Se
dice que el arte en general, y la literatura en particular, pueden definirse
como un intento de entender la vida, el mundo, el sentido de la existencia
humana.
Esto
me hace pensar que si pudiéramos, de manera mágica, formar una especie de
mosaico con todas las grandes obras literarias que nos ha dado la historia,
quizá podríamos tener una visión completa de qué somos los seres humanos y de
qué es la vida, en sentido filosófico o metafísico.
Da
vértigo sólo pensarlo, pero nuestra condición humana, nuestra naturaleza
curiosa y detectivesca, nos empuja sin remisión a investigar el misterio, a
intentar ahondar en sus entresijos, aunque sepamos, tal vez, que nunca llegaremos
a una conclusión definitiva.
Dice
Stefan Zweig en Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski)* que "Novelista,
en el sentido más elevado de la palabra, sólo lo es el artista universal que
construye todo un cosmos, con sus propios modelos, sus propias leyes de
gravitación y su propio firmamento". Y añade que cada uno de los tres escritores a los que
dedica sus ensayos "crea una ley de vida, un concepto de la vida, con la
plétora de sus figuras, y los destaca con tanta armonía que gracias a él el
mundo adopta una nueva forma".
Quizá
se podría decir que esos auténticos novelistas, (los analizados por Zweig y otros cuantos
más que podrían formar parte de su categoría), lo que hacen es crear un
universo, un mundo entero, que sirva
como una especie de maqueta, un modelo a escala reducida, del real, del que
habitamos físicamente. Y ahí, en esa maqueta literaria, intentan reproducir la
vida, nada menos, con todas sus complejidades pero con una perspectiva que nos
permite abarcarla con el limitado alcance de nuestros sentidos humanos. Como si
contempláramos una casita de muñecas en la que pudiéramos ver todas las
habitaciones a la vez y toda la vida que se
desarrolla en ellas. Una visión semejante a la que tendría un ser
superior que nos contemplase a nosotros desde arriba, desde otro mundo que
abarcara el nuestro.
Cuando
leí los ensayos de Stefan Zweig me
resultó inevitable pensar en dos autores contemporáneos por los que tengo
especial predilección: Stephen King y Mircea Cartarescu. Porque si el verdadero novelista "es el
artista universal que construye todo un cosmos con sus propias leyes", y
crea "un concepto de la vida",
sin duda King y Cartarescu lo
son.
Porque
Cartarescu es creador de un mundo que refleja el nuestro pero lo modifica, y
que se sostiene, como flotando al margen de nuestra realidad, por la acción de
un gran solenoide oculto. Y King ha construido una torre oscura que sirve de
eje a un universo entero con un destino propio.
Por
eso me gusta pensar que si el maestro
Zweig escribiera hoy en día, también él los consideraría novelistas "en el sentido más elevado de
la palabra".
*Stefan Zweig. Tres maestros (Balzac, Dickens,
Dostoievski).
Acantilado, 2004. Traducción de J. Fontcuberta.