jueves, 10 de octubre de 2019

Las vacaciones de un niño



Los hipocampos están situados a ambos lados del cerebro y tienen varias misiones: controlar el miedo, generar confianza e intervenir en los procesos de aprendizaje. Un hipocampo sano y efectivo favorece que tengamos mucho menos miedo.
El ejercicio físico aumenta el tamaño del hipocampo y reduce el volumen de la amígdala, que es el centro que reacciona con ira o con miedo.
(Dr. M. A. Puig)




4º de primaria. Redacción: Mis vacaciones de verano

  
El verano me gusta mucho porque no hay que madrugar para ir al colegio y no tengo que hacer deberes. Me da pena despedirme de mis amigos del colegio, pero cuando vamos al pueblo a la casa de mi abuela estoy con mis primos de Madrid y nos lo pasamos muy bien.

Este verano mi tío de Madrid nos ha llevado de excursión varias veces porque dice que hacer ejercicio es muy bueno para el cerebro, porque dice mi tío que dentro del cerebro hay una cosa que se llama hitocampo que se hace más grande con los paseos y el deporte, y que así uno se vuelve más valiente. Por eso estuvimos en un campo muy bonito y vimos un camaleón y una serpiente. Mis primas se asustaron mucho de la serpiente, pero mi primo y yo la cogimos con un palo y no nos dio nada de miedo. Otro día subimos a un monte y vimos todo el pueblo como si fuera un belén. Mi madre y mi tía se quedaron en casa con la abuela y se lo perdieron.

Casi todos los días fuimos a bañarnos al río, que tiene ranas y unas moscas con las patas muy largas que a mis primas también les daban miedo. Mis primas tienen que tener el hitocampo muy pequeño porque son muy asustonas, y les hace falta salir más al campo.

Por las noches mi primo y yo nos quedábamos despiertos mucho rato leyendo unos libros de misterio que había en la habitación y que dice mi tío que eran suyos de cuando vivía allí con la abuela y el abuelo. Me encanta leer esos libros de misterio, porque son muy emocionantes y es como si yo también estuviera dentro de la historia en vez de en casa de la abuela. Las historias tampoco me daban miedo, pero algunas veces me ponía un poco nervioso cuando veía que a los niños del libro les iba a pasar algún peligro. 
Este verano me lo he pasado muy bien.  



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13 comentarios:

Sara dijo...

Jajajaja, aunque prefiero al hipocampo que designa al caballito de mar, ya veo que al del cerebro le has sacado un magnífico partido. Aunque parezca simple ponerse –literariamente- en la piel de un chiquillo de primaria, es más que complicado, y tú lo has hecho a la perfección: con humor, autenticidad y talento. Te felicito.

Muchos besos.

Manuela Fernández dijo...

Qué bonito, qué sencillez :)))) Me ha encantado.
SAludos.

Macondo dijo...

Esas primas tuyas, de tan poco ejercicio que hacen, van a desarrollar unas amígdalas que terminarán impidiéndoles tragar hasta la saliva. Anímales a que muevan un poco ese culo gordo que le les está poniendo.
Supongo que esos libros que te deja tu tío deben ser los de misterio y aventuras de los cinco, de Enid Blyton. Yo también los leí.
Lo que has escrito podría firmarlo. Esas vacaciones de verano en el campo son maravillosas y dejan huella para toda la vida. Ya verás cómo siempre las recuerdas con cariño.
Quizá no debería decírtelo, pero lo cierto es que a mí siempre se me hizo muy dura la vuelta al cole, ni siquiera compensada con la ilusión de estrenar libros y ver de nuevo a los compañeros.

Anónimo dijo...

´¡Qué suerte: has vuelto a la niñez y sus sensaciones! (a una niñez de las que merecían la pena; no como las de ahora).

Chaly Vera dijo...

Siempre llegaba con mucha ilusión en las vacaciones de fin de año a la casa de mi padre y de mi madre y el hijo de ellos, mas con el paso de los días me aburría, no tenía amigos en ese pueblito subtropical y me quedaba en la casa leyendo algún libro de aventuras, de alguna manera me sentía fuera de lugar. Mis abuelos paternos que me criaban, eran muy rigurosos y yo estaba acostumbrado a la disciplina que ellos imponían.
Un día en que los cuatro estábamos bañándonos en el rio, el hijo de ellos le hizo una broma a mi padre y yo espere que el los castigase, mas al contrario estallaron en carcajadas los tres, ese día me di cuenta que ellos no eran nada mío.
Mi gran amor siempre han sido mis abuelos, ellos no me criaron como nieto, al contrario era un hijo para ellos.

Besos

Marisa C dijo...

Es evidente que haces mucho deporte. Y es evidente, también, que tengo que empezar a practicarlo yo, ;D. Abrazos.

Ángeles dijo...

Muchas gracias, Sara :)

Efectivamente, el hipocampo del cerebro se llama así porque tiene una forma que recuerda a un caballito de mar; lo mismo que las amígdalas (las del s¡cerebro y las de la garganta) se llaman así por su forma de almendra, que es lo que significa en griego.

Es verdad que es difícil ponerse en la piel de un niño, pero en mi caso, como tengo una mentalidad bastante infantil, no me cuesta mucho :D

Muchas gracias de nuevo. Besos.


Qué bien, Manuela, me encanta cómo has visto el cuento.
Muchas gracias!
Saludos.


