jueves, 19 de julio de 2012

Shakespeare and Company


“Seamos hospitalarios con los extraños,
pues tal vez sean ángeles disfrazados”

Un sencillo letrero con estas palabras recibe al visitante que entra en Shakespeare and Company, como poética bienvenida a todo aquel que se acerca a este peculiar negocio.

La primera vez que supe de la existencia de esta librería, me llamó la atención su nombre, que me pareció curioso, y supuse que se encontraba en Reino Unido, probablemente en Londres. Pero en seguida vi que me equivocaba. Porque Shakespeare and Company se encuentra en pleno París, junto al Sena y frente a la catedral de Notre Dame, y su nombre es, en realidad, lo menos curioso de este lugar.

La librería fue fundada por un joven americano llamado George Whitman, un auténtico enamorado de los libros, que, en 1948, después de haber viajado a la aventura por medio mundo y haber participado en la II Guerra Mundial, se instaló en París, estudió en la Sorbona, e inició un pequeño negocio de préstamo de libros.
Poco después, en 1951 abrió su librería. Eligió como local una modesta edificación del siglo XVI, que originalmente había sido una dependencia de Notre Dame.

Whitman, un hombre de espíritu romántico e idealista, que leía un libro cada día, no quería que su librería fuera un mero negocio de venta de libros, sino un  hogar para escritores y amantes de los libros, un lugar de reunión, donde escribir, charlar y leer. Un auténtico refugio literario que tuvo visitantes tan ilustres como Henry Miller, Anais Nin, Simone de Beauvoir, Jack Querouac, William Burroughs...

Constantemente llegaban y siguen llegando a este “refugio” viajeros de todo el mundo, que encuentran en la librería un sitio donde escribir, si es lo que quieren, y donde dormir, si es lo que necesitan, durante unos días o incluso meses. A cambio, se les pide que colaboren en las tareas de la tienda durante dos horas al día.

“Da lo que puedas. Toma lo que necesites”. Otro lema que refleja su manera de hacer las cosas.

Desde hace varios años el negocio está a cargo de su hija Silvia, que, aun conservando el espíritu soñador, desinteresado y utópico de su padre, sabe que para mantener vivo y activo su sueño hay que tener página web,  estar presentes en Facebook  y Twitter,  vender a través de internet, y diversificar su oferta, por ejemplo, añadiendo una pequeña cafetería, porque, según sus palabras, “el café y los libros combinan muy bien”.
En fin, aunque a George Whitman solo le importaran las personas y los libros, lo cierto es que hace falta ganar dinero para que no les vuelvan a cortar la luz ni el agua.

El mes pasado tuve la gran satisfacción de visitar Shakespeare and Company por primera vez.
Vi su peculiarísima fachada desde Notre Dame. La vi allí, con su viejo retrato de Shakespeare presidiendo esa pequeña plaza que forma la ancha acera, con sus arbolitos, su fuente, sus rústicos cajones de libros, y con las docenas de personas, de todas las edades y de todas las procedencias que pululan siempre por allí, entrando y saliendo de la tienda, mirando el escaparate… estando allí, simplemente.

Y hacia allí me dirigí, para hacer yo lo mismo. Me entretuve en la puerta un ratito y después entré. Y aunque teóricamente sabía lo que iba a ver, no pude evitar el asombro que me causó el sinfín de libros que allí encontré, las estanterías atestadas, en las que los libros, desde el suelo hasta el techo, parecen darse codazos entre sí, peleando por su hueco.
En los espacios libres, fotografías, dibujos y carteles dan una grata sensación de calidez hogareña, de humilde confort.
Y la lámpara de cristales, el pozo de los deseos y el suelo destartalado nos llevan a pensar que quizá estamos en algún lugar encantado.

Después subí la empinada escalera de madera, que parece tan  gastada e inestable como el resto de esta casita de cuento.
Allí, en la primera planta, estaban la vieja máquina de escribir, la butaca, el piano, el sofá… y las ventanas desde las que se ve Notre Dame. Y, por supuesto, más libros por todas partes.

