martes, 1 de septiembre de 2009

Fragmentos veraniegos I

En la farmacia

El farmacéutico, un joven de unos veinticinco años, atiende a una señora, y mientras recorta cuadraditos de las cajas de medicinas y los pega en las correspondientes recetas, va dando su opinión de la feria o fiestas de la ciudad:
-A mí no me gusta nada. Hay mucha gente, mucho ruido, borracheras, peleas…
La señora contesta:
-Hombre, depende. Si te reúnes con amigos, con la familia, pues se vive la feria de otra manera.
-Sí, si mi familia se reúne en una caseta, y tiene caballos y demás…
-Claro, es otra forma de vivir la feria.
-Pero a mí no me gusta. A mí me llaman, y me invitan, porque tienen caballos y demás, pero yo no voy nunca, porque siempre hay peleas y escándalos…
-Sí, es que… son formas diferentes de vivir la feria.
-Yo agradezco mucho que me inviten, pero no voy. Y podría ir, porque ellos, como tienen caballos y demás…
-Claro, se vive la feria de otra manera.
Por fin la señora tiene lista sus medicinas y se marcha. El farmaceútico me mira, le pido lo que necesito, y mientras lo coje de un estante me dice:
-A mí la feria no me gusta. Y ya digo, que como mi familia tiene caballos y demás, podría ir, porque se reúnen todos en una caseta…
Yo estuve a punto de decir que son formas diferentes de vivir la feria, pero me contuve, y así pude escapar de allí.
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En la carnicería

Un hombre de unos sesenta años, gordote, de aspecto bonachón, habla sin parar con el carnicero, un joven de exquisita educación y trato correctísimo.
Mientras éste atiende mi pedido, el hombre habla y habla sin parar de cualquier cosa que se le viene a la cabeza, desde el calor que hace hasta el reloj que lleva, que lo tiene desde hace mucho tiempo.
El carnicero le sigue la corriente amablemente sin dejar de trabajar.
De pronto, el hablador me pide disculpas por tanto parloteo y yo, que en realidad me estoy divirtiendo mucho, le digo que no se preocupe. Entonces mira al carnicero y le dice:
-Pero, ¿a que soy simpaticote?
Y el carnicero:
-Hombre, Antonio, claro que sí.
Y el tal Antonio insiste:
-Yo soy más simpático que mi hermano, ¿verdad?
El carnicero, en un aprieto, echa mano de sus dotes diplomáticas:
-Los dos, los dos son muy simpáticos.
El hombre me mira otra vez y dice convencido:
-Yo, yo soy más simpático.





9 comentarios:

Azote ortográfico dijo...

Hay diálogos que deberían pasar a la historia. El mundo de las bandejitas en los supermercados está echando a perder muchos momentos como éstos...

Eso sí, al público del farmacéutico o mozo, da lo mismo, le habrá quedado claro cristalino que tiene caballos. XD

Saludos.

Anónimo dijo...

Me imagino cabalmente la escena de la primera conversación (voy mucho a la farmacia y nada a la carnicería), y me da por pensar en qué líos mentales no se metería la señora si supiera lo que es el relativismo.
Sara.

Ángeles dijo...

Gracias por vuestros comentarios, Azote y Sara.
Efectivamente, quedan pocos sitios donde escuchar diálogos así de jugosos, lo cual es una verdadera pena.

Anónimo dijo...

Quizá voy a decir una tonteria... pero además de enterarnos de que su familia tiene caballos y que siempre lo invitan... ¿serán ellos los de las peleas? Porque si él solo fuera con su familia a una caseta... no se metería en esos lios ¿no?
Y lo de la carnicería... una conversación aparentemente superficial puede convertirse en una forma de reafirmarse en su autoestima, o incluso de salir vencedor al compararse con otra persona... debajo de la superficie siempre hay algo profundo... solo hay que escarbar un poquito...
MJ

Soros dijo...

Bueno, Ángeles, si te gusta escuchar diálogos curiosos no olvides las salas de espera de las consultas, donde pueden escucharse diálogos también muy enriquecedores, variados y, a veces, hasta indiscretos.
Saludos

Lan dijo...

También bajo cualquier sombra, en cualquier terraza pueden escucharse conversaciones sorprendentes. Ahí va una:
Estoy sentado plácidamente fajo un frondoso tilo en un fresco pueblecito serrano. En la mesa que hay detrás de mí varias mujeres jóvenes toman el vermú. Una tiene un niño de pecho.
- ¿Y, el tuyo, es hablador por lo menos?
- Huy, ya lo creo. Todo lo callao que es por ahí en casa no para de contármelo todo.
- Pues menos mal, porque, como me dijo mi madre, luego se hacen viejos, no valen para joder y a ver qué haces. Por lo menos que te den conversación.
Me dejan pensando en lo claro que lo tienen.
Saludos

Ángeles dijo...

Gracias por vuestros comentarios y sugerencias, MJ, Soros y Lan. Muy acertados, como de costumbre. Los tendré en cuenta.

Anónimo dijo...

¡Oh Dios mío! Y se acerca otra Feria...bueno en Sevilla, porque no sé cuándo es la de Málaga... Espero que el mozo haya cambiado de tema y no le gusten, además otras cosas, ¿Hss probado a ir en NAvidad a esa farmacia? ¡Vaya pareja de pelmas!
Pero, ¿seré yo otro pelmazo que no deja de darte la lata a base de comentarios? Bueno, tú a lo tuyo y ya me disculparás.

carlos

Ángeles dijo...

De pelmazo nada, Carlos, así que no tengo nada que disculparte.

La feria de Málaga es en agosto, y yo sí que la vivo de otra manera: sin pisarla.