miércoles, 30 de enero de 2019

Libricina


Hace unos meses asistí a una especie de performance, dentro del Festival Ñen la que el escritor y crítico literario Guillermo Busutil actuaba como médico de los males del alma, por así decir.
En un espacio que representaba una consulta, este peculiar doctor, ataviado humorísticamente con bata y estetoscopio, esperaba tras su mesa la llegada de los pacientes. De este modo, los asistentes que lo desearan podían acercarse a la mesa y contarle  sus cuitas, qué les preocupaba o de qué mal emocional estaban aquejados. Y entonces el buen doctor echaba mano de sus enciclopédicos conocimientos literarios y le recetaba a cada paciente un libro, o dos, que, según su criterio, podían ayudarle a superar o sobrellevar su dolencia espiritual.

Esto puede parecer una broma, y de hecho el acto tenía un carácter lúdico. Pero en el fondo hay una verdad seria, cual es que  los libros, en efecto, nos ayudan a vivir; que en ellos encontramos alivio, consuelo, comprensión y compañía; porque nos hacen ver que no estamos solos en nuestras aflicciones, sino todo lo contrario: que lo que nos preocupa, nos entristece o nos perturba, es en realidad como un resfriado: algo muy común, que padece y ha padecido siempre la mayor parte de nuestros congéneres. Y sólo esto, el sentirnos  acompañados y comprendidos en nuestras inquietudes es, si no una cura, sí un gran alivio. Porque la palabra, escrita o hablada,  es muchas veces la mejor medicina, o incluso la única que necesitamos. 

Curiosamente, hace unos días he leído algo que está muy relacionado con la insólita consulta del doctor Busutil. Se trata de un artículo sobre la Piccola farmacia letteraria, una librería que abrió  el pasado mes de diciembre en  Florencia, en la que los libreros actúan como farmaceúticos que despachan justamente eso: medicina literaria, jarabe de libros; medicamentos de agradable sabor y  que además no tienen efectos secundarios ni contraindicaciones.
Según se dice en el artículo, la librería-farmacia está teniendo un éxito colosal, y próximamente empezará a funcionar su página web para que se pueda acceder a sus servicios desde cualquier parte del mundo.  

Todo esto a mí me resulta muy romántico, y me llena de satisfacción ver que en un mundo que parece enemistado con las emociones,  con la cultura, con todo aquello que no produzca un beneficio material e inmediato, no dejan de aparecer iniciativas que tratan precisamente de contrarrestrar esa frialdad, esa frivolidad, ese materialismo que parece haberse adueñado de la sociedad, de los medios de comunicación, de la vida en general. Y también es una satisfacción ver que las personas responden con entusiasmo a estas propuestas, lo cual demuestra que  son necesarias y que, quizá sin saberlo, las estábamos esperando.

Además, todo esto me ha hecho pararme a pensar en qué  libros han sido curativos para mí alguna vez, y en cuáles podría yo recomendar si alguien me pidiese una de esas recetas literarias.

¿Y ustedes? ¿Creen que la literatura puede ser terapeútica?

Piccola farmacia letteraria

17 comentarios:

Sara dijo...

Si encontramos alivio en muchos de los libros que leemos, ¿puede ser porque la literatura es –no toda, pero sí en parte- un gran desahogo? Yo entiendo que si un escritor es capaz de sanar el alma a base de empatía, es, casi siempre, por lo que él ha vivido, aunque ayude mucho –claro- su capacidad para escudriñar en el espíritu humano.

¿Y la música? ¿Dónde queda la música? Capaz de transmitir lo inefable, quizá más intuitiva que la literatura, eleva el espíritu hacia su perfección. Yo creo que si no puede curarlo, puede evocarlo absolutamente todo.

Muchas gracias, Ángeles, por tus reflexiones. Un placer leerte.

Millones de besos.

TORO SALVAJE dijo...

No tengo ninguna duda.

La literatura es terapéutica... te permite escapar del mundo que te rodea y vivir mil vidas en una alejándote de todo lo cotidiano que te hace daño.

No sólo eso, escribir es tan o más terapéutico que leer. Se matan demonios escribiendo y uno se vacía de todo lo malo que le atormenta.

Besos.

*entangled* dijo...

