viernes, 18 de enero de 2019

Dos historias


Serie B

Las olas vienen y van. Los flotadores se bambolean. Los muchachos juegan en el agua y los niños aprenden a nadar. El sol tiembla de puro calor, y yo doy pasitos por la orilla sin poder adentrarme en el mar. Sólo puedo mojarme los pies. 

El agua fría se me enrosca en los tobillos, burbujea como champán salado. Y suena como cascabeles cuando se arrastra sobre las piedras y los restos de caracolas. Mojadas de espuma brillan como lentejuelas.
Echo de menos nadar, sumergirme, rozar el fondo con las manos. Acariciar a los peces. Y emerger después con el pelo mojado y reluciente.

Unos niños pasan corriendo y salpicando agua. Doy un brinco, me vuelvo, me aparto, pero  me  mojan la espalda y los hombros. Corro hacia la toalla y me tumbo al sol. Tengo que secarme de inmediato. No podré asistir a la fiesta esta noche si vuelven a salirme las escamas.

***

La terapia del camaleón

Un amanecer de verano salí al jardín para intentar dormir un poco a la sombra de mi único árbol, que había crecido tanto que muchas de sus ramas reposaban ya sobre el muro.

Al acercarme al árbol vi que en una rama,  un poco por encima de mí, había un  insólito camaleón.
Al principio me disgustó. El animal me causaba cierta repulsión, con sus ojos desorbitados, sus manos casi humanas y su expresión de viejo cascarrabias. Pero al mismo tiempo me fascinaba. Sus movimientos lentos, casi exasperantes, resultaban incomprensibles para alguien como yo, tan inquieto y nervioso que pasaba las noches en vela, incapaz de relajarme por muy cansado que estuviese.

El camaleón siguió viviendo en mi árbol, y en muy pocos días ya me había acostumbrado a pasar tiempo observándolo. Su parsimonia, su silencio, su aparente indiferencia me hipnotizaban.

A veces me parecía que el animal actuaba para mí, como un mimo que tuviera un solo espectador y decidiera desplegar para él todo su talento. Cuando me acercaba el camaleón empezaba a moverse, despacio, adelantando una pata, luego otra, con la cola enroscada, tortuga y caracol a un tiempo. Avanzaba por la rama como si el aire fuera de miel, como si atravesara un mundo espeso, gelatinoso. Entonces se detenía entre las flores rosadas y las hojas que ya amarilleaban, y como un arcoiris viviente empezaba a lucir sus colores. Y allí se quedaba, inmóvil, casi invisible, como pidiéndome que lo dejara descansar.

Al cabo de un tiempo, casi sin darme cuenta, empecé a dormir mejor. Cuando me acostaba, después de pasar un rato cada tarde observando al camaleón, en mi mente sólo se reproducía su imagen, sus colores, su desplazamiento elástico y pausado, su actitud estoica. Y entonces me invadían una placidez, una sensación de calma que eran nuevas para mí, y que me llevaban con suavidad hacia un dulce y mullido sueño. 


pixabay background

17 comentarios:

Albada Dos dijo...

El primero es una fantasía preciosa. Ser sirena tiene ese riesgo, que las escamas vuelven a salir cuando el agua moja el torso, pero vale la pena, seguro. El segundo nos sumerge en la magia de la contemplación, en este caso de un camaleón, que acaba por ser el amuleto del buen dormir. Me han encantado ambos

Un abrazo y feliz finde

TORO SALVAJE dijo...

Voy a tener que buscar un camaleón, a ver si se me pega algo.

Tienes una imaginación extraordinaria y te agradezco que la compartas.

Hoy aplauso por partida doble.

Besos.

Bubo dijo...

Genial los dos relatos pero lo que me ha hecho enamorarme del todo es la expresión: "Avanzaba por la rama como si el aire fuera de miel".

Sara dijo...

El primer relato está escrito con esmero: “el sol tiembla de puro calor” o “burbujea como champán salado” son algunas muestras de estas pequeñas filigranas que tanto aprecio. Pero ¿y si te digo que lo que más me ha gustado es que hayas empleado la palabra “lentejuelas”?

Un bonito texto; bonito y sorprendente.

