Podría
ser uno de tantos pueblos olvidados, de esos que “no están en el mapa”.
Y de
hecho eso era, antes de que un joven llamado Richard Booth decidiera que había
que hacer algo para que el pueblo resultara interesante.
Y lo
que se le ocurrió fue abrir una librería de segunda mano.
Pero ¿cómo se consigue que una librería se convierta en el gran atractivo de un
pueblo?
Es
verdad que los libros de segunda mano tienen algo que hace que la gente se
sienta atraída por ellos de una forma peculiar. Sin embargo, ¿es eso suficiente
para transformar un pueblo moribundo en destino turístico internacional?
Pues
parece que sí.
Y Richard
Booth inició esa transformación cuando abrió su librería en 1962.
Los
libros los adquirió comprando bibliotecas enteras, por aquí y por allá, a
particulares y en subastas, en Reino Unido, en Francia, en Estados Unidos… reuniendo
así miles y miles de ejemplares.
De
hecho llegó a a tener tantos que se quedó sin espacio, así que empezó a comprar
tiendas, de las muchas que había cerradas en el pueblo, y a llenarlas de libros.
En
una entrevista reciente, por cierto, dijo que en aquella época hubiera podido
comprar el pueblo entero por unas cuantas libras. Qué tiempos.
Contagiadas
por la iniciativa de mister Booth, otras personas, algunas de las cuales habían
empezado en la cosa librera precisamente trabajando con él, se animaron a
establecer también sus propias librerías. Y así fue
como aquel pequeño pueblecito condenado al olvido empezó a ser conocido por todo el país y
llamado “el pueblo de los libros”.
Al
cabo de un tiempo don Richard abrió otra librería, bien grande, en la calle Lion.
Y por la misma época compró también el castillo del pueblo, del siglo XIII, que
se caía a pedazos. Y lo convirtió en librería también, claro.
Además,
en el terreno que hay delante del castillo, el librero empedernido colocó unas
estanterías de donde los visitantes podían coger libros las veinticuatro horas
del día, depositando los cincuenta peniques que costaba cada uno en una caja
colocada allí a tal efecto. La llamó “Honesty Bookshop” con todo el sentido
del mundo.
No
hace falta comentar el aspecto que acabaron teniendo tanto los libros como las
estanterías al cabo de unas pocas lluvias…
El
señor Booth, además de un gran amante de los libros, debía de ser también un
gran amante de la guasa, porque en 1977, en una ceremonia que me imagino bastante
cómica, declaró Hay on Wye estado independiente, y él mismo se proclamó rey, con el sobrenombre de Ricardo Corazón de
Libro.
Esta
ocurrencia publicitaria le proporcionó al pueblo su sitio en el mapa definitivamente, y lo convirtió en la meca de los bibliófilos de todo el mundo.
Richard Booth's Bookshop |
Hoy
día Hay on Wye sigue siendo un pequeño pueblo de mil quinientos habitantes,
pero recibe una media de 350.000 visitantes al año; tiene galerías de arte,
tiendas de artesanía, de ropa, un festival literario internacional, y por
supuesto muchas librerías, más de treinta, y con catálogos impresionantes.
La librería de la calle Lion
sigue abierta y, aunque ya no está regentada por Richard Booth, sigue conservando su
nombre. Es lo lógico.
El
castillo, sin embargo, ya no es librería. Ha sido adquirido recientemente por un particular para
convertirlo en un centro cultural, que tampoco está mal.
A mí
me parece sorprendente que una persona piense en libros cuando busca un modo
de dar vida a un pueblo. Y me parece sorprendente también que se lo proponga y haga
realidad esa idea locuela. En cambio, pensándolo bien, no me sorprende tanto que
tenga éxito.
Porque,
como dijimos antes, los libros atraen mucho a las personas, y tener un sitio donde curiosear sin fin entre miles de volúmenes es algo que entusiasma y divierte
mucho al bibliófilo.
