sábado, 7 de junio de 2014

Aquí pasa algo

 
Hace unas semanas hablábamos aquí de lo difícil que resulta hacer caso omiso de las recomendaciones, directas o indirectas, que nos invitan a leer tal o cual libro, y de cómo dos señores muy listos me habían inducido inopinadamente a leer una novela de Victor Hugo titulada El último día de un condenado a muerte.
Pues bien, pocos días después de la segunda de esas recomendaciones fui a una de mis librerías  habituales para hacerme con la novela en cuestión.
 
Resultó que no la tenían, así que fui a otra. Tampoco en ésta la tenían, pero me dijeron que podrían pedirla y tenerla allí un par de días después. Así que la encargué, y este detalle no lo cuento como una mera anécdota, sino porque tiene su trascendencia, como después se verá. 
 
Efectivamente, no compré la novela ese día, que era lunes, sino dos días después. El miércoles por la mañana, como me habían dicho, me avisaron de que ya estaba el libro en la tienda.
Por la tarde tenía previsto asistir, junto con unos amigos, a la conferencia de inauguración de la Feria del Libro de mi ciudad –y esto tampoco es mera anécdota-, así que antes de reunirme con ellos pasé por la librería y recogí mi ejemplar de El último día de un condenado a muerte.  
 
Durante la conferencia, el primer orador que intervino hizo referencia a varias obras clásicas que tienen en común determinados elementos argumentales. Y una de las obras que nombró  me llamó la atención, porque me eran totalmente desconocidos tanto la obra como su autor, pero sobre todo porque lo poco que de ella dijo el conferenciante me pareció muy curioso e interesante.
Rápidamente saqué del bolso un cuaderno y un bolígrafo y tomé nota. Se trataba de Viaje alrededor de mi habitación (1794), de Xavier de Maistre.
 
Al día siguiente, indagando un poco, supe que este autor, conde de Maistre, fue un militar italo-francés que escribió esta obra mientras cumplía una pena de arresto domiciliario.
Me interesó el librito, sí, lo reconozco, pero me limité a anotarlo en mi lista de futuribles lecturas.
 
Un par de días después terminé el libro que había estado leyendo y, saltándome cualquier clase de orden preestablecido, me lancé a la lectura de El último día de un condenado a muerte, el libro que había venido conmigo a la conferencia.
La edición que compré incluye un interesante prólogo del traductor, y en la página 17  del mismo me llevé un sobresalto colosal  al leer lo siguiente:
“[…] y se han citado dos obras, René de Chateaubriand y Viaje alrededor de mi habitación  de Xavier de Maistre […]”
¿Me creerán ustedes si les digo que casi se me cayó el libro de las manos?
Fíjense bien: no se trataba sólo de que en una conferencia oyera hablar de una obra de la que no había oído hablar nunca antes y que a los pocos días encontrara en un libro una referencia a esa misma obra. Es que el libro en el que encontré esa referencia estaba conmigo en la conferencia, recién adquirido.
 
A la semana siguiente volví a la librería en busca de otro libro en el que tenía interés desde hacía tiempo. Lo localicé en seguida y, como tenía tiempo disponible, me entretuve “viajando alrededor de la librería”. Y curioseando por allí vi un libro determinado, no recuerdo cuál, que quise hojear. Lo saqué del estante y junto con él salió hacia fuera el que estaba a su lado.
Lo cogí para dejarlo en su sitio y al ver la cubierta se me aflojaron las manos otra vez: era Viaje alrededor de mi habitación de Xavier de Maistre.
 
Ya se imaginarán ustedes que no fui capaz de dejarlo allí, claro, porque  el libro se estaba esforzando mucho para que yo lo leyera. Llevaba días persiguiéndome, y viendo que yo no terminaba de hacerle caso, optó por arrojarse al vacío desde su estante para caer en mis manos. Y todo eso tiene mucho mérito y ablanda el corazón más duro.
  
Pero, dejando a un lado el romanticismo, estaba yo pensando en esta caprichosa serie de coincidencias, en las sorprendentes manifestaciones del azar, cuando, desde las páginas de su libro, el propio Xavier de  Maistre vino a darme su opinión al respecto. Me dijo:
“Pero yo no creo en el azar, en esa triste ironía, en esa palabra que no significa nada."
 
Y ya no sé qué pensar.
 

 

-Victor Hugo. El último día de un condenado a muerte. Editorial Valdemar, 2011.
Traducción de Mauro Armiño.
-Xavier de Maistre. Viaje alrededor de mi habitación. Editorial Funambulista, 2011.
Traducción de J. M. Lacruz Bassols


18 comentarios:

Sara dijo...

