domingo, 26 de marzo de 2023

EL SERPIENTE


Rogelio se rascaba la cabeza y luego se miraba las uñas, como si esperase encontrar  alguna sorpresa que hubiese estado oculta en su escaso pelo. Entonces miraba las cabezas de sus compañeros, repartidas por la sala y adornadas con cantidades de cabello variables, pero ninguna tan calva como la suya. Y miraba sus barrigas, algunas con cierta curvatura, pero ninguna tan prominente como la suya. 

Los compañeros —salvo Mariana, a la que no le gustaban los motes— se referían a Rogelio como el serpiente, porque tenía cada ojo de un color: uno azul y otro marrón rojizo. Esto, según la percepción de los compañeros, le daba un aire reptiliano, amenazador. Pero sobre todo lo llamaban el serpiente porque lo consideraban repulsivo.

El desprecio era mutuo, en realidad, pero Rogelio tenía la ventaja de que él no  necesitaba a nadie, mientras que los otros se veían con frecuencia obligados a recurrir a él.

En esas ocasiones, Rogelio se retrepaba en su silla, cruzaba las manos sobre la barriga, siempre aprisionada en camisetas descoloridas, y los miraba con su mirada bífida, que él acentuaba con una media sonrisa insidiosa y satisfecha.

—Parece mentira que no sepáis solucionar esto —decía, abriendo algún programa informático y pulsando unas cuantas teclas—. Ya está, ya lo tenéis en vuestros ordenadores, lumbreras.

Y los miraba fijamente con su mirada bicolor, sabiendo que eso los desconcertaba, porque cada ojo parecía expresar una emoción diferente.

—Gracias, Rogelio —respondían los compañeros, humillados y ofendidos por no tener más remedio que pedirle ayuda. 

Cuando se alejaban, Rogelio murmuraba:

—No podéis pasar sin mí.

Y lo decía de manera que pudiesen oírlo pero al mismo tiempo no pudiesen estar seguros de lo que había dicho.

Por las tardes, en la soledad de su casa, Rogelio se miraba en el espejo. Intentaba comprobar si había perdido más pelo o si le empezaba a salir nuevo, y se medía la barriga para ver si había variado de tamaño. A continuación se lavaba la cabeza con un champú anticaída, fortificante y tonificante; después se aplicaba una loción estimulante del crecimiento capilar y, siguiendo las instrucciones del envase, se cubría la cabeza con un gorro de plástico para que el calor favoreciera la penetración del producto en la piel.

Acto seguido intentaba realizar una sesión de gimnasia que incluía una serie de flexiones, ejercicios con pesas y una caminata en la cinta andadora. Apenas lograba agacharse ligeramente dos o tres veces, levantar dos o tres veces unas pequeñas pesas de dos kilos, y caminar diez minutos en la cinta a velocidad media. Sin embargo, cuando terminaba se sentía agotado, asfixiado y dolorido, y unos riachuelos de sudor y loción le caían por la cara desde debajo del gorro. 

En esos momentos, pensaba entre jadeos en lo humillante que sería que lo viesen así sus compañeros, que lo viese Mariana en esa tesitura, y se estremecía de vergüenza.

Entonces volvía al espejo y se miraba de cerca. Se miraba la mirada. Se miraba aquellos ojos dispares, díscolos, desconcertantes, y sonreía con su media sonrisa de satisfacción.


Foto Ángeles
 

martes, 7 de marzo de 2023

Nueva convocatoria de los Premios Gamba

Quizá algunos de los amables lectores de este blog se acuerden de los otrora famosos Premios Gamba. Famosos en este modesto espacio, claro, pero famosos al fin y al cabo.

Y como recordarán quienes lo recuerden,  los Premios Gamba se otorgan a aquellos que, teniendo el lenguaje como herramienta principal de su desempeño profesional hacen un uso atolondrado, insensato y bobalicón del mismo, sufriendo así deslices, resbalones y hasta caídas estrepitosas en los pulidos suelos de nuestro bello idioma. 

resbalón Imagen de Google
Pues bien, después de mucho tiempo en que dicho galardón no se ha otorgado a nadie (públicamente), hoy presentamos nueva remesa de candidatos, que para la ocasión hemos distribuido en dos categorías diferentes: No sé lo que me digo, para aquellos que demuestran no conocer el significado de las palabras que están empleando; y Tontinglish, para quienes tienen el hábito de colar en su discurso abundantes anglicismos, siempre sin necesidad y casi siempre con necedad.

Sin más preámbulos, estos son los gambazos que optan a un Premio Gamba:

En la categoría No sé lo que me digo, tenemos, por ejemplo, el caso de un reportero que, en tiempos de vacunación contra la Covid,  nos informaba de que un hombre se había disfrazado de pobre para ponerse la vacuna, intentando colarse "entre los indígenas".

No me digan ustedes que esa confusión entre "indígena" e "indigente" no merece un premio. Y algo más, quizá.

Como también lo merece sin duda la periodista que, por las mismas fechas y hablando sobre las pruebas PCR, se refirió a "la introducción del isótopo".

Y también tiene mucho mérito la reportera que nos informaba de que, respecto a la vacuna, seguía habiendo "muchos excéntricos".

Claro, es que el que es raro es raro para todo.

En otros ámbitos y en fechas más recientes, un periodista dijo que habían detenido a un atracador que actuaba siempre de la misma manera, a saber: entraba en un establecimiento, ataba al empleado y después "perpetuaba el robo".

Se ve que el tipo se quedaba allí robando eternamente.

Y por último, tenemos también el desconcertante caso del reportero que, durante el mundial de fútbol, informaba de que miles de aficionados argentinos se habían quedado sin entradas para la final, y protestaban ante el estadio porque "querían ver el partido de cuerpo presente".

Pasmoso, ¿verdad? 

Por su parte, la categoría Tontinglish también ofrece mucho donde elegir. Por ejemplo, los reporteros, tertulianos y conductores de programas varios que dicen cosas como: "Las empresas están poniendo el target en los jóvenes"; "Yo quiero un streaming de las conversaciones" o "Las leyes no escritas son el check-balance de la Constitución".

También en reseñas de libros y películas se dicen cosas muy raras, como: "Para hacerse una idea del mood de este libro...", o  "Más allá del name dropping del título..."

Y no nos olvidemos de la publicidad, ese maravilloso campo de cultivo donde el anglicismo crece exuberante a lo largo de todo el año, y así podemos oír frases como: "Consíguelo sin cambios en tu lifestyle", o "Un nuevo morning show", y enterarnos de que existe un cosmético que tiene "efecto flow, efecto flash y efecto filler".

No se puede pedir más, ni en cosmética ni en tontuna.

Para terminar, y fuera de categoría (y fuera de toda lógica), miren el insólito epígrafe con que se inicia un artículo sobre higiene bucal:


Así que ya saben: ni se les ocurra volver a cepillarse los dientes.