Hay on Wye es un parque de atracciones para lectores y coleccionistas, una pastelería para golosos de las letras.
Abren todos los días del año y nos están esperando.
Con el tiempo, y a partir de la idea de Richard Booth, se han creado otros “pueblos de los
libros” por todo el mundo: en Escocia, Estados Unidos, Holanda, Noruega, Australia, Francia, Suiza, España… Pero estos han sido creados de manera artificial, de golpe,
con lo que en algunos casos el invento resulta impersonal, de diseño, sin la gracia, sin el encanto y, por supuesto, sin el toque de locura de Hay on Wye.
21 comentarios:
Curioso....buena información...un beso desde Murcia...
Por fin, por fin, ya he encontrado "mi lugar en el mundo".
Qué maravilla Ángeles, me parece estupendo que exista un sitio así y te agradezco mucho que nos lo hayas contado.
Lo del castillo me ha dado un poco de pena, pero si es un centro cultural, pase.
Pues nada, habrá que irse a vivir a Gales
¡Qué barbaridad! Cincuenta años de historia nos contemplan... Por cierto, ¿tienes idea de lo que ha sido del joven Richard Booth después de tanto tiempo?
Un abrazo
La Villa del Libro está muy cerca del pueblecito donde vivo, a unos 40 km. En efecto, ha sido un fiasco monumental de la Diputación de Valladolid. Una pena... Como dices, demasiado de golpe, demasiado forzado quizá. Y no entro en el tema de la gestión, que esa es otra. Nada que ver con la preciosa historia que cuentas. Parece un cuento.
Un abrazo.
Yo diría que tú y yo no nos quejaríamos demasiado de haber nacido en Hay on Wye, (de ser Haywyallanos, vamos) y regentar nuestras propias y coquetas librerías, por la que curiosearían y comprarían ejemplares ciudadanos de todo el planeta. ¡Qué gozada! Y en Gales, nada menos (bueno, un poquito de sol mediterráneso sí ibamos a echar de menos ;(
El tal Mister Booth (lástima que por poco no se llamara además Richard Book) debe ser uno de esos locos maravillosos que hay por el mundo. La idea del castillo con libros es tan auténtica que se debería novelar o llevar al cine.
Saludos desde mi tienda en Hay, Paper awakes
PD. Me acabo de dar cuenta de que "ejemplares" como adjetivo se podría referir a los ciudadanos, jaja. "¡Qué ciudadanos tan ejemplares me compran ejemplares!
Yo me refería a volúmenes, a libros, claro.
Qué divertido es el lenguaje cuando se pone a jugar...
Muchas gracias, alp.
Un beso desde aquí.
Qué bien, loque, me alegro de que hayas encontrado tu lugar en el mundo, que no es algo tan fácil.
Da tranquilidad saber que hay sitios así, ¿verdad?, que siempre hay un lugar al que recurrir, en el que refugiarse...
Pues nada, allí nos vemos :-)
Sara, el 'joven' Richard Booth es ahora un señor de setenta y tantos años, que no vive en Hay (creo que vive en Alemania), que no se dedica ya al negocio, pero colabora con iniciativas similares, asesorando y donando libros (que creo que tiene unos cuantos,je,je).
Gracias a tu incesante labor de investigación hoy nos llevas a conocer un maravilloso lugar en el que seguramente podremos aprender muchas cosas. Pero a mí me llama la atención sobre todo una: que, a pesar de todo, en este mundo aún quedan personas, ideas y lugares que merecen la pena. Muchas gracias y saluditos.
Manuela, ya veo que confirmas mis impresiones... y sí que es una lástima, pero hay cosas que, o surgen de manera natural o mejor que no surjan, me parece.
Me encanta que te parezca un cuento. Gracias.
