En bicicleta por la ciudad
A esa hora de la noche la ciudad ya estaba desierta.
El muchacho pedaleaba por la interminable avenida bajo estrellas y guirnaldas de colores.
De pronto escuchó tras de sí, aún lejos, el ruido de una moto.
Se acercó a la acera todo lo que pudo, y de manera
inconsciente aceleró el pedaleo.
La moto siguió acercándose, y justo en el
momento en que llegaba a su altura el muchacho notó un roce en la espalda, como
si el motorista le pasara la mano por encima de la cazadora.
En ese instante estuvo seguro de que quería tirarlo al suelo,
pero la moto pasó de largo sin más.
El muchacho de la bicicleta pensó entonces que tal vez fuera un
conocido que había intentado saludarlo. O algún sentimental imprudente que quería desearle
una feliz Nochebuena.
Al llegar a su casa dejó la bicicleta en el patio y
subió a su habitación.
Y entendió lo que había ocurrido al ver el desgarro que cruzaba la espalda de la cazadora.
***
Fuensanta
A Fuensanta no le gustaba diciembre, porque las calles
y los escaparates decorados hacían que se sintiera aún más sola. Pero no tenía
más remedio que salir cada tarde para tirar la basura. Y a veces, de paso, iba a misa.
Salió del portal y al volver la esquina se detuvo un momento delante de
un cartel que habían pegado en la fachada. Era uno de esos carteles en los que
se pide ayuda para encontrar a alguna persona desaparecida.
Fuensanta contempló la foto: era un hombre joven y de
aspecto agresivo. Y entonces, hablando para sus adentros, como les hablaba a los santos
de la iglesia, la anciana dijo:
-Todo el mundo tiene a alguien que lo eche de menos.
Hasta un tipejo como tú, un ladrón cobarde y miserable, que se mete en las casas de
mujeres indefensas para robarles su pobre paga de Navidad...
Fuensanta caminó unos pasos más hasta el contenedor y
tiró la bolsa con su escasa basura diaria: unas mondas de patata, una cáscaras
de huevo, unos huesos…
***
Los tiempos cambian
A Nicolás no le gustaban los cambios. Era muy
tradicional y las novedades le causaban ansiedad. Pero sabía que los tiempos
cambian y que hay que adaptarse, sobre todo si eres autónomo y tienes una
empresa que sacar adelante.
De modo que aunque le costó desprenderse de su antiguo
vehículo, al que le tenía mucho apego, no dejaba de reconocer que la nueva furgoneta de reparto, roja y
blanca, era un primor.
Cuando se sentó al volante por primera vez se sintió
raro, como aprisionado. Pero en seguida vio que los asientos eran más cómodos, y que en cuestión de estabilidad y seguridad no
había comparación. Ahora sí que podría hacer sus entregas con toda puntualidad sin temor a los vaivenes ni los
derrapes.
Eso sí, lo que nunca podría superar la furgoneta era la estampa clásica del trineo y los renos recortados contra la luna.
17 comentarios:
El primero me ha puesto los pelos de punta... No sé, me ha parecido percibir una visión de la Navidad, no triste, sino un pelín siniestra. Y yo, que me muero de felicidad con solo contemplar la iluminación de la calle Larios, podría empatizar, quizá, con otro tipo de dolor. Por eso, me quedo sin pensármelo dos veces con el tercer microrrelato.
Besos, Ángeles, y sobre todo, Feliz Navidad.
Aplauso por triplicado.
El primero me ha generado inquietud... desasosiego... por un instante pensaba que iba a tener una final feliz, y bueno... en cierta manera lo ha tenido ya que el desenlace podía haber sido peor.
El segundo es el que más me ha gustado, es pura navidad vista con los ojos del corazón, el contraste entre maldad y bondad, bondad desde la pobreza. Es duro y duele un poco pero me ha encantado.
El tercero me ha llenado de nostalgia, a la que me descuido acabo allí, y me has hecho recordar un bici que tuve... otros tiempos... en fin, muy bonito y muy navideño, de esos relatos que te acarician el corazón.
Te felicito.
Besos.
Tan distintos y tan buenos los tres. Si tuviera que quedarme con uno, elegiría el segundo.
Del primero no consigo entender -como si hace tu prota- si hay mas del significado evidente.
El segundo es genial. Fuensanta es una asesina amargada. jejejeje. Que no intenten quitarle la paga. Un cuento redondo.
El tercero explica que los tiempos cambian, pero a estas alturas ya sabemos que si con los renos no llegaba a todas partes, en camioneta ni doblando horario.
