miércoles, 4 de noviembre de 2020

Conexiones inconexas

Después de varios meses en los que Juguetes del Viento ha estado de reposo, regreso a este hogar virtual, a este saloncito de tertulias, para volver a charlar con ustedes, si les apetece.

Durante estos meses me han acompañado diversas lecturas, lo cual no es nada sorprendente. Pero a mí sí me ha sorprendido un poco que algunas de esas lecturas se hayan conectado entre sí de manera un tanto curiosa. O quizá es que yo quiero verlo así.

Una de esas lecturas fue Encuentros con libros*, una colección de ensayos y críticas literarias del maestro Stefan Zweig. En uno de los textos Zweig reflexiona sobre los diarios que escriben los adolescentes, y sobre todo las adolescentes, como forma de "rendir cuentas ante uno mismo", y de reflejar no sólo sentimientos y pensamientos, sino también hechos cotidianos, sin gran consecuencia, pero que para el adolescente resultan trascendentales, ya que en esa etapa se vive todo con mucha intensidad.

Dice también Zweig que por eso es excepcional que un adulto lleve un diario, y que sólo los poetas conservan esa manera tan intensa de vivir que tienen los adolescentes, y esa forma "pura y apasionada" de contemplar el mundo y sus misterios.

Y así se conectaron este libro y otro con el que lo estaba alternando: el impresionante Libro del desasosiego*. Porque esta obra es precisamente eso, un diario escrito por un adulto: el  poeta Pessoa. Aunque él, qué curioso, muestra una pasión inversa, por así decir, porque aparece pasionalmente desapasionado, sensiblemente indiferente a la vida, pero, por ello mismo, viviendo intensamente.

Y estas dos lecturas me llevaron, como formando una cadena de intangibles eslabones, a recordar otras páginas más peculiares, personales y exclusivas: mis propios diarios de  adolescencia y temprana juventud.  

Entonces me resultó inevitable hacer un breve viaje al pasado, repasando algunos de los pasajes que escribí entonces.  Y he comprobado que en aquel registro de lo cotidiano, de mis alegrías y mis desasosiegos, están, en efecto, ese entusiasmo, esa intensidad y esa mirada apasionada al mundo y a la vida que menciona Zweig. Y también está "el interés por la realidad, el ansia de conocimiento y el deseo de completar la imagen del mundo". 

De este modo me pareció que mis humildes páginas se conectaban con las ilustres de Zweig  y las eminentes de Pessoa.

Y por último, en otro de los libros leídos en estos meses, Oblómov*, he encontrado otra de estas peculiares conexiones. En los capítulos finales de esta novela, uno de los personajes, Olga Serguéievna, recuerda una etapa anterior de su vida, una etapa en la que "jugaba a vivir", y en la que "se iniciaba en el conocimiento de la vida, la estudiaba, comenzaba a conocer su propia mente y su carácter, iba recopilando datos únicamente..."; y en la que "sus pasos eran inseguros"; "se preparaba para el futuro"...

En aquellos momentos, cuando escribía mis diarios, mi única intención (o la única que yo era capaz de identificar) era conservar y preservar todos esos momentos, todas aquellas vivencias que tan importantes me parecían (y que de hecho eran), para que no se perdieran en el tiempo, para que no se disolvieran en el aire del olvido. Para que no se "marchitaran" -según   Olga y Oblómov en la novela- y quedaran en nada. O quizá para no "sentir el tiempo con un dolor enorme", como dice Pessoa en su Libro.

Pero al leerlos ahora he percibido justamente lo que piensa la heroína de Oblómov, y he comprendido que yo, en efecto, también lo escribía todo, y lo analizaba, para entender mejor las cosas, para ir conociendo la vida. Y, como también señala Stefan Zweig, un intento de conocer mi propio carácter, mi propia forma de pensar, de hacer las cosas y de actuar en cada circunstancia. 

Así es como estas tres obras magistrales se han conectado entre sí, y a su vez se han conectado a mí de una forma muy personal, llevándome además, pasito a paso, a que yo me conecte conmigo misma, con mi yo del pasado, y de la manera más sencilla y eficaz: a través de las palabras.


