lunes, 22 de noviembre de 2021

Risas léxicas (segunda parte)

(viene de aquí)

Decíamos en la entrada anterior que hay palabras que nos resultan divertidas por su mero sonido; que nos hacen gracia aunque su significado no aluda a ningún concepto cómico.

Me ha pasado siempre, por poner sólo unos cuantos ejemplos que me vienen ahora  a la cabeza, con términos como psicopompo, sochantre, Machupichu, cimborrio, mercachifle... que me parecen divertidísimos. 

También ocurre esto con palabras inexistentes, bien porque las inventemos a propósito, o, más divertido aún, cuando son producto de un lapsus linguae (cuando se nos lengua la traba) o  de un lapsus calami (nuestras amigas las erratas), como cuando yo misma, hace unos días, en vez de "cosmopolita" escribí cosmopilita. Una simple vocal en lugar de otra y la risa está servida.  

Pero, como nos preguntábamos en la entrada anterior, ¿por qué será que algunas palabras nos resultan cómicas y nos hacen reír? ¿Por qué, independientemente de su significado, el sonido de esas palabras nos parece por sí mismo divertido? ¿A qué se deberá esta jocosidad fonética?

Esta pregunta, claro está, no  me ha intrigado a mí sola ni en compañía de ustedes. Hace unos años, el profesor Chris Westbury de la universidad de Alberta, también se lo preguntó al ver que unas personas que colaboraban con él en un estudio sobre una cuestión lingüística diferente, se partían de risa con determinadas palabras inventadas que les presentaba. Inventadas con otra finalidad, claro, sin ninguna intención de hacer reír.

Entonces, intrigado por esta circunstancia, se puso el erudito a pensar sobre el asunto, y llegó a la conclusión de que la clave está en la combinación inusual de los sonidos dentro de la palabra. Es decir, cuando las letras y sus correspondientes sonidos se combinan de manera poco frecuente en un idioma determinado se produce ese efecto cómico. Dicho de otro modo, es la sorpresa, lo inesperado de esos sonidos, lo que nos produce esa sensación divertida.

Lo más llamativo es que esta idea surge en realidad, como indica el profesor,  de una teoría de 1818 y elaborada nada menos que por Schopenhauer, que no tiene fama de gracioso precisamente, y que propuso que el humor proviene de una desviación de lo esperado.  

Así pues, podemos concluir  que cuanto menor sea la posibilidad de que determinados sonidos aparezcan juntos en una palabra, cuanto menos esperemos una determinada conjunción de sonidos, mayor será el efecto cómico de esa combinación. Y que por lo tanto, algo tan intangible, tan etéreo como el humor, sería en realidad cuantificable, porque  sería cuestión de probabilidades.

Al contemplar la cuestión desde este punto de vista, observo que muchas de las palabras que he puesto como ejemplo, tanto en  esta entrada como en la anterior, tienen en común unas combinaciones de sonidos determinadas: machucho, sochantre, mercachifle, Machupichu... Parece que a mí, y tal vez a ustedes también, la repetición del sonido /ch/ dentro de una misma palabra me resulta cómico, al igual que ese sonido /ch/ en combinación con otros quizá también poco frecuentes en nuestra lengua, como /fl/ en posición final. Y pienso ahora en otras dos graciosísimas, como "chufla" y "cuchufleta", que también cumplirían esta regla desmañada que acabo de establecer de manera insensata.

Por supuesto, para llegar a una conclusión certera habría que hacer un análisis meticuloso de cuáles son las combinaciones de sonidos más y menos frecuentes en español, y qué posibilidades hay de encontrarlas en posición inicial, intermedia o final de la palabra.

Pero creo que esta pequeña muestra, estos escasos ejemplos nuestros, pueden indicarnos que, en efecto, la teoría del profesor Westbury no es ninguna chufla.


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18 comentarios:

Albada Dos dijo...

Es que hay, estoy segura, condiciones de pronunciación que hacen fácil las confusiones, y hasta al escribir, como te pasó a ti, qeu nos ocurren tontamente.

Un abrazo, y gracias por tan interesante apunte.

TORO SALVAJE dijo...

Yo solo te voy a decir que hablo idiomas inexistentes cuando me paran por la calle para venderme algo.
He llegado a tal nivel que incluso los vendedores políglotas acaban dándose por vencidos.
Con rictus imperturbable emito largas frases de palabras inventadas en las que predominan la letra k y vete a saber porqué las terminaciones, skaya, osky y chunlai que derrotan sin paliativos a los más recalcitrantes vendedores que acaban despidiéndose de mi diciendo okay, okay, okay... También es cierto que alguno de ellos se ha ido con la mosca detrás de la oreja pero obviamente no tiene manera de de contrarrestar mi estrategia victoriosa.
En cuanto a las risas, si alguien me acompaña en esos momentos, tiene que hacer titánicos esfuerzos para no destriparse allí mismo en carcajadas porque a veces estas conversaciones han durado un minuto o dos...

