martes, 3 de diciembre de 2013

Cuento. Pascualito y la sopa


Pascualito estaba sentado junto a su padre, observando cómo este desmontaba un reloj de pulsera.
Sobre la mesa iba colocando con cuidado pequeñas piezas a las que iba dando nombre: agujas, muelle, volante, espiral… Pero las que más le llamaron la atención a Pascualito fueron unas que le parecieron las estrellitas de la sopa.
-Pues estas estrellitas -explicó el padre- son las que hacen que se muevan las agujas del reloj y se llaman engranajes.
Al oír la palabra engranajes Pascualito dio un respingo, sobre todo un respingo mental, causado por la aparición de una nueva palabra en su vida, una palabra de las grandes.
Le pidió a su padre que la  repitiera, y después intentó pronunciarla él, pero desistió. Le parecía demasiado difícil y no quería estropearla. La diría cuando hubiera practicado lo suficiente.
Así que estuvo todo el día imaginando aquellas "estrellitas" en una sopa y pronunciando mentalmente la palabra, pero lo máximo que conseguía era una mezcla de encaje y garaje que no le satisfacía. Tenía que practicar más.

Al día siguiente Pascualito estaba sentado a la mesa con un plato de sopa delante y la cuchara en la mano. Miraba la sopa con atención, como si nunca hubiera visto algo así, y en cierto modo eso era lo que pasaba.
Porque esta sopa era nueva, era diferente. Era sopa de letras.
-Pascualito, hijo, ¿no comes? –le preguntó su madre.
-Sí, voy –respondió Pascualito sin apartar la vista del plato.
-Pascualito, ¿qué haces, criatura? –dijo el padre.
-Ya voy, ya voy.
Y entonces Pascualito metió por fin la cuchara en la sopa y con mucho cuidado recogió una letra. La dejó en la cuchara y a continuación recogió otra y otras dos más.
Sonrió mirando la cuchara y se la mostró a sus padres.
-Pascualito, la sopa es para comer, no para escribir.
Pero Pascualito, después de esa primera cucharada, repitió la operación y solo cuando formó una nueva palabra en la cuchara se la llevó a a la boca y se la tragó con gran deleite.
Y es que hay cosas que no se pueden evitar, y Pascualito no podía  dejar aquellas letras sueltas, perdidas, no podía desperdiciar su capacidad para decir cosas.
Y aunque era una forma de comer muy lenta y algo incómoda, incompatible con el hambre y con tomar la sopa caliente, Pascualito no comió más que palabras completas.
Poco antes de terminar toda la sopa, los padres  observaron que el niño se concentraba aún más, que recogía muchas letras en una sola cucharada, muy despacito, con mucho tiento. Y entonces Pascualito sonrió, miró la cuchara con la satisfacción del vencedor y se la llevó a la boca; pero antes, su padre, inclinándose un poco hacia él, pudo ver que la cuchara llevaba la palabra engranaje flotando en el caldo.


***




12 comentarios:

Metalsaurio dijo...

Y a partir de entonces por fin pudo pronunciar engranaje :)
Mientras leía me imaginaba a Pascualito formando la palabra cucharada antes de tomarse cada cuchara, jeje!
Y si el planeta al igual que los relojes está relleno de engranajes y de muelles? que terribles pensamientos me asaltan..:)
Saludos

Marisa C dijo...

Pero qué ternura que me ha despertado Pascualito. ¿Cómo no quererlo? Enhorabuena, Ángeles. Tú siempre sorprendiéndome. Abrazos.

loquemeahorro dijo...

Qué engranaje de letras más interesante ha formato Pascualito.

Y qué fría se tuvo que quedar esa sopa de letras :-)

Ángeles dijo...

Entonces, Metalsaurio, Pascualito se habría tomado una cucharada de cucharada, que es como rizar el rizo de la sopa :-P

El planeta lleno de engranajes y muelles... pues sí que da miedo... sobre todo si al encargado se le olvida darle cuerda :-)


Muchas gracias, Marisa. Pascualito te manda un beso :-)


Loque, me ha gustado eso del engranaje de letras. Y la sopa fría, sí, pero mira qué bien se lo pasó ;-)

JuanRa Diablo dijo...

