Ya saben ustedes que las palabras, el lenguaje y su utilización son para mí una especie de obsesión. O una pasión. O lo que sea. El caso es que todo lo relacionado con la "arquitectura" de las frases, los diversos usos de la lengua, las posibilidades del lenguaje, sus misterios, sus sorpresas, sus vueltas y revueltas me fascina y me maravilla.
Pero hay ocasiones, también lo saben ustedes, en que determinados usos imprudentes o alocados de las palabras me desconciertan y me aturden. Y como ejemplo de usos desconcertantes están esas expresiones que se repiten constantemente, como cansina y pesada muletilla, que dan idea de la capacidad expresiva del hablante y que contribuyen a empobrecer un poquito más el idioma.
Una de esas expresiones recurrentes y archirrepetidas es la desconcertante "sí o sí", que a mí me trae de cabeza porque no le encuentro lógica alguna.
Sí le encontraría lógica si se utilizara en sustitución irónica de "si o no". Por ejemplo, si a un alumno díscolo le decimos: "Pascualito, ¿vas a hacer la tarea, sí o no?", corremos el riesgo de que el insurrecto infante crea que le estamos dando a elegir y diga: "No". Entonces, para evitar esa posibilidad, podríamos recurrir a la retranca y decirle: "Pascualito, ¿vas a hacer la tarea, sí o sí?", con lo cual Pascualito -teóricamente- sólo podría responder "Sí", porque no le damos otra opción.
Pero el caso es que comúnmente el dichoso "sí o sí" se emplea en contextos en los que no sustituye a la fórmula "sí o no" sino otras como "Quieras o no", "Nos guste o no", "sin remedio", "por narices", y tantas otras que expresan que no tenemos alternativa, que no hay más remedio que hacer lo que sea, que no hay posibilidad de negarse. Como en: "La luz está muy cara, pero tenemos que pagarla nos guste o no".
De modo que con excesiva frecuencia oímos frases como: "Tengo que aprobar el examen sí o sí"; "Tenemos que ir a la cena sí o sí", "Tenemos que pagar la luz sí o sí"... Y a mí, de tanto escucharlo, el soniquete se me hace repelente, esa es la verdad. Porque esta fórmula, dicha en broma, como posiblemente fue en origen, como un giro ocurrente y propio del habla coloquial, no está mal, tiene su gracia y su contundencia. Pero se ha vuelto tan recurrente que se emplea en todos los contextos, hablados y escritos, tanto formales como informales, y la emplean los locutores de televisión y radio, los políticos, los profesionales de cualquier ámbito, las personas de toda condición y edad.
Y es que parece que, por alguna razón que yo no logro imaginar, a muchos hablantes les gusta expresarse así, utilizando palabras y frases manidas, repetidas y manoseadas, de manera que éstas acaban desplazando y arrinconando a muchas que otras que ya nunca o muy rara vez vuelven a oírse.
En resumidas cuentas, no sé si en verdad el consabido "sí o sí" carece de lógica gramatical (lo que la convertiría en un idiotismo lingüístico) o si es que yo, por alguna deficiencia personal, no se la encuentro. Pero lo que sí sé es que de tan repetida resulta cargante, enojosa y pesada para el oído, y hace que el discurso resulte un tanto disminuido y muy poco elegante.