viernes, 13 de septiembre de 2019

Historia de un libro

Celebrando la historia de Juguetes del viento, hoy recuperamos esta entrada, que fue  publicada originalmente el 6 de febrero de 2011.


Hay muchas cosas de las que no puedo presumir, y una de ellas es mi memoria.
Pero a pesar de eso, hay cosas que recuerdo con mucha claridad.
Y una de esas cosas es mi relación con los libros durante mi infancia.
Otro día entraré en detalles, pero hoy me quiero referir a un libro en particular, uno que nos trajeron los Reyes una vez a mi hermano y a mí.
Se titulaba Héroes en zapatillas, y he de reconocer que tardé mucho tiempo en entender lo que significaba tal título.

Era un libro de gran formato que hablaba de personajes y hechos históricos y literarios: los faraones, el caballo de Troya, Leonardo da Vinci, Cristóbal Colón…

Cada historia o personaje se presentaba de dos formas. En una página había un texto formal, poco o nada infantil, que yo nunca me leía. Y en la página siguiente se contaba la historia en viñetas de cómic, con unos versitos ripiosos que eran la monda:

-“Se me viene a la memoria / Egipto y toda su historia”;
-“Julio Verne era un señor / que nació para escritor”.
 Y cosas así.

El libro lo leíamos y releíamos y lo manoseábamos de tal manera que lo recuerdo bastante descuajaringado.
Cuando pasó el tiempo y nos hicimos mayorcillos, cometimos la insensatez de regalar el libro –que era cosa de críos- a unos primillos nuestros que también se habían prendado de él.
Y después, más sensata y menos adolescente, me acordé de ese libro infinidad de veces, arrepintiéndome, por supuesto, de haberme deshecho de él.

Pero no nos echemos a llorar.
Hace unos años, paseando por Sevilla, me paré ante el gran escaparate de una librería. No es que me parara voluntariamente a mirar los libros. Es que me quedé parada por la sorpresa.
Porque conforme me acercaba a la librería, y sin tener intención de detenerme, vi, en la parte más alta del escaparate, el libro que tanto había añorado.

Allí estaban, Don Quijote y Sancho, con ese trazo de dibujo animado y esos colores que tanto me atraían de pequeña, llamándome desde la portada del libro.
Emocionada y asombrada entré en la librería y pedí el libro.

El dependiente me lo trajo y cuando lo tuve en mis manos me sentí retroceder en el tiempo, recuperar una sensación muy definida. Por un instante creí volver a mi habitación infantil y a las horas que pasé aprendiendo historia y literatura, creyendo que simplemente me estaba divirtiendo con un tebeo.

El librero me dijo que ese libro era una maravilla, que tenía un gran valor pedagógico y que era muy atractivo para los niños.
Yo le dije que lo sabía porque conocía el libro muy bien. Le conté la historia a grandes rasgos y creo que el buen señor se emocionó y todo.

Pagué el libro y me lo llevé en brazos como si temiera perderlo otra vez, y deseando volver a mi ciudad para enseñárselo a mi hermano.

Y ahí está, lo veo mientras escribo esto, y aunque obviamente no es el mismo ejemplar que tuvimos de pequeños, para mí es como si lo fuera.
El otro, el original, tendría un valor sentimental inmenso, claro está, pero este también lo tiene, por su poder de evocación.
Y además representa  la capacidad de hacernos revivir sensaciones que puede tener un objeto, y la magia que hay en recuperar, de forma totalmente inesperada, sorpresiva y casual, algo que habíamos dado por perdido para siempre.



16 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Toro Salvaje es un bloguero/
que cuando viene a este blog/
necesita un enorme babero!!!

:)

Besoooooooooooooooo

Macondo dijo...

Cuando era niño, en mi casa, llegamos a tener bastantes libros de la Colección Historias (Editorial Bruguera). La forma de edición era la que tú comentas. En una página se encontraba el texto y en la que estaba al lado el tebeo. Fue con "Viaje el centro de la tierra" cuando me animé por primera vez a pasar de la segunda a la primera. Me sentí importante.

guille dijo...

