Al igual que los campos monótonos del invierno se van animando y llenando de color con las florecillas que aparecen al llegar
la primavera, así el monótono paisaje de la lengua revive y se anima con las
palabras que añadimos de vez en cuando a las praderas de nuestro léxico.
Últimamente he añadido yo unas cuantas palabras llenas
de color a mi diccionario personal, ese que cada uno tenemos en la cabeza,
aunque unos más gordos que otros.
Las palabras nos acompañan, nos rodean, nos persiguen,
y aunque la mayoría de las veces no les hacemos mucho caso, hay ocasiones en
que no queda más remedio que prestarles un poco de atención. Algunas son tan
bonitas, tan raras o tan graciosas que nos sorprenden y hasta nos hacen sonreir
por el feliz hallazgo. En esos casos siempre pienso que esas palabras hay que
sacarlas a pasear.
Y sacarlas a pasear, claro, significa usarlas en
público, en alguna conversación o en algún texto. Pero para estrenarlas, qué mejor que traerlas aquí, y ver si les gustan a ustedes también.
La primera de mis tres palabras nuevas es semicupio, que a mí, por alguna razón, me
resulta muy cómica.
Un semicupio es, por así decir, una bañera de medio
cuerpo; un baño de asiento, de esos tan decimonónicos que vemos en las
películas del Oeste, en las que los rudos vaqueros se asean sin perder de vista
el revólver, por lo que pueda pasar.
Esta palabra procede del latín y está formada por semi y cupa, que significa cuba o tonel. Es fácil imaginar qué se usaba antes de este invento.
La segunda palabra es giróvago, que suena, me
parece a mí, a máquina voladora de fantasía.
Pero en realidad giróvago es sinónimo de vagabundo; y,
según nos dice el diccionario, también
denomina al monje que “por no sujetarse a la vida regular de los anacoretas y
cenobitas, vagaba de uno en otro monasterio”.
Es una palabra tan bonita que hasta su definición resulta poética.
Por otro lado, también se denomina giróvagos a los
derviches o “monjes” de Turquía, que danzan girando sobre sí mismos para entrar
en éxtasis.
Así que todo queda entre vueltas, revueltas y monjes, lo que me
resulta muy curioso.
Pero indagando un poco más en el término he aprendido
otra cosa curiosa. Resulta que esta palabra proviene del latín gyrovagus,
de gyrus (movimiento circular) y vagus (errante). Y que este vagus,
a pesar de lo que parece, no tiene que ver con vago, el holgazán; porque
vago no proviene de vagus sino de vacuus, que, aparte de vacío, significa también ocioso, sin ocupación.
Son cosas del latín.
La última palabra de hoy es mi favorita de los últimos
tiempos, por su forma y por su significado: eutrapelia.
Suena airosa y danzarina, y es, según el diccionario, la “virtud que
modera el exceso de las diversiones o
entretenimientos”; la gracia inofensiva,
el juego inocente.
Está tomada directamente del griego εὐτραπελία, que se refiere a la
conversación amable y amena.
Pero una palabra tan
especial merece algo más que una definición y una etimología. Merece al
menos que un sabio decimonónico le dedique unas palabras. Y seguramente por eso Matthew Arnold pronunció éstas tan elegantes:
La eutrapelia es la
virtud que nos permite entregarnos por completo a ese asunto tan serio que es
disfrutar de las delicias de la amistad y el amor, la familia y los amigos, los
libros y los juegos, el vino y la cerveza […] es sin duda un don estupendo. Lucidez
de pensamiento, claridad y exactitud de lenguaje, falta de prejuicios y de rigidez,
mente abierta, modales amables […]
Las palabras tiene un
valor impresionante, porque cada una contiene en sí un montón de ideas, de
conceptos, que a su vez contienen otros, y otros... Y todo ello refleja y
representa los infinitos aspectos y facetas del mundo y del ser humano.
Por eso a mí me parece
que cada palabra que añadimos a nuestro léxico particular es como una llave que
abre una puerta. Y al abrirse, esa puerta nos deja ver un trocito más del mundo, ensanchando
el panorama que percibimos y permitiéndonos comprenderlo un poco mejor.
17 comentarios:
Seguramente mi memoria no se quedará con ellas, pero me has permitodo conocer tres nuevas palabras. Muchas gracias.
