweig. Clarissa (Acantilado, 2017). Traducción de Marina Bornas Montaña.