miércoles, 7 de septiembre de 2011

Más detalles

En una entrada anterior me referí a lugares -o detalles de lugares- de Londres que fácilmente pueden pasar desapercibidos.
Es lógico, me parece, que ocurra esto, pues si normalmente no nos fijamos en las cosas pequeñas, cúanto más las pasaremos por alto en un lugar tan espectacular y tan lleno de portentos.
Pero hay, a la vista de quienes quieran mirar, muchos  lugares y objetos que, sin deslumbrar,  hablan de una cultura y una forma de ser que aprecia el detalle, lo pequeño; que no se queda en lo fundamental, sino que intenta darle a todo un acabado personal, un toque especial; que se entretiene en la pincelada de la finura y la belleza hasta en lo que quizá no vea nunca nadie.
Pero lo ponen, por si acaso alguien se fija. 
O por el simple gusto de saber que está ahí.

Entre los elementos que me siguen llamando la atención y que revelan ese carácter minucioso y preciso de los británicos, están los bancos de los parques y jardines que hay por toda la ciudad.
Desde los inmensos y famosos Hyde Park, Regent’s Park, St James’s Park, etc, hasta los jardines menos conocidos, como Paddinton St Gardens o Gordon Square, por ejemplo, en todas partes hay numerosos  bancos de madera para sentarse a descansar y a disfrutar del entorno.
Y cada uno de esos bancos, que es a lo que voy, tiene una inscripción diferente, porque cada uno está dedicado a alguien diferente, a alguien que dejó un recuerdo en alguien y cuya memoria se honra con esas inscripciones.
Algunas de ellas son solamente un nombre y una fecha; otras tienen alguna frase alusiva a la persona a la que se dedica el banco; y otras, que reflejan el dolor de una ausencia, son verdaderamente conmovedoras.

Recuerdo uno de esos bancos, dedicado a un muchacho fallecido a los diecinueve años; otro a alguien que “se deleitaba a diario en estos jardines”. Y otros que nos invitan a sentarnos y disfrutar del lugar como lo disfrutaba la persona a la que se recuerda.



Stephen Allison. Amado hijo, devoto marido, cariñoso padre, entrañable hermano.
Un ser extraordinario. Nunca olvidado, eternamente amado. 




Para Emily Bickerton 1965-2008.
Detente un momento aquí y disfruta un instante de paz en uno de sus lugares favoritos.
De su familia y amigos.
   
Otro detalle que me gusta mucho son esos mosaicos azules, preciosos, que aparecen en muchas fachadas, a poca distancia del suelo, y que dejan constancia de lo que hubo en el lugar en otro tiempo.

Me parece una forma muy sencilla y eficaz, sin alharacas, de rememorar aquello que ya se ha perdido pero que no deja de formar parte de la ciudad, de su historia y por lo tanto del presente.
Eso es tener memoria, conocimiento y respeto por los que estuvieron aquí antes que nosotros, y por sus obras.
Para ilustrar la cuestión, estos dos mosaicos aluden, respectivamente, a Cripplegate, una de las puertas de la muralla que en tiempos pretéritos rodeaba Londres, y a la conducción de agua de Aldermanbury, "que  proporcionaba agua gratis" a la población. Desde 1471 hasta el siglo XVIII. 


Por último (en esta entrada, claro) quiero referirme a un detalle que me parece muy gracioso. Como todo el mundo sabe, el señor Arthur Conan Doyle creó un personaje conocido universalmente: el muy británico y detectivesco Sherlock Holmes, al que domicilió en la calle Baker (ya se sabe, el 221b de Baker Street).
Pues el detalle gracioso es que la estación de metro de dicha calle está decorada con azulejos en los que se reproduce la silueta –la clásica silueta- del sagaz investigador.


Y es que, me parece a mí, la cultura anglosajona tiene la peculiaridad de guardar en su  bagaje sus aspectos más puramente eruditos y académicos junto con los más populares, dándole a cada uno su importancia, su valor y su significado, sin menospreciar y también sin exagerar. A veces, incluso, con excesiva modestia.

Digo esto porque creo que tendemos a pensar que algo que es popular –y no me refiero a lo populachero ni populista- tiene que ser necesariamente de menor calidad o de menor trascendencia que lo académico, lo intelectual y minoritario.
Y quizá el carácter de una verdadera obra de arte esté en su capacidad de llegar a muchos, sea cual sea su formación.
Como Shakespeare y Dickens, por ejemplo, que fueron muy populares a la vez que genios literarios.

