Cuando
un año va terminando y otro está a punto de comenzar,
al margen de las celebraciones y los sentimientos promovidos por los
medios de comunicación y consumo, parece que, de manera natural, el alma se nos
vuelve como esponjosa, y predispuesta a absorber ideas de renovación y mejora.
Por
eso, como otras veces, he estado hablando con unos amigos muy simpáticos y muy
listos, y les he pedido que me dejen algunos pensamientos suyos para
compartirlos con ustedes.
Y en esta ocasión, Robert Walser, Robert Louis Stevenson,
Octave Uzanne, Leon H. Vincent y Stephen King, me han hablado de formas de
felicidad, de sentirse bien. Y, viendo
lo que dicen, me da la impresión de que nuestro bienestar reside en nosotros
mismos, en nuestra forma de afrontar la realidad.
Por
ejemplo, un cambio de actitud, una forma diferente de enfrentarse a las cosas, pueden
convertir a un desdichado en alguien feliz y satisfecho:
“Volví
a respirar más tranquilo y más libre… y volví a ser un hombre más hermoso, más
cálido, más feliz. Poco a poco vi desaparecer los temores que llenaban mi alma;
la tristeza y el vacío de mi corazón y la desesperanza se transformaron
lentamente en alegre y serena satisfacción, y en un agradable y vivo interés
que aprendí a sentir de nuevo. Estaba muerto, y ahora es como si alguien me
hubiera elevado y alentado. Donde creía tener que sufrir muchas cosas feas,
duras e inquietantes, encuentro el encanto y la bondad, y lo hallo todo
tranquilo, familiar y bueno.”
Robert Walser. El
paseo (1917)
Todos
nuestros autores, que tan sabios y
cultivados son, están de acuerdo en que los sentimientos, más que el intelecto,
son lo fundamental para vivir contentos:
“Adiós,
amigo, es usted joven, ame la vida con alegría y nobleza, sin demasiadas cosas
en la mente, pero con muchas en el corazón […] Piense que cuanto más ganamos
del lado de la inteligencia más perdemos del lado del instinto, y la pérdida no
compensa la ganancia.”
Octave Uzanne. “El bibliotecario
Van Der Broëcken de Rotterdam” (1895)
Pero, claro, han de ser sentimientos sinceros, sin disfraz; si son fingidos no reportan bienestar:
“La
verdad hacia el sentimiento, la verdad en una relación, la verdad hacia tu
propio corazón y tus amigos, nunca simular ni falsificar la emoción: ésa es la
verdad que hace posible el amor y feliz a la humanidad.”
Robert Louis Stevenson.
“La verdad de la conversación” (1879)
Y si
compartimos los sentimientos con los demás, la felicidad será aún mayor :
“Un
sentimiento compartido es uno de esos grandes bienes que hacen que la vida
resulte agradable y siempre nueva. Saber que otros han sentido lo que nosotros
hemos sentido, y que han visto cosas, aunque sólo sean cosillas, de forma no
muy distinta de cómo las hemos visto nosotros, será, hasta el final uno de los
placeres más exquisitos de la vida.”
Robert Louis Stevenson.
“Apología de la pereza” (1877)
Otro
de nuestros amigos está de acuerdo en que un sentimiento compartido produce satisfacción y contento, pero le da a la idea un
matiz específico. Seguro que ustedes también están de acuerdo con él:
“Para
los lectores, uno de los descubrimientos más electrizantes de la vida es que son
lectores: no simplemente capaces de leer […] sino de enamorarse de ello. Sin
remedio.
El
primer libro que consigue esto nunca se olvida, y cada página parece traer una
nueva revelación, que quema y exalta: ¡Sí! ¡Eso es! ¡Sí! Y por supuesto: ¡Eso es lo que yo pienso!
¡Eso es lo que yo SIENTO!
Stephen King. Finders
Keepers (2015)
Por
último, aquí tenemos lo que a mí me parece que es la descripción de un hombre verdaderamente
dichoso. Incluso la podríamos tomar como una lista de ingredientes con los que elaborar
el bizcocho de la felicidad:
“De
manera que, en cierto modo, era la encarnación de la tolerancia, al igual que,
sin duda, era la encarnación del buen humor y la generosidad. No le envidiaba a
nadie los dones de la naturaleza o del destino. No sólo se complacía en vivir y
dejar vivir sino que se esmeraba en hacer que la vida de los demás fuera un
placer para ellos, y recibía con risueña serenidad comentarios adversos sobre
sí mismo.”
Leon H. Vincent. El
bibliótafo (1898)
Esta tierra es mía (This Land is Mine. Jean Renoir, 1943) |
Para todos ustedes, amigos de
Juguetes del viento, mis mejores deseos y mi sincero agradecimiento,
siempre, por su presencia.