Buena cuestión. Claro que la literatura puede ser curativa… según para curar qué. En general, soy escéptico con los textos que de antemano se califican como de auto-ayuda. Pero, por ejemplo, un texto sugerente o inquietante puede curar el aburrimiento; una obra que explique algo que no sabíamos, puede curar la ignorancia; una narración puede hacer que imaginemos situaciones indeseadas, e imaginemos nuestra reacción sin necesidad de pasar por la experiencia que cuenta: el efecto catártico que empezó hace siglos en el teatro; puede sacarnos de un dilema, al igual que acudir a una pitonisa, es decir, un placebo… Pero por ejemplo, en un estado depresivo, está contraindicada cualquier narración con contenido emocional.

O sea que… depende.

Y un poco más en broma, puede ser muy sano recorrer a pata alguna de las llamadas ciudades-librería. Yo me he hecho bastantes kilómetros en Hay-on-Wye y en Bécherel. Y también en Urueña, aunque por razones desconocidas estaba todo cerrado. Pero seguro que quemé un montón de calorías. ¿Se considera eso terapéutico? ;)

Saludos.

Albada Dos dijo...

leer es terapéutico, no me cabe duda. Nos evade a mundos más risueños, o más integrantes, en cualquier caso nos saca de una realidad, que , a veces, es ingrata.

Una performance diferente, me alegro te gustase. Un abrazo

guille dijo...

Para mi leer ha sido siempre una actividad asociada al placer.

Y si, pienso que el placer es terapéutico.

Ahora me apetece leer menos. Hace ya un tiempo. Encuentro placer en otras actividades. Pero no dejo de intentar volver a dejarme atrapar por esas hojas llenas de palabras.

He aprendido una cosa. Bueno, he aprendido mas de una, pero para lo que interesa aquí, una. No sirven mis recomendaciones. Lo que me gusta no tiene el mismo efecto en otras personas. Solo señalo que un libro me ha gustado o me ha entusiasmado y si lo quieren visitar me parece bien. Yo suelo interesarme por los que les parecen interesantes a las personas que considero interesantes.

Ángeles dijo...

Sin duda, Sara, la literatura es, entre otras cosas, un desahogo, como dices. No en vano habla de todos nosotros y nuestras circunstancias. Y desde luego, los grandes autores se distinguen por esa capacidad para “escudriñar en el espíritu humano” y revelarlo con palabras.

Gracias a ti, y muchos besos.


Es verdad, Toro, la literatura permite escapar de lo que nos rodea, pero al mismo tiempo nos lo explica y le da sentido.

Y es verdad también que escribir (que es como si dijéramos “el otro lado” de la literatura) es también terapeútico, aunque un “tratamiento” diferente, sin duda más personal.

Gracias por tu comentario.
Besos.


*entangled*, supongo que no hará falta especificar que no me refiero a los libros de autoayuda, ¿no? :D

En efecto, se trata de lo que ya inventaron los griegos (que lo inventaron todo, desde luego), y de que las narraciones, las obras de teatro, la poesía, hablan de nosotros y nuestras circunstancias. Pero esto es mucho más que un placebo, y desde luego algo mucho más serio que una pitonisa, porque la literatura no se fundamenta en entelequias, sino en el elemento humano.

En cuanto a las contraindicaciones que señalas, supongo que dependerá de cada persona. A veces necesitamos una dosis de lo mismo que padecemos precisamente para sentir que compartimos nuestro mal, lo que supone un alivio. A veces, o con frecuencia, algunos libros –novelas- nos iluminan de tal modo sobre aspectos del ser humano que pueden ayudarnos a resolver un conflicto emocional.

Sí que estoy de acuerdo con que recorrer a pie un montón de kilómetros en busca de libros es un deporte de lo más sano :D

Y ya que te refieres a Hay-on-Wye, te dejo esto por si te apetece leerlo.

Saludos, y gracias, como siempre.


Albada me alegra mucho que estés de acuerdo. Es verdad que la literatura nos evade a otros mundos, pero como dijo algún sabio, es "una huida no de la realidad sino hacia la realidad”

Muchas gracias. Un abrazo.


Me ha gustado, Guille esa especie de silogismo que apuntas: la lectura es un placer, el placer es terapéutico, por tanto la lectura es terapéutica.