Yo es que es oír nombrar a Pascualito y ya estoy sonriendo. Me resulta muy familiar, casi como algo mío :)
Y en esta escena me he visto reflejado porque también recuerdo haber seleccionado letras de una sopa buscando alguna palabra, así como también lo hizo mi hijo, escribiendo su nombre en el borde del plato. Yo creo que es imposible resistirse a formar algún vocablo.

"Engranaje" me suena al color granate. Diría incluso que si un pintor pintara el infierno con rojos apagados, quedaría bien decirle: "Yo le daría más engranaje· xD

Ángeles dijo...


JuanRa, me alegro de que Pascualito te haga sonreír y te parezca "casi como algo tuyo", porque a él le pasa igual contigo, según dice :D

Ahora que lo pienso, es verdad, al infierno le pega mucho el color engranaje, que es como rojo dentado :P

¿Formabas palabras con las letras de la sopa??? ¡Qué ocurrencia!

MJ dijo...

¡Me ha encantado la nueva entrega de Pascualito! :-) Me encanta que tenga que repetir la palabra mentalmente para no decirla hasta que la sepa pronunciar y me encanta lo de la sopa de letras. Creo que la mayoría de nosotros hemos intentado componer palabras, pero no hemos tenido tanta paciencia como Pascualito, ni nosotros, ni nuestros padres :-P

Sara dijo...

¡Has creado todo un personaje: PASCUALITO! A mí también me inspira una ternura infinita y me encantaría adoptarlo como sobrino.

Un cuento sumamente encantador.

Besitos.

Juan M de los Santos dijo...

Pascualito, ya un consagrado superhéroe infantil de las letras, nos muestra el camino: el lenguaje está ahí para jugar y divertirse, como una más de sus utilidades. Ahora comprendo por qué siempre me han gustado tanto los crucigramas, dameros y demás "pasatiempos" en los que formas palabras laboriosamente letra a letra. Además, se aprende un montón y es una actividad muy "nutritiva". Creo que en el fondo todos somos un poco "pascualitos".
Un encantador relato, como siempre.
Saluditos

Ángeles dijo...

Muchas gracias, MJ, como siempre tan entusiastica :-) 
Es verdad, no muchos padres tendrían la paciencia que tienen los de Pascualito. Pero es que saben que lo de este angelito con las palabras es una cosa seria :-D


Ay, Sara, qué bonito es eso que dices, que te gustaría adoptar a Pascualito como sobrino Seguro que él estaría encantado con una tía tan graciosa como tú, y que además le podría dejar muchos libros para aprender palabras nuevas :-D

Muchas gracias, y besitos.


Juan M, me encanta eso de “superhéroe infantil de la letras”, es una denominación fantabulosa. Me la quedo, me la quedo.
Efectivamente, con el lenguaje se lo puede uno pasar bomba: crucigramas y similares, trabalenguas, chistes, dobles sentidos, ironías, palíndromos… un mundo de diversión sin fin :-p

Muchas gracias y saluditos

Anónimo dijo...

Qué gracioso! Yo, la que aborrecía era la sopa de granitos que debe ser la más pobre de las sopas. Y le tenía tanta manía que algún día mi madre se pasó a los fideos y ya no los dejamos nunca. Y total, que es lo mismo ¿no?, la misma pasta, el mismo sabor...pero qué cosas, yo no podía con los granitos. Además, dónde vas a parar, un fideo es muchísimo más nutritivo que un granito porque por lo menos equivale a 15 granitos.
Y engranaje es una palabra habitual para mi porque los utilizo bastante en mi curro. Yo apuesto a que viene del francés porque has de saber que cuando Francia, a principios del siglo XX dominaba la automoción a la que habían aplicado el motor de explosión de gasolina (los ingleses seguían, ya sabes cómo son, empecinados con el vapor) nos exportaron un montón de palabrejas técnicas que pasaron a nuestro vocabulario como chiclé, chofeur, etc, etc.

carlos

Ángeles dijo...

Carlos, qué interesantes reflexiones sobre la sopa, ja,ja. Y es que la cosa tiene más enjundia de lo que parece, desde luego.

Y muy interesante lo que cuentas sobre la automoción y sus palabras, sí que sí.