Existen muchos tópicos sobre el poder de la música: que amansa a las fieras; que es el lenguaje universal; que nos hace humanos; que levanta el ánimo; que nos consuela en los momentos malos; que es buena para la salud…
Son ideas que de tan repetidas nos parecen ya carentes de significado, manidas y vacías.
Pero hete aquí que no, que son todas verdad. Bueno, lo de las fieras no lo he comprobado personalmente, pero lo demás sí. Y lo corroboro cada vez que escucho el disco de Santos de Goma, Canciones de niebla, porque activa los sentidos, irradia emociones, alegría y pasión, y da ganas de escucharlo otra vez.
Aunque claro, conociendo a Conde y su hacer en Cámara, Serie B y Los Mosquitos, no me extraña nada.
Lo que sí me extraña es que este artista nunca haya llegado a las cimas de la fama y del poder de convocatoria. No sé si es porque él no quiere o porque las circunstancias le han sido siempre adversas (la injusticia divina es así).
Y por eso me parece encomiable y admirable que, a pesar de los pesares, nunca haya desistido, nunca haya dejado de ser quien es y nunca se haya rendido a otros intereses, ajenos a su propia condición. La de "un simple músico que hace equilibrios en la tempestad".
Quizá es que es un incomprendido, como le pasa a la protagonista de "La niña del vespino", una joya de dulce melancolía que, cantada con el alma, atraviesa la mía sin contemplaciones.
¿O quizá es que es demasiado exquisito? Sí, puede que sea eso, y hay claras pruebas de ello en "Radio de medianoche", "No maten al músico", "Un día extraño"...
El caso es que me da rabia que haya por ahí cuatro pintas con ínfulas de star, llenando estadios y teatros, que no cantan ni para dormir a un niño chico (o que, al contrario, profieren molestas estridencias nasales) y que creen -y les hacen creer- que son la repanocha, mientras un artista de verdad, con un formidable talento natural para componer, cantar, tocar múltiples instrumentos y estar en un escenario, permanece oculto para la mayoría.
Eso no está bien y alguien tendría que darle un arreglo.
Porque, además, no es justo que tanta gente se lo pierda. La riqueza hay que compartirla y todo el mundo debería tener la oportunidad de saber lo que son canciones bien hechas, meditadas, trabajadas y después interpretadas con estilo, gracia y donaire.
Y para todo eso, Conde se pinta solo.
Estas dos canciones son solo una muestra de lo que vengo diciendo, y de la diversión, el genio, el buen gusto y la elegancia que tiene el disco por todos lados.
Santos de Goma son: Conde, Israel Calvo, Claudio Tamer, Tristán Ulla y Álvaro Gastmans.