Como te vamos repitiendo cada vez que sacas a pasear tu vena cuentista, queremos mas.
Tu prometes.
En el primero me pasa lo que a Guille: vemos “lo que ha ocurido”, pero -salvo que queramos deducir lo evidente, que ha querido tirarlo, o matarlo- solo pensamos en la maldad del acto en sí mismo.
El segundo tiene esa tristeza casi inherente a la época en la que estamos. De todos modos Fuensanta ya es una persona más cabreada que amargada, por lo que parece. Ese acto final de ir al contenedor parece sugerir un final abierto: ¿es un simple acto mecánico o hay algo más?
Muy bueno lo de Nicolás. Pobre, con lo estético que era el trineo.Ya se le ha fastidiado la estampa recortada contra el cielo nocturno. Y los renos…¿se jubilan?
Y sí, deberías prodigarte más. Te gustan mucho los “finales a la contra”, que son un ingrediente infalible en los cuentos cortos.
El primer cuento me ha parecido muy inquietante, me quedé con la sensación de que "se había librado" por los pelos y es que en estas fechas de partidarios y detractores igual le tocó un antinavidad que no consiguió su propósito.
El segundo me ha hecho pensar en la influencia de los perjuicios que determinan que a alguien se le suponga una buena o mala actitud mirando su foto, cuando en realidad algunas "buenas" personas con imágenes entrañables acaban siendo las peores. De hecho, la imagen afecta tanto que muchos de los peores psicópatas eran personas físicamente muy atractivas y eso les permitía acercarse a sus víctimas con más facilidad que una persona más fea. ¡Cómo para fiarse!
Me ha hecho pensar en lo triste que es la soledad no buscada y que igual ese tipo al que Fuensanta parece conocer se ha llevado la paga de ella o la de alguna otra conocida y de ahí su mísera basura. Y ya acabo, también que la Fuensanta a pesar de estar amargadilla tiene mucha sabiduría porque incluso los peores personajes tienen a alguien que los echa de menos.
Y el tercero cuento, pues me ha encantado que Santa se modernice, y es que los cambios aunque crean reticencias si ayudan a mejorar que sean bienvenidos. Aunque los renos parecen más ecológicos.
Besos
El primero lo he leido hasta cuatro veces. En un ambiente navideño no me encajaba una historia con un tinte dramático y he pensado que algo se me estaba escapando.
Pero al pasar al segundo he caido en la cuenta de que son historias navideñas APROXIMADAMENTE, jajaja
¡Vaya con la anciana! Solitaria y triste pero ¡capaz de descuartizar a un ladrón y tirar los huesos a la basura! :s
El tercero es pura nostalgia. Las modernidades acaban con la magia y el romanticismo. Papa Noel en furgo, ¡válgame Dios!
Me quedo con la primera por la sacudida que dan los contrastes. Esa moto que se acerca en la noche por la avenida solitaria bajo las guirnaldas de colores. La incapacidad del muchacho para imaginar maldad alguna, pero... ¡¡Qué miedo!!
Quisiera leer tres mil minicuentos tuyos (aproximadamente)
Muy buenos los cuentos :-)
El primero lo he tenido que leer tres veces para entenderlo. Me he quedado desconcertada y a la primera no me había dado cuenta de qué había pasado.
El segundo me ha dejado pensando. Creo que la señora puede estar equivocada por juzgar como asesino al chico de la foto por su aspecto. Es verdad que la soledad es muy mala y que hay mucha gente que acaba odiando la Navidad, incluso es una patología, hay personas que necesitan ayuda profesional para superar este transtorno. Sé que, incluso los psicólogos no adornan su consulta en Navidad precisamente por eso, no habría manera de hacer entrar al enfermo allí. ¿Qué significa que lo último que tira a la basura sean huesos? ¿no es significativo o, como dicen por ahí arriba, Fuensanta es una asesina?
El tercero me ha encantado. ¡Precioso!
Muchas gracias por regalarnos tus cuentos :-)
Es verdad, Sara, yo sabía que a ti la Navidad te gusta mucho, y debería haber supuesto que los dos primeros cuentecillos, que en efecto son bastante siniestros, no te iban a hacer tilín. Al menos el tercero te habrá resultado algo más grato, espero.
De todas formas, me alegro, y ya me entiendes, de que te haya puesto “los pelos de punta”, como dices, porque el relato pretende eso, transmitir cierta angustia, porque la situación es escalofriante. Situación que, por cierto, está basada en un hecho real.
