Para mí no hay nada más fascinante que el lenguaje humano. Creo que es el mayor éxito de la evolución, y creo que sin él ningún logro de la humanidad hubiera sido posible. Todo se basa en la comunicación entre unos seres humanos y otros, y de esa capacidad de comunicarse deriva el mundo que hemos creado: la sociedad, la ciencia, la guerra, el arte, la tecnología... Sin el lenguaje, la civilización humana no sería lo que es. Puede que ni siquiera fuese. Porque sin el lenguaje -creo yo, con permiso de sabios como Piaget- no existiría el pensamiento, o por lo menos el pensamiento complejo. Sería en todo caso un pensamiento primitivo, elemental, más parecido al instinto que al razonamiento.
Es fantástico que con sólo un puñadito de sonidos y un puñadito de símbolos que representan esos sonidos, hayamos podido crear, y sigamos creando, la barbaridad de palabras que tenemos para nombrarlo todo, lo material y lo abstracto, y que podamos expresar la barbaridad de ideas que cualquiera expresa al cabo del día, desde un simple hola hasta el discurso más retórico y florido; desde el concepto más genial a la tontería más tonta. Con los mismos elementos.
Y es que el lenguaje es como una maquinaria maravillosa de posibilidades infinitas. Y como un juguete extraordinario cuya capacidad para entretener nunca se agotara. Porque las palabras son mágicas.
Digo esto porque el lenguaje, usado convenientemente, puede ser la monda, y procurarnos más diversión que cualquier juego de cualquier clase.
Es obvio que para crear diversión con el lenguaje hace falta un cierto grado de ingenio, de creatividad y de conocimiento. Pero es que también es cierto que, a veces, cuando el lenguaje se cruza con la ignorancia, produce expresiones jocosas involuntarias que pueden llegar a ser más divertidas que cualquier chiste premeditado.
Hace poco oí en la calle a una señora que hablaba con otra sobre alguien que ambas conocían. Por lo visto, ese conocido común había fallecido recientemente, y según la señora que lo contaba, "iba por la calle tan tranquilo y de pronto le dio un infarto fumigante".
Al parecer, el mundo de la medicina da para muchas de estas creaciones hilarantes. Recuerdo a una vecina que decía que su marido tenía "una hernia fiscal". Si el hombre se hubiera dedicado al Derecho la cosa tendría su lógica, pero no era el caso.
Y otra vecina nos decía que su padre seguía en el hospital pero ya le habían quitado el "engranaje", como si el pobre señor fuera un reloj de cuerda. Reconozco que tardé un rato en comprender que lo que le habían quitado era el drenaje.
Fuera del ámbito médico, un amigo mío oyó a alguien decir que iba a instalar "una antena parapléjica". Quizá fuera el mismo que dijo que a la plancha había que echarle "agua destinada". Y hablando de destino, hay quien encuentra milagroso que una carta o un paquete lleguen donde tienen que llegar, y quizá por eso un señor decía que conviene mandar las cosas "por correo santificado". Y el caso es que creo que algo de razón tenía...
Estos ejemplos provienen de gente de la calle, gente común y corriente, como yo, pero no quiere esto decir que no se den casos semejantes, y con más delito y menos gracia, entre los que pasan por listos y cultivados. Algunos sueltan perlas lingüísticas que deberían tener multa.
Ya dije antes que creo que para pensar hacen falta las palabras. Pero se ve que para usar las palabras no siempre es imprescindible pensar...
7 comentarios:
Me he reído mucho, y la verdad es que sucede más de lo que pensamos…
Sería interesante que pusieras más casos, más frases de esas que se escuchan por ahí.
MJ.
La comunicación por canales muy distintos nos llega a todos y, ¿quién es el que se resiste a no hablar con esos términos tan exclusivos que emplean, por ejemplo, los médicos? Y así, uno escucha todas esas expresiones y muchas otras, como por ejemplo:
Pues don Mario dirá que tengo alopecia pero, a mí, lo que me preocupa es que se me cae el pelo.
Ya que no se te enceste la herida que como se te enceste ya verás, o gastroenteritis coleriforme por gato enterito con uniforme,
las cervicales por las verticales,
sifilítico por filatélico and so on
...
Pero, ¿quién estaba preparado para esto? Si en pocos años hemos pasado de la tardo edad media al tiempo de la cibernética.
Pues sí, buena observación.
Leyéndote iba asintiendo mentalmente ante lo cierto que es lo que expones, y a la vez me hacías darme cuenta de que apenas nos paramos a valorar ese potencial inmenso que supone el lenguaje, (igual que el que tiene salud no la valora nunca hasta que la pierde)
También me ha venido a la cabeza que mi padre nos recomendaba un par de películas que a él le fascinaban porque demostraban lo poderosa que puede llegar a ser la palabra.
Una era de un juicio y otra de romanos (no estoy seguro de los títulos, ¿Testigo de cargo y Julio César?)
Siempre le admiraron los discursos que daban un abogado en una y un orador en la otra, que llegaban a dejar mudos a los oyentes al desmontarles, con una habilidad fuera de lo común, todo lo que daban por inamovible.
El lenguaje lo es todo: un arma, una caricia, un camino, un encuentro... pura magia. :)
Gracias, JuanRa.
Las pelis que dices son fenomenales ejemplos, y aprovecho la coyuntura para recomendarte otra, que igual la conoces, con lo supercinéfilo que eres, pero por si acaso: La herencia del viento (Inherit the Wind), con Spencer Tracy como abogado, con unos discursos apabullantes también. Está basada en un caso real y es muy interesante.
Qué bonito lo último que dices...
Claro que sirven para pasárselo bien. Yo me he reído mucho con lo de "fumigante".
Ya lo dice el título del blog ¿no? Las palabras son juguetes del viento... aunque esto es, que se las lleva ¿no es eso?
carlos
Pues sí, Carlos, las palabras son juguetes del viento... y si quieres saber el sentido verdadero del nombre de este modesto blog, no tienes más que clicar en la obra maestra de nuestro amigo JuanRa, ese dibujo de la niña en la ventana que tienes a la derecha...
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