Este tema se está poniendo cada vez más interesante. Me quedo alucinada con todo lo que cuentas...Pero no tanto, pues coincido con el Sr. de Maistre -y contigo- en que el azar no existe. Es evidente que todo en el mundo tiene una causa, por muy escondida y esotérica que pueda parecer.

¡Salud, Ángeles!

Zazou dijo...

Lo tuyo empieza a parecer sobrenatural, de verdad, Ángeles... :-P
Me encanta esta serie de concatenaciones de coindicencias que te van haciendo "viajar" por los libros.

Marisa C dijo...

Preciosa historia, Ángeles. Es evidente que los libros te quieren y te buscan; haces bien en no resistirte, ;D. Abrazos.

Anónimo dijo...

¡No fastidies!
Me lo creo, me lo creo...cómo no, si tú nos lo cuentas, pero yo estaría muy asustado porque tú eres una medium con la que los libros se relacionan según su voluntad.
Ya te veo en Cuarto Milenio explicando como los libros te persiguen incluso, ja,ja,ja
Y también estaría asustado por mi bolsillo porque como no te puedes resistir a su llamada, no haces más que comprar y comprar. Bueno, tal vez no debería emplear este verbo tratándose de "entes" inteligentes.
Bueno, pues que disfrutes de todas esas lecturas fuera de programa. Desde luego, el título Viaje alrededor de mi habitación es muy sugerente.
Ya nos contarás.

carlos

Ángeles dijo...

Sara, yo estaba convencida de que el azar existía, de que las casualidades no eran más que eso, coincidencias. Pero ya llevo tiempo convenciéndome de lo contrario. Y tengo motivo, ¿verdad? :)

Besos.

Je, je, pues sí, Zazou, sobrenatural, esotérico, extraterrestre o algo de eso. Pero si el resultado es que leo por sorpresa libros maravillosos con los que aprendo y disfruto, no me puedo quejar. Aunque me dé un poquillo de miedo :p


Gracias, Marisa. Me encanta eso de "los libros te quieren", porque el amor es muy bonito :)

Abrazos.


Sí, Carlos, créelo, porque así sucedió.
Sí, yo también estoy un poco asustada de ver el poder que tienen sobre mí, pero es que en realidad todo esto me mola, je,je.

Ya te puedo contar que tanto el de Victor Hugo como el de Maistre me han gustado muchísimo. Quizá en otra ocasión me podría extender un poco sobre ambos...

Un saludo.

Anónimo dijo...

¡Sí, si!. Extiéndete con el de Maistre (insisto: qué título tan enigmático el del Viaje alrededor de mi habitación)... Y también sobre ese libro naranja del siglo XIX precursor de La Máquina del Tiempo de Wells. ¡Que no se te olvide!

carlos

JuanRa Diablo dijo...

Ángeles:

A mi me parece que los libros y tú, tú y los libros, habéis entrado en un juego en el que ambos os divertís mucho.

Y además me consta que aunque sabes que todos los misterios tienen una explicación, tú no la buscas y te quedas con ese gustillo que queda en el cuerpo ante lo que parece sobrenatural, fantástico e inexplicable, ¿a que sí?

A ver si al final vas a encontrar un mensaje cifrado que explique ¡todos los grandes enigmas del Universo!

Y por cierto... ¿¿no te ha hecho gracia que Carlos haya dicho Cuarto Milenio?? Jajaja

(Carlos, por si lees esto: Le he dicho mil veces a Ángeles que es un caso Cuarto Milenio xDD)

Anónimo dijo...

No hay duda de que "Viaje alrededor de mi habitación" quería llegar a ti de cualquier modo. Si la recomendación del conferenciante no te convencía, llevabas en tu bolso, en ese otro libro, una recomendación por escrito. Pero como no fuiste corriendo a comprarlo, el libro no pudo permitir que te marcharas de la librería sin él. Era su oportunidad, era ahora o nunca, y no le quedó más remedio que intentar una táctica suicida: arrojarse al vacio. ¡Menos mal que lo recogiste y lo llevaste a casa contigo!
Esto ya me está dando miedo. Creo que si se lo cuentas a Iker Jiménez te invita a Cuarto Milenio. Ten en cuenta que ellos tampoco creen en las casualidades ;-)

MJ

loquemeahorro dijo...

Pues yo tengo otra, la portada que pones (la del sofá) es la misma de un libro que leí hará un par de meses: Oblómov.

