jueves, 26 de septiembre de 2013

Marcas de lápiz

 
Hace unos días un amigo me ha regalado dos libros suyos, es decir, dos libros que él tenía. Ya los leyó hace tiempo y pensando que me podrían gustar ha querido que los tenga yo en vez de dejarlos olvidados en un estante.
Están un poco ajados y uno de ellos tiene su nombre escrito y algunas frases subrayadas. Mi amigo se disculpó por esto, pero yo le dije lo que ya hemos comentado aquí en otras ocasiones: que los libros usados tienen un encanto especial, porque llevan la huella de alguien, porque tienen vida dentro.
El caso es que este asunto de los libros de segunda mano me recordó un pasaje de un libro que tengo entre mis favoritos y que dice así:
 
“Parece tan nuevo y flamante como si nadie lo hubiera hojeado nunca, pero alguien lo ha leído: se abre espontáneamente por sus pasajes más bellos y el fantasma de su anterior propietario me señala párrafos que jamás he leído antes.”
 
(Helen Hanff. 84 Charing Cross Road)
 
Como este parrafito me daba la razón, me reafirmé en mi teoría y me reafirmé también en que mi fea costumbre de subrayar los libros y poner marcas (a lápiz, eso sí) en las partes que más me gustan, no es tan mala después de todo.
 
Sé que hay personas a las que les gusta mantener sus libros impolutos; que se lavan las manos antes de ponerse a leer; que apenas los abren para que no les queden estrías en el lomo, y que por supuesto jamás les pondrían una marca ni siquiera a lápiz.
 
Pero a mí me parece que los libros no son solo para leer su contenido, sino para disfrutarlos del todo, para tratarlos con familiaridad, para sentirse cómodos con ellos. No se trata de maltratarlos, por supuesto, sino de no andarse con remilgos. El buen trato no está reñido con la confianza.
 
Entonces pensé en lo agradable que es leer así, manteniendo una relación cordial con el libro, porque así su contenido fluye dentro de nosotros sin inconvenientes, sin estorbos, y a su paso va dejando sin contratiempos sus efectos beneficiosos,  que  a veces hasta podemos notar físicamente y que se quedan con nosotros como parte ya de nuestra persona.
 
Mientras pensaba en esto, y después de colocar el libro en su sitio, oí la vocecilla de uno de esos duendes que viven en las estanterías (que sí, que sí, que es verdad), y que me señalaba otro pasaje que, a juicio del duende, podría gustarles a ustedes.
El pasaje en cuestión es uno que habla precisamente del placer de la lectura:
 
“Ese placer es tan curioso, tan complejo, tan intensamente fecundo para la mente de cualquiera que lo disfrute y tan copioso en sus efectos, que no resultaría en absoluto sorprendente descubrir […] que la razón por la que hemos salido de las cuevas y soltado los arcos y las flechas […] no es otra sino esta: hemos amado la lectura.”
(Virginia Woolf. Leer o no leer)
 
Y entonces recordé haber leído otro párrafo de otro libro en el que también se hacía referencia a esto de lo que estamos hablando. ¿Dónde era? Y sin mucha dilación el duende me señaló el libro y el párrafo que yo quería:
 
 “Porque la lectura de estos libros parece ejercer sobre nuestros sentidos un curioso efecto balsámico; nos hace ver las cosas con mayor intensidad; parece despojar al mundo de un velo y dotarlo de una vida más intensa.”
 (Virginia Woolf. Una habitación propia)
 
Sin duda, los subrayados de los libros, las marcas que en ellos deja el uso, son señales de  aprovechamiento, pruebas del servicio que prestaron, signos de  que no pasaron sin más por las manos de quien los leyó.
Así que yo seguiré encontrando interesantes los libros usados y pensaré que los que hoy son míos quizá un día sean de alguien a quien también le guste ver en ellos las huellas que  dejé yo.
Y mientras tanto, subrayaré y señalaré los pasajes que más me gustan, más que nada para facilitarles el trabajo a los duendes.
 
 

 

 
Los fragmentos corresponden a las siguientes ediciones:
- Helen Hanff. 84 Charing Cross Road. Anagrama, 2002
- Virginia Woolf. Leer o no leer y otros escritos. Abada Editores, 2013
- Virginia Woolf. Una habitación propia.  Alianza Editorial, 2012


21 comentarios:

loquemeahorro dijo...

No soy yo de escribir en los libros (pero si es en lápiz no aviso a la Inquisición ni nada), pero también hay que decir que una vez leí en un blog las manías que tenía la gente con los libros ("físicamente") y me quedé bastante alucinada con cosas como "solo abro los libros un ángulo máximo de 45 grados".

