jueves, 31 de octubre de 2019

Traducciones simpáticas

Celebrando la historia de Juguetes del viento, hoy recuperamos esta entrada, que fue  publicada originalmente el 22 de octubre de 2012.


Terminaba la entrada anterior con una referencia a ciertas expresiones que se utilizan en español directamente, es decir, no en textos traducidos, sino elaborados originalmente en español. Son frases que en algún momento fueron traducidas de forma inexacta y que así se siguen reproduciendo.

Una de ellas es “más grande que la vida”,  traducción literal de “bigger than life”, expresión que equivale a extraordinario.
Se utiliza con frecuencia en críticas y comentarios sobre obras artísticas, por ejemplo películas y videojuegos, en frases como “Un cine más grande que la vida”, y siempre con el sentido de extraordinario, magnífico, sensacional, superior, excelente, sobresaliente, maravilloso, fuera de lo común, grandioso...
¡Anda!, cuántas formas tenemos en español para decir bigger than life sin tener que calcar la expresión inglesa…

Bueno, yo estoy segura de que las personas que han utilizado la expresión en estos textos saben perfectamente que es un ‘transplante’ lingüístico innecesario y tontorrón, pero a lo mejor les parece que queda muy chuli y moderno.

Nuestra segunda expresión del día es “truco o trato”, que, como todo el mundo sabe, es la versión española de “trick or treat”, la famosa fórmula que caracteriza la fiesta americana de Halloween.
Yo tengo dos teorías con las que me intento explicar por qué en un momento dado “trick or treat” se convirtió  en “truco o trato”.

Dreamstime.com

Primera teoría: lo tradujo alguien que sabía que trick significa truco y que treat significa tratar (verbo); pero no sabía que trick también significa travesura o broma, ni que treat (sustantivo) significa golosinachucheríaregalodetalle.
Porque al fin y al cabo de eso se trata: de dar golosinas o regalitos a los niños para que no te hagan una trastada.
Segunda teoría: se tradujo así a sabiendas de que “truco o trato” es una traducción muy poco atinada, pero se eligió esta forma para mejor imitar el ritmo y la sonoridad de la expresión original.

A colación de esto –y permítanme la tontería- intento yo imaginarme qué pasaría si los americanos nos copiaran a nosotros alguna de nuestras celebraciones tradicionales, propias y arraigadas en la tierra de los siglos. Por ejemplo, los desfiles procesionales de la Semana Santa, o la Feria de Sevilla, los Carnavales de Cádiz, las Fallas de Valencia…
Tendrían que transplantar al inglés expresiones propias de dichas fiestas, con el ridículo resultado de “To the heaven with her!” (¡Al cielo con ella!), cuando levantaran el trono o paso de la Virgen; o “Long live the Captive!” (¡Viva el Cautivo!), cuando pasa por las calles la figura del Cristo hecho preso; o “Excellent there, my soul! (¡Ole ahí, mi arma!); “What a salt-shaker you have!” (¡Qué salero tienes!).
Y cosas así.

La última expresión de hoy es “simpatía por el diablo” ("sympathy for the devil"), locución muy famosa y popular porque es el título de una canción de The Rolling Stones.
Pero, como muchos saben y algunos desconocen, sympathy no significa simpatía, sino compasión.
De hecho, en los diccionarios aparecen sympathy y compassion como sinónimos.

Una vez más, estamos ante una “fotocopia”,  una traducción palabra por palabra, de esas que tanto nos dejan en evidencia.

La expresión “sympathy for the devil” se usa en inglés cuando alguien manifiesta compasión o pena por alguien que no merece esa condolencia.
Si nos compadecemos de un canalla por el castigo que le impone la ley, alguien nos podrá decir que eso es “sympathy for the devil”.

Por otro lado, también se usa esta expresión para referirse a una narración que está planteada desde el punto de vista del malo.

The Rolling Stones, en su canción Sympathy for the Devil, juegan precisamente con los dos usos de la expresión: por un lado, la canción está escrita en primera persona y es el diablo el que se expresa (“Permitan que me presente/ soy un hombre que…”), y por otro, nos pide, él mismo, que tengamos compasión de él, pues quiere que le pongamos freno después de todas las maldades que ha cometido a través de los siglos: “Necesito un poco de control/ así que si se encuentran conmigo/ tengan la amabilidad/ muestren un poco de compasión…”

Como se ve, ni la expresión en sí  ni la canción tienen que ver con que el diablo nos resulte simpático ni nos caiga bien.

Es que el fenómeno de los “falsos amigos” es ciertamente muy curioso e interesante, sobre todo porque  parece un capricho lingüístico, una cuchufleta ideada por un duendecillo  que se divirtiera trasteando con las palabras. Pero es en realidad una mera y lógica consecuencia de la evolución del lenguaje y de los vaivenes que experimentan los significados de las palabras, según el uso que los hablantes hacen de las distintas acepciones de las mismas.
Una cuestión apasionante, ¿a que sí?


miércoles, 23 de octubre de 2019

El último deseo de mamá



Alberto nunca quiso pensar en que algún día faltaría su madre. Por eso ahora, junto a su lecho de muerte, se sentía desconcertado, sin preparación para ese trance. Mientras, el médico y el sacerdote se desenvolvían con soltura en la parte de la muerte que le  correspondía a cada uno.

