lunes, 6 de agosto de 2018

Policía gramatical


Esta entrada se publicó en el blog originalmente el 11 de marzo de 2010.  Hoy la recuperamos con motivo del décimo aniversario de Juguetes del viento.


Hace poco un amigo me envió dos e-mails, uno a continuación del otro.
El primero contenía (¡intolerable!) una falta de ortografía; creo que una b en lugar de v, o algo similar.
El segundo correo consistía exclusivamente en una disculpa por dicha falta, de la cual se había percatado mentalmente justo después de haberme enviado el mail (demasiado tarde, amigo).

A mí me pareció que el chico se preocupaba mucho por un simple error que cualquiera puede cometer, y que además no tenía ninguna trascendencia.

O quizá para él sí la tenía, pues es persona escrupulosa al máximo con lo que escribe. De hecho, yo siempre alabo su esmerada redacción y su perfecta ortografía.

Es curioso, dicho sea de paso, que hayamos llegado a tal extremo de ignorancia de nuestro propio idioma y de dejadez en su uso, que nos llame la atención, nos sorprenda y hasta nos maraville que una persona escriba con corrección, cuando esto debería ser lo habitual y lo más normal.
Es como si al ir a una tienda nos sorprendiera que nos dieran el cambio, o que los artículos estuvieran  en buenas condiciones.

Pero, como decía, hemos llegado al extremo de que lo correcto y lo lógico se han convertido en lo raro.

Y claro, como toda acción tiene su reacción, y todo bote su rebote, van surgiendo por doquier contumaces correctores, personas que para contrarrestar esa tendencia generalizada a escribir mal, se dedican a vigilar lo que otros escriben para señalar sus errores, regañarles y corregirlos.

computerEstas personas que se creen en la obligación de corregir cuanto error gramatical y ortográfico encuentran a su paso,  reciben los cariñosos apelativos de “policías gramaticales” o, en inglés, grammar police, así como spelling police (policía ortográfico), y grammar nazis.

En un par de emails recientes, también una amiga  se ha disculpado por los posibles fallos ortográficos que pudiesen contener sus correos, debidos bien a que su teclado estaba fallando, bien a despiste o falta de atención por su parte.

Esto ya me dio que pensar seriamente, y me preocupé por el hecho de que mis amigos se sintieran en la necesidad de disculparse ante mí por sus eventuales errores.

Y me asaltó entonces el temor y la duda: ¿soy yo uno de esos policías gramaticales?

Pensé también que a lo mejor me he ganado a pulso cierta fama de repipi con los textos que suelo escribir en este mi blog (y de todos ustedes), sobre desatinos semánticos y de expresión.

Por eso me gustaría aclarar que cuando critico la mala utilización del idioma me refiero exclusivamente a aquellos que lo tienen como herramienta de trabajo: periodistas, locutores, presentadores, traductores, redactores de textos oficiales, publicitarios, etc. Además procuro hacerlo con un tono jocoso y distendido, porque no se trata de ofender a nadie, sino de señalar fallos que mueven a risa la mayor parte de las veces. Y, por supuesto, considero que es lícito criticar la falta de profesionalidad en los medios de comunicación, del mismo modo que se critica a cualquier profesional de cualquier ámbito que haga mal su trabajo.


En otras ocasiones hablo de la utilización errónea de determinadas palabras por parte de personas anónimas, como yo, como cualquiera que va por la calle. Como se suele decir, el que tiene boca se equivoca, y ahí no cabe recriminación ninguna.
Y en esos casos especialmente, lo único que pretendo es dejar modesta constancia de lo divertido que puede llegar a ser el idioma, ya que jamás se me ocurriría criticar a nadie por una incorrección cometida en un texto o conversación coloquial, informal, sin pretensiones artísticas ni profesionales. Y además yo estoy tan expuesta al error como cualquiera.

Por eso precisamente me resultan cargantes los verdaderos policías gramaticales, esas personas que entran en foros, chats, blogs y en las secciones de comentarios de periódicos y revistas de la red, y se dedican cansinamente a fiscalizar, analizar, vigilar, corregir y acosar a los demás a cuenta de su forma de expresarse.

Y lo más gracioso del caso es que muchos de esos grammar nazis creen tener unos conocimientos gramaticales de los que precisamente carecen, y señalan fallos donde no los hay, y hacen correcciones que son en realidad tristes muestras de su ignorancia.

Así que espero y deseo que nadie me considere agente de la ley lingüística, ni fiscal del distrito de la Gramática, ni sheriff del condado de la Ortografía, ni nada de eso.
Yo lo único que quiero es jugar con las palabras, como el viento.





Nota Bene: Todo lo anterior no significa que me parezca bien  que cada uno trastoque la gramática como le plazca. Pero de eso hablaremos otro día.

16 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Como tu nombre indica a mí me pereces un ángel...

Besos.

TORO SALVAJE dijo...

Jajajjaaa, pereces, toma!!! por listillo!!!!