Que si tienes en tu casa el Beato de Liébana lo entiendo, pero si no es pasarse un poquillo, pienso yo.

Marisa Entre mil letras dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. No hay nada mejor que releer un libro de hace años y ver mis antiguas anotaciones. Lo que siento es que, ahora, la mayoría de los libros que leo son de la biblioteca de mi madre, o sea, prestados, y no es plan lo de escribir en ellos, así que me he agenciado una libretita donde garabatear. Pero no hay color, en absoluto. Donde esté una buena nota al margen que se quite lo demás. Y lo mismo digo si el libro me lo deja otra persona: qué diferente puede ser una misma novela vista por otros ojos.

Manuela Mangas Enrique dijo...

En este sentido, soy igualita que tú, Ángeles: subrayo y anoto a lápiz todo lo que considero relevante. En mi caso, es una necesidad. Eso no quiere decir que no los cuide. Pero sí, se nota que mis libros han sido abiertos y tocados muchas veces. Yo respeto a quienes les gusta tenerlos impecables, pero me parece que les falta algo, vida, no sé... como que están más tristes en la estantería. Además, a los duendes de mi casa les encanta leer por la noche lo que yo anoto durante el día. Son un poco cotillas, no lo pueden evitar.

Muchas veces he vuelto sobre un libro al cabo de unos años y me he preguntado por qué subrayaría esa palabra, esa oración o ese párrafo. Otras, recuerdo perfectamente el motivo que me llevó a destacar algo.

Estupendos los pasajes que nos regalas.

Un abrazo.

Sara dijo...

A mí lo que me pasa fundamentalmente es que leo en E-book (primicia: se me ha roto), y así es imposible subrayar ni anotar nada. Y cuando leo en papel, me pasa lo mismo que a Marisa, que los libros son de mi marido y me parece una falta de respeto "ensuciarle" sus muy amados vólumenes. De todas formas, estoy con loque. Yo, antes, era muy de dejar los libros como el eccehomo de Cecilia, pero ahora, aun pudiendo, ni los toco.

Besos y achuchones.

Anónimo dijo...

En mi caso, si un buen libro cae en mis manos, acaba con marcas de lápiz; a veces incluso hago anotaciones en una libreta. En el caso de leerlos en formato digital tengo que recurrir a la libreta sí o sí.
Muy buenas las citas. Me han encantado.
Inma C.

Ángeles dijo...

Loque, ¿un ángulo de 45 grados? ¿Y eso cuánto es? ¿Se ve la última palabra de cada renglón? Sí que los hay "cuidadosos", sí.

Por supuesto, Marisa, si los libros no son nuestros, nada de escribir en ellos. Y sí, observar las anotaciones y subrayados de otras personas es interesante, pero quizá aún más lo es observar las propias al cabo del tiempo.
Gracias!

Manuela, pero no me extraña nada que coincidamos en este asunto, no sé por qué, je-je. Para mí también es una necesidad marcar lo que me parece más interesante, necesito tenerlo localizable para posteriores ocasiones. Y además, si así los duendes se entretienen por las noches, pues mejor que mejor ;-)

Me alegra mucho que te hayan gustado los pasajes :-)

Un abrazo.

Ay, Sara, ¿qué vas a hacer tú ahora sin tu ebook de tu alma? Espero su pronta mejoría, por tu bien intelectual ;-)

Por supuesto, ni se te ocurra mancillar los libros de tu marido. Los libros ajenos, ya lo hemos dicho, no se tocan.

Achuchada quedo :-)

Inma C., qué alegría verte por aquí.

Ah, las benditas libretas, ¿qué sería de nosotros los lectores sin ellas? ;-)

Si te han gustado las citas, me permito recomendarte los libros enteros. Son "una pura cita" todos ellos.

MJ dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho Loque, incluso con lo de la Inquisición (tranquilidad, que yo tampoco voy a llamarla). Me parece comprensible que anotéis en los libros, que consideréis que esos libros tienen más vida :-) y además, si es para darles un rato de distracción a los duendecillos, mejor que mejor. Yo prefiero tenerlos como nuevos, no llego a poner el libro en ángulo de 45 grados ni a lavarme las manos antes de leerlos, pero los quiero tener los más nuevos posible.

Loque, me imagino que no recordarás donde leíste lo de las manías de los lectores con sus libros en papel, me resulta un tema interesante y ya me ha picado la curiosidad. Si te tropiezas con ello de nuevo, pon el enlace, porfa :-)

Sara, en el e-book sí que se puede subrayar y poner notas. Yo lo hago constantemente (habéis visto que curioso, lo hago en el e-book y no en el libro de papel, porque en el fondo el e-book es como menos libro, menos sagrado) aunque es como si lo hiciera a lápiz, porque luego, cuando he terminado el libro, lo borro. Si tienes un Kindle te digo como hacerlo, otro modelo no manejo yo...

