miércoles, 3 de marzo de 2021

Dimensiones literarias

En muchas ocasiones me he acordado de una novela que leí hace mucho tiempo y con la que me divertí mucho: Marciano, vete a casa, del gran Fredric Brown.

A pesar del buen recuerdo que tenía del libro —o quizá por eso precisamente—, nunca me había decidido a releerla. Sin embargo, este recién pasado mes de febrero, por unas razones determinadas volví a pensar en la novela, y esta vez sí que sentí curiosidad por leerla de nuevo. No sé si quería comprobar si me divertía otra vez, o simplemente quería recordarla con detalle.

La cuestión es que empecé a leerla y,  en efecto, volvió a parecerme divertida, amena, original... Pero no sólo eso, porque esta lectura actual me ha traído además un par de sorpresas.

En primer lugar, me ha parecido que la novela, dadas las circunstancias actuales, ha adquirido una dimensión metafórica que antes no tenía. 

Marciano, vete a casa fue escrita en 1955, y trata sobre una invasión marciana a la Tierra. Los marcianos son, por supuesto, unos hombrecillos verdes, que no son peligrosos por sus armas ultrasónicas ni por sus rayos fulminadores ni nada por estilo: el peligro está en que son sumamente bordes, y tienen una capacidad ilimitada para poner mal de los nervios a los humanos.

Han llegado a la Tierra por millones, han invadido todos los países del mundo y absolutamente nadie está libre de su acoso. Es tal su capacidad para molestar, para incordiar, para desquiciar, y por lo tanto para impedir el normal funcionamiento de la sociedad, que llegan  a desestabilizar la economía de los países, provocando una crisis mundial sin precedentes:

«En quiebra, o muy cerca, estaban los miles de tiendas, salones de belleza, hoteles, bares, restaurantes [...] También se quedaban sin empleo los miles de personas que trabajaban en los teatros, cines, salas de conciertos, estadios y otros espectáculos públicos. Los espectáculos de masas habían muerto.»* 

Ese gran aumento del desempleo hace que se formen colas interminables a las puertas de los comedores sociales, y además se producen numerosos casos de trastornos psiquiátricos provocados por la tensión emocional de esa situación a la que no se le ve fin. Mientras tanto, los científicos no descansan intentando encontrar la forma de acabar con los marcianos, lo cual es difícil, porque a los invasores no les afectan nuestras leyes físicas.

Ya ven ustedes a qué me refería antes al decir que la novela ha adquirido una nueva dimensión metafórica.

Lo único bueno de todo esto es que, como los marcianos lo ven todo y lo oyen todo, y además son unos chivatos, ya no hay secretos políticos ni militares. Ya no tiene sentido plantear una guerra ni amenazar al enemigo ni engañarlo:

 «Cifras y hechos, en discursos y en la prensa, debían ser veraces. Los marcianos disfrutaban buscando el más pequeño error o exageración para contárselo a todo el mundo. ¿Cómo se puede gobernar así?»  

Y esta circunstancia es lo que lleva a algunos a pensar que tal vez la intención de los marcianos al invadirnos era hacernos recapacitar sobre nuestra manía de pelearnos y llevarnos la contraria mutuamente. Por eso, en un mensaje radiofónico dirigido a los irritantes invasores verdes, un líder político proclama:

«[…] Puede que hayáis visto que, siendo como somos, sólo podríamos unirnos en una causa común […] que trascienda nuestros odios fraternales, que ahora parecen tan ridículos que resultan difíciles de recordar.»


No sé si esto también les recuerda algo a ustedes. A mí sí, y me hace pensar que una invasión marciana es algo mucho más probable que la realización de unos cambios con los que a veces sueñan los ilusos.

Y la otra sorpresa que me ha traído esta relectura es una circunstancia curiosa que me ha recordado  esas coincidencias literarias que hemos comentado aquí otras veces. 

En ese mismo discurso radiofónico, el personaje añade:

«Es posible que, sabiendo que estamos en el umbral de los viajes interplanetarios, no queráis que vayamos a Marte.»

Y miren ustedes qué coincidencia más coincidente, que este pasaje lo leí el 19 de febrero, es decir, justo al día siguiente de la llegada del vehículo Perseverance a Marte.

Me pregunto con preocupación qué habrán pensado los hombrecillos verdes al verlo aparecer en su planeta.

  

BBC


*Fredric Brown. Marciano, vete a casa. 
Martínez Roca, 1982. Traducción de Francisco Blanco.