Jonathan Wolsten Holme


 

*Stefan Zweig. Encuentros con libros. Acantilado, 2020. Traducción de Roberto Bravo de la Varga.
*Fernando Pessoa. Libro del desasosiego. Seix Barral, 1997. Traducción de Ángel Crespo.
*Iván Goncharov. Oblómov. Alba, 2002. Traducción de Lydia Kúper de Velasco. 

23 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

:)

Qué bueno volver a leerte.
Espero que todo te vaya muy bien.

Yo también escribía un diario pero no lo conservo.
No suelo guardar las cosas del pasado.
Tengo algo parecido a lo contrario del síndrome de Diógenes.
Tiendo irremediablemente hacia el minimalismo en todos los aspectos de mi vida.

No será el blog también una especie de diario camuflado?
Yo diría que en mi caso es muy probable.

Besos.

Beauséant dijo...

Ya que estamos en modo confesiones, aquí va la mía. Sí, también tuve un diario, pero en seguida me di cuenta de lo aburrida que era mi vida y empecé a escribir sobre las vidas de otros... eso es un poco mi blog, una especie de diario de las vidas de otros...

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Eme dijo...

Hola, Ängeles. Me dio mucha alegría ver que había una entrada nueva :)

Yo también escribía para entender y entenderme. Pero, igual que Toro, tampoco soy de guardar nada, adoro el minimalismo. Además, me encanta tirar lo que escribo (juro que no sé por qué, jaja), sobrevive lo del blog (que en mi caso es poco y nada).

Y esas conexiones entre libros, qué lindas son. Y si conectan con uno, mejor.

Besos y abrazos

P/D: borré el otro comentario porque aparecía con mi cuenta del trabajo :P

Anónimo dijo...

¿Tres obras magistrales enlazadas? ¡querrás decir cuatro, que te olvidas de la tuya...! jejeje ¡Menos mal que no los ibas quemando como hacía yo!
qué guay es la adolescencia: diarios, ensayos de narraciones, tiempo para leer e intentar emular a esos escritores...
Ah, Juventud, divino tesoro y tal...

Rick dijo...

¡Bien, vuelve a haber luz en esta casa! Me alegro de tu vuelta al mundo blogueril, donde tantas luces se han ido apagando estos últimos años.

Sobre el asunto de los diarios, de la memoria escrita, supongo que es cierto que hay más escritoras que escritores. Pero en cualquier caso creo que, independientemente de la edad o el sexo de quien escribe, está el asunto del carácter. O sea, aquella vieja clasificación en seres de tierra o de aire, de raíces o de levedad.

En consecuencia, posiblemente unos no estemos capacitados para juzgar o valorar a los otros. Yo he escrito muy poco, y nunca sobre mí; pero si hubiese sido un escritor profesional, probablemente tampoco lo habría hecho: tal vez una de las muchas divisiones entre tipos de humanos es, además del aire y la tierra, el mirar hacia dentro o el mirar hacia afuera. Y tampoco en esa diferencia vamos a aprender mucho: cada uno es como es, sin explicaciones posibles ni plausibles.

Lo dicho: bienvenida de nuevo.

Macondo dijo...

Se echaban en falta tus escritos, siempre preñados de interés y sentido común.
Bienvenida.

*entangled* dijo...

En épocas pasadas llevaba siempre encima un pequeño cuaderno. No era un diario: en él escribía ideas que se me ocurrían sobre la marcha, reflexiones, epigramas, greguerías, cosas que oía decir a desconocidos.

El año pasado encontré los cuadernos (eran tres) y los pasé por una destructora de papel, aunque guardé algunas anotaciones que me parecieron curiosas, para utilizarlas quizá más adelante en algún cuento. (El hecho de que tenga en casa una destructora de papel me parece significativo).

Una de las frases decía: «Por malo que sea el clima de tu pueblo, siempre hay un sitio donde es peor». Un poco pesimista. Como Stefan Zweig. Por malos que sean los tiempos que nos han tocado vivir, los de él fueron peores, hasta el punto de abatirle de modo irreversible.

Saludos y reverencias.

Ángeles dijo...

