domingo, 21 de julio de 2019

Agradecimientos



Al arquitecto que diseñó el mundo en el que vivo,
Y al ingeniero que ideó el mecanismo de mi vida,
Gracias por el sol, por las nubes y por la lluvia
Y por el sonido del agua cuando llega a la orilla.
Por los animales y los bosques
Por las flores y los montes
Y por las personas que me ayudan a subir los escalones.
Por aquellos que despertaron y tocaron a rebato.
Por los niños buenos y los ancianos
Por las sonrisas y los abrazos
Y por el nudo en el estómago.
Por la magia que transforma el azar en coincidencia
Gracias por la literatura
Y por la Biblioteca Joanina
Por París, por Londres y por Sintra.
Por el hombre que no quiso ser nadie
Y por el que lo fue todo.
Por los que saben y nos enseñan.
Por quienes se ocupan de los otros.
Por los amigos que vuelven al cabo de los años,
Por los que nunca dejan de estar
Y por los nuevos que van llegando.
Y gracias por los que estuvieron
Aunque ya se hayan marchado.


mosaic pattern



viernes, 5 de julio de 2019

Razón suficiente


Hace unos meses un amigo me preguntó si yo llevaba un registro de lecturas.
Al contrario que él, yo nunca he tenido esa costumbre, ni siquiera lo había pensado nunca. Tampoco, hasta ese momento, se me había ocurrido qué utilidad  podían tener esos listados de libros leídos, aparte del mero recordatorio que suponen. 

Sin embargo, a partir de entonces he ido pensando que tales listas pueden ser un aliciente,  una forma de motivarse, si se necesita, para leer más: ir añadiendo títulos a la lista puede crear el deseo de aumentar el número de títulos leídos cada mes o cada año, o, en cualquier caso, la intención de no leer menos que el año anterior. Además, tengo la sensación de que el registro de los títulos puede darnos una mayor conciencia de lo leído, lo cual me parece una razón excelente y suficiente.

La cuestión es que después de aquella conversación mi forma de ver el asunto cambió un poco, y sentí que en verdad me gustaría tener anotados los libros que había leído en años anteriores. Me pareció que me habría gustado saber concretamente no cuántos sino cuáles habían sido, ver en qué orden los leí y cuánto hacía que los había leído. 

Y entonces, como casualmente era el mes de diciembre, decidí que a partir de enero anotaría los libros que fuese leyendo durante este 2019, aunque sólo fuese por la curiosidad de adoptar una nueva costumbre librera. Y además decidí hacer también un recuento de los leídos durante 2018, intentando recordar  todos los que me fuese posible.

De modo que empecé anotando el que estaba leyendo en esos días de finales de año, y fui haciendo memoria, y repasando mis estantes y el cuaderno donde a veces tomo notas durante las lecturas. Así conseguí recordar treinta títulos, y no creo que me faltasen muchos; uno o dos, quizá, tres como máximo, porque, como ya he comentado aquí otras veces, soy una lectora muy lenta y no creo que en un año llegue a leer muchos más de treinta libros (sin contar, claro está, los que traduzco).

Así que ahora tengo una lista de lecturas ya cerrada y otra en curso, que por ahora consta de sólo 16 títulos. Aunque teniendo en cuenta que uno de ellos tiene 800 páginas, podría contarlo como cuatro, ¿no?

Bromas aparte, dándole vueltas a todo esto, pensé que quizá tuviera más sentido hacer estas listas al inicio de nuestra trayectoria como lectores, porque así, al cabo del tiempo, se puede observar cómo han ido evolucionando nuestros gustos, nuestros intereses y la complejidad y variedad de los libros y los temas elegidos en cada momento, lo cual me parece interesante.  

Pero después pensé que incluso ahora, cuando nuestros gustos y criterios ya están formados, es muy posible que en cualquier momento nos abramos a posibilidades nuevas, al descubrimiento de culturas, estilos, géneros y autores a los que hasta ahora no hemos dedicado nuestra atención. La literatura, como el arte en general, no tiene límites, y nunca sabemos qué nuevos tesoros pueden atraernos cuando menos lo esperemos. 

Es obvio que yo, como sin duda también ustedes, recuerdo sin necesidad de listas ni de verlos físicamente, los libros que han sido más importantes para mí: aquellos que me han revelado algo, que me han enseñado, o emocionado, o consolado; los que me han hecho meditar o reír; los que me han hecho compañía de esa forma única en que nos acompañan los libros; los que me han llevado a pensar en personas concretas; los que me han servido de escudo protector… en fin, los que de una manera u otra me han dado alegría y felicidad, emocional o intelectual. Pero, como dije antes, no estaría mal saber en qué momento concreto los leí, en qué año,  y junto a cuáles otros. Porque quizá una lista de lecturas pueda ser también una especie de diario, en el que los títulos de los libros leídos nos traigan a la mente las circunstancias biográficas en que los leímos.

No sé si cuando, al cabo de un tiempo, repase  estas listas que he empezado a hacer ahora, me alegraré de tenerlas, o si simplemente dará igual porque recordaré, sin necesidad de leer los títulos, cuáles han tenido verdadero sentido para mí y por qué.
Y tampoco sé si a mí este registro de lecturas me servirá, como decíamos al principio, para leer más o para afianzar mejor las lecturas. 
Lo que sí sé es que, de momento, me resulta divertido y me hace pensar, y eso también me parece razón suficiente.