Pareces!!!, pero no pienso pedir perdón.

:P

Anónimo dijo...

Me gusta la corrección al escribir.

Acepto que siempre se cuela algún gazapo.

Me molestan quienes entran en casas ajenas a contarte lo mal que escribes cuando no les preguntas.

Me ha gustado mucho como has desarrollado el tema.


guille dijo...

Sobre la correcta colocación de esas comas que se ponen sobre unas letras y sobre otras no, mejor no hablo.

Con el verbo coger estoy teniendo un problema j/g del que solo me salva el corrector.

El corrector conmigo se gana el sueldo.

Dicho eso, estoy de acuerdo que el nombre que mejor le cuadra a los que se creen con la obligación de corregir continuamente a los demás es: "grammar nazis".

Me parece bien que personas amigas me señalen despistes puntuales.
Si me señalaran mas palabras de las que escribo no se podrían llamar personas amigas.

Como sabía que había leído esta entrada en su momento he ido a ver mi comentario, lo reproduzco:

Tu dime que uniforme llevarías y entonces yo te digo si quiero o no que seas policia de lo que sea.

Que cansinos son los "correctores". Al mecánico lo he anulado, a los modo gente los ignoro. A la dueña de este blog le hago caso.

Cuando sea mayor y aprenda de una vez a acentuar mereceré un flan de premio. Y ya se me ocurrirá como agradecerlo.


Otra vez, entras a echar un vistazo y no poder irme hasta acabar del todo. Eres una crack fijando mi atención.

Pd: Me ratifico en lo del uniforme.

Sara dijo...

¡Me acuerdo de esta entrada! Y ha sido un acierto recuperarla, porque, aunque a nadie se le ocurra ni por asomo considerarte una “policía gramatical”, tú misma debes de ser consciente de que tu celo inspira cierto temor, de ahí esas cartas apesadumbradas y exculpatorias de tus amigos por sus faltas de ortografía.

Me ha gustado mucho recordar la entrada. ¡Gracias!

Beauséant dijo...

Mi actitud es similar a la tuya, no juzgo por igual ni todos los contextos ni todas las personas. Algunas tienen la obligación de hacerlo bien por lo que comentas, porque es su trabajo. En otras personas intento quedarme más con "lo que quiere decir"

También me resulta sorprendente la poca habilidad que tienen muchas personas para exponer cuatro ideas en un correo y explicar una línea de actuación. Personas que son jefes, que llevan siglos dando órdenes y, aunque no cometan ninguna falta en el correo, son incapaces de explicar las cosas con claridad.

Y, oye, que a todos nos viene bien tener el corrector instalado. Yo lo tengo en el mail y en el navegador. No es perfecto, pero uves por bes y la mayoría de los acentos los marca en rojo ;)

Un abrazo.

MJ dijo...

El otro día leí un comentario de Pérez-Reverte en el que decía que estaba preocupado, no por el hecho de que haya mucha gente que escriba mal, sino porque hay mucha gente que escribe mal a conciencia. Resulta que ahora escribir bien (o intentarlo) es de repipis y conservadores, que lo "guay" y "progre" es escribir mal, porque eso significa, según ellos, que vas contra el sistema, que eres inconformista, una persona abierta de mente, que no aceptas las reglas impuestas y que eres un rebelde.
Eso me recuerda a un profesor que tuve en Literatura que decía que cualquier persona de pueblo de cualquier parte de España hablaba bien, con corrección y utilizando un amplio vocabulario, pero que en Andalucía (él era madrileño) le había asombrado desagradablemente que, sabiendo hablar bien y utilizar un amplio vocabulario, no lo hacíamos por vergüenza y que lo vergonzoso era lo contrario. Este profesor me dio que pensar porque me sentí (y me sigo sintiendo) identificada, porque es cierto que a veces eliges una palabra y no otra que pueda ser más culta porque te da vergüenza parecer un poco repipi, y quizá por esto o por aquello cada vez escribo y hablo peor... :-( En fin, supongo que siempre me quedará el recurso de decir que lo hago a sabiendas, uniéndome a esa terrible "moda" de la que se queja nuestro escritor.
Por cierto, yo soy esa persona a la que la policía gramatical detiene por no poner tildes... me he sentido totalmente identificada con la viñeta :-)

Ángeles dijo...


Bueno, Toro, a veces parezco que perezco, así que tu desliz no va muy desencaminado :p

Muchas gracias, eres tan amable como gracioso (o viceversa).

Besos.


Así es, jossefine, un gazapo de vez en cuando parece algo inevitable, incluso después de muchas revisiones y relecturas, y eso no tiene nada que ver con la competencia lingüística. Pero ya sea en un caso o en otro, los que las van buscando y señalando cuando nadie les ha pedido que hagan tal cosa, como dices, resultan cargantes.

Gracias, me alegra mucho que te haya gustado.