Muchas gracias, Toro, para mí es un placer volver a verte por aquí.
Y todo bien, sí, gracias :)

Yo tampoco suelo guardar cosas del pasado (me apunto eso del síndrome contrario al Diógenes), y de hecho, como ya he comentado alguna vez aquí, en el blog, las posesiones materiales superfluas me causan un poco de ansiedad.
Pero el diario es algo distinto. Sí que destruí ya muchas páginas en otros momentos, así que estoy segura de que tarde o temprano me desharé también de las que aún conservo. Pero de momento no siento la necesidad.

Sin duda muchos blogs son diario camuflados, como dices, y de hecho la palabra "blog" viene de "web log", porque en principio los blogs nacieron como eso, como diarios digitales, aunque con el tiempo se fue ampliando el tipo de contenidos. Y esto lo sé porque los blogs los inventé yo ;)

Besos.



Beauséant, con tu "confesión" me has recordado a un antiguo amigo mío que decía algo parecido a eso de la aburrida vida propia con respecto a llevar un diario.

Y me ha encantado eso de "diario de las vidas de otros" :)

Gracias por volver.


Hola, Eme, y muchas gracias. A mí me ha dado alegría verte por aquí otra vez.

Parece que somos muchos aquí los diaristas con tendencias al minimalismo :) lo cual parece un poco contradictorio, sí. Y quizá los blogs son precisamente la respuesta: un diario que no ocupa lugar.

Gracias de nuevo, y un abrazo.


Es verdad, Anónimo, mi diario tiene algo en común con esas grandes obras literarias: el número de páginas, jeje.

Así que tú también has sido destructor de diarios. Pues no me sorprende, la verdad. Yo también, como le comento a Toro, destruí en algunos momentos las páginas que había escrito.

Pero las que se salvaron de la quema me han traído ahora muchas sorpresas al leer sobre circunstancias que tenía completamente olvidadas, me han proporcionado unas buenas risas, y me han dado que pensar. Ha sido una experiencia muy agradable, es la verdad, como leer una novela con la que me identificaba mucho.

Gracias por volver.

Ángeles dijo...

Muchas gracias, Rick. Yo también me alegro de mi regreso, porque implica el tuyo a esta casa. Las luces las encendéis vosotros.

Creo que tus reflexiones sobre los diferentes tipos de personas se pueden resumir en aquella máxima de un señor de la calle que dijo: "Ca cuá es ca cuá", y que yo tengo siempre muy presente porque explica muchas cosas :D

Muchas gracias de nuevo, por tu bienvenida y por tu presencia.


Muchas gracias, Macondo, por tu amabilidad incombustible y por acompañarme otra vez.


entangled, lo que cuentas de tus cuadernos me resulta muy familiar. La diferencia es que yo los sigo llevando, recalcitrante como soy: en el bolso, en los cajones, encima de la mesa... están por todas partes, como los zombis :D

A mí también me parece significativo (y muy práctico) que tengas una destructora de papel en casa, y de hecho creo que te voy a copiar la idea... Pero haces bien en conservar algunas de esas anotaciones antiguas, que a veces son una sorpresa que nos damos a nosotros mismos. Ya lo dice Sasha Abramsky: "Las palabras no se tiran".

Es curioso, yo a Stefan Zweig, a pesar de las circunstancias, no lo siento pesimista: cuando leo sus ensayos lo veo tan entusiasmado que lo que me transmite es alegría y contento.

Muchas gracias.

Albada Dos dijo...

Tengo una hermana que sigue llevando un diario, y siempre me queda la certeza de que ella podrá revivir instantes y anécdotas, similares a las que yo olvidare

Un abrazo

Mar Artero dijo...

Buenas noches,
Muy contenta de ver que la temporada de reposo del blog ha terminado.
Muy interesantes las conexiones profundas que has establecidos con tus lecturas durante el reposo. Admiro y he leído a S.Zweig y a Pessoa. Comprensible que estos dos autores te hayan hecho viajar hacia atrás y maravillarte de los descubrimientos. Cuando nos reconocemos en mucho de lo que pensamos y sentimos con lo que piensa y siente un autor que estamos leyendo, se crea entre nosotros un vínculo asombroso. Te sientes conectado a ese autor para siempre.

