lunes, 1 de octubre de 2012

Cuento. Pascualito


Pascualito tenía seis años y lo que más le gustaba del mundo era escribir.
Todavía no tenía mucho que decir, ni mucha soltura en el trazo, pero desde el momento en que descubrió esa novedad que eran las letras, ni un solo día dejó de usar su lápiz.

Siempre lo llevaba en la mano, como si esperara que en cualquier momento le saliera al paso un papel en blanco y quisiera estar preparado para aprovechar la ocasión.

Había tomado por costumbre sentarse en la mesa del salón, con el lápiz en la mano, un cuaderno delante y el periódico del día al lado. Le gustaba hacerse el interesante fingiendo leer las noticias. Entonces, al cabo de unos minutos se decidía por una y empezaba la fiesta: ¡a copiar!

Y así pasaba las tardes, interrumpiendo la tarea solo para merendar.

Un día, en el colegio, la maestra le preguntó con ironía:
-¿Qué haces, Pascualito?
-Nada, señorita.
-Exacto, Pascualito, no haces nada. Tus compañeros haciendo sumas, y tú nada de nada.
-Es que no me gusta hacer sumas, señorita.
-Vaya, no te gusta hacer sumas, ¿eh?
-No -dijo Pascualito.
-Pero habrase visto niño insolente. ¿Vas a hacer las cuentas, sí o no?
-No -dijo Pascualito, convencido de que le estaban dando a elegir.

Y entonces, para gran sorpresa de Pascualito, la maestra dijo:
-Pues te quedas sin recreo, y además vas a escribir "Los niños desobedientes hacen copias”.
Dio media vuelta y escribió la frase en la pizarra:
-Venga, escribe eso en el cuaderno.
Y Pascualito, sin dilación, lo copió.

Entonces levantó la vista hacia la maestra, como diciendo “¿Y ahora qué?”
-Ahora cópialo diez veces.
Y Pascualito, con gran satisfacción, se puso a copiar con deleite la frase, una y otra vez.

Mientras, sus compañeros habían salido al patio y desde el aula se escuchaba el griterío alegre de sus juegos.
Cuando Pascualito terminó su faena se levantó y fue a la mesa de la maestra.
-Ya está -le dijo, mientras le entregaba el cuaderno.
-A ver…
La maestra contó las frases. Sí, diez. Los renglones un poco ondulados y la línea de las letras insegura, pero eran diez frases, una después de otra, y sin un solo borrón. Ni siquiera en desobediente. Sorprendente en un gaznápiro como Pascualito, pensó la maestra.

-Muy bien -dijo devolviéndole el cuaderno-. Y ya sabes que cada vez que no hagas lo que se te dice te quedarás sin recreo y haciendo copias. Anda, vete a tu sitio, que va a sonar el timbre.

Al poco rato sus compañeros volvieron del patio y para entonces Pascualito ya había decidido que su maestra era la más buena del mundo, pues le había permitido quedarse en la clase escribiendo, en vez de tener que ir al patio a jugar al fútbol con los otros niños.

Así fue cómo Pascualito aprendió que para que a uno lo dejen hacer lo que le gusta tiene que negarse a hacer lo que le disgusta.




Aquí, "De cómo Pascualito aprendió a leer"


16 comentarios:

MJ dijo...

¡Qué cuento más bueno, Ángeles! ¡Me encanta!¡Me encanta! :-) Enhorabuena.

loquemeahorro dijo...

Era como Bartleby, pero al revés.

El recreo... es verdad, me has recordado que con solo salir al patio te podías llevar un balonazo.

Sara dijo...

Yo no sé si el cuento es irónico, pero a mí me has arrancado una carcajada al final.

Muy buen cuento, narrado con la soltura el ingenio que te caracterizan.

Un abrazo.

Ángeles dijo...

Gracias-gracias, MJ. A mí me encanta tu entusiasmo y efusividad. Así da gusto :-)

Loque, me comparas a Pascualito nada menos que con Bartleby, uno de mis personajes/cuentos favoritos de todos lo tiempos. Me lo tomo como un cumplido, ¿vale?
Gracias.

Sí,Sara, el cuento lleva su poquito de ironía, o sarcasmo, o doble lectura... lo que veas, lo que te sugiera.
Pero sea como sea, que al final te haya salido una carcajada es para mí una gran satisfacción.
Gracias por tus amables apreciaciones.

Juan M de los Santos dijo...

A mí se me ha venido a la cabeza el hecho de que a veces, por sorprendente que parezca, algunos alumnos me han pedido que les deje quedarse haciendo copias en lugar de salir al recreo... ¿Sorprendente? No tanto.Yo creo que ya están hartos de correr y gritar en el patio. El ejercicio de copiar (o escribir unas reflexiones) es agradable y relajante y -como yo digo a veces, medio en broma- fortalece el espíritu. Creo que Pascualito ha llegado a esta misma conclusión. Veo en tu relato, más que una ironía o humorada, una interesante incursión en la psique infantil, o en la psique humana en general. Y ya corto el rollo, pero me da la sensación que este tema daría mucho de sí...

