Hay
un dicho que afirma “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”, y que a
mí me parece una verdad universal, que se puede aplicar a cualquier época y a
cualquier ciencia.
La
lingüística, como ciencia que es, también adelanta, se perfecciona y avanza. Cada
día aumentan los conocimientos sobre el funcionamiento del lenguaje y los
mecanismos internos de los idiomas; sobre las áreas y las funciones cerebrales
relacionadas con el lenguaje, etc.
Pero
hay algo que sigue dando dolor de cabeza y desesperación a los lingüistas más
reputados, a los científicos más expertos y a los filólogos más eruditos. Me
refiero, claro está, a ese fenómeno lingüístico que se manifiesta en lo que aquí llamamos parejas
complejas, y que se define técnicamente como “la mala idea” de las
palabras. Otros, más indulgentes, lo consideran como algo más lúdico, y se
refieren a ello como “el carácter juguetón” de las palabras.
Ya hemos hablado aquí en muchas ocasiones de este asunto y, se considere mala idea o se considere travesura, lo cierto es que este fenómeno tiene, para el hablante que lo sufre, perniciosas consecuencias: necesidad urgente de consultar un diccionario, bochorno, sonrojo, deseos de ser tragado por la tierra, etc.
Nosotros
traemos aquí de vez en cuando algunas de esas palabras pérfidas y alevosas,
para desenmascararlas, para revelar su doble y traicionera identidad, en un
humilde afán de contribuir a evitar situaciones como las antedichas. Y las
parejas complejas que hemos capturado en esta ocasión son las siguientes:
1.
perífrasis y paráfrasis:
Gemelas
casi idénticas, estas dos palabras, además de tener unos rasgos físicos muy
similares, tienen el peligro añadido de que se usan en los mismos contextos, ya
que los significados de ambas se relacionan con la expresión oral o escrita.
La perífrasis
es un circunloquio, o sea, lo contrario de ir al grano; es utilizar más
palabras de las necesarias para decir algo que se podría expresar de manera más
breve. Se da mucho entre personas que gustan de dar a su discurso un aire rimbombante,
deseosos de sentirse poetas por un rato:
Ejemplo:
La policía ha detenido a cuatro individuos que robaban en gasolineras.
Perífrasis:
Agentes del cuerpo de policía han procedido a la detención de cuatro individuos
que perpetraban robos en estaciones de
servicio.
La paráfrasis,
por su parte, tiene dos acepciones. Por un lado, es la imitación de
una frase conocida, manteniendo su estructura pero con palabras diferentes:
Ejemplo:
Más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Paráfrasis:
Más sabe el diablo por Google que por diablo.
Y
por otro lado, la paráfrasis es también una reformulación de un texto determinado,
para hacerlo más comprensible:
Ejemplo: la confusio linguarum nació del desajuste entre lenguaje gestual y lenguaje hablado (Umberto Eco. La búsqueda de la lengua perfecta.)
Paráfrasis:
la confusión de las lenguas se produjo por las diferencias entre el lenguaje
de gestos y el lenguaje hablado.
Aunque
aquí me surge una duda: si perífrasis
es utilizar más palabras de las necesarias y paráfrasis es la
modificación de un texto para hacerlo más comprensible, entonces ese texto más
comprensible ¿será la paráfrasis de una perífrasis?
Veamos
otra pareja compleja:
2.
apóstrofe y apóstrofo
El apóstrofe, o invocación, es una figura literaria que consiste en expresarse, a modo de discurso, dirigiéndose a alguien,
incluso a uno mismo, o a algo.
Ejemplo: Ay, mísero de mí, ay,
infelice / apurar, cielos, pretendo / ya que me tratáis así /qué delito cometí /
contra vosotros, naciendo. (Calderón de la Barca. La vida es sueño).
El apóstrofo,
en cambio, es un signo ortográfico, una comilla simple (‘) que indica la
supresión de letras o palabras. Al contrario que en otros idiomas, como el
inglés o el italiano, en español actual prácticamente sólo se usa en
determinados casos para representar el habla coloquial.
Ejemplo:
Si tu mal tiene remedio, ¿pa’ qué te quejas? Y si no lo tiene, ¿pa’
qué te quejas? Me quejo porque m’apetece.
Y
ahora que lo pienso, podría darse el caso de un texto en el que se combinen el apóstrofe
y el apóstrofo y, ya puestos, la paráfrasis
también:
Ejemplo:
Ay, mísero de mí, ay, infelice / pa’qué me tratáis así / qu’es
que no sé / qué delito cometí ...
Y
llegamos a la última pareja compleja de hoy:
3.
reescribir y rescribir
Reescribir
es volver a escribir lo ya escrito introduciendo cambios, dándole una nueva
interpretación. O sea que, sin ánimo de sinónimo, la reescritura viene a
ser algo parecido a la paráfrasis.
Y rescribir,
aunque es una palabra en desuso, es lo que hacemos cada vez que contestamos
una carta, un email, etc; es decir, rescribir es responder por escrito a
una comunicación.
Así
pues, la loca conclusión de todo esto es que podemos hacer una paráfrasis
de una perífrasis y por lo tanto reescribir dicha perífrasis;
que podemos también parafrasear o reescribir un apóstrofe
añadiéndole unos apóstrofos, y que al rescribir una carta la
podemos reescribir o parafrasear, con apóstrofos y con apóstrofes.