Besos.

Macondo dijo...

Seguramente diré alguna burrada, pero observo que los sonidos con ch despiertan ternura, quizá porque son pronunciados por los niños pequeños con más facilidad que los que tienen las palabras oficiales. Las palabras creadas por los niños con esos sonidos son asumidas con frecuencia por los mayores para dirigirse a ellos. A veces, incluso termina teniéndolas en cuenta la RAE. Por poner un ejemplo: “Como te has comido la chicha y te has tomado la cheche, voy a darte de premio una chuche”.
La mejor representante de ese sonido puede ser el chachachá.
Son muy interesantes y amenas estas entradas que nos regalas.

Rodión dijo...

Muy interesante la teoría de Westbury. Aunque a priori parezca compilado cuantificar el humor derivado de la fonología, por la posible influencia de la variable semántica en muchas ocasiones, o por los parecidos con otras palabras, puede aportar bastante para comprender cómo funciona nuestro humor. Así que tu propuesta con ejemplos castellanos no es tampoco ninguna trucha.

No sabía lo de esa teoría de Schopenhauer, aunque le pega bastante, a pesar de su carácter huraño, porque tiene textos de esa clase, y un humor negro muy inglés, para ser alemán.

Aunque no fuese ningún académicor, me viene a la mente ese genio del humor de tu tierra, el gran Chiquito de la Calzada. El contenido de sus chistes no era nada del otro mundo, y de hecho algunos eran ya muy viejos, pero la gracia estaba en cómo los contaba, así como en la cantidad de lapabras que inventó. A veces, el juego de Chiquito era mezclar usos castellanos con falsos anglicismos (inteligentemente mal pronunciados, o mal incorporados), o palabras con extrañas terminaciones, de forma que hacía gracia la mezcla fonética inesperada: 'acandemor', 'grijander', 'no puedor', 'fistro'... Desde luego, a un extranjero que esté estudiando español le costaría mucho entender su humor.

Fe de etarras: cambiar 'compilado', 'trucha', 'lapabras'... Cuántas veces no nos ha pasado lo del mono de tu entrada enlazada.

Chaly Vera dijo...


CATRASCA”: cuando uno comete, error tras otro error, estamos ante una catrasca (a quien incurre en éste comportamiento se lo conoce también como catrasca). Para ahondar en el sentido de esta palabreja, solo hay que descomponerla en sus tres sílabas, CA-TRAS-CA, y tenemos “cagada-tras-cagada”; con lo que podemos decir que tenemos un Gobierno CATRASCA.

Rick dijo...

Pues ahora que lo diches, sí que es notable la presencia de "ches" en las palabras más dadas a la risa. Y a veces hasta cuadra la palabra con el ente que representa: cuando era pequeño (y creo que aún hoy) me hacía el chimpancé, tanto por su nombre como por su simpática presencia, que por entonces me recordaba a los dibujos animados.

Visto así, no tengo muy claro que sea siempre la sorpresa lo que causa la risa (hablamos exclusivamente de fonemas, por decirlo así), ya que esta, como casi todas las palabras que nos causan risa, son sobradamente conocidas y siguen haciéndonos reir. Yo diría que, más que lo unusual, es lo especial. La especial mixtura que forman algunas sílabas en cada idioma. En fin, que la lexicografía tiene su propio sentido del humor. ¿Lo tendrán también los números y no lo sabemos?

Beauséant dijo...

me has recordado un poema de Cortázar plagado de palabras inventadas que lo hacen muy erótico:

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé!

javierfuzzy.blogspot.com dijo...

Gracias a nuestras habituales rutas con la bici de montaña no han sido pocas las veces en las que mi hermano y yo hemos terminado en algún pueblo medio perdido (eso que ahora se conoce como "España vaciada"). Y antes de llegar a esos parajes también hemos tenido la suerte de cruzarnos con gente del campo, pastores, ganaderos, labradores, campesinos. ¡Que gozada de vocabulario el empleado por la mayoría de ellos! Y me refiero tanto a palabras normales, pronunciadas con un énfasis ardorosamente pueblerino, como a los gritos o expresiones estentóreas que utilizan para llamar la atención de sus animales. Los que suelen moverse cerca del mundo rural coincidirán conmigo en que los sonidos que se emiten desde esas gargantas prodigiosas (muchas veces imitando el de los animales a los que dirigen su atención) forman una experiencia digna de atención. No se si esto que comento tiene mucho que ver con el meollo principal de la entrada, pero el caso es que, imitando mi hermano y yo las conversaciones escuchadas durante la jornada, ya de vuelta a casa, nuestras carcajadas resuenan por toda la autopista.
Saludos,

Anónimo dijo...

