domingo, 3 de septiembre de 2023

De ollas y sopas

En mis viajes por los libros de este verano he encontrado varias joyas léxicas de esas que tanto me deleitan y regocijan. Ya saben ustedes, palabras que me llaman la atención de tal manera que me resulta imposible dejarlas pasar, leerlas y olvidarlas. 

Todo lo contrario: como quien no resiste la tentación de comprar un souvenir cuando hace turismo, yo "adquiero" esas palabras, me las llevo conmigo. Después intento saber de ellas todo lo que esté a mi alcance; a continuación las coloco en las estanterías de mi cabeza, y a partir de entonces espero la oportunidad de mostrarlas en alguna conversación. Esto no siempre es fácil, claro, pero no me arredro.

Y mientras sí o mientras no, las traigo aquí —qué mejor manera de disfrutarlas— con el deseo de que a ustedes también les resulten interesantes o curiosas.

Una de estas palabras es pampirolada, que no sé a ustedes, pero a mí me parece graciosísima.

Una pampirolada es una una tontería, una sandez, y también algo insustancial, una insignificancia, porque  originalmente la pampirolada es una exigua sopa hecha con agua, ajo y pan. Vamos, un aguachirle, o "aguachirri", como se dice por aquí. 

Lo cierto es que esta palabra estupenda sí que podemos emplearla a diario, pues a diario se oyen necedades, memeces y patochadas. Pampiroladas por doquier. 

Otra de las palabras que he adquirido este verano es cárcava, que suena algo siniestra, ¿no les parece? A mí me lo pareció desde el primer momento, antes de saber lo que significa, y miren ustedes por donde, resulta  que una cárcava es un hoyo para enterrar un cadáver.

Según nos explica nuestro viejo amigo Corominas,  cárcava es una variación de cárcavo, que a su vez es una alteración de cácavo, del latín caccabus, procedente del griego kákkabos, y que significa olla o cazuela. La relación parece clara: una olla es un recipiente cóncavo y un hoyo es una concavidad en la tierra.

Quizá se están preguntando ustedes, como me lo pregunté yo, si caccabus será el origen de cóncavo. Debería serlo, desde luego, para redondear la cosa, pero no lo es. Porque cóncavo deriva, qué desilusión, de concavus.

Y quizá a ustedes, como a mí, la olla les haya hecho pensar en la hoya, que es también una concavidad en la tierra. O sea, un hoyo. Lo curioso es que el diccionario señala que una hoya es específicamente un "hoyo para enterrar un cadáver". Es decir, que en última instancia, la olla y la hoya son la misma cosa.

Todo esto me hizo pensar que "olla" y "hoya" debían tener su origen en una misma palabra, es decir, que derivarían de un mismo término. Pero aquí tampoco acerté, porque sus orígenes son bien dispares, ya que olla deriva de olla, tal cual, mientras que hoya procede de fovea. 

En fin, ya ven ustedes que en este caso se me fue un poco la olla.

Sin embargo, esta palabra nos ofrece aún otro dato curioso. Como ya hemos dicho, la cárcava tuvo también la forma "cárcavo". Y resulta que de cárcavo se pasó a "cárcamo", de donde derivó "carcamal", es decir, aquel que, por decrépito y caduco, parece ir camino del cárcamo.

Así se ve cómo las palabras se mezclan entre sí, se combinan, se complementan y se enriquecen unas a otras,  cual si fuesen ingredientes de una sopa. Pero de una sopa con mucha sustancia. Nada de pampiroladas. 

 

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