jueves, 17 de noviembre de 2016

Matías

Cuento

Con su traje de lino, su sombrero de verano y su bastón de adorno, Matías paseaba por la calle como quien no quiere la cosa.
—Qué buena planta tiene este hombre —decían las mujeres al verlo pasar.
—Allá va, como todos los días —decían los hombres, y se guiñaban el ojo unos a otros. 
Y Matías, ligero y jovial como un pajarillo en primavera, seguía su camino hasta la panadería de Manolita como si nada, como si no se diera cuenta de que lo miraban; como si ni siquiera se hubiese dado cuenta de que tenía ochenta años.

Pero los tenía, y se le notaba sobre todo en los recuerdos.
Algunas veces, por las noches, se quedaba pensativo, acordándose de todo. “Madre mía, cuántas cosas han pasado”, se decía. 
Y en esas ocasiones pensaba que quizá sus nietos tenían razón y estaría bien escribir unas memorias.  

Por eso una tarde se sentó a la mesa, con un café y un montón de folios, como los escritores, y empezó a redactar. Escribió sobre sus padres y sus hermanos, anotó algunas anécdotas de la infancia… pero se cansó en seguida. “Será la falta de costumbre”, se dijo. “En estas cosas hay que ir con tiento”. Entonces se acostó y se durmió, y a la mañana siguiente se levantó dispuesto de nuevo a ir por el pan y a vivir el día.

Poco tiempo después, estando de charla con sus amistades, alguien le dijo: 
—Matías, y usted que tiene tan buena cabeza, ¿por qué no escribe sus recuerdos? Seguro que tiene mucho que contar. 
Y Matías volvió a pensar en las dichosas memorias. Y una tarde volvió a sentarse, con su café y sus folios, a escribir. 

Pero algo le impedía avanzar. Era ponerse a rememorar y empezar a sentirse incómodo, como si aquello de andar manoseando los recuerdos le sentara mal. 
Así que dejó la tarea, y mientras se preparaba la cena no podía evitar sonreír al ver el pan que le vendía Manolita. Y además se lo comía con muchas ganas. 

Puso la tele y apareció un médico que estaba dando consejos para la edad provecta. 
—También es muy bueno —decía el galeno— que las personas mayores escriban sus recuerdos… 
—Y dale con los recuerdos—dijo Matías, cambiando de canal. 
Y mirando la pantalla volvió a sonreír pensando en el pan que compraría al día siguiente.


bread basket cesta de pan

17 comentarios:

Chaly Vera dijo...

Mirar para atrás trae consigo lindos recuerdos y también recuerdos tristes y dolorosos

Besos

Sara dijo...

¡¡¡Genial, Ángeles, genial!!! ¿Qué tenemos de verdad sino el presente? Aunque convengo en que un escritor no es nada sin memoria; pero para vivir... Para vivir es mejor despojarse de las nostalgias del pasado y de las preocupaciones del porvenir.

Ni que decir tiene que me ha encantado el cuento.

Besitos.

Macondo dijo...

Manolita era la prueba más evidente de que todavía no estaba tan mayor como para tratar de vivir de los recuerdos.

guille dijo...

Matias saber lo que es la vida.

Ha vivido bien. Tiene buenos recuerdos. Pero sabe que lo mejor es seguir disfrutando del día a día.

Y comprar pan es lo mejor que le pasa a ese hombre y de largo...y lo mejor es lo sabe.

Excelente cuento que tanto dice de la mejor manera, sin decirlo.

Mi futuro igual pasa por preguntarle por colores a alguna panadera.

Sigues la racha, es empezar a leerte y no poder dejarlo.

*entangled* dijo...

Cierto, no es buena idea regresar a los recuerdos: Si son malos, porque de nada sirve revivir las penas del pasado, que sólo existen en nuestra mente; y si son buenos, porque “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.

Sin duda Matías decidirá cruzar la Laguna con la mente limpia de recuerdos.

Saludos.

Demian dijo...

Hay algunos recuerdos que son mejor dejarlos donde estan. Sin duda Matias sabra que hacer si cruzar o no...

Ángeles dijo...

Así es, Chaly, en el pasado hay de todo, pero Matías prefiere dedicarse a vivir el presente. Lo otro ya está vivido.

Besos


Muchas gracias, Sara, por tu efusiva apreciación :)
Claro, nadie es nada sin la memoria, porque el pasado es el origen del presente. Pero si nos acordamos demasiado del pasado puede que nos olvidemos de vivir el único tiempo que tenemos de verdad.

Me alegro mucho de que te haya gustado.

Besitos.


Exacto, Macondo. No nos hacemos viejos cuando cumplimos años, sino cuando dejamos de tener ilusiones y proyectos.

Gracias.


Eso es, Guille. El pan y Manolita son la metáfora de las ilusiones, de saber disfrutar de cada día y encontrar un motivo para sonreír.
El pasado puede haber sido estupendo, pero está muy bien donde está, no conviene llevarlo a cuestas.

Thank you so much!


Eso creo yo, *entangled*, que no conviene “manosear” mucho los recuerdos, sean buenos o malos. Entre otras cosas porque se corre el riesgo de deformarlos y que nos causen impresiones erróneas.