¿Y tú estás segura de que cimborrio es graciosa sólo por su sonido o porque recuerda a algo escatológico... jijiji
Genial tu teoría chumorística; me parece de lo más acertada ¡Chandrío y chipiarse (calarse hasta los huesos en mi tierra) también la llevan jajaja
carlos

Conxita C. dijo...

Anda no sabia que la ch era tan graciosilla jajaja, tu teoría de la ch es de lo más creíble.

Me ha parecido interesante lo que decía Schopenhauer que el humor proviene de una desviación de lo esperado y tengo que reconocer que me he reído mucho imaginando a Toro y su idioma inventado, he soltado la carcajada pensando en los destinatarios de la parrafada y a los acompañantes intentando aguantar las risas.

Un beso

MJ dijo...

¡Con lo serio que siempre me pareció Schopenhauer! Se ve que él también tenía su sentido del humor y tuvo tiempo de ocuparse de estas cuestiones.
Creo que el profesor Chris Westbury puede tener mucha razón en la cuestión de que la combinación inusual de sonidos y lo inesperado nos produzca risa. Y, además, es cierto, que repasando esas palabras graciosas, muchas tienen la "ch". Algunas parecen un chiste.
Unas teorías muy interesantes. Gracias por compartirlas con nosotros.

Ángeles dijo...

Pues sí, Albada, ya hemos comentado aquí en otras ocasiones que a las palabras les gusta jugar con nosotros, y hacernos quedar mal, jeje. Son así de gamberrillas.

Gracias a ti, me alegra que te haya parecido interesante.

Un brazo.


Entonces, Toro, eres un poquito Terremoto Crazy tú, eh? :D
No sé qué me resulta más divertido, si tú hablando esa "lingua ignota" tuya, o tus acompañantes intentando contener la risa. En cualquier caso, una de esas actuaciones tuyas debe ser un espectáculo digno de ver. Y oír :D

Una prima mía y yo hacíamos eso cuando pequeñas, pero sólo entre nosotras: nos poníamos a hablar en plan "chunlai", como tú dices, y manteníamos estupendas conversaciones absurdas y divertidísimas.

Besos.


Es cierto, Macondo, el sonido /ch/ parece siempre presente en el lenguaje infantil, en los diminutivos y en las palabras que denotan agrado y, como dices, ternura.
De alguna manera nuestro cerebro hace determinadas asociaciones entre sensaciones y sonidos, no cabe duda.

Me alegro mucho de que te gusten estas entradas. Gracias.


Yo también he pensado eso, Rodión, que hay otras circunstancias que influyen en que una palabra nos resulte cómica: el propio significado, o algún otro significado que nos trae a la mente; las similitudes con otras palabras, como señalas, o asociaciones más personales que realiza nuestro cerebro en cada caso.

Aun así, como el experimento de Westbury era, lógicamente, muy científico (no como mi teoría de la /ch/, jeje), y las palabras inventadas estaban pensadas sin intención cómica, cabe pensar que su conclusión debe de ser bastante atinada, y aplicable al menos en muchos casos.

Es curioso lo que dices de Schopenhauer, que tenía un humor negro muy inglés, porque algo así he pensado yo alguna vez. Aunque no soy ninguna gran conocedora de su obra ni mucho menos, lo que he leído me gusta mucho.

Y por supuesto también estoy de acuerdoor en que Chiquito tenía un don para las palabras, para crearlas y jugar con ellas; y como bien dices, en muchos casos sí que es la sorpresa, la inesperada fonología de esas palabras lo que nos hace soltar la carcajada.

Jaja, me han encantado tus lapsus calimi (¿o será "lapsus teclae"?) y la correspondiente fe de etarras que incluyes. Te ha quedado ferpecta. Ni el mono lo habría corregido mejor :D


Chaly Vera, esa palabra, catrasca, que me parece muy útil, es interesante porque está compuesta por acronimia; es decir, catrasca es un acrónimo compuesto por las tres palabras que señalas. No sé si se creó con intención humorística, pero tiene su guasa, aunque sea una triste guasa.

Un saludo.

Ángeles dijo...