21 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

No tenemos suficiente con destrozar un planeta que queremos destrozar más.
Somos el Covid del universo.

Buscaré esa novela.
Me fío de tu criterio.

Besos.

TORO SALVAJE dijo...

Ya la tengo.
En epub.

Gracias por la recomendación.

Macondo dijo...

Parece un poco visionaria la novela.
Estoy con lo que dice Toro en relación con nosotros. Somos auténticos devastadores.

Anónimo dijo...

Sí, esa dimensión metafórica adquiere en estos momentos bastante sentido.

Nada más empezar a leer de lo que va, me he comenzado a reír, así que he buscado la novela; parece que está descatalogada, pero de segunda mano es fácil de encontrar. Ya te contaré.

Ángeles, gracias por la entrada! (seguiré con las de este 2021, que creo que todavía no las he leído)

buhoevanescente dijo...

Me parece interesante y ademas no la conocía.
Gracias Ángeles por tu entrada.
Abrazosbuhos.

Anónimo dijo...

Y también muy atinada y actual es esa crítica a la mentira conque nos gobernamos. Ciencia que no es ficción...jaja (y mira, otro paralelismo: el nombre tan técnico, galáctico y soso de esta pandemia, COVID19...¡con lo chulos e impactantes, a la par que tan de aquí o de allí, que eran antes los nombres pandémicos y de enfermedades: "La peste negra" "La gripe española" "Las fiebres de Malta"...
carlos

Albada Dos dijo...

Me parece muy buena lectura, sin complicaciones, si bien eso de que tengan telepatía es muy inquietante, sobre todo para los políticos :-)

Un abrazo, y gracias por compartir

Ángeles dijo...

Y parece, Toro, que el universo se estuviese vengando de nosotros.

Gracias por la confianza en mi criterio. Espero que no te decepciones.

Besos.


Así es, Macondo, un poco visionaria, y bastante certera, no ya porque la invasión marciana pueda verse como una "invasión de coronavirus", sino por toda la crítica que encierra entre lo humorístico del planteamiento.

Gracias.


Sí, Anónimo, la novela lleva tiempo descatalogada, pero ya imaginaba que en segunda mano sería fácil encontrarla.
Me alegra mucho que te hayas reído, y espero que leyéndola te rías más. Ya me contarás.

Gracias a ti, por tu comentario y por tus lecturas atrasadas. Ya verás que con las entradas de febrero no vas a tardar mucho :D


Gracias a ti por la visita, buhoevanescente.
Me alegro de que te haya parecido interesante.
Un abrazo.


Pues sí, Carlos, en algunos aspectos el libro tiene poco de ficción, y lo peor es que hay realidades que no cambian.

Oye, es verdad, eso de Covid-19, Sars-Cov-2, etc, es muy tecnológico, muy frío. Tal vez en el futuro se inventen un nombre contundente que dé idea de lo dramático del asunto: la pandemia de la irresponsabilidad, o algo por el estilo.

Gracias.


Así es, Albada. Imagínate qué faena para los pobres políticos, sin poder engañar ni mentir ni manipular... un desastre! :D

Gracias a ti, y un abrazo.

Rick dijo...

Vaya. Los marcianos me han llevado de Chatterton a Victor Hugo y vuelta a empezar...

Tiene buena pinta esa historia, que por otra parte añade el aliciente humorístico: por lo general la serie B de marcianos suele ser de tonos apocalíticos (aunque la película "Mars attacks" es una deliciosa suma de ambas cosas). Aunque tal vez el elemento más terrorífico sea la telepatía, como dice Albada: menudo marrón, dejar al aire todas nuestras impudicias mentales...

Me caen bien estos marcianos, de todos modos. Esa alocución radiofónica expresa perfectamente el beneficio que nos traerían. Lástima que los coronavirus sean bichos "tontos" sin el menor interés por nada bueno ni malo: destrozan vidas y haciendas sin sacar nada a cambio. Y convirtiéndonos en seres peores de lo que ya éramos, posiblemente.


Javier dijo...

¿Los marcianos serían algo así como los móviles?
Me apunto el libro.

Rodión dijo...

El libro pinta muy bien, con ese humor. No conocía al autor, pero tampoco me extraño un ápice: salvo Asimov, Lem y alguno más, soy muy ignorante en este género, y eso que siento inclinación por la ciencia ficción.

