El año pasado leí una novela titulada La librería
ambulante, (Parnasus on Wheels, 1917) de Christopher Morley.
En esta novela, que se desarrolla en Nueva Inglaterra a
principios del siglo XX, un hombre, el
señor Mifflin, viaja en un carromato
tirado por un caballo. Su negocio es la venta de libros y su pasión la
difusión de las ventajas de la lectura.
No hace mucho conocí la historia de otro divulgador de los beneficios de la lectura, este de carne y hueso, que en el siglo XXI cuenta prácticamente con los mismos medios que el de la novela, pero se enfrenta a mayores
dificultades y peligros ( y eso que el bueno de Mifflin también sufre lo suyo).
En La
Gloria, Colombia, una zona marcada por la violencia de grupos paramilitares y
bandas de asaltantes, un maestro de
enseñanza primaria llamado Luis Soriano
va de un lado a otro con dos burros. Uno
se llama Alfa y el otro Beto, y van cargados de libros.
Los
sábados por la mañana, muy temprano, el maestro sale de casa con sus dos
burritos libreros y una mesa plegable en la que ha pegado un letrero que dice
“Biblioburro”.
Llega a aldeas aisladas, donde los niños tienen padres analfabetos y viven en casas en las que no hay un solo libro.
Llega a aldeas aisladas, donde los niños tienen padres analfabetos y viven en casas en las que no hay un solo libro.
Al llegar, después de varias horas de camino a pleno sol, abre
la mesa portátil y a continuación pone en el suelo un peculiar top manta de las letras,
un picnic bibliográfico, con los libros que lleva ese día.
Los
niños se ponen a curiosear. Algunos se sientan a leer allí mismo, o a escuchar
leer al maestro o a hacer los deberes de
la escuela; otros se llevan algún libro en préstamo.
Un
día el maestro escuchó en la radio a un periodista que hablaba sobre el libro
que acababa de publicar, y le escribió pidiéndole que donara un ejemplar para
su biblioteca ambulante.
El periodista, conquistado por este proyecto singular, lo dio a conocer en la radio, y gracias a esto, don Luis Soriano empezó a recibir donaciones de libros que llegaban de muy diversos lugares, y además una entidad financiera donó dinero para la construcción de una pequeña biblioteca en el pueblo.
El periodista, conquistado por este proyecto singular, lo dio a conocer en la radio, y gracias a esto, don Luis Soriano empezó a recibir donaciones de libros que llegaban de muy diversos lugares, y además una entidad financiera donó dinero para la construcción de una pequeña biblioteca en el pueblo.
Don Luis inició su biblioteca itinerante, hace más de una
década, con los setenta libros que constituían su exigua biblioteca personal.
Hoy día, gracias a las donaciones, tiene casi cinco mil volúmenes,
entre libros infantiles, libros de texto,
novelas, ensayos y enciclopedias.
Al principio muchos se reían de él al verlo pasar con sus burros y sus libros y lo tomaban por loco.
En
una ocasión se cayó de su montura y se partió una pierna, a resultas de lo cual
sufre una cojera permanente.
En
otra ocasión lo asaltaron unos bandidos que, al ver que no llevaba dinero, le
robaron una novela.
A lo mejor la leyeron y todo, quién sabe.
A lo mejor la leyeron y todo, quién sabe.
Pero ni estas desventuras ni peligros mayores, como el de la guerrilla, arredraron a este valiente, que siguió adelante con su romántico empeño y que se emociona al ver cómo los niños a los que él enseña, son quienes a su vez enseñan a leer y escribir a sus padres.
Es
muy grato saber que su humilde y trascendente iniciativa ha ido poco a poco
alcanzando reconocimiento internacional.
Por
ejemplo, en 2010, la CNN le dedicó un reportaje en su sección CNN Heroes;
en la BBC y el New York Times también han aparecido noticias sobre el
biblioburro. Existe igualmente un documental cinematográfico titulado Biblioburro:
The Donkey Library, y además en otros
países como Venezuela y Etiopía se están llevando a cabo proyectos similares.
El
compromiso de este auténtico maestro no es solo con la cultura y la alfabetización;
es sobre todo un compromiso con el porvenir. Porque el conocimiento del mundo y de la vida que los niños adquieren a través de los libros, deriva, creo yo, en la
conciencia de quiénes somos, cada uno y los demás. Y en esa conciencia probablemente está la fórmula mágica del respeto; y el respeto es, entre otras cosas, el antídoto contra la violencia.