Conocía "giróvago" por los derviches y una inmensa canción de Lucio Dalla.
Las otras dos, ni idea.
Las semicupias siempre me han hecho gracia, nunca he usado una. Lo que no quiere decir que no acabe haciendolo.
Con Eutrapelia tengo un si pero no. Me suena rara, y eso de que "modera el exceso" tendríamos que hablarlo, que hay gentes que consideran exceso a todo.
Me gusta lo que dice el "seño" Arnold; eso de "nos permite entregarnos por completo" ya me place mas.
Y lo que me ha encantado es volver a salir de aquí sabiendo algo nuevo y explicado lo bien que sueles.
¡¡¡Me ha encantado la entrada!!! ¡¡¡Ummmm, de rechupete!!!
Tus explicaciones me parecen apasionantes, y, aunque no creo que recuerde ningún término para utilizarlo en alguna conversación, me quedo con "giróvago", que es poético no solo por lo que tiene de errante, sino también por lo que tiene de monje. Para las que somos místicas de un modo heterodoxo, el término tiene algo de balsámico.
Te felicito, tu narración es de la que dejan huella.
Besitos.
Sólo conocía la segunda palabra porque alguna vez fui por mi cuenta desde aquí a Turquía y tuve ocasión de ver a los danzantes giróvagos. Eran otros tiempos.
Las otras dos palabras son nuevas para mí.
Gracias como siempre por esos regalos.
Pues manifiesto mi ignorancia por las tres palabras propuestas, no las había escuchado nunca.
A partir de este momento, siempre y cuando mi memoria lo recuerde, voy a incorporar a eutrapelia a mi lista de favoritas porque su definición y su esencia me ha encantado, qué mejor que disfrutar de los buenos amigos con una conversación sin prejuicios, del amor, de la familia, con una buena copa de vino mientras lees un buen libro..Eso es ideal.
Estoy contigo en que aprender palabras nuevas ensancha un poquito nuestro mundo y justo es la curiosidad, como como motor del aprendizaje, lo que nos hace querer saber más de algo (palabra u otras cosas) que desconocemos y eso también me parece que acaba siendo una manera de posicionarse y vivir la vida, abierta y con ganas de saber más.
Como siempre es un placer visitarte y llevarme un trocito de conocimiento.
Besos
Siempre es enriquecedor encontrar palabras nuevas. A veces poco estrenadas por el vocablo comun. Claro luego abra que ver si el otro nos la entiende jajaja. Me quedo con eutrapelia para esta tarde de lluvia. Un a brazo hermosa entrada Angela
Gracias a ti, Macondo. Y espero que al menos alguna de las tres se quede en tu memoria. Por los menos semicupio, por si se vuelven a poner de moda. Cosas más raras se han visto, ¿no? :D
Guille, siempre he confundido a Lucio Dalla y Lucio Battisti, señal de que no conozco a ninguno de los dos. ¿Recuerdas por casualidad el título de esa canción inmensa?
Quién sabe, si se ponen de moda otra vez los semicupios, como yo sospecho… :D
Lo que me ha encantado a mí es que vuelvas a ser tan amable y generoso como de costumbre en tus apreciaciones. Tú sí que pones en práctica la eutrapelia ;)
Muchas gracias.
Muchas gracias, Sara, por tu derroche de entusiasmo y generosidad.
Me ha gustado tu visión de la palabra giróvago. Seguro que al menos ésa no se te olvida.
Besos.
Entonces, Soros, en cierto modo tú también fuiste giróvago cuando fuiste a ver a los giróvagos. Qué interesante.
Gracias a ti por venir a abrirlos.
Conxita, me alegro de que te haya gustado la palabra eutrapelia. Yo creo que sí, que la recordarás. Cuando alguien resulte molesto, grosero o fastidioso dirás: éste carece de eutrapelia. Pero mejor si es al contrario, claro.
El placer es mío.
Un abrazo.
En efecto, Demian, eso es lo malo de estas palabras poco frecuentes, que las empleemos con alguien que no las conozca. Pero yo creo que incluso aunque no lleguemos a usarlas, el solo hecho de conocerlas nos enriquece, porque cada palabra que añadimos a nuestro vocabulario amplía nuestra capacidad de pensar.
Muchas gracias.
Un abrazo, y disfruta de la lluvia.
Siempre amena y didáctica.
Saludos.