La única diferencia es que para un libro han recortado por la izquierda y en la otra, por la derecha.

Demasiadas casualidades...

Ángeles dijo...

Carlos, podría contarte algo sobre el libro naranja que también tiene que ver con estas casualidades misteriosas. Y ya, definitivamente, tengo miedo...

Exacto, JuanRa: quedarse con lo misterioso es mucho más divertido. Acuérdate de aquello: "Entre la leyenda y la realidad, elige siempre la leyenda."

Y sí que me ha hecho gracia que Carlos hablara de Cuarto Milenio, je,je. Y sabía que tú dirías algo al respecto, je,je.


¿Has visto, MJ, qué romántico el librito, dispuesto a arriesgar su integridad física por venirse de una vez conmigo? Lo bueno es que ahora los dos somos muy felices juntos :D


Ay, loque, no añadas leña al fuego, por favor. ¿Esto cómo se llamará? ¿Casualidades superpuestas, o algo así?
Y encima me han entrado unas ganas tremendas de leer la historia de esta especie de "pasota decimonónico".
Si es que no puede ser...

loquemeahorro dijo...

Oblómov está MUY bien, no es un libro cualquiera, te lo aseguro.

Metalsaurio dijo...

Si es que el "azar" no es tan azaroso como pudiéramos creer :) Parece claro que en este caso, estaba influenciado por el libro.

Yo también lo hubiese comprado :D

Un saludo!

Metalsaurio dijo...

El domingo espero encontrar un huequillo para ponerme al día con tus entradas!

Ángeles dijo...

Gracias, ,Loque, ya lo tengo apuntado, pero si empieza a perseguirme, ya sabes que la culpa es tuya, je,je.


El azar influido por un libro... da un poco de repelús, Metalsaurio, pero, en efecto, parece que eso es lo que pasó.
Y habrías hecho bien en comprarlo, estas cosas no se pueden ignorar sin consecuencias :p

Gracias por el interés :)

Juan M de los Santos dijo...

El azar, la casualidad, el hado, el destino, la suerte, la providencia, la fatalidad, "una serie de afortunadas coincidencias..." Si nos fijamos bien, en numerosas ocasiones a lo largo de la historia -la grande y la pequeña, la de los grandes hechos y la de nuestros pequeños avatares- aparecen estos términos para explicar lo inexplicable, para poner nombre a un proceso que se nos escapa. Y es que estas abstractas palabras no significan gran cosa. Quizá se refieren a eso, a un proceso que existe en la naturaleza de las cosas pero que aún no hemos sabido explicar.Algo que hace que los hechos y circunstancias se atraigan entre sí para formar algo juntos, para dotar de significado a lo que, de otro modo, sería un insulso transcurso de hechos inconexos. Quizá algún día averigüemos como funcionan este devenir y su ser, este logos y su arjé.
Pero mientras tanto, algunos preclaros detectives de la sustancia del tiempo y las cosas, como tú, Ángeles, atrapáis con vuestra perspicacia esos pequeños hechos, esas pequeñas costuras sueltas de la piel de la realidad, para hacernos ver al resto del común que algo se cuece por ahí detrás, entre bastidores de la realidad conocida.
Lo siento, me ha salido otro tocho de comentario. ¡Juro que en el próximo me esforzaré por ser breve!

Ángeles dijo...

Pues... estoy de acuerdo :D
Y además me ha encantado lo de "preclaros detectives de la sustancia del tiempo y las cosas" y todo lo demás.
Gracias!

Conxita C. dijo...

Interesante, ese azar, casualidad, oportunidad lo que sea...que apareció en tu vida para con ese libro.
Da escalofríos, ver cómo pasan a veces las cosas.

Cada vez creo más en el azar y en la curiosa manera que tiene para mostrarse, es cuestión de estar atento y aprovecharlo si viene bien.

Con frecuencia, tengo la sensación de que los libros parecen tener vida propia y decidir en qué momento necesitamos leerlos, y cuando es así qué pasa, en mi caso aciertan.
Saludos

Ángeles dijo...

Es verdad, Conxita, a veces el azar es tan sorprendente y tan preciso que da escalofríos :)

Y ya te imaginarás que después de estas cosas –y otras más- yo también crea cada vez más en las casualidades y les preste mucha atención.

Yo antes también tenía la sensación de que lo libros tenían vida propia. Ahora, después de ciertos acontecimientos, estoy segura ;)

Gracias por venir. Un abrazo.