jueves, 7 de mayo de 2020

El capricho del filósofo

Recordando la historia de Juguetes del viento, hoy recuperamos esta entrada que se publicó  originalmente el 16 de marzo de 2016. 


No sé si conocen ustedes a Jeremy Bentham.
Hasta hace poco yo sólo sabía que era un filósofo británico. Pero hace ese poco, en un libro que nada tiene que ver con Jeremy Bentham leí una referencia a él que me sorprendió, me “inspiró viva curiosidad” y me llevó a querer saber más de este personaje.

Jeremy Bentham
Jeremy Benthan, 1827
Y resulta que, ahora que sé algo más, el buen señor me ha caído muy bien, y por eso quiero hablarles de él, por si no lo conocen, porque creo que a ustedes también les va a resultar simpático.

Jeremy Bentham nació en Londres en 1748, y fue un niño prodigio. A los tres años empezó a estudiar latín y a los doce estudiaba leyes en Oxford.
Pero no quiso ser abogado, porque las leyes de la época no le gustaban, y le pareció mejor escribir sobre cómo se podrían mejorar y hacerlas más justas.

En sus escritos Bentham defendía la reforma de las prisiones, el sufragio universal, la despenalización de la homosexualidad y el buen trato a los animales; la libertad de prensa y el debate público. También le preocupaban el bienestar de los desfavorecidos y las políticas sociales, y cuestionó la utilidad de las instituciones, los valores morales y religiosos,  etc.
Por otra parte, lo más destacado de su teoría filosófica es su concepto del utilitarismo, que consiste, dicho de manera simple, en que el criterio para determinar si una acción es correcta o no, será el “principio de la mayor felicidad”. Es decir, será correcto todo aquello que proporcione la mayor felicidad al mayor número de personas. Y como Bentham creía que lo que mueve al ser humano es el placer y el dolor, la felicidad consistirá en aumentar el placer y disminuir el dolor.  Y esta idea  es lo que debía servir como fundamento de las leyes. Ni más ni menos.

Pero lo más sorprendente de esta ilustre figura no es su mentalidad moderna y altruista, lo que ya sería suficiente para despertar nuestra simpatía. Lo más sorprendente es el capricho que tuvo para después de muerto; un antojo post mortem que consistía básicamente en que lo disecaran y lo expusieran en una vitrina.
Y así lo especificó en su testamento, donde dio instrucciones sobre cómo se debía cumplir su voluntad:

“El esqueleto se dispondrá de manera que la figura completa quede sentada en la silla que habitualmente he utilizado yo en vida, en la actitud  que adopto cuando estoy enfrascado en mis pensamientos mientras escribo.”

También especificó que “el esqueleto se vista con uno de los trajes negros que suelo utilizar”, y que  “el cuerpo así ataviado, junto con la silla y el bastón que he llevado en los últimos años, se coloquen en un mueble o vitrina adecuados”;  y añadió que a ese mueble se fijaría una placa grabada con su nombre y su fecha de defunción “en caracteres llamativos”.
A su figura así conservada la denominó “auto-icono”.
Por último, dejó escrito en su testamento que si sus amigos y discípulos tenían a bien reunirse cada año “con el propósito de conmemorar al fundador de la teoría de la mayor felicidad”, su albacea se encargaría de que el mueble o vitrina que contendría su auto-icono se llevara a la sala en la que fuesen a reunirse.


Jeremy Bentham auto-iconComo ya se imaginarán ustedes, sus amigos, su médico y sus abogados cumplieron estrictamente la última voluntad del finado, y hoy día, el auto-icono de Jeremy Bentham está expuesto, desde 1850 y en una especie de quiosco de madera, en un vestíbulo del University College London, para sorpresa o sobresalto de todo el que pasa por allí.
Conviene especificar que la cabeza del difunto quedó tan maltrecha después de embalsamada que resultaba terrorífica, y en una concesión al buen gusto se decidió sustituirla por una reproducción de cera. La auténtica, la orgánica, se conserva en una caja fuerte y sólo se puede contemplar en circunstancias muy especiales. Bueno, y también en internet.

Todo este asunto, claro, se presta al debate y a la especulación. Muchos creen que la intención de Bentham al pedir que sus restos se conservaran de este modo tan peculiar era simplemente gastar una broma de ultratumba; otros creen que era un arrogante y un creído; y otros que era una forma de cuestionar las concepciones religiosas de la vida y la muerte.

A mí me parece que quizá había un poco de todo, y también creo que Bentham, que era tan listo,  supo prever que la sociedad, en las décadas y siglos posteriores, se volvería cada vez más frívola, más olvidadiza y más indiferente a su propio pasado; y que, convencido como estaba de las bondades de sus teorías, quiso que las generaciones futuras no se olvidasen de ellas; que no quedasen reducidas a una lección más en los libros de texto. Y siendo, como parece ser que era, un filósofo guasón, pensó que la mejor manera de que se siguiese hablando de él, y por ende de su pensamiento, era darnos a nosotros, a los frívolos habitantes del futuro, un motivo a nuestra medida para que nos fijásemos en él.
¿O acaso no es eso lo que me ha pasado a mí?

old london engraving




13 comentarios:

Albada Dos dijo...