Sobre el tema de los diarios encuentro que es un hábito maravilloso.
Una posibilidad de volver a quien fuiste a placer. Yo no rompería nada de lo que escribiste. Nunca. Eso es un tesoro. Yo era desorganizada. Floja. Escribía las cosas en mi cabeza, pero luego no las trasladaba al papel. Ojalá lo hubiese hecho.

Un placer que estés de nuevo aquí.
Beso
Mar





Ángeles dijo...


Así es, Albada, un diario conserva lo que nuestra memoria pierde. Y puede darnos muchas sorpresas.

Gracias. Un abrazo.


Gracias, Mar, por tus amables palabras.

Me alegra que veas esto de los diarios como lo veo yo: una forma de volver a nosotros mismos, con todo lo que eso implica. Y de momento pienso conservarlo, sí.

Por otro lado, no eres la primera persona que me dice que les habría gustado llevar un diario también. Bueno, pues nunca es tarde para iniciarse en este hábito que yo considero muy saludable por diversas razones.

El placer es mío. Gracias por volver.
Besos.

MJ dijo...

¡Estupendo que hayas vuelto a abrir este saloncito! :-D

Has escogido muy bien las lecturas, o ellas te han escogido a ti y por eso se han conectado entre ellas y a ti misma.

Yo no llevaba ningún diario. Siempre pensé que no tenía nada interesante que contar sobre mi vida y, aunque ahora es aún menos interesante, no imaginaba que llegaría a olvidar tantas cosas.

Lamento no haberlo escrito, ahora podría leerlo y recordar. Tengo la impresión de que los demás recuerdan más que yo. Hablando hace un par de años con una amiga de la infancia me contó cosas que yo había olvidado completamente y me vi animándola a contarme más cosas y ella sorprendida de que hubiese olvidado tal o cual anécdota...

Conxita C. dijo...

Hola Ángeles, qué alegría volver a leerte en tu blog y interesantes lecturas que te han escogido y que no has contado.

Yo también tenía un diario, más que uno varios y lo escribía por esa necesidad que tan bien habeis contado tú y por supuesto Zweig ;))
Esa necesidad de entender, de explicarme el mundo y de explicarme a mí misma desde la pasión y efervescencia de la adolescencia. Desde luego nunca pensé (eso era un sacrilegio) que alguien leyera nada de lo que escribía, era para mi, primero con esos diarios y después con reflexiones e historias que escribía para mí.
Siempre he defendido lo mucho que ayuda poner por escrito aquello que nos ocupa y preocupa, me parece muy recomendable y los blogs en muchas ocasiones también juegan ese papel.
Recuerdo que cuando he leído en alguna ocasión esos diarios de la jovencita que fui,(no consigo encontrar el momento de destruirlos) me entró mucha ternura ante la ingenuidad, la pasión, las ganas de descubrir y de vivir la vida y vivirla como el regalo que es, intento recordar esa pasión y mantener las ganas aunque ahora cuesta más.

Un beso y me alegro de que hayas retomado el blog

Ángeles dijo...


Gracias, MJ, yo también me alegro :)

Es cierto que al leer un diario de años atrás nos damos cuenta de lo mucho que olvidamos.

Al repasar estas páginas mías he pensado en varios momentos cómo era posible que no recordase tal o cual anécdota, tal o cual circunstancia, a tal o cual persona…

Y no se trata sólo de registrar cosas interesantes necesariamente. La mayoría de nosotros no vivimos aventuras todos los días. Se trata también, entre otras cosas, de dejar constancia de nuestros pensamientos, sentimientos e impresiones sobre cualquier cosa que nos afecte, que nos importe, que nos interese.

Gracias por tu comentario.


Hola, Conxita. Yo también me alegro de haber retomado el blog, sobre todo por veros a vosotros por aquí otra vez.

Y me alegra ver que tú también has tenido diarios, y que te han servido de ayuda y de satisfacción.
Y precisamente por eso, por ese “servicio” que nos prestan los diarios, creo que para destruirlos hay que esperar al momento oportuno. No es fácil deshacerse de algo tan personal, que tiene tanto de nosotros. Si la idea de destruirlos nos resulta dolorosa, es que hay que esperar ;)

Es verdad que ahora, con las circunstancias anómalas que estamos viviendo, es difícil mantener ese espíritu activo, apasionado y entusiasta que nos hace disfrutar de la vida, pero quizá ahora los diarios personales pueden adquirir una función nueva, que es la de recordarnos quiénes somos en realidad y qué es la vida en realidad.