Creo recordar que comenté la vez anterior con una historia de reencuentro de libros de la niñez. Los de Guille Brown, que me dieron nombre.

Es bonito reencontrarse con cosas del pasado que nos gustaron.
Hay un punto de azar, un punto de suerte y varios puntos de tener los ojos listos por si nos roza la ocasión.

Albada Dos dijo...

Pues quién fuera niño de nuevo, para leer buenos cuentos

Un abrazo

Bubo dijo...

En mi caso es "El Antídoto" de Mortadelo y Filemón, y el libro de las Olimpiadas de 1984

Sara dijo...

Qué felicidad –y qué tristeza a la vez- reencontrarme con esta entrada, porque tiene el aroma agridulce de los viejos recuerdos. Yo también tuve este libro (sí, ya sé, te lo ha dicho un pajarito) y, junto a “Mujercitas” (cuyas ilustraciones eran verdaderos lienzos), reconozco haberlos descuajaringado –qué gracia- solo como un inocente polimorfo puede hacerlo.

La diferencia es que, para mi desgracia, yo sí los perdí. La otra vez que publicaste esta entrada el gusanillo fue tan grande que ahora tengo guardado, en el ordenador, el libro; quién sabe, a lo mejor esta segunda vez anuncia que me voy a encontrar a un librero sevillano fundiendo mi infancia con unos locuelos “Héroes en zapatillas”.

Me ha encantado la entrada. Me encanta la entrada.

Besos.

Beauséant dijo...

Entiendo la sensación y el impulso de querer comprarlo. Creo que hace años lo habría hecho sin dudarlo, ahora ya no, me he ido volviendo más práctico con ese tipo de cosas. Quizás he perdido la ilusión o, como digo, me he vuelto más práctico, pero ya no intento volver a esos lugares donde creí ser feliz.

Ángeles dijo...


Toro, esa rima tan graciosa te convierte directamente en un auténtico héroe en zapatillas (y babero) :D

Gracias, y otro beso de esos.


Macondo, comprendo que te sintieras importante: el paso del tebeo al texto “serio” es un salto importante en la madurez intelectual.

Gracias.


Pues sí, Guille, he visto tu comentario de la vez anterior, y en él te refieres a tu reencuentro con tu héroe particular.
Y yo tengo un ejemplar que me regalaron, una edición clásica muy bonita, seguro que la conoces :)

Y tienes razón, el azar y la suerte pueden pasar por nuestro lado, pero si no tenemos los sentidos alerta se nos pueden escapar las ocasiones.

Gracias.


Es verdad, Albada, leer buenos cuentos de niño es una de las grandes experiencias de la vida.

Gracias. Un abrazo.


No me extraña, Bubo, las aventuras de Mortadelo y Filemón son obras maestras ;)

Gracias.


Es verdad, Sara, estas cosas traen recuerdos agridulces. Pero así es la vida, agridulce, y espero que en algún momento dulce encuentres un ejemplar en la librería de algún librero romántico :)

Muchas gracias, me alegra mucho que te guste la entrada.
Besos.


Te entiendo perfectamente, Beauséant, porque yo no soy nostálgica, ni tengo esos impulsos de volver a tener libros o juguetes que se tuvieron en la infancia. Creo que las cosas pertenecen a su momento y ahí deben quedarse. Sin embargo en esta ocasión fue diferente, quizá porque el libro es en sí una joya editorial, al margen de los recuerdos y el valor sentimental.

Gracias.

JuanRa Diablo dijo...

"Aquel libro de Ángeles y su hermano
que con los años fue a volver a sus manos"

Hablando de la dulce sensación de la evocación, me ha vuelto a la memoria lo mucho que me gustó esta entrada hace 8 años (¿¿en serio ocho ya??) para descubrir cuánto me sigue gustando :)

Encontré hace poco un cromo de un álbum de El corsario negro, de Emilio Salgari. Eran cromos circulares plastificados que venían en las tapaderas de los botes de Nocilla.
En serio, fue un viaje en el tiempo instantáneo que me llevó a los tiempos de meriendas, juegos e ilusiones de mi niñez.