A lo mejor es que todos somos capaces de apreciar las obras del intelecto humano pero no siempre tenemos ocasión –o ganas- de conocerlas. O nos distraemos con otras fruslerías que nos parecen más atractivas y fáciles de digerir.

Seguramente todo esto le parecería elemental al querido señor Holmes.



16 comentarios:

Anónimo dijo...

Te veo, Ángeles, enamorada hasta las trancas de la cultura anglosajona. Pero yo creo que eso depende de ti. Ya lo decía Ortega: "dime a lo que atiendes y te diré quién eres". Pero, sin el ánimo de ser impertinente, te diré que no todo lo británico es respeto y modestia; este verano lo hemos visto ejemplificado en unas masas vandálicas que han arrasado con todo lo que han podido y más. Eso es, como dice Javier Cercas, hooligan, y eso también es Gran Bretaña.

Muchos besos.

Ángeles dijo...

Gracias Sara, como siempre, pero permíteme una aclaración (también sin ánimo de ser impertinente): soy anglófila perdida, desde luego, y desde pequeñita, pero no soy ciega ni ingenua.
Por supuesto que en Gran Bretaña, como en cualquier parte, también hay gente antipática y gamberra. ¡Incluso hay delincuentes, oh, my God!

Pero yo aquí hablo de lo que me gusta, me llama la atención, me hace sentir bien y me complace compartir.

Lo otro es obvio.

Un saludito.

loquemeahorro dijo...

Te juro Ángeles que digo esto a todo el que me quiera oír, un día sí y otro también.

"Y quizá el carácter de una verdadera obra de arte esté en su capacidad de llegar a muchos, sea cual sea su formación. "

Bueno, mi teoría es que "las otras", las que necesitan libro de instrucciones también son arte, pero menos.

Mi ejemplo siempre es Velázquez. Que si alguien saliera de una cueva donde hubiera vivido aislado toda la vida y viera "Las Meninas" ¿a que no se quedaría frío? ¿A que lo miraría dos veces? (y hasta fliparía un poco)

Ángeles dijo...

Me alegra mucho, Loque, que coincidamos una vez más.
El ejemplo de la cueva está muy bien. Y además el caso de la pintura -o la escultura- es especialmente adecuado para nuestra teoría, porque no hace falta ni saber leer ni nada. Basta con mirar y a flipar se ha dicho ;-)

*entangled* dijo...

Tengo que discrepar con la idea que acaban de exponer Ángeles & Loque: Si «…el carácter de una verdadera obra de arte está en su capacidad de llegar a muchos…», eso equivale a decir que el carácter de una obra de arte se decide por votación, por mayoría. No puedo estar de acuerdo con ese punto de vista. El ejemplo de «Las Meninas» y Velázquez está demasiado bien escogido, para la ocasión, pero con otros ejemplos (que están en la mente de todos), la teoría ya no parece tan obvia…

Feliz Viernes.

Ángeles dijo...

Desde luego, *entangled*, las teorías están para discrepar, si no, no tendrían chicha.
De todas formas, creo que debo señalar unos matices. Por un lado, que una verdadera obra de arte tenga la virtud de llegar a muchos no significa que pueda llegar al 100% de la población, por supuesto. Y que toda obra de arte llegue a muchos no significa que todo lo que llegue a muchos sea una obra de arte, ¡por supuesto!

Por otro lado, no creo que mi modesta teoría equivalga "a decir que el carácter de una obra de arte se decide por votación, por mayoría". El carácter de una obra de arte -creo yo- existe por sí mismo y en sí mismo, sin que nadie lo decida ni lo vote.
Que se aprecie o no es otra cuestión, pero la esencia de 'arte' la lleva la obra en sí -o no la lleva- desde que es creada, tanto si la ve todo el mundo como si nunca la ve nadie.

Muchas gracias por tu reflexión.

JuanRa Diablo dijo...

Anda, Ángeles, que si los británicos descubrieran esa admiración que sientes por la belleza de sus pequeños detalles igual te incluían en una de esas inscripciones de sus bancos o mosaicos

"To Angeles, who plays with beautiful toys in the wind" :D

Me he quedado pensando en eso de que habrá cantidad de elementos decorativos (o detalles o como queramos llamarlo) que por la razón que fuere estarán pasando desapercibidos años y años.
Pero a lo mejor unos pocos privilegiados los conocen y disfrutan yendo a observarlos de vez en cuando.

Aquí veo el germen para un cuento o algo así.

Lan dijo...