Las recomendaciones siempre conllevan ese riesgo, que lo que nos gusta a nosotros no sirva para otra persona, salvo que recomendemos pensando en sus gustos o necesidades y no en los nuestros. Y aun así, el acierto nunca está garantizado, claro.
Por eso creo, como tú, que más que recomendar, lo suyo es intercambiar impresiones, opinar, y que cada cual concluya.

Gracias.


Rick dijo...

Perdón. He eliminado el comentario y vuelvo a escribirlo muy despacito, ya que este teclado parece estar en las últimas y me está haciendo algunas ratonadas....

Es de suponer que la literatura, como las demás artes, tiene un componente terapéutico, ya que uno de sus objetivos es crear la emoción en nosotros. Otra cosa, claro, es saber elegir: no creo, por ejemplo, que le siente bien leer terror gótico a tanta juventud como hay hoy en día aficionada a ese estilo. Estoy seguro de que a más de uno, en una edad tan impresionable, le sentará fatal.

Y en consecuencia, ya que este asunto de saber elegir depende de tener una ligera idea de la literatura y al mismo tiempo conocernos un poco, esa idea del médico literario de cabecera no me parece una idea descabellada, sino más bien al contrario: debería estar incluído en el Seguro.

Hala. Ya está. A ver si ahora...

Saludos mil.

Macondo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en que la literatura tiene un carácter terapéutico. Y también en lo que dice Toro que es beneficiosa también para quien escribe.

Anabel dijo...

Querida Ángeles, conozco de primera mano lo muy terapéutica que es la literatura, durante décadas ella fue mi amiga/compañera/confidente ¡tan generosa ella!
Bellísimo y fantabuloso post.

Marisa C dijo...

¡Qué alegría me das con esta entrada tuya! Después de oír estos días cómo cerraban algunas librerías de toda la vida, por lo menos mi herida ha dejado de sangrar. Tengo que conocer como sea esa "farmacia letteraria", y en Florencia, nada menos, una de mis ciudades favoritas.
Claro que los libros curan el alma, porque es el alma quien los escribe.
Gracias por darme esperanza, ;D. Abrazos.

Ángeles dijo...


Dices bien, Rick: la clave está en saber elegir, del mismo modo que un médico (de los de verdad, no los literarios) debe saber qué medicamento es el adecuado para cada dolencia y cada paciente.

Aunque me inquieta un poco lo que dices sobre leer terror a edades tempranas e impresionables, ya que yo empecé desde bien pequeña con lo gótico y similares (a lo mejor eso explica algunas cosas :D)

Y me parece maravillosa tu idea de que el “médico literario” debería estar incluido en el seguro ;)

Saludos mil, y gracias por insistir a pesar de las “ratonadas” :D


Me alegro mucho, Macondo, de que estés de acuerdo. Cosa que además no me sorprende, of course :)


Querida Anabel, es verdad, la literatura es eso, una amiga generosa que nos acompaña, nos entiende, nos aconseja... Después de lo que dices, no me resisto a dejarte un parrafito que ya he repetido aquí otras veces:

“Cuando tomo alguno en mis manos, ¡con qué ternura responden a mi caricia, y con qué alegría responden a mi petición de consuelo!
Risa para mis momentos más alegres, distracción para mis preocupaciones, consuelo para mis pesares, charla ociosa para mis momentos de mayor pereza, lágrimas para mis penas, consejo para mis dudas, y seguridad contra mis miedos. Todo esto me dan mis libros, con una prontitud y una certeza y una alegría que son más que humanas. Por eso yo no sería humano si no amara a estos amigos y no sintiera eterna gratitud hacia ellos.”
(Eugene Field. Los amores de un bibliómano)

Muchas gracias!


Qué bien, Marisa, cuánto me alegra lo que dices. Y cuánto me ha gustado eso de “los libros curan el alma, porque es el alma quien los escribe.”

Gracias ti :) Abrazos.

Beauséant dijo...

Mi lado cínico, lo siento, a veces tengo que sacarlo a pasear, me dice que nos hemos vuelto locos con el tema de las sensaciones. Ya no vale comprar o hacer algo, nos debe aportar sensaciones. Ir a comer, ir a comprar, todo tiene que tener esa especie de intangible valor añadido para que creamos que a merecido la pena, que no somos criaturas vulgares que hacen cosas vulgares... Muchos negocios han visto eso claro y han optado por reconventirse en eso, expendedores de emociones. Algo que podamos subir al instagram o al twiter.