Thanks for the beautiful pic.
Saludos.


Pues sí, Demian, eso mismo piensa Matías, que los recuerdos es mejor dejarlos tranquilos. No se trata de renunciar a ellos, sino de no recrearse en lo que ya fue.

Gracias.

Holden dijo...

Si es que, cuando el pan es la base de la alimentación mediterránea, es por algo :D El de la Manolíta o el de Manolo, que es como se llamaba el panadero de mi barrio. Ya jubilado, vaya. Muy bonito el cuento, así deben sentirse muchos yayos... la pena es que muchos, como el mío, saben escribir por los pelos :(

Conxita C. dijo...

Encantador relato Ángeles.
Hay personas que se empeñan en rememorar, en revivir el pasado y otras que disfrutan del momento presente. Tu Matias parece de los que no quieren gastar ni un segundo de su día a día en rememorar aquello que pasó, por bueno que fuera, porque ya está ahí vivido, se ha acumulado a la esencia de la persona, se agradece pero se quiere seguir acumulando más experiencia, más vida. Muy listo el hombre y su pan de cada día. Bien por él.
Un abrazo

Ángeles dijo...

Holden, eso digo yo, que al asunto del pan tiene miga :p
Gracias, me alegro mucho de que te haya gustado.


Muchas gracias, Conxita :)
Ya ves, Matías empeñado en vivir el presente y los demás empeñados en que mire hacia atrás. Menos mal que él tiene claro lo que quiere, que como bien dices es seguir "acumulando más vida".
Abrazos!

Rick dijo...

Supongo que la cosa dependerá de la manera de ser de cada persona; probablemente a unos le siente bien, disfruten con ese viaje por el pasado y además refresquen la memoria, mientras que otros prefieran no recordar. Así que tal vez es la tristeza o alegría por la vida vivida la que determine esa voluntad de recordar. O no. O vaya usted a saber.

En cualquier caso, te ha quedado un cuentecillo encantador. Que al final es lo que importa.

MJ dijo...

Muy bonito este cuento. Al principio me ha recordado a la canción "Fina estampa". Matías no quiere vivir de recuerdos, sino seguir construyendo su presente, porque no se siente viejo :-). Y el ir a por el pan recién hecho cada día es buena metáfora de ello. Pero, como soy tan romántica, me he imaginado a Manolita como una señora mayor y afable que espera todos los días a Matías con su pan reservado para que no le falten sus barras favoritas ningún día, que si su barra de Viena, o su pan de fibra, o de soja... que ella sabe bien lo que quiere y se lo guarda con mucho cariño, el mismo que Matías pone cuando va todos los días precisamente a la panadería de Manolita ;-)

Ángeles dijo...

Creo yo, Rick, que simplemente hay personas con tendencia a la nostalgia y otras que no, vaya usted a saber por qué.

Y también creo, estoy contigo, que lo que importa es que el cuentecillo le resulte agradable a quien lo lea, que para eso se escriben. Así que muchas gracias, me quedo más contenta que Matías con su pan.


Claro, MJ, si en vez de Manolita fuese Manolo, seguro que Matías no tendría tanto interés por el pan.
Gracias :)

JuanRa Diablo dijo...

El cuento me deja sensaciones contradictorias. Por un lado comprendo a Matias, que se limita a vivir su dia a dia, encontrando alicientes que le hacen feliz. ¿Para qué más?
Pero por otro es una pena no recopliar sus recuerdos. Seguro que ha tenido una vida digna de contar. ¡Que alguien se preste a escribir lo que él vaya narrando!
¿Nadie se da cuenta de que a Matias solo le hace falta organización y disciplina? :p

Marisa C dijo...

A veces, es mejor dejar los recuerdos donde están y seguir avanzando y disfrutando de la vida día a día. Quizás por eso, don Matias iba siempre "ligero como un pajarillo". Abrazos.

Soros dijo...

Puede que, esta obsesión que tenemos por ser jóvenes o también por mantener el poder, incite a algunos a escribir sus memorias. Pero los más de nosotros haríamos bien en deleitarnos con el placer del pan de cada día. (Excluyo, por supuesto, a los grandes escritores, que incluso escribirían muy bien unas memorias inventadas o reales, y a los que, en su pasado, guardan secretos trascendentes de la Historia.)
Muy bien el cuento y sencillo.

Ángeles dijo...



No sé, JuanRa, si a Matías le falta disciplina, o es que simplemente está tan a gusto y tan ilusionado con el presente que no quiere dedicarle su tiempo al pasado. Al fin y al cabo, eso ya tuvo su momento, y además permanece en su persona, en quien es ahora.
Pero, en fin, cada uno es como es y baja las escaleras como quiere, que dijo el poeta ;)


Eso creo yo, Marisa, que Matías va ligero y diligente porque no va cargado con la mochila del pasado, que a veces pesa un montón.
Abrazos!


Interesante punto de vista, Soros.
Como he dicho antes, cada uno es como es y una cosa no tiene por qué ser mejor que la otra. Aunque yo creo que, objetivamente, es más aconsejable “deleitarse con el placer del pan de cada día”, como acaba de decir un sabio amigo mío ;)
Thank you!