Todo un personaje, esa anécdota de querai post mortem me ha parecido macabra, pero para gustos...colores.

Gracias por traerlo, por compartir. Un abrazo grande

Macondo dijo...

Misión cumplida, desde luego. Hay que ser muy poco curioso para ver a un señor disecado y no interesarse en el motivo. Y si no tienes la suerte de seguir a Ángeles, tienes que buscarte la vida.

Bubo dijo...

Desconocía al tipo pero desde luego es para buscar su vida y conocer su obra. Un adelantado de los que debío de dar (iba a poner miedo pero mas bien es) risa de sus congéneres.
Por que ese tipo de utopía debería ser rara en esa época.

Marisa C dijo...

Pueees, a mí me parece bastante tétrico, la verdad. No sabría decir cuales fueron sus motivos, pero quizás, simplemente, y pido perdón por mi superficialidad, le venció la excentricidad. Ser un prodigio, un alma noble y una persona comprometida no te libra de las rarezas. Dicho con todo respecto. Abrazos.

Beauséant dijo...

a mi, a veces me pasa que digo algo en broma y todo el mundo se lo toma en serio. Mira que si este hombre estaba tomando el pelo a sus amigos y lo llevaron al pie de la letra...

Hay gente sin sentido del humor :)

JuanRa Diablo dijo...

Aparte de admirar su trayectoria vital y sus ideas, me fascina esa imagen "inmortal" en la vitrina.
He vuelto a leer su biografía y dice que hasta la fecha, "sigue participando" en las reuniones del consejo académico. ¡Pero qué grande!
El día en que levante la mano para hacer alguna aportación va a ser la bomba!!

TORO SALVAJE dijo...

Vaya... yo pensaba que yo era le primero en tener esa idea.
Este poema lo escribí hace ya mucho tiempo.

MUCHO MÁS BONITO.

Y yo me pregunto
si no sería mucho más bonito
en vez de enterrarlos
para que se pudran
o de incinerarlos
y que se hagan humo
tener a nuestros antepasados
amorosamente disecados
haciéndonos compañía
en el salón de casa.

Besos.

Alexander Strauffon dijo...

Al igual que tú, le había oído nombrar nadamás en el pasado. Buen aporte.

Ángeles dijo...


Pues sí, Albada, un poco macabra sí que es la cosa. Y como me pareció un personaje tan curioso y peculiar, me resultó inevitable compartirlo aquí.

Gracias a ti, y un abrazo de esos :)


Jaja, gracias, Macondo, que salao eres.


Yo creo, Bubbo, que su personalidad era más rara que sus ideales. Sus ideas sociales eran, como dices, bastante utópicas, aunque no únicas. Sin embargo, su "ocurrencia post mortem" sí que fue exclusiva :D

Gracias.


Sí, sí, Marisa, tétrico, siniestro, macabro... Yo también creo que la excentricidad tuvo que ser un rasgo marcado en este sabio, que una cosa no quita la otra. Se puede ser un genio y estar un poco loco. De hecho creo que son dos circunstancias que no se excluyen precisamente :D

Abrazos.


Jaja, no me había ocurrido esa posibilidad, Beauséant, que el hombre lo dijera en broma y los amigos se lo tomaron en serio. Cualquiera sabe... :D


Es verdad, JuanRa, que la vida y la mente de este sabio son admirables. Y que se siga respetando su deseo hoy día es también algo asombroso. Pero ya sabes que los británicos son muy respetuosos con las tradiciones.
Ahora, el día que levante la mano para participar, se acaba la tradición! :


Ya sabes lo que se dice, Toro, que las grandes mentes tienen ideas similares. Y ahí está Norman Bates para demostrarlo :D

Besos.


Gracias, Alexander.

Conxita C. dijo...

Jajaja recuerdo al personaje y a la extravagancia o broma macabra de Bentham y desde luego consigue que se siga hablando de él. Y diría que lo había leído en tu blog, gracias por estas curiosidades de estas personas tan peculiares.

Me he reído con la ocurrencia de JuanRa y su levantar la mano para hacer aportaciones.

Un abrazo

Ángeles dijo...

Sí, Conxita, recuerdas bien, porque en la publicación original está tu comentario :)

Me alegro de que te haya vuelto a interesar, y estoy contigo en que, ya fuese broma o intención seria, su macabra idea sigue llamándonos la atención casi tres siglos después.

JuanRa también tiene sus ideas macabras, eh? :D

Gracias, y un abrazo.

MJ dijo...

Un filósofo con ideas muy adelantadas a su tiempo, desde luego. Pero la ocurrencia de disecarse, como han dicho más arriba, es macabra. Una broma de mal gusto... Yo no solo me sobresaltaría, es que no pasaría por allí. Pero consiguió su propósito... Lo extraño es que continúe la tradición. Pero claro, hay personas muy respetuosas con las tradiciones, por raras que sean.

Ángeles dijo...


Ya ves, MJ, qué cosas. Y menos mal que al menos la cabeza no es real!