domingo, 26 de septiembre de 2010

Tal como somos

Una amiga extranjera que ha pasado una temporada aquí recientemente, no se ha cansado de repetir que le encanta España, nuestra forma de vida, nuestras costumbres, el clima, la comida, la gente...

Yo, como buena patriota que soy, intentaba por todos los medios hacerle ver la cantidad y variedad de defectos que nos adornan, pero ella no se dejó convencer en ningún momento.

Lo cierto del asunto es que con ella, gracias a su entusiasmo, he reparado en la enjundia de ciertos aspectos  patrios a los que yo hasta ahora no había dado ninguna importancia.
Por ejemplo, a ella le resultaban sorprendentes, y le gustaban mucho, las calles llenas de gente, paseando, haciendo recados, yendo de acá para allá. Y es que, según cuenta, en su ciudad (Amman) nadie va a ningún sitio andando. Todos van a todas partes en coche, aunque sea a la vuelta de la esquina. 
Resulta que -sorpréndanse conmigo- allí no hay problemas de aparcamiento.
Esto, en principio, me pareció cosa envidiable. Aunque después, pensándolo bien, ya no estoy muy segura de que  sea tan bueno.

También le llamaba a ella mucho la atención  el hecho de que las personas, sin conocerse de nada, entablen conversación de buenas a primeras, ya sea en la parada del autobús, en un semáforo o mientras esperan turno en la frutería. Cuando me comentó esto la primera vez, yo le dije que sí, que eso es muy normal, pero en ese momento me di cuenta de que yo en realidad nunca había reparado en ello conscientemente. Y entonces casi me sorprendí yo también de esta peculiaridad idiosincrásica nuestra. Y me paré a pensar en que cosas que unos damos por sentadas, por  obvias y naturales, para otros son novedad y sorpresa.


Con todo, creo que lo que más le gusta a mi amiga es que las mujeres vayan solas a las cafeterías. Por lo que cuenta, eso es impensable en su país. “Me encantan las mujeres españolas”, decía una y otra vez.

Lo que me resulta curioso a mí es que hasta ahora, como señalaba al principio, yo no hubiera dado ninguna importancia a nada de esto, sin duda porque, siendo prácticas habituales en nuestro entorno, nada llamativo veía en ello.
 
Y ha tenido que venir alguien de tierras lejanas, donde se vive de forma muy diferente, para que yo vea nuestra cotidianeidad con ojos más amables y curiosos. 

Porque ahora, cuando veo a personas que se ponen a charlar sin conocerse; cuando veo a las señoras tomarse un café con el carrito de la compra al lado; cuando paso por una calle concurrida o cruzo una avenida bulliciosa, me paro a mirar, a observar, como si la extranjera fuera yo. Y lo veo todo de otra manera, y me parece, no sé por qué, que todo es diferente, que todo tiene más gracia, e incluso más sentido. Y no creo que me haya vuelto indulgente o acomodaticia; es que veo más que antes.
Y me gustaría, la verdad sea dicha, conservar esta nueva forma de percibir mi entorno.

13 comentarios:

Sara dijo...

Pues sí, Ángeles, si es para ver el entorno más amable siempre son buenos uno ojos lejanos. Yo he trabajado muchos años con alumnos extranjeros a los que sorprendía, por ejemplo, la costumbre de guardar cola en la parada del autobús. También era muy apreciado el hábito de entablar conversación en cualquier parte. Desde entonces, yo también agradezco el que la gente de aquí tenga la amabilidad de apartarme de mis obsesiones contándome las suyas.

Soros dijo...

Pues está bien que, de vez en cuando, encontremos un motivo de contento.
Saludos

Adela dijo...

¡Cuánto de españoles tenemos los cubanos! Es lógico, ya lo sé, pero aún con la constante penetración norteamericna por su cercanía, lo que nos corre por la sangre es España pura. Si esa amiga llegara a esta Isla humilde, sentiría el mismo calor de tu patria.
Saludos
AD.

Ángeles dijo...

Eso es, Sara,tiene que venir alguien de lejos para que valoremos lo que tenemos al alcance de la mano a diario.
Y qué barata te resulta la terapia, ¿eh?
Gracias, como siempre.

Soros,¿has visto qué fácil es encontrar motivos para alegrarse? Lo malo es que nos empeñamos muchas veces en lo contrario. O 'nos empeñan',claro.
Gracias por tu visita.


Adela, estoy de acuerdo con lo que dices. Seguro que mi amiga acabaría diciendo 'me encantan los cubanos'.
Gracias, siempre es una alegría verte por aquí.

*entangled* dijo...

Los extranjeros suelen hacernos ver características de nosotros mismos que desconocíamos o nos pasaban desapercibidas. Mirar al mundo circundante con la mirada del *marciano*, la mirada carente de referencias previas y por ello, carente de prejuicios, suele darnos información nueva.

