miércoles, 25 de junio de 2008

¿Todo está en los libros?



Dice mi amigo John que él nunca se aburre porque siempre lleva consigo un libro, y que no entiende cómo nadie capaz de leer pueda aburrirse alguna vez. Como todos nos encontramos de vez en cuando en situaciones aburridísimas, y yo no soy ninguna excepción, estaba completamente de acuerdo con esa opinión. Pero hace unos días tuve una experiencia burocrática que me indujo a pensar que no sólo los libros son el remedio para pasarlo bien en ámbitos aburrientes.

La sala de espera del dentista, cualquier oficina de trámites, la espera del tren... son algunos ejemplos paradigmáticos de situaciones que requieren algo para leer, y, como digo, hace unos días mientras aguardaba mi turno para un trámite burocrático, saqué el libro que para la ocasión llevaba en el bolso.

La cuestión es que, a los pocos minutos, me di cuenta de que el ambiente que me rodeaba era mucho más entretenido que el libro. Y no es que el libro no me gustara. Es que la variedad de personajes, acentos, estilos y modos que me rodeaban era de tal riqueza y peculiaridad, que merecía la pena prestarle atención.
Primero me fijé en las personas propiamente dichas.
Había un niño, demasiado mayor para ir en un carrito, que hablaba con un cuento-Los siete cabritillos- al que le decía que era un avión. Había señoras, de edades y formas corporales diversas, vestidas como para ir a la playa, y me refiero a que iban prácticamente en bikini. Dos jóvenes inmigrantes pedían ayuda a un español para rellenar un impreso. Había también un hombre que canturreaba y bostezaba al mismo tiempo...
Después me centré en las conversaciones. En el puesto de honor, la consabida cháchara sobre la falta de personal para atender al público: "Pero si es que hay más gente en el paro que trabajando", decía alguien. "Pues que pongan a unos pocos a trabajar aquí", contestaba otro. "Pero es que no hay presupuesto ", sentenciaba el último. Y esa conversación quedaba zanjada. Luego hubo otra sobre el hambre que tenía una niña que llevaba allí con su madre dos horas. Madre poco previsora, por cierto.

Y otra entre dos jóvenes que se conocían y se encontraron allí casualmente: 
-Mira, ¿tú que haces aquí?
-Aquí, a arreglar esto del ese.
-Ah, ¿lo de eso?
-No, que va, lo de eso tengo que venir otro día. Esto es para lo otro. 
-Pues no veas, ¿no? 
-Ya te digo. 
-Pues yo me voy a ir.
-Sí, ¿no? 
-Sí, porque tengo que ir a lo del coche del Fali...

Mejor que mi libro, confirmo.

Probablemente John, en su Escocia natal, no disfruta de estas formas de entretenimiento intelectual que nosotros tenemos aquí, por eso el pobre tiene que recurrir a los libros.




8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he reído, porque es la vida misma… ¿pero tú crees que en Escocia no pasan esas cosas, no tienen una burocracia lenta y no mantienen esas conversaciones? Yo creo que sí, a su manera, pero sí. Oye… ¿John existe? Parece un tipo interesante ¿eh?
MJ.

Ángeles dijo...

Pues sí, MJ, John existe, y sí, es un tipo interesante, sin duda.

JuanRa Diablo dijo...

Lo que ocurre es que no todos los lectores son buenos observadores, pero en ti se han ido a unir las dos ventajas: te gusta leer y te gusta observar. Y cuando se juntan las dos suele nacer una tercera de inmediato: el gusto por escribir.

Vaya suerte (mía también) de que lo tengas todo :)

Ángeles dijo...

Buena observación sobre la observación.

Sí, sí que tengo suerte, pero yo lo digo por otros motivos ;-)

Anónimo dijo...

¡Ostras! Es que observar a la gente es apasionante. Y no hablo de hacerlo de forma "ilegal" en plan Ventana Indiscreta. No, me refiero a como lo haces en esta ocasión: en mitad de cualquier reunión de estas forzadas.

carlos

Ángeles dijo...

Efectivamente, Carlos, la observación de la humanidad es apasionante. Estamos rodeados de personajes muy interesantes y peculiares, en el sentido positivo y el negativo.

PD: parece que has empezado por los cimientos y vas subiendo, ¿no?
Pues espero que no se te haga muy "cuesta arriba" :D

guille dijo...

Tener las orejas abiertas es una excelente manera de vivir.

Y es muy cierto que cuando apartamos la atención -en lugares públicos -de un libro (en nuestro caso o del móvil en el común de los mortales) lo que nos rodea suele ser entretenido.

Lo de ese y eso, clarísimo.

Ángeles dijo...

Gracias por venir, Guille, como siempre.

Yo creo que el que dijo lo del ese y el eso es el mismo que dijo "tengo más facilidad de palabra que yo qué sé" :D