Gracias, y Feliz Navidad para ti también.
Muchas gracias, Toro, eres muy amable.
Sí, desde luego el primero se puede considerar de final feliz, en vista de lo que podría haber pasado… Y como he dicho en el comentario anterior, me alegra que se perciba esa sensación de desasosiego.
En cuanto al segundo, no sé si tenemos la misma visión de la historia. Creo que tu interpretación es más amable que lo que yo pretendía transmitir, aunque espero que te siga gustando…
Y respecto al tercero, me alegra mucho que te haya traído recuerdos agradables. Te dejo una frase de Victor Hugo que quizá te guste: "La nostalgia es la felicidad de estar triste". Un sentimiento complejo, sin duda.
Muchas gracias por tus palabras.
Besos.
Qué bien, Macondo, me alegro mucho de que te hayan gustado.
Gracias!
Guille, el primer relato no tiene más significado que el evidente: el motorista había intentado apuñalar al ciclista, pero por suerte sólo la cazadora resultó herida. Como he comentado más arriba, el relato está basado en un caso real, y, en esencia, eso es lo que ocurrió.
El segundo es tal cual lo has interpretado: cuidado con Fuensanta, que no se anda con remilgos. Me alegra mucho que te haya gustado tanto. Muchas gracias.
Y en cuanto al tercero, no creas, Nicolás va con su furgo por los aires, igual que antes con el trineo, pero con más seguridad. Con menos romanticismo, desde luego, pero con más estabilidad, que se tiene que dar una carreras el hombre… :D
Muchas gracias por tus amables palabras.
Pues sí, Rick, el primer cuento relata un acto de maldad, pero que se quedó en intento, por suerte.
Y Fuensanta, en efecto, está más enfadada que triste, pero el final no es tan abierto como quizá parece. Ha reconocido al tipo del cartel y sabe que es un indeseable que roba a las ancianas indefensas. Hasta que dio con la horma de sus zapatos, como se suele decir, y ahí tenemos a Fuensanta, teniendo que bajar todos los días a tirar unos huesos…
Jaja, sí, Nicolás ha jubilado a los renos, que ahora se quedan calentitos en su establo mientras él hace sus recados en un pispás, y más calentito también en su nuevo vehículo. Ha sacrificado la estética pero ha ganado en comodidad y seguridad :D
Muchas gracias, muy amable.
Así es Conxita, la primera historia es muy inquietante, sobre todo si tenemos en cuenta que está basada en un caso real. Supongo que quien es mala persona lo es todo el año.
Es verdad que los prejuicios nos hacen a veces juzgar a los demás por su aspecto. Pero en el caso de Fuensanta, no es que se deje llevar por el aspecto del tipo de la foto, es que ella sabe que es un indeseable que roba a ancianas indefensas. Como ella... aproximadamente :D Que es anciana y casi pobre, pero lo de indefensa es otro asunto. En este caso es ella, la anciana, la que nos engaña con su aspecto, porque si viéramos lo que lleva en la bolsa de la basura, ademas de mondas de patata y cáscaras de huevo…
Sí que es cierto, y me alegra que te hayas fijado en el detalle, que incluso las malas personas pueden tener quien las eche de menos. Quizá es que tiene la suerte de tener a alguien mejor que ellos.
Sí, jaja, sin duda los renos son más ecológicos, pero teniendo en cuenta que Nicolás sólo sale un día al año, no creo que contamine mucho :D
Gracias por tu comentario.
Besos.
JuanRa, te mereces el premio al lector más concienzudo. Muchas gracias por el interés.
Lo de poner esa historia en un contexto navideño es para establecer un contraste entre ese ambiente de paz y bondad que en teoría se genera que en estas fechas y lo siniestro de la situación; y para que, al ser diciembre, el personaje pueda llevar una cazadora gruesa que le salve la vida (la situación real en que está basada es demasiado asombrosa como para que resulte verosímil como historia literaria).
Y en efecto, son historias navideñas pero no del todo, jaja, sólo por el contexto temporal. Por desgracia, las cosas malas pasan lo mismo en Navidad que en agosto…
Y el tercero es una pura fantasía, tal vez algo humorística, para dejar un sabor de boca un poco más dulce, como un trocito de turrón ;)
Muchas gracias. Me estais animando mucho, así que a ver si soy capaz de hacer por lo menos dos mil novecientos, que son tres mil aproximadamente :D
Gracias, MJ :)
Vaya, tú también le has dedicado tiempo e interés al primero. Se ve que no queda tan claro como a mí me parecía. Tengo que mejorar mi técnica.