Lo tuyo ha sido un buen ejemplo de cómo una relectura puede aportar algo nuevo debido a las circunstancias. Es curioso cómo aquel contexto de Guerra Fría, tan influyente para la ciencia ficción, tiene algo que decirnos hoy bajo la actual pandemia. Ojalá ese peligro común nos uniese más, en lugar de traernos nuevos ejemplos del ''sálvese quien pueda''. Si en el terreno geopolítico y económico las cosas no están para tirar cohetes, al menos en el mundo científico no se dejan de compartir nuevos datos y estudios (por ver el lado positivo).

Y qué coincidencia también lo del Perseverance. Dicho de paso, las fotos que nos han ido llegando son fascinantes.

Saludos.

P.D.: Antes de publicar el comentario, cabo de demostrar en el Captcha que ''no soy un robot''. He tenido que seleccionar imágenes de taxis. Menos mal que el test automático no hace criba de marcianos...

Beauséant dijo...

Según estaba leyendo iba sonriendo porque, como dices, la línea de puntos que une esa novela con nuestro presente es muy clara... Aunque estaba pensando que esos marcianos que nos han invadido no son bichos verdes, para mi que se han disfrazado de personas normales, algunos con altos cargos en gobiernos y empresas y se dedican a volvernos a todos un poco locos, un poco irascibles y en posesión de verdades inmutables que nos hacen que no demos nuestro brazo a torcer.

Ahí andan ahora los pobres, escondidos bajo las piedras de marte esperando a que se apague el puñetero rover para poder salir a la superficie :)

Ángeles dijo...


Rick, lo de Chatterton y Victor Hugo me lo tendrás que explicar...

A mí también me caen bien estos marcianos, que por lo menos vistos de lejos tienen gracia. Los coronavirus, en efecto, no tienen ninguna gracia ni traen ningún beneficio. Ni siquiera el de hacer que nos unamos frente a una causa común...

Gracias.


Hola, Javier.
No, los marcianos serían el equivalente a los virus; la invasión, la pandemia y todos sus daños colaterales.

Pero tu idea de los móviles como una especie de invasión o pandemia también ha encontrado su expresión literaria, en concreto en la novela Cell, de Stephen King.

Me alegro de que te haya interesado el libro.

Gracias.


Rodión, a mí también me gusta mucho la ciencia-ficción pero tampoco he leído mucho. Cine de cf sí que llevo acumulado... Aunque algunos de mis libros favoritos del mundo son de este género.

Tienes mucha razón en lo que dices sobre las relecturas, porque, como dice Stephen King, los buenos libros son los que no lo dicen todo de una vez, sino que cada vez que volvemos a ellos tienen algo nuevo que contarnos.

También es verdad lo de "sálvese quien pueda", y lo de "el que venga detrás de arree", y "yo a lo mío y a los demás que los zurzan". Por eso el discurso radiofónico del personaje, sobre la unión ante una causa común, me produjo bastante tristeza, viendo el panorama. Menos mal que, como oportunamente señalas, al menos el mundo científico está dando otras lecciones más edificantes.

Yo las únicas fotos que he visto de Marte son unas en las que se ve un Mercadona :D

PD: entonces, ¿eres un marciano? :D

Gracias.


No sé, Beauséant, esos que andan volviéndonos locos ahora me parecen a mí demasiado terrícolas, demasiado apegados a intereses terrestres, para ser otra cosa que lo que aparentan.

Así me imagino yo a los pobres marcianos, jaja, agazapados y esperando a ver...

Gracias.

Rick dijo...

Quería decir que pinchando en "coincidencias literarias" he llegado hasta el pobre Chartterton; y ahí, pinchando en "quién soy yo para dudar" me encuentro con Victor Hugo. O sea, que soy muy bien mandado y sigo al pie de la letra tus indicaciones en palabras azules.

Ángeles dijo...

Vaya, pues sí que estoy yo espabilada :D

Muchas gracias, Rick, por la aclaración y por seguir el camino de las "palabras azules" :)

Marisa C dijo...

¡Ay!, querida Ángeles, claro que me suena mucho esta historia. Pero me temo que ninguna causa común conseguiría unirnos completamente; como decía Einstein, la estupidez humana es infinita, y contra eso, no hay marciano que valga... En fin, habrá que armarse de paciencia y confiar. Abrazos.

JuanRa Diablo dijo...

Es que si el día que lleguen los marcianos no son hombrecillos verdes, yo me voy a llevar una gran decepción.
Intentaré conseguir el libro (aunque sea de segunda mano) porque solamente por el título ya se intuye divertido, y esa portada (aunque jamás haya que elegir un libro por su portada) tiene una edición que no puede ser más atractiva.