Es verdad, señor Macondo, yo creo que siempre me acordaré de las vacaiones en el pueblo, porque me lo paso bomba y siempre aprendo cosas. Lo que no me gusta mucho es que la abuela se empeña en que tenemos que dormir la siesta, pero mi primo y yo nos quedamos leyendo y ya está.
Sí, los libros de mi tío son de Los Cinco, y a mí también me cuesta un poco volver al colegio porque me da pena despedirme de mis primos y del campo, pero después me alegro, porque en el colegio también lo paso bien, aunque algunas veces no tengo ganas de estudiar y eso.

Gracias.


En realidad, Anónimo, con este relatillo he vuelto a una niñez 'postiza', porque yo nunca he tenido pueblo ni campo en el que pasar las vacaciones. Mi familia era toda urbana y mis vacaciones siempre han sido más de playa, aunque sí recuerdo excursiones en las que me lo pasaba bomba rusticando por ahí :)

Gracias por tu comentario.


Chaly, gracias por compartir tu historia. Lo cuentas con mucho sentimiento.
Besos.


Pues no, Marisa, la verdad es que nunca he sido deportista, pero sí que últimamente estoy haciendo ejercicio, para compensar las muchas horas de sedentarismo inherentes a mi trabajo. Y es cierto que sienta muy bien, en todos los aspectos.
Así que te animo a que tú también te pongas en marcha (nunca mejor dicho) y ya verás qué hipocampo se te pone :D

Gracias. Un abrazo.

Conxita C. dijo...

Muy tierno.
¡Ay ese hitocampo! Desde luego esas primas han de salir mucho más al campo y hacer ejercicio a ver si se les desarrolla mucho más el hipocampo, seguro que disfrutaran mucho más de la vida.
Me ha parecido precioso ese ponerse en la piel de un niño y la manera en qué nos has contado su verano y es que esos veranos como todo aquello que se disfruta, que se vive de forma intensa, se fijan para siempre.
Un abrazo

Beauséant dijo...

nunca ha sabido si tengo un hipocampo en mi cerebro, a veces me parece que es una medusa...

claro que tengo miedo, soy muy pequeño, pero el valor debemos juzgarlo en función de nuestro tamaño y del tamaño de aquello a lo que nos enfrentamos, ¿no?

MJ dijo...

Un cuento muy bonito. Ya te dije una vez que es maravilloso como puedes ponerte en la piel de un niño y parece totalmente real, como una redacción de colegio, salvo en que está demasiado bien escrita para esas edades, aunque confío en que aún haya niños capaces de escribir bien.
Yo debo tener el hipocampo tan pequeño como las primas del protagonista.

Ángeles dijo...



Gracias, Conxita:)

Los niños, ya sabes, escuchan las cosas que dicen los mayores y las interpretan a su manera. Este niño hace su propia interpretación de lo que cuenta su tío sobre el hipocampo, pero lo cierto es que se queda con la idea esencial: el ejercicio físico potencia los hipocampos que a su vez evitan que la amígadala no se active más de la cuenta y cuando no es necesario.

Y es verdad que los veranos de la infancia están llenos de emociones, descubrimientos, y aprendizajes, que, como bien dices, se fijan para siempre.

Gracias de nuevo, y un abrazo.


Beauséant, me ha hecho mucha gracia lo de la medusa :D

Por supuesto que todos tenemos miedo (yo soy una asustona de primera categoría), y el miedo es algo natural, un mecanismo de superviviencia. Para esos están las amígdalas, para alertarnos cuando estamos ante alguna amenaza. El problema es cuando están activadas de forma permanente (por estrés, ansiedad, etc), porque eso genera una serie de reacciones químicas excesivas que pueden llegar a enfermarnos, tanto emocional como físicamente.
Bueno, que conste que no soy ninguna experta en esto ni mucho menos; yo sé más o menos lo mismo que el autor de la redacción :D

Por eso no se trata de juzgar el valor ni los miedos, sino de reflexionar un poco (en este caso mediante la visión de un niño) sobre los mecanismos del cerebro, que es algo que me parece apasionante.


Gracias, MJ, pero ya sabes que no me cuesta nada, pero nada, ponerme en “modo infantil” :D
No sé si la redacción está "demasiado bien escrita" para un niño, pero espero que haya muchos niños capaces de escribir así, y no muchos adultos con ese estilo ;)

Las primas del protagonista son niñas que simplemente se asustan de lo que consideran una amenaza. Es algo totalmente natural. Pero el niño, que acaba de aprender eso del “hitocampo” y el miedo, lo aplica a su manera a su experiencia vital y saca sus conclusiones.

Pero es cierto, según he aprendido recientemente, que los hipocampos sirven, entre otras cosas, para ayudarnos a gestionar las emociones negativas como el miedo, por lo que cuanto más grandes y hermosos sean mejor para nosotros. Y por suerte tenemos mecanismos para fortalecerlos.

TORO SALVAJE dijo...

Te leo y vuelvo a mi infancia... aún tuve suerte de disfrutar de veranos en el pueblo y grrrrrrrrrrrr... de siestas obligadas...

Tú tienes todos los hipocampos y demás, en maravilloso estado.

Besos.

Ángeles dijo...

:) Gracias, Toro. No sé si será verdad, pero me alegra que lo creas.

Besos.