Ya saben ustedes que las palabras son como las
personas en muchos aspectos. Bueno, en todos, diría yo. Por ejemplo, hay palabras a las que conocemos
muy bien, tratamos con ellas con frecuencia, y tenemos una relación de confianza
con ellas. Incluso las queremos y nos enfadamos si alguien les falta al
respeto.
Otras son palabras a las que sólo conocemos de vista;
las reconocemos cuando las vemos pero en realidad no sabemos casi nada de
ellas, de su intimidad. Es decir, de su significado.
También están las palabras traicioneras, que nos hacen
creer que son una cosa y luego resulta que son otra; y las que nunca nos
fallan, con las que siempre podemos contar… En fin, igual que hay personas de
todo tipo, hay palabras de todo tipo.
En los últimos días me he encontrado yo con dos
palabras curiosas, una a la que no conocía de nada y otra a la que sólo conocía
de vista. Pero resulta que, por raras
que me parecieran, las dos tienen
parientes a los que todos conocemos.
La que no conocía en absoluto es congrua. La
verdad es que al verla me resultó un poco estrambótica, un poco chocante. Muy
chocante, en realidad, tanto que pensé que quizá era una errata. Me sonó a una
mezcla de congrio y congruencia. Algo totalmente incongruente,
por cierto.
Así que en seguida me puse a hacer averiguaciones
sobre ella, como esas vecinas chismosillas que quieren enterarse de todo.
Y así supe que no había ningún error y que congrua es la
“renta mínima” que se paga a un clérigo para su subsistencia.
La palabreja proviene del latin congruus, que
significa “apropiado”, “adecuado”, “conveniente”, y es en realidad la mitad de
la fórmula congrua portio, es decir, “la parte conveniente”.
Así que esa congrua que tanto
me llamó la atención sí tiene que ver
con lo congruente y la congruencia, que no son otra cosa que “lo adecuado”.
Por el contrario, y como era de sospechar, lo que no
pinta nada aquí es el congrio, porque ese pez tan feo no tiene que ver con congruus,
sino con conger, que a su vez se
debe al griego gongros. Aunque, pensándolo bien, si se reparte un
congrio entre varias personas, a cada uno le corresponderá también su congrua
portio, ¿no? Bueno, ya me disculparán ustedes la tontería.
La otra palabra rara con la que me he encontrado en
mis lecturas recientes, la que conocía de vista pero cuyo significado
desconocía, es infusorio. Al verla, lo primero que me pregunté
fue si tendría algo que ver con las infusiones. Pero, escarmentada por el caso del
congrio, pensé que otra vez estaba dejándome llevar por la paretología, o
etimología popular, esa especie de ciencia infusa que nos hace
establecer relaciones incongruentes de parentesco entre determinadas palabras.
Vaya: infusorio, infusión, infusa… la cosa se
complica.
El caso es que el diccionario me informó de que infusorio
significa “Célula o microorganismo que tiene cilios para su locomoción en un
líquido”. O sea, un gusarapo. Así que, me dije, mejor que no tenga nada que
ver con las infusiones.
Pero la cuestión es que entre la similitud de las dos
palabras y que en los dos casos hay líquido por medio, el asunto se volvía muy
sospechoso.
Sólo me quedaba recurrir a la etimología, a la
verdadera, la científica, esperando que ambas palabras no tuviesen ningún antepasado
en común.
Anton van Leeuwenhoek preparándose una infusión |
Y resulta que todo empieza con el verbo fundere,
que además de “fundir” significa “derramar”.
Y que de fundere se deriva infundere, que significa “verter
líquido en un recipiente” y de donde proviene “infundir”.
Por lo tanto, por culpa de los participios, el líquido
que está “echado en un recipiente” está “infuso”, es decir, infusus, infundido, de
donde proviene la infusión.
Y lo peor de todo: lo que se echa junto con el líquido
(por ejemplo, las hojas de tila) es lo infusorio.
Y así llegamos a
la desagradable conclusión de que el microorganismo, el gusarapo que se
desplaza por el líquido elemento, y las reconfortantes bebidas de hierbas
tienen un parentesco semántico irrefutable.
La culpa de todo esto la tiene el científico del siglo
XVII Anton van Leeuwenhoek, considerado el “padre de la microbiología”, que fue el
primero en observar esos bichejos y los llamó así, infusorios, con toda
congruencia, pero con un poco de mal gusto.
