jueves, 24 de julio de 2008

Solito (y IV)




Hoy Solito se ha marchado. Ha volado.


Llevaba un par de días muy inquieto, piando mucho y con unas ganas locas de volar. Ya era capaz de remontar desde el suelo a la mesa, y desde la mesa a los estantes más altos de los muebles. Y los vuelos horizontales eran cada vez más largos (suerte que tengo habitaciones grandes). Desde hace varios días lo he sacado a la terraza a ratitos, para que se familiarizara con el aire libre y viera el mundo que existe tras las paredes de la casa. La primera vez se asustó mucho y se encogió dentro de mi mano, escondiendo la cabeza. Después ya se atrevía a asomar la cabeza, aunque no hacía ningún intento de revolotear. Ayer lo vi apoyado en el filo de una ventana, mirando hacia afuera. Pensé que querría salir, así que lo llevé a la terraza. Esta vez no sólo estaba más valiente sino que además piaba como si conversara con los pájaros que volaban por la plaza. Abrí la mano temiendo que echara a volar, pero no se movió. Pensé que todavía no estaba listo y, egoísta, me alegré. Pero supe que ya faltaba muy poco para la despedida. Durante el resto del día estuvo piando mucho pero yo no sabía si estaba contento o triste. El caso era que no se separaba de mí, sólo quería estar en mi mano. Pero esta mañana, después de dedicarme toda su atención durante las primeras horas, lo he vuelto a oír piar. He ido a la habitación donde lo había dejado comiendo, y lo he encontrado nuevamente en la ventana, mirando hacia fuera. Luego me ha mirado a mí. Igual que ayer, lo he interpretado como un 'vamos fuera, ¿vale?' Creo que en ese momento supe que se iba a ir, y estuve tentada de no sacarlo. Pensé 'Un día más, Solito, quédate un día más'. Pero es que también se me partía el alma de verlo ahí, mirando el mundo desde el cristal. Así que, con todo el dolor de mi corazón, lo he llevado a la terraza, y tras unos primeros momentos de vacilación, he notado que se iba animando. He abierto la mano, y cuando ya pensaba que seguía sin querer marcharse, ha salido como un rayo hacia una maceta y de ahí al mundo. Lo he seguido con la mirada y lo he visto alejarse, primero hacia un edificio y luego, en un giro magistral, hacia las palmeras. Lo he visto incluso entrar en la palmera, con suavidad y precisión. Y después ya lo he perdido de vista.

Estoy contenta por él, porque en estos dos últimos días me daba pena verlo en casa, contenido, encerrado. Incluso cuando se venía a mi mano a dormitar me parecía que era porque no quería estar sólo y yo era la única compañía que tenía. O porque estaba deprimido y no tenía ganas de nada.

Pero yo estoy muy triste y lo echo mucho de menos.
He dejado su caja, con su cabañita y su comida, en la terraza, por si quisiera volver, pero sinceramente no creo que vuelva. En la plaza hay palmeras y jacarandas llenas de gorriones, y poco después de que Solito llegara a la palmera he visto a dos de ellos revoloteando a ras del césped y saltando uno junto al otro, como si jugaran. Quiero pensar que uno de ellos era Solito que se ha reencontrado con los suyos y estaba feliz.
Todavía recuerdo a dos gorriones que salvó mi padre cuando yo era pequeña y que estuvieron con nosotros varias semanas hasta que volaron. Los recuerdo como si los viera. Así que creo que mi dulce Solito estará en mi recuerdo para siempre.

6 comentarios:

Lan dijo...

No sólo por lo difícil que sé que es salvar la vida a un gurriato o, en general de una cría de cualquier animal, sino por la maestría que demostraste en entenderle y enseñarle, pienso que en tu trabajo con personas tienes que hacer maravillas. Pareces un milagro de inteligencia e intuición. Tal y como convenía que todos fuéramos. Ganas me dan de felicitar a tu padre por tener una hija como tú.

Ángeles dijo...

Lan, tu amabilidad me conmueve. Muchísimas gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Sí, muy bien. Pero no puedo dejar de odiar un poco a Solito por su ingratitud. Debía haber vuelto cada mañana a tus cristales para saludar, al menos, a su mamá humana.

carlos

Ángeles dijo...

No, Carlos, no le cojas manía a Solito. Si es que el pobre no era más que un gorrión, y me parece que de memoria andan fatal. No es de extrañar que una vez que se marchó no se acordara de su "mamá humana" :) Yo no se lo reprocho, je,je.

Holden dijo...

Ni se te pase por la cabeza que no he leído la historia entera :P

Ángeles dijo...

Ja,ja. No, Holden, no se me pasa por la cabeza.

Gracias!