Desde el día en que abandonó la universidad y regresó al hogar materno,  Alberto no había vuelto a salir de casa, y ahora se preguntaba qué iba a ser de él sin su madre, que había sido su único apoyo y su único contacto con el mundo de fuera. Entonces ella, inconsciente desde hacía horas, abrió los ojos y volvió la cara para mirar a su hijo por última vez. Movió los labios, pero sólo emitió un leve aliento. Alberto se inclinó más y ella intentó hablar de nuevo.
—No quiero que te quedes solo —logró decir con una voz que era ya de ultratumba.
Entonces se acercaron el médico y el sacerdote, ella  los miró y se dirigió al religioso, como si hablara con alguien influyente:

—Es mi último deseo, padre. Que mi hijo no se quede solo.
Al día siguiente, acompañado por el médico, Alberto salió a la calle por primera vez en diez años para despedir  a su madre.

De regreso del cementerio, al bajar del coche del médico, Alberto se enfrentó definitivamente a su soledad, a su angustia.
Pasó el resto del día sentado en su sillón, con la televisión encendida sin sonido, intentando imaginar su vida a partir del día siguiente.

Al llegar la noche se levantó, sin pensar ya, y fue al baño en busca de los somníferos que tomaba su madre. Había muchos, una caja entera. Los sacó del envase y los tuvo en la mano durante un rato, mirándolos con atención, como sopesándolos.

Finalmente tomó sólo uno y fue a su dormitorio. Cerró las cortinas pero dejó la persiana levantada para no dormir en completa oscuridad, y ya acostado,  mientras esperaba que la pastilla le hiciera efecto, oyó un rumor cercano, en algún lugar de la casa. 

Por un instante creyó que sería su madre, trasteando en la cocina, como de costumbre, antes de acostarse. Pero eso ya no podía ser. Entonces pensó que habría sido uno de esos sonidos imaginarios que a veces se producen en el momento de quedarse dormido.  Pero aún no estaba dormido. Se quedó muy quieto, escuchando, y oyó otro sonido, esta vez muy cerca, a su lado, una especie de respiración. 

Se volvió para encender la luz de la  mesita de noche, pero no hizo falta. Con los ojos muy abiertos en la penumbra de la habitación, vio a su madre, sentada al borde de la cama.  Lo miraba sonriendo, y al ver que estaba despierto, le dijo:
—Me lo han concedido, hijo mío, mi último deseo. Duerme tranquilo, que nunca vas a estar solo.


perspective


jueves, 10 de octubre de 2019

Las vacaciones de un niño



Los hipocampos están situados a ambos lados del cerebro y tienen varias misiones: controlar el miedo, generar confianza e intervenir en los procesos de aprendizaje. Un hipocampo sano y efectivo favorece que tengamos mucho menos miedo.
El ejercicio físico aumenta el tamaño del hipocampo y reduce el volumen de la amígdala, que es el centro que reacciona con ira o con miedo.
(Dr. M. A. Puig)




4º de primaria. Redacción: Mis vacaciones de verano

  
El verano me gusta mucho porque no hay que madrugar para ir al colegio y no tengo que hacer deberes. Me da pena despedirme de mis amigos del colegio, pero cuando vamos al pueblo a la casa de mi abuela estoy con mis primos de Madrid y nos lo pasamos muy bien.

Este verano mi tío de Madrid nos ha llevado de excursión varias veces porque dice que hacer ejercicio es muy bueno para el cerebro, porque dice mi tío que dentro del cerebro hay una cosa que se llama hitocampo que se hace más grande con los paseos y el deporte, y que así uno se vuelve más valiente. Por eso estuvimos en un campo muy bonito y vimos un camaleón y una serpiente. Mis primas se asustaron mucho de la serpiente, pero mi primo y yo la cogimos con un palo y no nos dio nada de miedo. Otro día subimos a un monte y vimos todo el pueblo como si fuera un belén. Mi madre y mi tía se quedaron en casa con la abuela y se lo perdieron.

Casi todos los días fuimos a bañarnos al río, que tiene ranas y unas moscas con las patas muy largas que a mis primas también les daban miedo. Mis primas tienen que tener el hitocampo muy pequeño porque son muy asustonas, y les hace falta salir más al campo.

Por las noches mi primo y yo nos quedábamos despiertos mucho rato leyendo unos libros de misterio que había en la habitación y que dice mi tío que eran suyos de cuando vivía allí con la abuela y el abuelo. Me encanta leer esos libros de misterio, porque son muy emocionantes y es como si yo también estuviera dentro de la historia en vez de en casa de la abuela. Las historias tampoco me daban miedo, pero algunas veces me ponía un poco nervioso cuando veía que a los niños del libro les iba a pasar algún peligro. 
Este verano me lo he pasado muy bien.  



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