Y volviendo a la otra ciencia, a la infusa, ya hemos
visto que también es parte de la familia, porque se refiere a un saber infuso, es decir, infundido, o vertido en nosotros por alguna gracia
divina, como quien vierte el agua en un recipiente.
En fin, una vez más se demuestra que cualquier palabra
tiene tras de sí una historia interesante, y a su alrededor una serie de conexiones
que a veces resultan de lo más curioso, inesperado y sorprendente. Que las
palabras se funden, se confunden y se fusionan; que se infunden y se difunden;
y que su efusión y profusión es siempre congruente y adecuada.
17 comentarios:
Gracias por la interesante lección.
Y así se demuestra, una vez más, todo lo que aprendo contigo cada vez que me paso por tu rincón. No veas cómo me he divertido con tus descubrimientos. Siempre es un placer visitarte. Abrazos.
Hace unos días estuve en una charla en la que se hablaba de las palabras que nos habitan y que en función de aquellas que dejemos que lo hagan se acabará conformando nuestra manera de ser, algo con lo que estoy muy de acuerdo, las palabras no son inocuas, nunca lo son. Hoy tu prólogo me ha hecho recordar la conferencia viendo la admiración y ternura que hay en tus entradas por ellas.
Sobre esas dos interesantes palabras que nos traes, la primera me era del todo desconocida y me ha gustado como al final resulta que era un familiar del congruente, término que en estos tiempos se da con menos frecuencia de la que debería. Y en el caso de la segunda, mi ciencia infusa inmediatamente me ha recordado a las infusiones y mientras te leía me iba dando un poco de grima pensar en que esos infusorios podían estar flotando en mi fantástico te de frutos rojos, nada he pensado que el señor Anton fue muy poco considerado y podía haber pensado un poco en las bebedoras de infusiones.
Bromas aparte me ha encantado leerte, es fascinante ver el origen de las palabras y ser un poco detective como tú has hecho.
Besos y feliz domingo
¡¡¡Y tú una Marie Curie de las palabras!!! ¡¡¡Has investigado de maravilla!!! Y además has expuesto tus investigaciones con un salero y un interés sobresalientes. Pero es que intuyo que escondes donde sea un alma de psicóloga de primera magnitud: ¿tú te has fijado bien en lo que dices en el encabezamiento?:) ¡¡¡Me ha encantado!!!
Besitos, psico-lingüista;)
Gracias, Macondo, me alegro de que te haya parecido interesante la ¿lección? :D
Pues no veas, Marisa, cuánto me alegra que te diviertas cuando vienes por aquí.
Siempre es un placer tu visita.
Abrazos.
Conxita, qué interesante debió de ser esa charla, y me alegra que mi texto te la haya recordado.
También me alegra ver que no soy la única que opina que el señor van Leeuwenhoek tuvo un poco de mala sombra al ponerle nombre a sus bichitos :D
Gracias, eres muy amable.
Besos.
Sara, qué rumbosa y generosa eres en tus apreciaciones :)
La verdad es que las investigaciones lingüísticas éstas que hago me resultan muy divertidas, así que si algo de esa diversión se transmite luego en el texto y la percibís vosotros, me quedo contentísima.
Muchas gracias por tus amabilísimas palabras.
Besos.
Bueno, esta vez he quedado a medias: de la tal "congrua" no tenía ni idea, pero a los infusorios me los presentaron en clase de Ciencias, hace ya eones.
Sin embargo, y tal vez más interesante para mí que esas dos palabras -a fin de cuentas, ambas muy concretas- es el hecho de haber vivido hasta hoy sin saber lo que es la paretología: me acabo de enterar ahora, gracias a tus frondosas y didácticas explicaciones, y me ha encantado totalmente.
Da gusto venir aquí y conocer palabros inesperados. Por una parte se siente uno tal vez un poco ignorante de su propio idioma, pero por otra parte me voy siempre con la sensación de que soy un poco menos ignorante que cuando llegué.
Tu entrada me trasmite dos ideas.
Una: Me encanta pasar por aquí para aprender cosas que desconozco y que tienes esa virtud de trasmitir tan bien.
Dos: Son dos palabras que ni usaré ni añadiré a mi diccionario. ¡¡ que rarezas !!
Yo sé que eres de letras puras, pero serías una gran científica si de lo que se tratara fuera de extraer el adn de las palabras.