Claro, Guille, cuando hay buena fe se agradece que te señalen una errata o cualquier fallo que puede afear o desvirtuar un texto. Hasta lo más grandes escritores necesitan que se revisen sus textos, porque nadie está libre de cometer errores.

Me gusta que hayas ido a ver el comentario que dejaste en su momento y que lo hayas traído aquí. Cuando elijo una entrada antigua lo que más me gusta es volver a leer los comentarios que los lectores dejaron en su día; entre otras razones porque parece que con el tiempo algunos cobran un sentido nuevo.

Muchas gracias.

PD: ¿Sólo en lo del uniforme? :p


Sara, espero que tengas razón en que nadie me considere una policía gramatical, y espero también que te equivoques en lo otro, que yo no quiero inspirar ningún temor de ninguna clase a nadie :)

Gracias a ti, como siempre.


Es verdad, Beauséant, algunas veces es difícil entender lo que una persona quiere decir cuando se expresa por escrito. Una puntuación inadecuada (o inexistente), una tilde ausente o una frase mal estructurada (aunque no contenga ninguna falta de ortografía), pueden dificultar seriamente la comprensión del texto, crear ambigüedad y dar como resultado un mensaje confuso.

Y claro que es conveniente usar el corrector, pero no confiando a ciegas en él, sino conociendo sus limitaciones. Como dices, no son perfectos, pero útiles sí.

Gracias, y un abrazo.


Pues sí, MJ, lo que dice Pérez-Reverte es tristemente verdad, pero no es algo nuevo, no de “ahora”, porque hace ya tiempo, cuando yo era profe, me encontraba a muchos alumnos que se las daban de rebeldes negándose a seguir las reglas ortográficas. Entonces les preguntaba si les parecería igual de bien que los jugadores de fútbol no siguieran las reglas del juego, por ejemplo; o que los conductores se saltaran las normas de circulación, etc. Entonces entendían el sentido de las reglas gramaticales (otra cosa es que se pusieran a aprenderlas), que no son más que unas normas para que no acabemos escribiendo cada uno a su manera, porque, de ser así, llegaría un momento en que la comunicación sería imposible.

Nunca hay que dejarse intimidar por lo que algunos puedan pensar de ti si hablas con corrección. Quien se burle de eso demuestra ser un poco memo, así que ¿qué importa lo que esa persona piense?
Gracias por tu comentario.

Macondo dijo...

En la primera publicación todavía no tenía blog y ahora casi se me pasa.
Tu prudencia y buen gusto están reñidos con ser un policía gramatical. No eres tú la que echa en cara las faltas, sino el hecho de conocer tu preocupación por estos asuntos. Es como quien se cruza con una persona impecablemente vestida y entonces se da cuenta de las deficiencias de su atuendo.

Ángeles dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Macondo, qué amable eres :)

Dylan Forrester dijo...

Hay de todo por la red y cada quien lo toma como quiere. Por último, nadie es perfecto y "Herrar es humano". Saludos. ;-)

Ángeles dijo...


Efectivamente, Dylan, en la red hay de todo, como en el mundo.
Y sí, "herrar" es humano :D (y corregir también).

Saludos y gracias por tu visita.



Marisa C dijo...

Pues no puedo estar más de acuerdo contigo, solo que yo no soy tan noble; a mí se me pone una mala... sangre. Puedo que yo sea ese poli malo de la gramática. Pero es que cuando son los profesionales del idioma quienes le dan un zasca al diccionario, pierdo hasta el color. Pues claro que todos cometemos errores, que nos equivocamos, pues claro; pero hay diferencias entre los errores y los malos hábitos. En fin, que me enciendo. Respeto por todos los que nos equivocamos y dudamos y metemos la pata, pero tenemos propósito de enmienda; y una colleja a quienes no ponen el más mínimo interés en enmendar la plana. Abrazos.

Ángeles dijo...

Pues sí, Marisa, aunque me moleste y me preocupe la falta de profesionalidad de quienes tienen el idioma como herramienta de trabajo, prefiero tomármelo con filosofía, como se suele decir, y, en vez de enfadarme, hacer unas risas a costa de sus "gambazos".

Pero no creo que tú seas el poli malo de la gramática, sino que amas tu idioma y lógicamente te enfada que lo maltraten quienes deberían cuidarlo y encima no sean conscientes de su ignorancia.

Abrazos.

JuanRa Diablo dijo...

No, no te logro ver como una policía gramatical.
Te veo más bien como una maestra que guarda un lapicito rojo en el bolsillo, alguien tan enamorada del lenguaje que contagia esa admiración a los demás.

Nunca te agradeceré lo suficiente lo mucho que he aprendido de tus observaciones.
¡Y quiero seguir aprendiendo, profe!

Ángeles dijo...


JuanRa, me alegra mucho lo que dices, porque yo me lo paso muy bien dándole uso al lapicito rojo ;) Pero sólo cuando me lo piden, por supuesto.

Gracias.