El creador de este legendario lugar, que en 2006 recibió el título de Officier des Arts et Lettres del gobierno francés, murió en diciembre pasado, a los 98 años de edad, y desde entonces, una pequeña pancarta en la fachada sirve de modesto homenaje.

Aunque quizá para él, el mayor premio, el mejor homenaje, es descansar en el cementerio de Père Lachaise, en compañía de Balzac, Apollinaire, Colette, Oscar Wilde...



• Shakespeare and Company abre todos los días del año, incluidas las fiestas navideñas.

• La mayoría de los libros son en ingles y de segunda mano.
• Ha aparecido en películas como Antes del atardecer (2004) y Medianoche en París (2011).

• La librería organiza diversas actividades literarias, además de un premio internacional de novela corta para autores noveles, en colaboración con la Fundación Groot.

21 comentarios:

Juan M de los Santos dijo...

Bonita y nutritiva entrada, Ángeles. Seguramente, sitios como este son los que "hacen" la historia. No por su importancia en los grandes hechos del devenir humano, pero sí porque son los que se sostienen contra viento y marea, a través de los años, sirviendo como referencia, como antorcha o testigo de una carrera en la que los corredores van cambiando pero el símbolo de la continuidad permanece.

Sara dijo...

Todo en este relato es poético, desde el letrero del principio hasta la vida de George Whitman y pasando, te lo digo sinceramente, por tu propio texto, que me ha emocionado de verdad.

Besitos

Trolling Like Crazy dijo...

Hace no mucho hablabas en tu blog de París y sus excesos, y decías: «…todo es tremendo, exagerado.»

No estuve de acuerdo con esa apreciación, aunque no lo comenté en su momento. Es cierto que París es desmesurada en algunos aspectos, pero por otra parte, está llena de lugares modestos como la librería que mencionas, lugares más de province que de capital, rincones humildes, arcaicos, casi rurales. Y es esa mezcla lo que hace de París una ciudad excepcional, una de las pocas capitales occidentales donde se puede vivir y, a pesar de todo, seguir siendo un ser humano.

Saludos.

Ángeles dijo...

Muchas gracias por tu comentario,juann. Me alegro de que la entrada te parezca "nutritiva", y espero que también sea de fácil digestión ;-)
Estamos de acuerdo: al final son las cosas aparentemente pequeñas las que tienen la clave del asunto, las que de verdad importan.

Sara, estamos empatadas, porque ahora soy yo la emocionada. Muchas gracias por tus palabras.


Es cierto, TLC, París tiene de todo y para todos los gustos. En mi entrada parisina me referí solo a su aspecto colosal porque, a mi modesto entender, es lo que más la diferencia de Londres, que era el tema de la entrada.
Pero sin duda prefiero el encanto y la sencillez de esos rincones 'provincianos' y sencillos, como los de Montmartre, la rue de la Boucherie y su entorno, etc.

Muchas gracias por tu reflexión.

♥ Nati ♥ dijo...

Hola Angeles, que lindo post!!
muy interesante,
buen fin de semana!!
besos

Ángeles dijo...

Hola, Nati Tello! Gracias por tu visita y tu amable comentario.
Me alegro mucho de que te haya gustado.
Besos.

JuanRa Diablo dijo...

Cualquier lugar con libros de segunda mano siempre llama mi atención, así que en éste, con semejante historia a cuestas, me sentiría en mi salsa. Me entrarían ganas de decir lo mismo que pienso al entrar en una pastelería: "¡Vayan saliendo, que me la quedo!" :D

Yo también hubiera dicho que estaría en Inglaterra, pero mira por dónde hay un lugar tan Brittish en el mismo Paguí.

Si a estas alturas sigue sobreviviendo un lugar así, le auguro cuerda para rato. Por cierto, el diseño de su página web me ha cautivado :)

Un saludo, Ángeles. Voy a seguir writeando.

MJ dijo...

