Como me ocurre tantas veces, hace unos días se me alojó en el pensamiento una palabra que no me dejaba en paz, dando vueltas por ahí como una peonza, reclamando mi atención.
La palabra era especular y lo que me traía de cabeza era si habría alguna relación etimológica entre el adjetivo "especular" (es decir, relativo al espejo), y el verbo "especular" (con el sentido de divagar, conjeturar, hipotetizar, suponer...)
La lógica, o la intuición, me decían que no, que no podía haber ninguna relación entre esos dos términos. Si decimos, por ejemplo, "el reflejo especular" y "dejemos de especular hasta tener datos precisos", parece obvio que se trata de dos palabras iguales en su forma pero sin conexión alguna en cuanto al significado. Pensé, por lo tanto que un especular y el otro debieron ser originalmente dos palabras distintas, como demostrarían sus significados tan diferentes, y que la evolución había hecho que acabaran teniendo la misma forma. Ya sabemos que eso ocurre.
Pero el caso es no quise limitarme a especular, así que me puse a indagar en el asunto y me encontré con una de esas sorpresas que ya no deberían sorprenderme. Porque resulta que nuestro verbo "especular" deriva del latín speculari, que significaba observar o acechar, y que más tarde adquirió el significado de espiar, indagar, explorar. ¿Y que es especular (teorizar, hipotetizar), sino explorar, indagar, tantear, no un terreno sino una idea, un concepto, una circunstancia?
Por otra parte, supe que este verbo speculari proviene a su vez del sustantivo specula, que es un puesto de observación, una atalaya. Y que ambas formas, speculari y specula, proceden a su vez del latín arcaico specere, que significa "mirar".
Y mira por dónde, de specere proviene también speculum, es decir, espejo.
Por lo tanto, y a pesar de mi incredulidad inicial, el verbo "especular" y el adjetivo "especular", que tantas vueltas dieron en mi cabeza, tienen efectivamente un antepasado común (specere) y un significado común (mirar, observar, examinar), por más que con el tiempo hayan adquirido sentidos tan diferentes.
Lo bueno de estas indagaciones -o especulaciones- es que nos dejan la mente liberada de palabras recalcitrantes y contumaces que no se van mientras no queden dilucidadas. Y que nos hacen asentir con la cabeza lentamente como quien dice: "Fíjate, qué curioso", lo cual siempre es una gran satisfacción intelectual.
Y lo malo es que, como saben ustedes, una cosa lleva a otra y a otra y a otra..., en un no parar lexicográfico. Lo que volvió a suceder en este caso, claro, pues por la ventana de la especulación se coló, cual mosquito celoso, la palabra hipótesis, que reclamaba también un poco de atención a cuenta de ese caprichoso prefijo hipo-.
Por supuesto, hice caso de esa exigencia, pero mis averiguaciones al respecto quedan para una próxima ocasión.
1 comentario:
Ya nos dirás a donde llegan tus especulaciones. ;)
Saludos.
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