Ángeles, gracias por hacernos reflexionar sobre un tema tan interesante. Y enhorabuena por ese maravilloso regalo, un libro siempre es buena idea :-)

MJ

Sara dijo...

Muchísimas gracias, MJ querida, pero ya no tengo ni Kindle ni nada. El mío era un Prixton (que en paz descanse), y tenía hasta luz interior para leer por las noches sin molestar al vecino... En fin, era una auténtica monada, pero estoy casi segura que no tenía nada para subrayar.

De nuevo muchas gracias por tu amable ofrecimiento, MJ.

Ángeles dijo...

MJ, no sé si Loque podrá decirte el sitio concreto, pero si pones en Google "manías lectoras" tendrás para entretenerte un rato largo :-)

Me resulta interesante que digas que el ebook es "menos libro, menos sagrado". Precisamente yo no comparto esa tendencia que hay a veces de sacralizar los libros. Yo los veo como algo cercano, cálido, como un amigo que me cuenta cosas, con el que me encuentro cómoda y con el que voy "comentando" lo que me dice :-D

Muchas gracias por tus reflexiones y por todo :-)

JuanRa Diablo dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo, Ángeles. Al 100%

Encuentro muchísimo encanto en los libros de segunda mano, y me gusta encontrar palabras o frases subrayadas (algo que también hago yo constantemente, con lápiz, por supuesto)
Si encima descubro entre sus páginas alguna nota escrita, alguna tarjeta, dibujo, flor seca, lo que sea... oh, maravilla!
¿No tendrá más alma un libro que fue explorado, disfrutado, querido que uno nuevo, de páginas inmaculadas y sin marcas de vida? Pues claro que sí.

Por eso los e-books tendrán muchas ventajas sí, y el mensaje que transmiten será el mismo, pero siempre resultarán asépticos y fríos, como comerse una naranja con cuchillo y tenedor. Falta placer.

El que estoy leyendo ahora (Las uvas de la ira)me lo traje de Colombia. Tiene manchas que parecen de café. Algún dueño anterior quizás lo leyera tomando su taza diaria.
A los duendes de mi biblioteca y a mí nos hace gracia este detalle y lejos de importarnos, hasta nos gusta más.

Ángeles dijo...

Eso es, JuanRa, el ebook es muy práctico en ciertos aspectos, pero frío y aséptico. Y me da la sensación de que, al no haber hojas que tocar, páginas que pasar con mi mano, se crea una distancia, una barrera entre la historia y el lector. Falta cercanía, calidez, contacto, todo eso que contribuye a disfrutar la lectura de forma integral.

Mis duendes les mandan un saludo a los tuyos :-)

Juan M de los Santos dijo...

De nuevo, Ángeles, una exposición bella, coherente, precisa y conmovedora. De acuerdo en todo lo que dices. Yo también he hecho mis incursiones en el e-book. Es un cacharro interesante desde el punto de vista tecnológico, pero donde esté un libro de los de siempre...
Me gustaría añadir una nueva perspectiva sobre este asunto. Cuando releemos, al cabo del tiempo, esos libros que atesoramos desde la juventud -cosa que hago a menudo-, ¿podremos quizá encontrar algo de lo que fuimos, de lo que pensamos, de lo que sentimos en el pasado...?

Ángeles dijo...

Ay, Juan M, muchas gracias por tus palabras.

Yo creo que sí, que del mismo modo que nosotros atesoramos los libros, como tú dices, ellos "nos atesoran" a nosotros, guardando entre sus páginas parte de ese "nosotros" que somos cuando los leemos.
Me imagino que esto es una visión muy romántica de las cosas, pero qué más da, ¿no?

Un saludo and thanks again :-)

Mae Wom dijo...

Yo intento tratar bien a mis libros, aunque no llego a ponerme guantes ni abrirlos solo 45º ;P pero si hay algo que me molesta es ver anotaciones a boli. Parecen cicatrices.
Sin embargo a lápiz es distinto, van envejeciendo con el tiempo e incluso parece que están más vivas. Me imagino a la persona que las hizo escogiendo el lápiz en vez de otro útil de escritura para disfrutar el libro respetándolo como un amigo....eso y que yo tengo mucha imaginación. ;)

Ángeles dijo...


Por supuesto Mae, las marcas a lápiz, y siempre en libros propios. Los ajenos no se tocan.