Respecto al segundo, sí, que tire unos huesos a la basura es significativo, de hecho es la clave de la historia y, pensaba yo, lo que lo explica todo. Porque en efecto, la anciana Fuensanta es lo que nadie imaginaría.
Me alegra mucho que te haya gustado el tercero.
Y gracias, siempre, a vosotros por vuestro interés.
Como ya llevo un tiempecito por aquí, cuando he leído aproximadamente, he pensado: Mamma mía, aquí no va a quedar ni el apuntador!
Con este espíritu he leído las tres historias.
Con el primero he pensado en los gremlins, con su casco y todo; leyendo los comentarios me ha dado más miedo al saber que, lamentablemente, está basado en un caso real.
El segundo, confirma mis sospechas, el joven primera baja de las historias. Fuensanta, Fuensanta.... esos huesos!
En el tercero, aunque has puesto Nicolás, mientras lo leía he pensado en un coche de pompas fúnebres, no tengo explicación salvo la influencia de ese 'aproximadamente'.
Me han gustado las tres historias!
Ángeles, gracias por la entrada
El primero me estremece por dos experiencias…la primera de ellas fue una noche hace mucho, que volvía de salir de noche. Regresaba a pie por una calle bastante larga y solitaria. Alguien me seguía cada vez más rápido. Creo que al final incluso corría. Justo cuando me pareció que empezaba a correr, pasó un conocido en coche y me acercó a casa. No quiero pensar qué hubiera pasado si me llegan a alcanzar.
La segunda experiencia fue llegar al trabajo con un pantalón totalmente rajado por una navaja a la altura del culo…en primer lugar sólo sentí vergüenza. Pero estoy convencido de que pretendían romperme el pantalón para hacerse con mi cartera (que, por cierto, no llevaba ahí) y que si el corte llegase a ser más profundo hubieran tocado carne...
Estremecimientos aparte, me ha gustado.
¡Vaya con Fuensanta! Tan solitaria y devota…pero decidida a la hora de defenderse. ¡Bien por ella!
En cuanto a Nicolás, a ver qué hace ahora con el tiempo que le sobra. Porque digo yo que los regalos los repartirá más rápido en la furgoneta que cuando lo hacía en trineo. Imagino que se parará más a tomarse el vasito de leche y galletas que le ponen los niños junto al árbol de Navidad, ¡jeje!
Pero bueno, Javier, qué concepto tienes de mí! :D
Lo de los Gremlins ya me lo explicarás, que no capto la referencia. Pero sí, lo más escalofriante de la historia es que está inspirada en un caso real.
Y sí, con el de Fuensanta se justifica lo que pensaste al llegar, lo admito :D
Pero vamos, que tú tampoco te quedas corto, queriendo ver coches fúnebres donde sólo hay una camioneta llena de regalitos. Je,je, sin duda la explicación es la que dices, pero ya ves que la “aproximación” no tiene por qué ser siempre negativa.
Muchas gracias a ti!
Vaya, Metalsaurio, que dos experiencias más poco navideñas tuviste. Lo lamento.
Pero ya ves, puede haber una viejecita “solitaria y devota” más peligrosa que los ladrones...
Y sin duda Nicolás ahora irá más relajado. Ya verás cómo este año se lo toma todo :D
Gracias por venir.
Gracias por la frase.
Veo que me entiendes bien, y es de agradecer.
Que lo pases muy bien estas fiestas.
Besos.
Me alegro, Toro :)
Gracias a ti y que pases buenos días tú también.
Besos.
El segundo cuento ha sido el que más me ha gustado.
Antes solía escribir cosas sobre lo decepcionante que me parecía la Navidad y lo plegada que estaba ya al consumo esa fiesta de los regalos.
Hoy ya no escribo esas cosas, aunque siga pensándolas, y creo que es porque hay otras muchas cosas que, para mi desgracia, me apenan más que la Navidad.
Y hasta pienso que la Navidad aún puede traer algún viejo mensaje de esperanza, al menos, para quien lo necesite más que los regalos.
Un abrazo.
Soros, por desgracia sí que hay cosas que apenan más que la Navidad. Lo malo es que la Navidad, me parece a mí, le da una nueva dimensión a esas otras penas.
Pero tu última reflexión es muy bonita y hace pensar en lo que debería ser verdaderamente la Navidad.
Gracias. Un abrazo.
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