Pero al margen de todo eso, si es una recomendación tuya ya es garantía de calidad.
Seguro que me lo apunto satisfactorio :)

Ángeles dijo...

Así es , querida Marisa. Si esta "invasión" que seguimos sufriendo no ha conseguido que todo el mundo se una, ya podemos afirmar que nada lo conseguirá.
Sí, paciencia y confianza, que supongo son los ingredientes de la esperanza.

Abrazos.


Jeje, yo creo que sí, JuanRa, que este librito te resultará divertido. Seguro que lo encuentras sin problemas en segunda mano, y por lo que veo en los comentarios, también está disponible en formatos virtuales.

Aunque la cubierta, en efecto, es muy atractiva, por lo que merece la pena tenerlo en papel. La verdad es que todos los libros de esta colección de ciencia-ficción y la equivalente de terror (tengo varios títulos) tienen unas cubiertas muy chulas.

Gracias por la fe en mis recomendaciones. Ya me dirás cómo te lo apuntas :D

MJ dijo...

Una interesante recomendación, no lo conocía. Voy a ver si lo encuentro y lo pongo en mi lista de libros pendientes.

Debió escribirse durante la Guerra Fría ¿verdad?, así que lo lógico es que sea una sátira, o una reflexión sobre ello de forma metafórica. Creo que ya estaban Estados Unidos y la Unión Soviética planteándose la carrera espacial, aunque faltara mucho para pisar la Luna. Y, por cierto, si el libro es de 1955, poco le faltaba al autor para ver en el mundo una pandemia que hoy en día ni recordamos porque la prensa prácticamente no habló de ella, ni los políticos se ocuparon. Fue la gripe asiática de 1957 que dio la vuelta al mundo y de la que sólo se preocuparon en los hospitales. Así que pronto pudo comprobar cómo se silenciaban más cosas.

Es logico que al releerlo en estás circunstancias hayas hecho otra interpretación que ni te imaginas la primera vez que lo leíste. Al ir avanzando por tu artículo, yo también sacaba las mismas conclusiones. Pero lo realmente triste es que el autor se equivocara al creer que un problema grave común podría unir a la humanidad. Ya nos han demostrado que eso es imposible, que esto es "sálvese el que pueda" y eso me da mucha pena.

Y una vez más has tenido una de esas coincidencias curiosas tan interesantes. Algunos dicen que no es casualidad, sino causalidad. Pero es que febrero venía perfecto para leer el libro ya que llegaron tres misiones espaciales a Marte. Reflexioné sobre ello en mi blog.

Y como ha dicho algún compañero de este saloncito,no solo queremos destruir la Tierra, ahora vamos a por otros planetas. Me temo que esto no es más que otra señal de que no piensan salvar nuestro planeta, que están buscando donde "mudarse".

Me ha gustado mucho esta entrada. Se te echó de menos en febrero.

Un beso.

Ángeles dijo...


MJ, no parece que la novela sea una metáfora sobre la Guerra Fría, porque los rusos se ven tan afectados por la invasión marciana como los estadounidenses. Como el mundo entero, de hecho, todos los continentes, todos los bloques.

Más bien es una crítica, o una burla, de la fragilidad de la civilización humana, de las mentiras y los secretos que nos escondemos unos a otros, personas y países, en un equilibrio que se viene abajo a la primera sacudida fuerte. Los marcianos se ríen de nosotros, porque, vistos desde fuera, parece que resultamos bastante ridículos...

Aunque es cierto que, como ha señalado Rodión, el contexto de la Guerra Fría sí está muy presente en otras novelas y películas de ciencia-ficción de la época.

Tampoco estoy segura de que Brown se equivocase al pensar en esa unión de toda la humanidad ante un enemigo común. Más bien creo que sería otra de sus ironías, que menudo es don Fredric para eso, jeje.
Y desde luego que da pena pensarlo.

Muchas gracias, eres muy amable.
Besitos.

Sbm dijo...

La verdad es que me atrae el libro y aunque tengo seis o siete pendientes, he visto que lo hay en la casa del libro por tres euros, así que lo pediré... Dan mucho de sí los marcianos y los extraterrestres, pero no he vuelto a ver una película buena de ellos desde la invasión de los ladrones de cuerpos de 1956.

Bueno, recuerdo una serie "cosas de marcianos" que en su día me hizo reír un montón.

Un beso!