Aquí, otros héroes libreros
24 comentarios:
Genial historia esta que traes hoy y magistralmente contada (como siempre), que a un tiempo me emociona y me indigna. Emoción por comprobar que ante el empeño y decisión de algunas personas cualquier adversidad es superable. Pero indignación también porque en este mundo globalizado de "tablets" e información inmediata, aún hay enormes bolsas de pobreza e ignorancia, cultivadas por los poderosos, que aún no han alcanzado unos niveles mínimos de dignidad económica y cultural.
Una bonita historia, una historia de amor limpio y sencillo.
Y, también, una bella conclusión por tu parte.
Gracias.
Impresiona saber que hay vidas tan productivas. Vidas que son un regalo para otros. Vidas con un sentido y en lugares tan reales que uno siente que la suya es casi una vida sintética, con pocas cosas naturales.
Me ha gustado mucho.
¡Me has hecho llorar de emoción, Ángeles! Y me quedo casi sin palabras para expresar lo que siento. Entre tú y los magistrales comentaristas que acuden a tu blog, lo habéis dicho todo.
Huelga decir que me ha encantado la entrada.
Todo mi cariño.
Juann, muchas gracias.
Ya imaginaba yo que una histora como esta te gustaría…
Parece que todo tiene que ser así siempre,¿verdad?, un difícil equilibrio entre los buenos y los malos.
Sí, impresiona lo que puede lograr una persona sola cuando tiene un empeño verdadero, por más adversiddes que se le pongan por delante.
Lan, me gusta mucho eso de “una historia de amor limpio y sencillo”.
Gracias a ti, siempre.
Exacto, Soros: vidas productivas, con sentido, útiles para los otros. Vidas heróicas, aunque suene a tópico.
Muchas gracias.
Sara, como ya he dicho otras veces, lo mejor de este blog son los comentarios
y las personas que pasais por aquí. Yo me felicito por ello a diario.
Un gran abrazo.
Me he emocionado, en serio que tengo lágrimas en los ojos.
Luis Soriano sí que es un heroe, en un mundo donde esa palabra se utiliza con demasiada ligereza.
Me alegra saber que ha ido consiguiendo apoyos y sobre todo que hasta los ladrones leen con él!
Qué historia tan bonita, Ángeles. Con tu permiso la compartiré con un amigo que trae un bibliobús a mi pueblo.
Un abrazo.
¡preciosa entrada! para mí: estos son los verdaderos héroes, los que animan a que otros recuerden que hay maneras de viajar, y nuevas ideas que encontrar entre las páginas de los libros.
Llego aquí gracias a Loque, que me ha facilitado el enlace a mi correo.
Otro compatriota de este señor tiene una carreta literaria, que lleva por las calles de Cartagena y que estuvo en la FIL Guadalajara en el 2009 en un encuentro de promotores de la lectura.
Esos son los héroes de nuestros días, si Señor.
Un placer encontrar tu blog, Angeles.
Loque, me emociona que te hayas emocionado.
Y gracias por 'promocionar' esta entrada. Don Luis se lo merece.
Gracias, Manuela. Me encanta que quieras compartir esta historia. Qué trabajo tan bonito tiene tu amigo.
Bibliobulímica, el placer es mío.
Gracias por tus palabras, y espero que esta no sea tu única visita.
¡Qué maravilla de historia! Me ha emocionado profundamente. Otro ejemplo más de que la realidad supera muchas veces a la ficción, porque la labor de este hombre es casi una historia fantástica, un cuento con su moraleja de esperanza incluída.
Se la voy a hacer llegar a mi padre, que como sabes vive en Colombia, porque sé que le va a emocionar también.
Y es gracioso que muchos de esos niños podrán decir en adelante que aprendieron muchas cosas gracias a "unos burros" :D
Bravo por Don Luis Soriano, ojalá el mundo entero reconozca su encomiable labor, aunque se nota que llevando cultura y aprendizaje a los niños, ya se da por bien pagado.
La promocioné mucho, aunque solo haya comentado Bibliobulímica, me consta que se la leyeron (y se emocionaron) unos cuántos más.
Exacto, JuanRa: es una historia tan “perfecta” que parece un cuento.
Me ha encantado eso de que los niños podrán decir que aprendieron muchas cosas gracias a "unos burros" :-D
Y me encanta la labor de difusión que estais haciendo con esta historia, para que se conozca más la labor de este héroe sencillo y entrañable.
Y estoy segura de que a tu padre le gustará y se unirá a nuestro "club de emocionados" ;-)
Gracias!
Pues muchas gracias, loque ♥
Creo que a don Luis Soriano le gustaría saber cuánta admiración y emoción ha despertado en nosotros su labor.