Juan dijo...

Ami me ha hecho mucha gracia lo de gaznápiro. El cuento por breve y ameno gusta, y además tiene su moraleja. Muy bueno

Ángeles dijo...

Muchas gracias, juann.
No soy yo quien debe analizar el cuentecillo, pero desde luego no pretedía que fuera simplemente una gracia, una humorada, como tú dices.
Me ha encantado lo de "interesante incursión en la psique". Le da como empaque a la cosa. Gracias!

Muchas gracias Juan, me alegro de que te haya gustado el cuento en general y lo de "gaznápiro" en particular. Es una palabra con mucha enjundia :-)

JuanRa Diablo dijo...

¡Bien por Pascualito!

Yo tengo algo de él. Mucho, diría.
De pequeño las horas de matemáticas estaban de más, se me hacían largas y tediosas; en cambio las de lengua me gustaban. Lo mejor era cuando escribía dictados, con todo el esmero en hacerlos limpios y sin faltas de ortografía.

Con cada cuento te acercas más a tu título de cuentista repostera (con S, no con R) porque los elaboras con ese cariño artesanal y siempre dejan un sabor dulce en el recuerdo.

Y si lo tengo que copiar diez veces... ¡lo copio! :p

Manuela Mangas Enrique dijo...

¡Yo soy una Pascualita!
Lo digo porque nunca me han gustado los números y sí las letras.
Aunque no he sido una empollona, recuerdo haberme quedado algún recreo (motu proprio) escribiendo en mi cuaderno. Me gustaba hacerlo a veces y me lo permitían.

¡Viva Pascualito!

Ángeles dijo...

JuanRa, hablas de ti en el cole, pero podrías perfectamente estar hablando de mí.
Ah, los dictados...

Muchas gracias por tus palabras, mi goloso amigo :-D

Manuela, veo que somos muchos los pascualitos aquí presentes, y me alegro. Para nosotros es un placer lo que para otros es un castigo. Qué cosas, ¿eh?
Un saludo.

Anónimo dijo...

Qué buenos tiempos cuando se escribía con un lápiz. Y cuando pasé al boli en Tercero de Egb... ¡Qué miedo tenía! Seguramente era una rareza o a lo mejor era rebeldía pero te aseguro que mi madre se tuvo que enfadar para hiciera las muestras de caligrafía que nos mandaba hacer Don Tirso directamente a boli, sin repasar por encima un trazado previo a lápiz.
Y por otro lado, envidio a Pascualito porque él no se doblega y de esa manera obtiene lo que quiere.

carlos

Ángeles dijo...

Pues es verdad, Carlos, lo de escribir a boli por primera vez da un poco de vértigo, igual que cuando pasamos del cuaderno a rayas o cuadriculado al folio en blanco, que parece que nos vamos a caer folio abajo :-D

Y a riesgo de resultar recalcitrante, quizás te guste leer esto: http://juguetesdelviento.blogspot.com.es/2012/03/escribiendo-que-es-gerundio.html

guille dijo...

Pascualito promete.

Yo he copiado mucho, no por no querer salir al recreo sino porque parece que mi comportamiento -ya desde enano- no debía ser demasiado normal.

Me molestaba no salir, pero nada de nada el tener que copiar.

Aunque Pascualito lo logró de refilón, estoy convencido que una de las fuentes de la felicidad es negarse en redondo a hacer lo que no apetece.

Ángeles dijo...


Guille, no me sorprende que a ti también te gustara hacer copias.
Ni me sorprende que te rebeles, como Pascualito, ante lo que no te apetece.

Thanks for visiting! (once more)

Conxita C. dijo...

Tiene guasa que la maestra queriendo castigarle, lo acabe motivando, mal por ella y bien por él, por saber lo qué quiere ya de tan chiquitín.
Sobre escribir...A mi me sigue produciendo mucho placer escribir en un folio en blanco, nunca me han asustado, me encantaba hacerlo. Y aunque ahora con el ordenador escribo poco en papel, me sigue gustando hacerlo y cuando tengo dudas sobre cómo se escribe una palabra (es lo que tiene ser bilingüe que a veces se nos mezclan las palabras) yo escribo y cuando veo las palabras escritas entonces sé como van. Memoria visual, supongo.
Un saludo

Ángeles dijo...

Así es, Conxita, Pascualito lo tiene claro :D

Si te gusta escribir a mano, quizá te apetezca leer esto

Un saludo y gracias por pasar por aquí.