Una entrada preciosa, llena de poesía y pasión. Estoy de acuerdo con Juann, estos lugares son los que verdaderamente hacen historia, y tú lo cuentas de tal forma que entran muchas ganas de ir allí :-)

Anónimo dijo...

Yo estuve allí cuando era muy joven, en mi primer viaje a París. La busqué en cuanto llegué día, porque conocía de su existencia a través de Joyce, ya que la primera editora editora del "Ulysses" fue Sylvia Beach. Aunque la librería original desapareció, también estuve en el 12 rue de l'Odeon.. ¡los viajeros literarios tenemos estas cosas!. Saludos

Ángeles dijo...

"¡Vayan saliendo, que me la quedo!" :DDD
Qué buen paladar tienes, JuanRa, libros y pasteles, nada menos.

Sí, yo creo que la página web es muy original y va muy bien con el espíritu caótico y locuelo de la librería.

Thank you! Saluditos.

MJ, muchas gracias, por tus amables palabras. Me alegro mucho de que te haya gustado.
Al hablar de este sitio también entran muchas ganas de volver, te lo aseguro.
Besos.

Gracias,Anónimo, supongo y espero que la entrada te haya traído buenos recuerdos.
Y aprovecho tu comentario para añadir que la hija de G. Whitman, la actual responsable de la librería, se llama Silvia en honor a Sylvia Beach precisamente, que decidió no volver a abrir su tienda después de la guerra.

Saludos.

loquemeahorro dijo...

Y pensar que yo estuve a unos pocos metros y ni recuerdo haber visto el escaparate.

En fin, no tengo excusa, bueno, sí la tengo: Hay tantísimo que ver en París, no iba sola, me di un golpe en la cabeza cuando era pequeña...

Y encima libros de segunda mano, que me causan la misma impresión que a Juanra Diablo.

¡Pues vamos a tener que volver a París!

Ángeles dijo...

Claro, loque, no hay que lamentarse por lo que no hemos visto, sino alegrarnos de tener así la obligación de volver.
Sí, sí, la obligación, me oui!

Anónimo dijo...

¿Pero cómo rayos pudo el fundador mantener la tienda y alojar a los viajeros literarios con tan sólo esas aportaciones? Lo sé, lo sé, no tengo derecho a estropear la magia del lugar con mis preguntas materialistas.

carlos

Ángeles dijo...

Claro, Carlos, precisamente por eso tuvieron problemas para mantener el negocio, por la falta de "visión materialista", de Whitman.
Por eso ahora su actual responsable mantiene el legado de su padre pero con un enfoque más práctico. Hay que adaptarse al medio para sobrevivir en él.

Anónimo dijo...

http://vimeo.com/31005042

Espero que te guste

Ángeles dijo...

Gracias, Anónimo.
Ya conocía la peliculita, pero me ha gustado mucho volver a verla. Gracias, como siempre, por traer estas cosas.

Ángeles dijo...

Pues sí, Anónimo, es triste y causa enfado.
Gracias.

Anónimo dijo...

Un artículo que suscribo, porque me gustan las librerías, no las tiendas que venden libros. Saludos

http://www.finanzas.com/xl-semanal/firmas/arturo-perez-reverte/20151115/quiero-frances-9051.html

Ángeles dijo...

Muchas gracias, Anónimo. Yo también quiero ser francesa.
Un saludo.

guille dijo...

Me encanta visitar esos lugares de los que conozco su existencia por referencias culturales.

En todas las veces que pisé Paris nunca supe que S & C existía. En mi descargo decir que la última y creo que quinta fue cuando todavía andaba por mis ventitantos y mis conocimientos culturales no eran demasiado completos.

No sentía demasiada necesidad de visitar otra vez esa ciudad pero quizá me enganche a está crónica para darme motivos.

Ángeles dijo...

Con las ciudades, como con las personas, es bueno que siempre quede algo por descubrir, alguna sorpresa por revelar, ¿no te parece?

Gracias por venir.