Un beso, y gracias por seguir aquí.

Rodión dijo...

Es un placer cuando una lectura te recuerda algo de otra, las conectas y entonces te sugieren cosas que no pensaste en un primer momento. Y de lo que cuentas de los diarios o, por generalizar, escritos sueltos de adolescencia y juventud, subrayo en especial algo que también considero revelador de esas edades: la idea de que un momento especial o una sensación se van a volatilizar si no se expresa de algún modo.

Veo que tu blog, entre otras cosas, también es muy literario. Me traje un par de libros de Pessoa de mi único viaje a Lisboa, y el que me falta aún por leer es precisamente 'El libro del desasosiego'. Un día caerá.
Saludos.

Marisa C dijo...

Tú no me ves, pero estoy dando saltitos y palmas con las manos como una loca al verte de nuevo por aquí. Qué consuelo para esta época de m****a, encontrarse de nuevo con amigos, volver a "escucharte" hablando de lo que más nos gusta y nos consuela el alma. Ya relajada pero con la sonrisa puesta te saludo y te agradezco una vez que nos abras esta ventana. Un abrazo enorme.

Ángeles dijo...


Hola, Rodión, qué bueno verte por aquí.

Me alegra que coincidas con estas reflexiones sobre las conexiones literarias y sobre los diarios, o, como bien dices, cualquier escrito suelto de las edades tempranas.

Sí, este blog está dedicado especialmente a la literatura y al lenguaje, tratados con diferentes enfoques.

Espero que cuando leas el Desasosiego te haga tanta compañía como a mí.

Saludos y gracias por venir.


Marisa, qué amable eres y qué gracia tienes. Me ha encantado esa imagen de los saltitos y las palmas :)

Es cierto, son un consuelo estos reencuentros, y más en esta época... Por eso estoy muy contenta de haber reactivado el blog, porque os echaba de menos. Así que soy yo quien te da las gracias a ti por no faltar en este saloncito nuestro y traer, como siempre, tu entusiasmo por los libros y tu cariño.

Otro abrazo enorme para ti.

JuanRa Diablo dijo...

Aquí otro lector que se alegró infinito de ver que había nueva entrada. Y de comprobar el alegre alboroto que se fue formando en el saloncito de tertulias.

También yo fui adolescente que escribió diarios que todavía conservo en sencillas libretas de espiral. Recuerdo que en algunos de ellos, temeroso de que pudieran caer en manos ajenas, introducia de vez en cuando frases o palabras en inglés, jajaja.

Es una buena pregunta el por qué los escribíamos. Creo que en mi caso era el puro afán por escribir, pues no me sucedia nada interesante, y las veces que he repasado alguno me rio leyendo cómo me afanaba en contar lo que habia desayunado, comido y cenado. ¡Apasionante!
Pero aquello de ir llenado hojas hasta completar la libreta... sí, recuerdo que me satisfacia.

Ángeles dijo...

Hola, JuanRa, me alegra que te alegres, gracias.

Al ver lo que anotabas en tu diario ya comprendo por qué dice Pessoa que releer nuestros diarios antiguos es estéticamente descorazonar :D
Aunque yo me he divertido mucho leyendo los míos, la verdad.

Gracias por contribuir a este "alegre alboroto" ;)

Anónimo dijo...

Qué bueno que volviste a publicar!

Los diarios me parecen un arma de doble filo, a veces coges el bolígrafo ingenuamente y descubres aspectos, sentimientos, ideas que, aún siendo tuyos, te sobrecogen; en estas situaciones, miro perplejo al bolígrafo y quiero pensar que ha sido él.

Muchas gracias por la entrada, Ángeles.

PD: además, has regresado con ganas, ya hay otra entrada :)

Ángeles dijo...

Muchas gracias, Javier, por tu amable entusiasmo. Yo también me alegro de haber vuelto.

Oye, qué bueno eso de echarle la culpa al boli :D Porque es verdad, a veces nos impresiona lo que llegamos a escribir en esos arrebatos de sinceridad. Y por eso conviene que guardar los diarios bajo siete llaves.

Gracias a ti, you know.