El segundo tiene esa frase genial: “como si el aire fuera de miel” y esa actitud estoica del camaleón. Va a ser que el estoicismo produce sueño;)

Congratulations, Ángeles, dos joyitas.

Muchos besos.

Conxita C. dijo...

Me han gustado las imágenes que se dibujaban con tus palabras, muy bonitas. Seguro que la sirena tendrá una bonita fiesta y después volverá a jugar en el mar. ¿Qué tendrán las sirenas que ejercen tanta fascinación?

Y qué decir del camaleón y su excelente lección de calma, de relajar tanta prisa que no nos deja mirar lo que realmente importa.

Felicidades por ambos cuentos pero el camaleón me ha conquistado, me ha parecido adorable con su lentitud e indiferencia a todo lo rápido.
Besos

Ángeles dijo...


Muchas gracias, Albada, encantada estoy yo de que te hayan gustado.

Un abrazo e igualmente.


Toro, a mí tampoco me vendría mal un camaleón como somnífero :)

Muchas gracias a ti por venir siempre y ser siempre tan amable.

Besos.


Qué bien, Bubo, muchas gracias!


Sara, me alegra que te parezca “escrito con esmero”, es un halago que los lectores se percaten de esas cosas :)

Yo no sé si el estoicismo produce sueño, pero creo que debe de relajar bastante ;)

Muchas gracias.
Besos.


Muchas gracias, Conxita, me alegra mucho lo que dices.

Fíjate, al escribir el primer cuentecito yo no tenía en mente una sirena, sino otra clase de criatura, algo menos “romántico”, más bien un mutante, de ahí el título de “Serie B”. Pero ya sabemos que el escritor propone y el lector dispone, por así decir, y eso es lo que mola ;)

Y tampoco se me había ocurrido que el camaleón podría verse como un “alegato” contra las prisas, así que me parece interesante tu interpretación.

Besos y muchas gracias de nuevo.


Macondo dijo...

Hay seres imaginarios —como las sirenas o similares— que llaman poderosamente nuestra atención y seres que llaman poderosamente nuestra atención —como los camaleones— que nos parecen imaginarios. Nuestra imaginación le da vida a los primeros y los segundos le dan vida a nuestra imaginación. Dos atractivos cuentos, con tu imaginación como nexo de unión.

guille dijo...

hay fiestas a las que no se debe faltar, todo sacrificio nos parece poco para conseguirlo.

Aprender a vivir despacio, relaja.
Adaptarse al entorno también.
El mundo está lleno de camaleones que no saben relajarse.Y repleto de gente que corre para llegar a sitios en donde no quiere estar.

Dos cuentos excelentes -lo que no es nada raro en esta casa- que dejan espacio para pensar.

El lenguaje cuidado y brillante.

Rick dijo...

Pues en el primer relato yo también diría que se trata de una sirena "camuflada", especialmente por esa deliciosa descripción de sensaciones (el agua que se enrosca, burbujea, suena), el deseo de nadar, el encuentro con los peces... Aunque bueno, hasta cierto punto una sirena es un ser mutante,¿no?

En el segundo está muy bien reflejada esa otra "mutación" hacia la tranquilidad y el sosiego que infunde el camaleón. Ese tipo de animales resulta casi terapéutico. Y en el modo de relatarlo se va sintiendo ese relajamiento, porque en ambos mantienes muy bien el ritmo, el equilibrio entre fondo y forma. Se te nota que tienes escuela.

Ángeles dijo...


Me encanta tu comentario, Macondo. Shakespeare nos lo dijo en El Sueño de una noche de verano, pero tú has sintetizado la idea a la perfección.
Gracias.


Guille es muy cierto que en la adaptación al entorno está unas de las claves de la superviviencia. Aunque a veces el adaptarse a determinados entornos que son ajenos a la naturaleza de la persona es lo que acaba con su tranquilidad.

Te agradezo mucho tu valoración, eres muy amable.


Es verdad, Rick una sirena es también una clase de mutante, pero yo me imaginaba un ser menos atractivo (para nuestros gustos humanos) que una sirena (algo más de serie B, como “el monstruo de la laguna negra” o similar). Pero si los lectores veis una sirena a mí me parece perfecto y me encanta.

Me alegra mucho y agradezco mucho tu apreciación del aspecto formal, que en efecto, tiene su intención.

Thank you!

