-Mira, Mariola, otra. Ya van tres este mes –dijo Marina
-Debe de haber por ahí muchos naúfragos. O muchos
enamorados.
-A veces es lo mismo.
Marina saltó al agua y cogió la botella. Se la dio a
Mariola.
-Ábrela.
Mariola sacó el mensaje y leyó: “Lanzo esta botella al
mar como lancé mi amor al viento. Si alguien recoje la botella, quizá también
ella recoja mi amor.”
-¿La devolvemos al agua?
-No, la guardaremos nosotras. Así nos aseguramos de
que se cumpla el deseo de este romántico.
Ni Mariola ni Marina ni ninguna de sus compañeras
sabían cuántas botellas habían guardado ni cuántas habían devuelto al mar desde
que tomaron la determinación de intervenir en su suerte. Unas veces se trataba de recoger
las botellas; otras, de colocarlas en la corriente adecuada para que llegasen
donde tenían que llegar, o de acercarlas a la orilla cuando se quedaban atrapadas
entre las olas y no hacían más que girar sobre sí mismas.
Pero eran muchas botellas. Algunas las habían
encontrado cuando ya habían envejecido en el mar; otras habían acabado estrellándose contra las rocas, derramando su
mensaje en el agua.
Y esas botellas perdidas, malogradas, fueron las que
habían llevado a Marina a idear su plan de rescate. Porque no podía dejar que tantos mensajes se perdieran, que tantas
intenciones quedaran en nada.
Sin embargo, hoy dudaba. Se preguntaba si en verdad su
ayuda era conveniente o si estaría en realidad inmiscuyéndose en los planes del
destino. ¿O tal vez ella misma formaba parte de esos planes? ¿Cómo
saberlo? ¿Y cómo saber siquiera si existía eso que llamaba destino?
Sentada en su roca, con el sol en el pelo, mirando el
agua mientras pensaba, Marina vio otra botella flotando, naúfraga, indecisa. Y
pensó en el destino, que, fuese lo que fuese,
había llevado la botella hasta allí.
Y entonces, con una elegante sacudida de la cola, las
escamas relucientes como espejos de agua y sal, se lanzó de nuevo al agua.
14 comentarios:
No sabes cuánto aplaudo este cuento. Cuando algo me gusta tanto, suelo quedarme sin palabras, y así estoy, un tanto anonadada por la belleza formal del texto, que es mucha. Pero, ay, amiga, has tocado de lleno un tema que me apasiona; a saber, el del "fatum", por eso voto para que el cuento se llame "Destino", simplemente.
Muchísimos besos.
La sirena ociosa
¿Serán casualidad esos nombres oceánicos? Marina, Mariola.
¿Llegaran alguna vez los mensajes a destino?
¿Cuando tiras una botella al mar, esperas contestación por el mismo medio?
¿Has elegido unas sardinas como protagonistas al azar?
¿Puede servir como titulo las sardinas románticas?
¿ O "quesucioestáelmaraversidejandetirarbotellas"?
Vale, intentare volver a mi perfil serio.
Un cuento muy logrado. Fijatetu que entre en tu blog y según iba leyendo me parecía conocerlo. Asi de bien escrito está.
¿El titulo? Sin remitente.
Creo que van a terminar interviniendo en el destino de las botellas, relacionando unas con otras. "Las sirenas celestinas".
Besos.
Me han gustado estas sirenas un poco "metomentodo" jugando con el destino aunque parece que lo hacen con buena intención.
Me ha gustado verlas así en lugar de recordarlas en esos cánticos que encandilaban a Ulises y a sus marineros en la Odisea, allí me parecían bastante odiosas. Mucho mejor tu Mariola y Marina.
¿Título? Lo siento, ni una ocurrencia.
Saluditos
"Estafeta del deseo embotellado" (podría ser).
Saludos, Ángeles.
Sé que tanto Mariola como Marina son de esas chicas que no se dejan ver facilmente.
Y me imagino que ninguna de estas botellas de tu cuento "Destino sobre las olas" llegó a manos de ninguna mujer, pero cómo alegraron la vida a Mariola, a Marina, a Estrella, a Marisol, a Conchita...
Iba a decir "El destino embotellado", pero casi mejor lo dejo.