No conocía el semicupio. De hecho, ceo que nunca se me ocurrió que ese tipo de bañeras tuviese un nombre propio. Muy curioso. Debe de haber cientos de palabras técnicas o "especializadas" que desconocemos.
De "giróvago" andaba yo a medias. Conozco a los derviches, pero no sabía esa acepción de los monjes vagabundos. Y sí, es una palabra un tanto "psicodélica", le sienta muy bien a los bailarines que giran sobre sí mismos.
Conocía la eutrapelia, pero esa definición del señor Arnold le da una categoría casi ensoñadora. Qué bien escriben algunos... Y esa idea tuya de la comparación con las llaves es muy acertada, además.
Pues muchas gracias por todo. Da gusto entrar aquí y salir con este tipo de este tipo de eutrapelias informativas.
Hola, Borja, me alegra verte de nuevo por aquí. Gracias!
Pues yo, Rick, conocía a los derviches sólo como derviches, hasta que me puse a aprender cosas de la palabra giróvago, tan psicodélica ella, sí.
Y eso de que Arnold le da una "categoría ensoñadora" a la eutrapelia me parece casi tan bonito como la propia definición del poeta.
Muchas gracias a ti, por tu habitual eutrapelia.
Jopé, si es que lo cuentas con tantas dosis de eutrapelia que al leerte mis neuronas danzan felices como giróvagos turcos.
Eres como el experto en setas, que sale en busca de las mejores, de las más especiales, y luego las presenta a sus comensales con tan delicada preparación y aliño que todos nos rechupeteamos los dedos y esperamos con ganas a que nos vuelvas a invitar.
Gracias por regalarnos estas llaves.
PD. Casi he visto a Clint Eastwood durmiendo con un ojo abierto, sentado en el semicupio xD
Muchas gracias por tus amables palabras, JuanRa.
Y me parece, leyendo tu comentario, que no vas a tener problemas para encajar la eutrapelia, el giróvago y el semicupio en tus conversaciones.
Incluso las tres en una misma frase. Yo te veo muy capaz, eh? :D
Me quedo sin lugar a dudas con eutrapelia. Más eutrapelia, eso es lo que todos necesitamos, y más asertividad en las discusiones. Ay, ¡quién pudiera implementar de manera fácil estas dos palabras a su modo de vida!
Gracias por la lección, a ver si consigo utilizarla mañana en el trabajo para asombro y estupor general entre vapores de café. No me va a ser fácil :P
Muy bien, Holden, así me gusta, que te hagas fan de eutrapelia. Es bonita, ¿eh? :D
Y por favor, si consigues utilizarla en el trabajo para asombro y estupor de tus colegas, ¡cuéntamelo! :D
¡Nuevas palabras para nuestro vocabulario y cada cual más bonita! Me ha gustado el semicupio, ya sabía yo que esas bañeras debían tener un nombre, pero no lo conocía. ¿Cómo se llama un diccionario inverso, donde tu busques la definición y te digan la palabra? Eso necesito yo para un montón de cosas que veo que existen o han existido pero no sé qué nombre tienen.
Me han encantado las palabras de Matthew Arnold, son tan poéticas como la propia palabra eutrapelia.
Y eso de que las palabras son llaves que abren una puerta, no puedo estar más de acuerdo contigo. Pero tú lo explicas mejor que nadie.
No puedo estar más de acuerdo contigo en que el lenguaje enriquece el alma y, por tanto, aprender palabras nuevas es darle de comer a nuestro espíritu. Ahora, sí te digo..., colocar tus maravillosas adquisiciones en una conversación cotidiana puede costar un pelín. Yo, desde luego, voy a intentarlo con semicupio, que como a ti, me parece divertidísima. Ya te contaré si lo consigo, ;D. Abrazos.
Pues se llamaría justo así, MJ: diccionario inverso :D Pero normalmente lo llamamos Google :D
Muchas gracias por tus palabras, de parte de Matthew Arnold, y de la mía propia ;)
Pues sí, Marisa, estas palabras tan especiales son como un traje de fiesta, y para diario no son lo más práctico. Pero es una satisfacción el sólo hecho de saber que existen, que las tenemos ahí, en el armario, para cuando se nos antoje usarlas.
Ah, sí, si consigues darle salida al semicupio, cuéntamelo, que seguro que nos reímos :D
Abrazos.
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