Ya lo creo, JuanRa: no nos quejaríamos nada, nada :-)
Sobre todo teniendo ejemplares ciudadanos que comprarían ejemplares ejemplares :-D
Je, je, yo también he pensado que un poco más y don Richard se hubiera llamado Book. Hubiera sido el colmo, ¿eh?
Saludos desde Books Galore ;-)
Efectivamente, Juann, siempre quedan sitios y personas fantásticos. El mundo es una sorpresita constante, no hay que ser pesimistas.
Thank you. Saluditos.
¡Qué bonito! Y felizmente podemos decir que la realidad supera a la ficción :-) Un cuento sería genial y una librería también...
Ya conocía la historia, vi un reportaje hace algún tiempo y me quedé pegada al televisor... Él me pareció un poquito loco (en la entrevista) pero genial :-)
Conforme iba leyendo la historia que has narrado tan bien, iba pensando que en España no podría sobrevivir un pueblo de librerías... y justo me encuentro con tu aclaración de que hay un pueblo de libros aquí... pero vaya, parece que yo no estaba equivocada y no ha tenido mucho éxito... Podríamos ir a dar una vueltecita por allí... o por Gales.. ¡¡abramos una librería!! ;-)
MJ, no sabía que hubieran puesto alguna vez un reportaje en la tele sobre esto :-(
Yo supe de Hay on Way y de Mr. Booth cuando vi casualmente en internet, hace ya tiempo, una imagen de esas estanterías locas delante del castillo, y, como te imaginarás, me entró una curiosidad tremenda por todo el asunto.
Respecto a lo de ir a dar una vueltecita por Gales... bueno, creo que podría hacer el sacrificio :-D
Pues ha habido muchos reportajes en prensa y tele, sobretodo para promocionar el Hay Festival en nuestro país con patrocinio de empresas españolas... Yo estuve hace lo menos 6 años, nunca será igual que ir a Gales, pero Segovia es igualmente un lugar maravilloso. Saludos
http://www.hayfestival.com/segovia/es-index.aspx?skinid=4&localesetting=es-ES¤cysetting=EUR&resetfilters=true
Se agradece la información, Anónimo.
Saludos.
Me apunto el sitio para el futuro. Son geniales esas ideas locas que se le ocurren a alguien y que al final consiguen transformar el mundo un poquito.
Exacto, Mae, como dijo Jack Kerouac, los locos que creen que pueden cambiar el mundo son los que lo cambian.
Nos vemos en Hay!
Un paraíso para los lectores...y para las polillas y ratones de biblioteca. En ese pueblo las hojas que el viento arrastra y arremolina deben ser hojas impresas.
carlos
Je,je, Carlos, tú y tu visión prágmática de la vida. Bueno, es necesario el equilibrio entre el romanticismo y la dura realidad.
En cambio, esa imagen del viento y las hojas impresas es muy poética:
Hojas del libro arrancadas juguetes del viento son ;)
¿Te imaginas ir a Hay y no encontrar el liobro que buscas?
¿Un Katlheen por ejemplo? y me refiero claro a la estupenda traducción al español de una tal de los pecadores.
uno.
Sería la monda, Guille, que no tuvieran allí una traducción al español de Kathleen.
Vamos, es que no me lo puedo imaginar :D
Qué sitio tan maravilloso y qué afortunados somos de que hayan locos como ese Richard Booth, qué maravilla de idea y que encima tuviera éxito, eso demuestra que a veces los sueños todo lo pueden.
Pues claro que el hombre se podía declarar independiente y hacerse rey, fantástico ese título que se inventó.
Me encantan estas curiosidades y lo que las personas somos capaces de hacer por el amor a los libros.
Un beso
Gracias, Conxita, por venir al pasado una vez más.
Sí, Richard Booth era un soñador, un loco y un guasón. De otra manera, no habría podido crear su fantástico reino de libros.
Qué disparates se les ocurren a algunos, ¿eh? Y qué bien que se les ocurran :D
Un beso.
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