(Dedicado a MJ)
Hace poco un amigo me envió dos e-mails, uno a continuación del otro.
El primero contenía (¡intolerable!) una falta de ortografía; creo que una b en lugar de v, o algo similar.
El segundo correo consistía exclusivamente en una disculpa por dicha falta, de la cual se había percatado mentalmente justo después de haberme enviado el mail (demasiado tarde, amigo).
A mí me pareció que el chico se preocupaba mucho por un simple error que cualquiera puede cometer, y que además no tenía ninguna trascendencia.
O quizá para él sí la tenía, pues es persona escrupulosa al máximo con lo que escribe. De hecho, yo siempre alabo su esmerada redacción y su perfecta ortografía.
Es curioso, dicho sea de paso, que hayamos llegado a tal extremo de ignorancia de nuestro propio idioma y de dejadez en su uso, que nos llame la atención, nos sorprenda y hasta nos maraville que una persona escriba con corrección, cuando esto debería ser lo habitual y lo más normal.
Es como si al ir a una tienda nos sorprendiera que nos dieran el cambio, o que los artículos estuvieran en buenas condiciones.
Pero, como decía, hemos llegado al extremo de que lo correcto y lo lógico se han convertido en lo raro.
Y claro, como toda acción tiene su reacción, y todo bote su rebote, van surgiendo por doquier contumaces correctores, personas que para contrarrestar esa tendencia generalizada a escribir mal, se dedican a vigilar lo que otros escriben para señalar sus errores, regañarles y corregirlos.
En un par de emails recientes, también una amiga se ha disculpado por los posibles fallos ortográficos que pudiesen contener sus correos, debidos bien a que su teclado estaba fallando, bien a despiste o falta de atención por su parte.
Esto ya me dio que pensar seriamente, y me preocupé por el hecho de que mis amigos se sintieran en la necesidad de disculparse ante mí por sus eventuales errores.
Y me asaltó entonces el temor y la duda: ¿soy yo uno de esos policías gramaticales?
Pensé también que a lo mejor me he ganado a pulso cierta fama de repipi con los textos que suelo escribir en este mi blog (y de todos ustedes), sobre desatinos semánticos y de expresión.
Por eso me gustaría aclarar que cuando critico la mala utilización del idioma me refiero exclusivamente a aquellos que lo tienen como herramienta de trabajo: periodistas, locutores, presentadores, traductores, redactores de textos oficiales, publicitarios, etc. Además procuro hacerlo con un tono jocoso y distendido, porque no se trata de ofender a nadie, sino de señalar fallos que mueven a risa la mayor parte de las veces. Y, por supuesto, considero que es lícito criticar la falta de profesionalidad en los medios de comunicación, del mismo modo que se critica a cualquier profesional de cualquier ámbito que haga mal su trabajo.
En otras ocasiones hablo de la utilización errónea de determinadas palabras por parte de personas anónimas, como yo, como cualquiera que va por la calle. Como se suele decir, el que tiene boca se equivoca, y ahí no cabe recriminación ninguna.
Y en esos casos especialmente, lo único que pretendo es dejar modesta constancia de lo divertido que puede llegar a ser el idioma, ya que jamás se me ocurriría criticar a nadie por una incorrección cometida en un texto o conversación coloquial, informal, sin pretensiones artísticas ni profesionales. Y además yo estoy tan expuesta al error como cualquiera.
Por eso precisamente me resultan cargantes los verdaderos policías gramaticales, esas personas que entran en foros, chats, blogs y en las secciones de comentarios de periódicos y revistas de la red, y se dedican cansinamente a fiscalizar, analizar, vigilar, corregir y acosar a los demás a cuenta de su forma de expresarse.
Y lo más gracioso del caso es que muchos de esos grammar nazis creen tener unos conocimientos gramaticales de los que precisamente carecen, y señalan fallos donde no los hay, y hacen correcciones que son en realidad tristes muestras de su ignorancia.
Así que espero y deseo que nadie me considere agente de la ley lingüística, ni fiscal del distrito de la Gramática, ni sheriff del condado de la Ortografía, ni nada de eso.
Yo lo único que quiero es jugar con las palabras, como el viento.