Yo creo que el lápiz y el libro son compañero inseparables, se llevan bien y envejecen bien juntos :-)

Anónimo dijo...

Mi madre tiene razón: los libros cogen mucho polvo...y duendes y de todo. ¡A ver si les pasas el plumero!.
Pues yo, ¡hala! a lo burro, con boli muchas veces: el nombre y la fecha de adquisición. Si es que soy un cafre...

carlos

Ángeles dijo...

No, no, Carlos, ponerles el nombre y la fecha a boli no es ninguna burrada.
Yo misma les pongo la fecha casi siempre (cuando no se me olvida), y siempre la ponía con lápiz, muy discreta. Pero últimamente la estoy poniendo con boli, porque he comprobado que en los más antiguos la fecha a lápiz va desapareciendo.

Y el nombre se lo pongo si los saco de casa, por ejemplo para el club de lectura. No sé si sirve de algo, pero a mí me da cierta tranquilidad.

guille dijo...

El tratar al libro como si fuera un tesoro no lo acabo de entender.

Los libros piden ser subrayados, usados, releídos.

¿Que se quiere? ¿Leerlos una vez y tenerlos en una estantería (si puede ser con cristal) los siguientes 40 años?

Subrayo, a boli azul para encontrar las frases o fragmentos que me gustan rápido.
Me gusta que quienes reciben un libro mío en préstamo subrayen (les pido que en rojo) para ver en que coincidimos y -sobre todo- para que me descubran lo que no supe ver.

¿Si te regalan un libro leído y ya subrayado, no lo subrayas ty ahora que es de tu propiedad?
Hay que hacerlo, y mejor en colores diferentes.

Lo siento, me hacen gracia quienes tienen un libro que han leído en el 84 del anterior siglo y no han vuelto a abrir...pero eso si: sin ninguna marca.

A esos les recomiendo que no los dejen en herencia que si le llegan a un atorrante como yo...........

Me encantan tus entradas que me llevan a partes de mi cerebro.
Pienso lo que dices y me encantan las referencias.

Ángeles dijo...

“Los libros piden ser subrayados, usados, releídos.” Eso creo yo, Guille, que a los libros les gusta que los tratemos con confianza y que saquemos de ellos el máximo provecho posible.

Gracias por tus opiniones y tus pareceres. Y me encantan las dos últimas líneas. Thank you.

Rodión dijo...

Me ha gustado especialmente la segunda cita que has dejado de Virginia Woolf: no puedo estar más de acuerdo. Nunca he leído a esta autora.

En cuanto al tema principal, me declaro culpable hasta cierto punto. Tiendo a cuidar bastante los libros en según qué aspectos: que los lomos no se estríen, que las esquinas de las cubiertas no se doblen, y por supuesto que no sufran de humedad ni... miedo da decirlo... manchas de café (¡horror!). Todo esto lo admito, aunque tampoco llevo demasiado lejos los miramientos más allá de esto.

Ahora bien, de tanto en tanto escribo en los márgenes a lápiz (con eso no tengo ningún problema) o los firmo en la portada con boli. También los subrayo en ocasiones puntuales con lápiz o rotulador amarillo, que se ve más, y esto quizá sorprenda dadas las anteriores manías confesadas con respecto a la cubierta de los libros, pero es útil para localizar pasajes en un futuro. Y qué decir de las dedicatorias ajenas, que aumentan el valor personal del libro.

Así que, en resumidas cuentas y manías aparte, coincido bastante con tu visión del asunto. Porque luego hay libros que han acompañado a uno durante muchos años, y esas marcas del tiempo le añaden valor. Aunque en su momento 'jubilé' ejemplares de algunas de mis novelas preferidas para adquirirlas en una mejor edición o traducción, conservo, por poner un ejemplo, el mismo 'El señor de los anillos' que leí de crío, con sus lomos doblados, sus páginas amarillentas y algunas despegadas, y no tiene precio.

Ángeles dijo...


En primer lugar, Rodión, gracias por venir a leer y comentar, eres muy amable.

Me ha sorprendido un poco lo de subrayar con rotulador, no porque me parezca incoherente con los otros cuidados que mencionas, sino por el hecho en sí. Yo no tengo problema en subrayar o poner marcas con lápiz, pero lo del bolígrafo o el rotulador me impone porque me parece más definitivo, más "sin vuelta atrás". Aunque creo que eso mismo también tiene su valor, precisamente por ser una marca "imborrable", un testimonio más firme.

Sobre el valor que adquieren los libros con las dedicatorias, o los ex-libris, o cualquier otro detalle que los haga únicos, también hemos hablado en el blog en más de una ocasión, pero esta vez no te pongo en compromiso ;)

Gracias.