MJ dijo...

Me encantan las expresiones que utilizas en los dos relatos: burbujea como champán salado (nunca se me hubiera ocurrido describir así el mar), espuma que brilla como lentejuelas, manos casi humanas y expresión de viejo cascarrabias...


Dos relatos muy interesantes, lejos de expresiones y lugares comunes. Quizá el primero nos ha llevado a imaginar una sirena por lo de las escamas, nadar con peces y con lo de emerger del agua con el pelo mojado y reluciente (que es cierto que puede ser un monstruo... pero quizá es que, en el fondo, Disney ha hecho mucho daño y ya nos imaginamos todos a Ariel sentada en la roca, con su melena pelirroja al viento, y una ola salpicando antes de vender su voz a la malvada por un par de piernas que la saquen del agua).

El segundo también estupendo con ese extraño y particular mimo. Creo que yo también necesito un camaleón estoico para bien dormir...

*entangled* dijo...

Sobre el primero, nadie parece haber reparado en lo adecuado del título. Y también dicen algunos que es una sirena… ¿Una sirena hablaría de mojarse los pies? Paréceme a mí que se trate más bien de Aquawoman tratando de pasar desapercibida entre los bañistas. O de una dama afectada de una forma de dermatitis que llaman precisamente escamosa. :)

Y en el segundo describes muy bien ese modo de moverse del camaleón, lento, oscilando adelante y atrás, (dicen que para simular una hoja movida por el aire). Un movimiento hipnótico… pero con un detalle inquietante que no mencionas: su extraña forma de mover los ojos, cada uno por su cuenta. La mezcla de ambas cosas es lo que le da ese aire de ser de otro mundo.

Y en ambos, forma impecable y curiosos hallazgos literarios.

Saludos.

JuanRa Diablo dijo...

Un relato salado y otro dulce.
En la blogosfera hay una juguetera que vende lecturas de muchos sabores.

Siempre un placer leerte (y releerte)

Beauséant dijo...

Y a mi que la sirena me ha parecido una criatura siniestra que no trama nada bueno. En esa fiesta busca una venganza largo tiempo planificada, en plan conde de Montecristo recién salido de la isla de If.

Me gustan tus textos, por el ritmo que les das (parece sencillo, pero no) y por la imaginación que les pones.

Ángeles dijo...

Muchas gracias por tus palabras, MJ eres muy amable.

Sí, ya entiendo que el primer relato induce fácilmente a pensar en una sirena, pero yo pensaba que lo de las escamas por la espalda y los brazos anulaba esa posibilidad y llevaba a otras posibilidades. Pero como digo, me parece perfecto que imaginéis así al personaje.

Me alegro mucho de que te hayan gustado los dos, y, oye, igual deberíamos pensarnos lo de adopar un camaleón, eh? :D



En efecto, *entangled*, éste es uno de esos casos en que el título es parte fundamental del relato porque proporciona una información necesaria o conveniente (cosa habitual en los microrrelatos).

No se me había ocurrido pensar en la “dermatitis escamosa”, jeje, más que nada porque no conocía dicha afección. Pero una especie de “Aquawoman” sí podría ser; no una superheroina, claro, sino literalmente: una criatura femenina procedente del mar.

En cuanto al camaleón, sí que hay una referencia a ese detalle inquietante al que te refieres: “sus ojos desorbitados”, dice el texto. Y sí que parecen un poco extraterrestres, sí.

Muchas gracias por tu apreciación de los detalles, me alegra mucho que te hayan gustado.

Saludos.


JuanRa, alguien me ha dicho que estos relatos son “muy sensoriales”, pero no se me había ocurrido que pudieran tener sabor, jeje.

Thank you.


Qué curiosa, Beauséant, tu visión del personaje como alguien siniestro. Me encantan las múltiples posibilidades a que puede dar lugar una pequeña historia como ésta.

Gracias, te agradezco mucho lo que dices :)

Carmen Silza dijo...

Por supuesto que es terapéutica, al igual que escribir, poema o lo que apetezca, lo he comprobado en mi propia carne, no me lo han dicho.
Vento del blog de Macondo.
Un placer, por aquí me quedo.
Feliz tarde.

Ángeles dijo...

Hola, Carmen, encantada de verte por aquí.
Gracias.