Pero también es cierto que los extranjeros tienden a ser amables, y a recalcar lo positivo que encuentran en otros paises. He conocido a bastantes extranjeros, con sufiente confianza como para pedirles que me hablen claro, y aunque suelen alabar virtudes como las que mencionas, preguntados sobre nuestros defectos, he descubierto que mencionan tres de modo consistente, los mismos tres, lo que me hace pensar que no es coincidencia. Afirman que los españoles somos:

1 - Sucios: Tanto en lo personal como con el medio ambiente.
2 - Ruidosos: Hablamos a voces, ponemos música a todo volúmen, etc.
3 - Crueles con los animales.

En este tercer punto, tengo que recalcar que no se refieren al tópico de la tauromaquia, tan manoseado recientemente. Lo que dicen es que somos crueles con los animales *en general*, tanto con los los animales de compañía, como con el ganado o con los animales salvajes.

Sería interesante saber qué opina tu amiga extranjera sobre estos puntos.

Ángeles dijo...

entangled, mi amiga, como otros extranjeros que conozco o he conocido alguna vez, coincide en que hablamos muy alto, y es algo que a todos les resulta muy sorprendente.Yo tampoco lo entiendo, por cierto.
Respecto a los otros defectos que señalas, mi amiga no ha comentado nada, quizá por discreción.

Yo, personalmente, estoy de acuerdo con las otras opiniones, aunque lo de la higiene personal no creo que sea tan generalizado como para considerarlo parte de nuestra idiosincrasia. Lo demás sí, aunque creo que todo se resume en un solo defecto: INCULTURA galopante.

Gracias por tu aportación, como siempre.

JuanRa Diablo dijo...

Recientemente tenía yo esa nueva percepción del entorno que tu expresas aquí. Fue tras terminar de leer Mil soles espléndidos donde se refleja la forma de vida de las mujeres afganas, extrapolable a la de muchos otros países.
Es entonces, cuando le hacen ver a uno esas otras horrorosas realidades, cuando eres consciente de la inmensa suerte que tenemos de vivir en un lugar como éste, en el que sin duda habrá muchos defectos, sí, pero en el que en general hay armonía y es más humano, ¿no crees?

Espero que no estropeemos nunca esa buena visión que tiene tu amiga de nosotros.

MJ dijo...

Muy cierto todo lo que dices, Ángeles. Yo también he tenido la experiencia de ver lo nuestro con nuevos ojos gracias a las "sorpresas" de otros.

Ángeles dijo...

JuanRa, creo lo mismo que tú y espero lo mismo que tú.
Es bueno conocer lo que se cuece por esos mundos de Dios, para valorar con más objetividad lo que tenemos, tanto lo positivo como lo negativo.
Gracias. Un saludito.

MJ, me alegro de que hayas tenido ocasión de experimentar tú también esa nueva visión de lo cotidiano. Es una buena sensación, ¿verdad?
Gracias, como siempre.

Anónimo dijo...

Muy interesante el artículo, como de costumbre.

Yo, que conviví en Sevilla con dos estudiantes Erasmus, un holandés y un alemán, hace algunos años, me llevé algunas sorpresas con ellos. Por ejemplo: En marzo, cuando aún no había entrado la primavera, se subían a la azotea del edificio y se tumbaban al sol en unas esterillas. Y me preguntaban extrañados: ¿Tú no te vienes a tomar el sol?

Cuando te cuentan (ellos u otras personas que han viajado a esos países) que en sus lugares de procedencia no ven el sol ni en pintura (predominan los días nublados, grises), lo comprendes todo.

Otra anécdota que me viene a la memoria y que guarda relación con la influencia del clima en las personas es la siguiente: Estaba de viaje en Praga, hace varios años, y al pasar junto a una de sus iglesias góticas más representativas, había varios tenderetes. Uno de los comerciantes, al vernos reír, se dirigió a nosotros en castellano y nos dijo: "Españoles, ¿verdad?". "Sí, ¿cómo lo ha sabido?", le preguntamos. "En España, vosotros, sol, sonrisa; aquí, no sol, no sonrisa".

FR

Ángeles dijo...

Gracias por tus anécdotas, FR. Es verdad que el clima influye mucho más de lo que creemos en la personalidad, en la salud, en el comportamiento... Yo sé de algunas personas que han dejado buenos trabajos y una situación personal estable en países extranjeros simplemente porque no eran felices por la falta de sol.
Esto da que pensar, y hasta creo que explica muchas cosas...

Anónimo dijo...

Mira que bien. Esta nueva actitud te va a permitir disfrutar y sorprenderte como cualquier turista sin salir de Málaga.
carlos

Ángeles dijo...

Pues sí, Carlos, así es. Yo siempre he sido muy crítica con mi ciudad, pero desde hace un tiempo soy más transigente. O quizá más ecuánime.