Sí, Rick, ésa es la idea; lo de "sorpresa" no se refiere tanto a "novedad" como a lo especial de una determinada sucesión de fonemas. Porque después, cuando hemos oído muchas veces la palabra en cuestión, aunque ya la conozcamos nuestro cerebro sigue reconociendo como inusual (dentro de las combinaciones o sucesiones fonéticas propias de cada idioma) esa determinada conjunción de sonidos. Por eso, supongo, sigue haciéndonos gracia.

En el caso de tu palabra, "chimpancé", la sucesión /c-h-i-m-p/ es escasísima en nuestro idioma, al menos en posición inicial de palabra, según acabo de comprobar en el diccionario por pura curiosidad. De hecho, sólo aparecen otras tres palabras con esa combinación de sonidos, y las tres son propias del español de diversos países latinoamericanos.

Es decir, en un caso como este, se cumpliría la teoría de Schopenhauer/Westbury. Aunque también es posible que la teoría no sea correcta, claro, y que la palabra nos resulte simpática por otras razones.

Supongo que los números también tienen su gracia, sí, pero a mí me resultan un poco más ariscos ;)

Gracias.


Pues a mí este poema, Beauséant, me parece muy creativo, muy ingenioso, y como concepto me parece estupendo, pero no me gusta el sonido de la mayoría de las palabras. De hecho me resulta "áspero", por decirlo de algún modo.

Pero ya se sabe, sobre gustos y colores no discuten los doctores :)

Gracias.


Me da la impresión, javierfuzzy, de que vuestras carcajadas se deberán posiblemente a razones más diversas que la mera fonética de las palabras :D

En cualquier caso, llenar los caminos de risas saludables siempre está bien.

Saludos.


Carlos, yo no sabía que "cimborrio" tuviera connotaciones escatológicas. De todas formas, lo escatológico no me resulta a mí muy humorístico, la verdad.

Me alegro de que te guste mi teoría "chumorística", jaja, y "chipiarse" también mola :)

Gracias.


Gracias, Conxita, me alegro de que te haya gustado la teoría de la ch, me dan ganas de patentarla, jaja.

Creo que Toro debería grabar algún vídeo -o al menos algún audio- con sus "aventuras políglotas", ¿no te parece? :D

Un beso.


Gracias, MJ, me alegra mucho que te haya parecido interesante la entrada. Y mira por dónde la palabra "chiste" también usa el sonido /ch/ ;)

Besos.

Beauséant dijo...

No sé si áspero es la palabra, pero si es un poema extraño. A mi me dejo muy descolocado la primera vez que lo leí, todo el libro es como el título, un juego, una broma :)

JuanRa Diablo dijo...

Pues va a ser verdad que el sonido /ch/ nos resulta chistoso y nos suena de lo más chachi. ¡Lo que se deben de reír en Chechenia! xD

Estaba pensando que los sonidos de los idiomas también tienen su propia personalidad. A igualdad de ignorancia a la hora de entenderlos, siempre me parecerá más gracioso un italiano recitando una oda fúnebre que un alemán contando un chiste.

Chufla y cuchufleta son casi chistes por sí mismas, jaja

PD. En el momento de escribir esto está lloviendo a cántaros, o dicho de una forma más graciosa: ¡caen chuzos de punta!

Ángeles dijo...

Beauséant, no recordaba que el poema de Cortázar pertenece a Rayuela, del que sólo he leído fragmentos. Y ahora, al volver a leerlo, me ha hecho pensar en los poemas "nonsense" de Lewis Carroll. Aunque no me guste mucho el sonido de las palabras, la idea en sí, el concepto, me parece, como ya dije, muy interesante.


JuanRa, no sé en Chechenia, pero yo me he reído mucho con esta ocurrencia tuya :D

Tienes toda la razón -y mucha gracia- cuando dices que cada idioma tiene su personalidad. De hecho podemos reconocer los idiomas, aunque no los hablemos, por sus sonidos. Si oímos hablar a un inglés, a un italiano y a un japonés, por ejemplo, sabremos qué idioma habla cada uno aunque no entendamos ni mu. Y por esa misma razón cada idioma en concreto puede resultarnos dulce, simpático, melodioso, etc.

Visto lo visto, creo que la /ch/ se merece un reconocimiento, ¿no te parece? :D

Anónimo dijo...

Jajaja ¿Os acordáis de "Charito Muchamarcha", el personaje del Un, Dos, Tres que luego hizo un anuncio de "salchichas de chicha que saben chachi"? Esto corrobora tu teoría inapelablemente.
carlos

Ángeles dijo...

Pues no, Carlos, yo no conozco ese personaje tan dicharachero que mencionas. Ya sabes que nunca he sido muy televidente, pero es que ni siquiera me suena de oídas.
Pero sí, parece otro dato a favor de mi sabia teoría :D