Me gusta el cuidado con que las tratas, cómo las pones bajo las lámparas a la vista de los estudiantes y las diseccionas limpiamente para que todos conozcamos sus entresijos y lleguemos a comprenderlas bien.
Vamos, que yo te propondría como candidata a Premio Nobel de las letras y las ciencias al unísono!
PD: Otro ejemplo con congrua, un poco incongruente:
Dejé el coche en doble fila y vinieron los municipales congrua.
Saludos del gusaparpo infusorio
http://www.revistalaocaloca.com/wp-content/uploads/2013/12/1211045465_f.jpg
Rick, no hay que sentirse ignorante del propio idioma, y no lo digo sólo por la cuenta que me trae a mí misma. Es que un idioma es algo tan inabarcable como el sentido de la vida por lo menos.
Me ha encantado eso de las “frondosas explicaciones” :D y también que hayas conocido la paretología, que sin duda es algo mucho más bonito y divertido que los dichosos infusorios,
Muchas gracias.
Gracias, Guille, a mí me encanta que te encante pasar por aquí.
Sí que son raras estas palabras, como otras que traemos de vez en cuando. Y sí que es difícl que podamos llegar a usarlas. Pero ¿y el simple gusto de conocerlas? ¿No es bonito saber que existen y que son así de curiosas? A mí me lo parece.
Muchas gracias, JuanRa. Me gusta tu visión de estas pequeñas investigaciones palabreras que hago. Podría decirse que has hecho una disección de mi disección.
Pero premio Nobel te lo deberían dar a ti, por tu hallazgo del gusarapo gafotas. Eso no lo vio van Leeuwenhoek y mira la fama que tiene.
PD: lo de los municipales congrua ya lo comentamos otro día, si eso :D
Lo de congrua me ha sorprendido. Sin embargo, no la palabra infusorios. Debe ser porque de chico me hicieron observar por el microscopio los seres que se cultivaban simplemente metiendo un puñado de hojarasca en un vaso de agua y dejando un par de días descansar esa "infusión". Podían verse al microscopio un gran cantidad de seres vivos: amebas, paramecios, vorticelas y otros que para mí no tenían nombre. Y mi profe dijo: Eso son infusorios.
Era curioso que alterando, por ejemplo con un grano de sal, una muestra de infusión, todos esos seres quedaban al instante paralizados por la muerte.El microscopio permitía verlo en directo. Me sorprendió desde entonces que a las personas sólo nos impresiona la muerte que vemos y no pensamos nunca en la muerte invisible.
,Lan, yo conocía las amebas y los paramecios pero nunca supe que se llamasen, como nombre genérico, infusorios.
Qué interesante tu pensamiento sobre la "muerte invisible", sobre todo para un niño. Será que lo que no vemos nos parece que no existe, como los infusorios, hasta que miramos por el microscopio de la experiencia.
Gracias por tu comentario.
Pues un artículo muy congruente, aunque no me tranquilice la información sobre la cantidad de infusorios que he degustado a mi pesar.
Saludos.
Hola, chafardero, encantada de verte por aquí. Aunque lamento que los dichosos infusorios te hayan causado "un mal trago".
Un saludo y gracias por tu visita.
Muy interesante, como siempre.
Me ha encantado el segundo párrafo, cuando reflexionas y comparas los distintos tipos de palabras con los distintos tipos de personas. ¡Muy buena reflexión y muy bonita!
No te imagino como una vecina chismosa que quiere enterarse de todo :-P No, no puedo verte así.
Muchas gracias por traernos palabras menos conocidas y contarnos todo lo que has descubierto sobre ellas.
Muchas gracias, MJ, eres muy amable :)
Y me alegro de que no me veas como una vecina chismosa, jeje. Era una pequeña broma, claro, porque, al igual que hay personas a las que les gusta enterarse de todos los detalles y enredos de las vidas ajenas, a mí me gusta enterarme de los entresijos, secretos y pormenores de las palabras. Uy, ahora que lo pienso, se podría decir que soy una chismosa del léxico :D
Muy interesante y muy simpático lo de congrua portio :)
Infusorio parece referirse a un aparato para hacer infusiones...pero ya veo que no.
Un saludo.
Gracias, Metalsaurio. Me alegro de que te haya gustado.
A mí me ha gustado lo del aparato para hacer infusiones. Ahora me parece algo muy lógico :D
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