Nota Bene: Todo lo anterior no significa que me parezca bien que cada uno trastoque la gramática como le plazca. Pero de eso hablaremos otro día.
12 comentarios:
Los que leemos tu blog es porque nos gusta leerlo, porque nos gustan las cosas que cuentas y cómo las cuentas y porque lo narras todo en estilo jocoso y nos partimos de risa (por lo menos yo). Como bien dices, lo extraño es escribir con corrección, por eso es un gustazo leer lo que escribes. Me gusta que me corrijas porque, aunque no soy profesional, aspiro a escribir mejor. Eres una maravillosa profesora y un ejemplo a seguir en el manejo del lenguaje. Además tienes el don de escribir todo con modestia y humor.
Gracias.
MJ
Haces bien en decir que estos "policías gramaticales" hacen ostentación de unos conocimientos de los que, en relidad, escasean. No sé por qué, pero me da en la nariz que, en este caso, es muy cierto el famoso dicho que todos conocemos: Dime de lo que presumes, y te diré de lo que careces.
Sara.
MJ, gracias a ti. Me abrumas con tus palabras y me pones la autoestima por las nubes. Eres muy amable, y da gusto que lo que una escribe tenga tan buena respuesta por parte de quien lo lee.
Pues sí, Sara, parece que somos todos muy listos y lo sabemos todo menos nuestros límites.
Gracias.
Grandísima entrada la tuya. Precisamente tengo una amiga que trabaja en el mundo de la publicidad, con una ortografía exquisita, que más de una vez ha visto sus textos "corregidos", por no decir destrozados, por las manos y los supuestos conocimientos de quienes creen saber pero no se paran a aprender de verdad. Cuando la ignorancia se alía con la soberbia, apaga y vámonos.
No sé si yo seré una de esas policías gramaticales y, desde luego, si meto la pata en algo soy la primera que lo reconoce; de todos modos, lo que sí sé es que cada día se escribe peor y que no sólo los profesionales, sino también los que usan el idioma, deberían preocuparse un poco por cuidarlo.
Un abrazo.
Muchas gracias, Azote. Estoy totalmente de acuerdo en que la ignorancia y la soberbia son nefastos aliados, pero, por desgracia, frecuentes.
Tu amiga puede consolarse pensando que hay incluso quien se atreve a enmendarle la plana a escritores de la talla de Javier Marías.
En cuanto a tu duda existencial, yo creo que tu labor en pro del buen uso del idioma es muy loable y pedagógica.
Otro abrazo.
No eres un policía, no, eres una cuidadora, una persona sensata con muy buen sentido del humor. Yo disfruto mucho tus entradas y aunque no comento con toda la frecuencia que quisiera, sí río más de lo que te imaginas y comparto con mi familia tus comentarios. Has ido a mi blog y sabes que disfruto de gazapos y pifias. Por cierto, ¿has visto el blog Pifias y gazapos? Ese es otro que me hace reir, otro de los cuidadores del lenguaje con sentido del humor.
Gracias que existen
AD.
Muchas gracias por tu amabilísimo comentario, Adela.
Y tomo nota de tu recomendación.
Viva la risa.
No te veo yo poniendo multas al personal por esta cuestión. Ni mucho menos dando la vara por ahí a los "comentaristas" aunque tengas mucha razón.
No obstante, señor agente, debo advertirle que recurriré cualquier denuncia que me llegue. je,je,je. Es broma, es broma, querida Ángeles.
carlos
Bueno, Carlos, , mi forma de poner multas es nominar a los Premios Gamba, je,je, pero siempre por amor a la risa, más que nada.
Un saludo.
Tu dime que uniforme llevarías y entonces yo te digo si quiero o no que seas policia de lo que sea.
Que cansinos son los "correctores". Al mecánico lo he anulado, a los modo gente los ignoro. A la dueña de este blog le hago caso.
Cuando sea mayor y aprenda de una vez a acentuar mereceré un flan de premio. Y ya se me ocurrirá como agradecerlo.
Otra vez, entras a echar un vistazo y no poder irme hasta acabar del todo. Eres una crack fijando mi atención.
Gracias, Guille, como siempre, por venir a leer al pasado.
Y gracias también por todo lo que dices :) Me voy a creer que yo también me merezco un flan :D
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