Así que no me extraña en absoluto que entraras a aquella librería a recuperar ese tesoro del pasado :)

Conxita C. dijo...

Hola Ángeles qué bonito me ha parecido este recuerdo y entiendo esa emoción al reencontrarte con ese libro perdido y aunque no fuera el mismo tiene la capacidad de evocar tan buenos momentos. Me encanta imaginar la de recuerdos y las sonrisas que te habrá traído y es que volvemos a ser esos niños que se emocionaban con las historias cuando aparece un libro, unos cromos o en mi caso, que encontré perdido en un armario en casa de mis padres, unos "controles" de cuando era muy chiquitina y me sorprendió la ternura que me generaba ver esos dibujos con cuidados colorines, esas explicaciones llenas de ingenuidad, esa letra redondeada que parecía esforzarse en estar "bonita". Ay los recuerdos y esos objectos que nos llevan directos a ellos.
Recuerdo esos libros con dibujos como la mejor manera de iniciarse en la lectura, recuerdo Mujercitas, Miguel Strogoff... y después los libros de Enid Blyton y ya un no parar.
Nada que me ha encantado leerte,
Besos de medio vuelta

Ángeles dijo...

Pues sí, Juanra, ocho años. A mí también me cuesta creerlo, pero por más que hago la cuenta, no varía :D

Pero lo importante es que te haya vuelto a gustar y te haya vuelto a traer recuerdos agradables. ¿Has visto qué poder tienen algunos objetos para lanzarnos hacia atrás y llevarnos al pasado por un instante? Es asombroso y maravillos, ¿no? :)


Hola, Conxita. Tienes mucha razón: aún hoy, ocho años después de escrita esta entrada, y unos cuantos más después de recuperado el libro, cuando algunas veces vuelvo a abrirlo y releo algunas de las historietas vuelvo a sonreír por los recuerdos que me trae, pero también porque las historietas siguen pareciéndome graciosísimas.

Qué bonito lo que cuentas sobre esos ejercicios escolares y las sensaciones que te produjeron. Casi parece un relato de los tuyos ;)

Ah, Mujercitas y Enyd Blyton "y ya un no parar"... precisamente hay por el blog una entrada que trata justamente de eso y con referencias a esos mismos libros :)

Muchas gracias, besos, y encantada con tu "medio regreso".

MJ dijo...

Recuerdo esta entrada y lo tierna que me pareció en su momento y me sigue pareciendo hoy.
A mí me pasó algo curioso con un cómic que nunca tuve. Mi padre me compraba todas las semanas el "Don Miki" y lo leía tantas veces que me lo sabía de memoria. Mis personajes preferidos eran el pato Donald y su familia. Tenía casi todos los números de los primeros años de la colección. Me encantaban y aún hoy, de vez en cuando, releo alguno. Pero nunca tuve el número uno y siempre me pregunté cómo sería. Hace unos tres años reeditaron el primer volumen de la coleccion y corrí a comprarlo... No comenzaba contando el principio de la historia de estos personajes como yo esperaba, eran historietas autoconclusivas, pero me gusta tenerlo junto a los otros. Ahora el primer tomo está muchísimo más nuevo que el resto.

Anónimo dijo...

http://www.teinteresa.es/autores/miguel_aranguren/Heroes-zapatillas_0_946107485.html

Ángeles dijo...


Gracias, Anónimo!

Marisa C dijo...

¡Qué maravilla, Ángeles! Y qué suerte que te lo encontraras en aquella librería. No sabes la de veces que me he arrepentido de haber perdido los libros de mi infancia: es como un dolorcillo en el centro del pecho que escuece ligeramente. Disfrútalo mucho. Abrazos.

Ángeles dijo...

Perdona, MJ, me había saltado tu comentario. Sorry.

Te felicito por tu buena memoria y te agradezco lo que dices sobre esta entrada :) Y me alegro mucho de que completaras tu colección de "Don Miki" y la sigas disfrutando.


Muchas gracias, Marisa, me alegro mucho de que te haya gustado la historia.
Has descrito muy bien la sensación física de ese peculiar arrepentimiento, jeje, espero que no la sientas muchas veces.

Gracias y abrazos.