El hecho de llevar una de esas cámaras digitales nos hace perder capacidad de observación, en muchos casos. Es difícil no dejarse deslumbrar por lo que todos ven y prestar atención a los detalles o a las cosas aparentemente insignificantes. Muchas veces me propongo no fotografíar lo que todo el mundo fotografía pero raramente cumplo con mi propósito y luego, en casa, veo que hice muchas fotos de lugares comunes. Por eso me ha gustado este artículo dedicado a lo que normalmente nos pasa desapercibido y a la sensibilidad de aquéllos que dejaron esas pequeñas señales para quienes supieran verlas.
Saludos, Ángeles.

Ángeles dijo...

Je, je, gracias, JuanRa, me encanta la inscripción que has pensado para mí. Quedaría divina en un banquito de Kensington Gardens, mismamente...
Y la idea del cuento también me gusta. Pero, ¿lo vas a escribir tú o me puedo apropiar de la idea?
Thank you!

Lan, es verdad, con la cámara digital nos hemos vuelto fotógrafos de disparo fácil.
Pero vamos, que yo, a pesar de mi gusto por el detalle y lo discreto, al Big Ben lo tengo retratado desde todos los ángulos posibles. Bueno, me falta desde arriba ;-)

Muchas gracias por tus palabras. Un saludo.

MJ dijo...

Me ha encantado tu entrada, Ángeles. Es preciosa, dulce y sensible.
Al leerla me he acordado de la película "Notting Hill" donde aparece uno de estos bancos con plaquita- dedicatoria y que en realidad se convierte en el protagonista del final de la película, aunque la mayoría de la gente no se haya fijado. Así que hasta la comedia romántica más comercial puede mostrarte algo diferente o poco conocido y precioso. Desde luego, el autor sí que se fijó en esos bancos.
Respecto al tema del arte, comparto con todos una parte del razonamiento, pero es algo aún más complicado porque ¿qué me decís de las obras que se consideraron arte durante una época y luego han caído en un completo olvido? ¿Han dejado de ser arte o no lo fueron nunca? Y si no lo fueron nunca ¿por qué se consideró arte durante mucho tiempo?

Ángeles dijo...

Muchas gracias por tus palabras, MJ.
Yo recuerdo que al final de Notting Hill salen los protas en un banco de un parque, pero no recuerdo que se viera la inscripción. Habrá que revisar la escena.

Y creo que lo que comentas sobre el arte apoya mi idea de que el arte es arte en sí, independientemente de que se valore o no. De hecho, las valoraciones pueden ser en ocasiones producto de modas, de intereses varios. Cuántas veces nos cuelan como obras maestras auténticas chufas, y cuántas verdaderas obras de arte se habrán quedado en el limbo sin que nadie repare en ellas.

Gracias por tu aportación de experta.

Mae Wom dijo...

Jo, ya con esto que cuentas me pongo a hacer la mudanza ahora mismo! Londres es el paraíso de los detalles, qué buen gusto, hasta en lo discretos que son! Si es que cuando algo está bien hecho habla por sí mismo.

Lo de poner una placa recordando edificios y lugares anteriores me parece genial y todo un detalle para los que quieran saber más de la ciudad.

Me hago una pregunta con lo de las placas en los bancos ¿la puede poner quien quiera o tienen que pagar algo?

Una entrada muy bonita.

Ángeles dijo...

Muchas gracias, Mae Wom. Estoy de acuerdo: cuando algo está bien hecho habla por sí mismo.
Yo suelo decir que Londres está 'muy bien pensao', pero también creo que está muy bien sentido, porque en esos detalles y en tantos otros, hay mucho sentimiento, y amor por la belleza.

En cuanto a las placas de los bancos, tengo entendido que se hace una solicitud al ayuntamiento, dices el lugar donde quieres que esté y la inscripción que quieres poner. Y puede ser un banco nuevo o uno que ya esté en el sitio. Y cuesta un dinero, claro. Al fin y al cabo es comprar un espacio público, y un servicio, y un mantenimiento...

Mae Wom dijo...

Pues sí pero la verdad es que es un homenaje muy bonito por el que merecería la pena pagar.
Gracias, Ángeles!

Anónimo dijo...

Buenooo, en mi pueblo hay todos bancos grabados que quieras...lo que pasa es que están compartidos por lo inscriptores y en uno puedes encontrar una tierna cursilería de adolescente junto a una palabrota o dibujo obsceno. Se ve que somos muy anárquicos.
Lo de las placas identificativas me ha gustado mucho.

carlos

Ángeles dijo...

Tú hablas de otro tipo de grabados, amigo, je,je, un poquito más anárquicos, sí :D