Dicho todo eso, me parece una gran idea, soy así de contradictorio. Todo lo que ayude a difundir los libros me parece el mejor objetivo que se puede tener :)

Y, como siempre, me gusta tu forma de narrarlo.

Carmen Silza dijo...

Te invito a mi espacio.
https://factoriapoeticasilza.blogspot.com/
Un abrazo Ángeles.

Ángeles dijo...

Beauséant entiendo muy bien tu lado cínico, y lo comparto; es verdad que ahora todo tiene que ser "lo más", y tenemos que estar todo el día como una moto, llenos de energía y de ganas de probar cosas nuevas, y cada cosa que hagamos tiene que ser una experiencia extraordinaria.

Sin embargo, esto que se ha dado en llamar "biblioterapia" es en realidad una búsqueda de lo contrario, un intento de encontrar bienestar y serenidad a través de la lectura; y además es más antiguo que el mundo, solo que antes se llamaba simplemente "leer", y ahora se le da una mano de markéting para hacerlo más visible y más atractivo. Y está bien, claro, como dices; la difusión de los libros nunca sobra.

Muchas gracias por tus opiniones, como siempre, y por tu amabilidad.


Gracias, Carmen, iré a visistarte.
Un abrazo.

JuanRa Diablo dijo...

La idea del "doctor" Busutil me parece original y divertida. Me gustaría mucho haber sido uno de sus pacientes. Creo que mi exposición hubiera sido:

"Doctor, soy el diablo, pero nadie me toma en serio. ¡Y así no hay manera de conquistar el mundo!"

Lo mejor de que te receten libros como medicinas es que nunca habrá efectos secundarios nocivos. Todo lo más es que algún libro te dé somnolencia.

También estaba pensando que si recetara "El médico", de Noah Gordon, sería la primera vez que un médico recomienda a otro médico :D

En cuanto a tu pregunta, hubo un tiempo en que las novelas de José Luís Martín Vigil, que fue un escritor jesuita, me resultaron de lo más curativas por la cantidad de valores y modelos ejemplarizantes que encontraba en sus novelas.

MJ dijo...

¡Qué estupendo ese doctor literario en el que se convirtió Busutil! Me alegro que te gustara. ¿Estaba preparado quien iba a pedirle una receta o podía ir cualquiera? Aunque eso debería ser en privado, porque la mayoría de las veces no deseamos contar nuestras cuitas en público...

Esto me hace recordar que yo veía un programa literario en la tele, hace algunos años, en el que finalizaban recetando un libro que guardaban en una estantería especial a la que llamaban botiquín.

Por supuesto que estoy de acuerdo en que la literatura es terapéutica, es consuelo, es distracción, es evasión y es aprendizaje. Puedes vivir muchas vidas, olvidarte de tus problemas, o sentirte identificado y ver cómo reaccionan los personajes ante situaciones que has vivido, o pensar cómo reaccionarías tú ante situaciones que viven ellos.

¡Magnífica idea la de la librería de Florencia! ¡Ojalá cunda el ejemplo!

Ángeles dijo...


JuanRa, si le hubieras comentado al doctor Busutil el mal que te aqueja, podría haberte recetado la lectura de “El forastero misterioso”, de Mark Twain. Seguro que ahí encontrabas consuelo y soluciones para tu preocupación :D

Es verdad, algunos libors funcionan muy bien como somníferos, bien por lo mucho que relajan, bien por lo mucho que aburren. Pero sea como sea, son somníferos muy naturales y sin contraindicaciones (siempre y cuando se lean en los momentos adecuados, claro).

Creo que aquellas lecturas ejemplarizantes que leían te sentaron muy bien ;)


MJ, cualquiera de los asistentes a la “performance” podía acercarse a la mesa del doctor. Busutil tiene tales conocimientos —y tal memoria— que en el momento te sugería una medicina adecuada.
Y en cuanto a la privacidad, era total, porque los “pacientes” se sentaban en unos asientos dispuestos a modo de sala de espera, y la mesa del doctor estaba retirada, de manera que la conversación entre el paciente y él era de tú a tú, nadie más la escuchaba.

La librería de Florencia es una idea muy bonita, y sí, como bien dices, ojalá cunda el ejemplo.