El señor Stonk llegó a casa y su mujer le preguntó:
-¿Qué tal ha ido la investigación hoy?
A lo que Stonk respondió:
-Mal. No hemos avanzado nada.
-¿Nada? ¿Seguís sin pistas?
-Ni una. Ni una huella, ni un cabello… nada. El asesino debe ser un tipo listo.
-Un tipo listo… Y muy limpio, ¿verdad?
-Exacto. Listo, limpio, meticuloso... No ha dejado nada que podamos analizar, ni un rastro que seguir.
-Entonces, ¿podría tratarse del crimen perfecto?
-Bueno, aún es pronto para decir eso. Estoy seguro de que tarde o temprano descubriremos algo.
-Ya, ya, pero, si no se descubriera nada, sería el crimen perfecto, ¿no?
-Supongo que sí.
La señora Stonk volvió a preguntar:
-¿Y sobre el móvil?
-Tampoco nada nuevo. Únicamente hemos podido descartar el robo como móvil del crimen. Pero seguimos sin saber qué conexión hay entre el asesino y la víctima.
-¿Y qué dicen tus compañeros?
-Tampoco nada nuevo. Únicamente hemos podido descartar el robo como móvil del crimen. Pero seguimos sin saber qué conexión hay entre el asesino y la víctima.
-¿Y qué dicen tus compañeros?
-Pues lo mismo que yo. Que estamos desorientados.
-¿Eso quiere decir que el asesino es más listo que vosotros?
-Bueno, yo no diría tanto…
-Pero lo cierto es que os lo está poniendo muy difícil…
-Sí, lo admito.
-Claro, y admitirás también que lo del reloj es todo un desafío.
-¿Lo del reloj? ¿Qué reloj? ¿Qué desafío?
-Ay –exclamó la señora Stonk, llevándose una mano a la boca, como si intentara retener las palabras que ya había pronunciado.