Muy propios los nombres de las señoritas que protagonizan el cuento, y que al final resultan ser sirenas: la guinda del pastel. Ya sabes que la fama de las sirenas cambia mucho según quienes escriben los cuentos, pero imagino que estas dos tienen buena voluntad. Te ha quedado muy bonito, pero yo diría que falta una segunda parte, una tercera....
¿El destino? Eso debe de ser como los cronopios y las famas: tal vez exista, pero en otros mundos. Que según se dice, están todos en este. Qué lio...
El título de un cuento nunca es muy importante, sólo una etiqueta para identificarlo. Pero la historia me ha traído a la memoria ecos del pasado. Yo lo llamaría «Letters from a Distant Sea».
Saludos.
No me imaginé que fueran sirenas, eso me ha gustado :D ¿Sabes que yo de enano mandé un mensaje en una botella con mi padre?
Ya sabes, conocí la historia y me hizo mucha gracia y mi padre, que siempre ha tenido mucha iniciativa, me animó a escribir un mensaje (a saber) y lo metimos en una botella y lo lanzamos al mar. Cosas tiernas de la infancia.
Muy bonito el cuento. Primero pensé que serían unas niñas, pero conforme iba leyendo me di cuenta de que eran sirenas y, al final, me diste la razón ;-)
¿Sobre el título? Me han gustado mucho los que han propuesto JuanRa Diablo, Rick y Entangled (aunque sea en inglés, o precisamente por eso, suena a relato de aventuras marineras del siglo XIX je, je, je), pero no me gustan los que ya contienen la palabra "sirena", porque es un spoiler. Pero bueno, voy a dejar una sugerencia: el destino y los mensajes embotellados.
Qué bien, Sara, muchas gracias por todo lo que dices. Ya ves que a la sirena también le preocupa la cuestión del destino frente al libre albredío. Qué cosas :D
Me apunto tu título.
Besos.
Muy bonito, Chaly, aunque un poco explícito.
Gracias.
Pues no, Guille, los nombres no son casualidad. Ya sabes, los nombres también van creando atmósfera.
Oye, qué interesantes preguntas, sobre todo la tercera.
Y respecto a la cuarta, no tengo nada que decir, salvo ja-ja.
Muchas gracias, pero creo que te parecía conocerlo por otra cosa :D
Me gusta tu título. Thank you.
Macondo, me gusta tu idea de relacionar unos mesajes con otros.
El título que sugieres es bonito, pero me estropearía el final, que pretende ser sorpresivo :)
Pues sí, Conxita, son un poco metomentodo pero con muy buena intención, mucho más buena que las de Ulises, desde luego.
Gracias.
Vaya, Soros, qué título tan bonito. Muchas gracias.
Pues eso creo yo, JuanRa, que no se dejan ver fácilmente. Tanto es así que incluso hay quienes dudan de su existencia. Ya ves qué disparate.
Anoto el título que has colado de manera tan subrepticia :D
No, no lo dejes, Rick, que es un título muy sugerente.
Gracias, me alegra mucho que te parezca bonito, pero no se me había ocurrido que pudiera tener más partes.
Sí, lo del destino es un lío, tanto si crees que existe como si no. Y en caso de que exista, ¿hasta dónde llega?
Discrepo un poco, entangled: yo creo que el título de un cuento es importante, más que una etiqueta. Un título logrado puede hacer que leamos un cuento sólo por ver qué encierra ese título.
Sin ir más lejos, es lo que pasaría con el que tú propones.
Thankee.
Holden, sí que es tierno lo que cuentas, me ha encantado. ¿No recuerdas qué decía el mensaje? Bueno, lo importante es que tu padre te animara y te llevara al mar a lanzarlo. Qué bonito.
También es muy bonito el título que sugieres… ah, no, que no… :D
Gracias, MJ.
Fíjate, en este caso, tú te has hecho un spoiler a ti misma, jeje.
Y es que esto de las botellas lanzadas al mar da mucha tela para cortar. Es interesante como (nos) gusta que el mensaje, contra viento y marea, halle su destinario (o su destino). Los cuentos con sirenas, aunque las pilluelas se hayan demorado en cantar para mí, siempre me atrapan :)
Saludos cordiales
Sí que es verdad, Gabriel, que nos gusta que el mensaje -del tipo que sea- llegue a su destino-tario. Y si recibimos respuesta, nos gusta más aún :)
Muchas gracias por tu visita, es un honor.
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