Espero que don Luis sepa que desde aquí cuenta con unos seguidores que se enorgullecen de su labor.
Es una historia preciosa, para un relato o una película :-) Y, como siempre, tú lo cuentas maravillosamente bien, con mucho sentimiento, el mismo que despiertas en tus lectores.
Besos.
Muchas gracias por tus amables apreciaciones, MJ, tanto por lo que respecta a la historia como por lo que me atañe a mí misma.
Besos.
Una iniciativa interesante: http://www.diariosur.es/v/20130128/cultura/libreria-paga-20130128.html
Saludos
Gracias, Anónimo.
Sí que es interesante. Me lo apunto en la agenda :-)
¡Jo! Esta entrada me la salté. ¡Y mira que es bonita! Esto si que es amor a la profesión y heroísmo
Debería servir de ejemplo para muchos hipocritillas que cuando queremos justificar nuestro puesto de trabajo, por ejemplo, decimos aquello de que nuestro trabajo es un servicio público, etc, siendo que, muchas veces de lo que estamos preocupados realmente, es de nuestro futuro.
carlos
Es cierto, Carlos, que con historias como esta nos podemos sentir apabullados y sentir que lo que hacemos nosotros no tiene ninguna importancia. Pero cada uno tiene un papel en el mundo. Lo importante es desarrollarlo con dignidad y pensar que, por insignificante que sea, siempre habrá alguien a quien le sea de provecho.
Cuando sea mayor me dedicaré a eso.
En vez de en burro iré en mi mercedes de cuarta mano.
Ahora tengo que encontrar la zona en donde desarrollar mi ardua labor.
Tiene que haber niños, carretera asfaltada y wifi para mi mientras espero las visitas
jijijijijiji
Con tipos como ese hasta los burros aprenderían a leer.
A ti te tendrían que nombrar directora redactora de los informativos de la televisión nacional
Directora porque encuentras historia constructivas.
Redactora porque las cuentas mucho mejor que esos que salen a hablar pero no saben el idioma.
Una gozada... color azul con chispas amarillas.
Guille, no creo que te resultara muy difícil encontrar sitios donde desarrollar tu encomiable proyecto. Hasta me parece que es más fácil encontrar lugares con wifi que sin wifi, jeje.
Muchas gracias por tus palabras, tan amables como de costumbre (me estás acostumbrando mal, eh?), y por venir, una vez más, desde el futuro.
Me alegro mucho de que te haya gustado.
oh qué preciosidad de historia, me ha encantado ese biblioburro y sobre todo ese hombre y sus ganas, gente así hace que no se pierda la esperanza. Mucho más se tendría que difundir la labor de este héroe anónimo, eso es amor y ganas de compartir con aquellos a los que de otra manera costaría mucho hacer llegar esos libros. Precioso, muchas gracias Ángeles por estas historias auténticas que emocionan.
Un beso
Conxita, me alegra mucho que hayas venido hasta esta entrada, porque yo suponía que esta historia te habría de gustar.
Como dices, estas historias -no sabemos cuántas similares habrá por ahí- son conmovedoras, y creo yo que inspiran y dan mucho que pensar.
Gracias y un beso para ti también.
Hola Ángeles.Me ha gustado mucho la historia del biblioburro.Muy bien contada.En nuestro país nunca se le ha dado la debida importancia a la escuela pública.Hemos dejado que la confesión católica se apodere de esa fase tan importante de la educación.Siento envidia de Francia,Inglaterra y los otros países avanzados que apostaron por la ilustración del pueblo.Por eso los apellidos españoles brillan por su ausencia en los libros científicos y de pensamiento.¡Doctores tiene la iglesia!Bueno , de momento no hay remedio.La gente sigue apostando por sus viejos corruptos.Enhorabuena otra vez por tu sensibilidad, ilustración y sutil escritura.
Muchas gracias, Juan Carlos, por tus amables palabras (las que se refieren a mi humilde persona, claro :D).
El tema de la educación es muy peliagudo, pero historias como estas nos muestran el poder de la voluntad, la fuerza de una convicción y el alcance de un empeño. Y sobre todo, qué fácil y auténtica sería la educación de las personas, su iniciación en la cultura, si estuviese en manos de quienes verdaderamente se preocupan por ello. Si a los que se dedican a la enseñanza y la educación -al nivel que sea- les importase verdaderamente que los alumnos aprendieran. Pero con demasiada frecuencia eso es lo que menos importa.
Me alegro mucho de que te haya gustado.
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